Seis poemas de Kimberly L. Becker

Kimberly L. Becker es autora de las colecciones de poesía Words Facing East; The Dividings (WordTech) y Flight (próxima a publicarse en MadHat Press). Sus poemas han aparecido ampliamente en revistas y antologías como IDK Magazine, Panoply y Tending the Fire: Native Voices and Portraits. Ha tenido subvenciones de MD, NC y NJ y residencias en Hambidge, Weymouth y Wildacres. También ha leído en lugares como el Museo Nacional del Indio Americano en Washington, DC, y en el festival Wordfest. Ha sido mentora para los programas de escritura en las prisiones del PEN America, y “De escritor a escritor” de la AWP. www.kimberlylbecker.com

Para la presentación de estos poemas, Kimberley nos envió esta poderosa declaración sobre su arte, a su vez una invitación para las nuevas generaciones:

Como poeta de raza mixta que se identifica como Cheroqui, no presumo hablar por ninguna nación soberana ni tampoco identificarme con la cultura dominante. Soy indocumentada [sin la cédula indígena] y describo esta experiencia en un ensayo pronto a publicarse en la antología Unpapered, coeditada por Diane Glancy y Linda Rodríguez.

Mi trabajo está influenciado por mis propios intentos de honrar mi herencia a través del estudio del idioma, la cultura y la historia. Sigo a mis mayores y a mis maestros literarios, como la brillante Allison Hedge Coke, que me enseñó a “mantener la puerta abierta” para los demás y, por ello, trato de devolver lo que puedo.

Si, como escribió Tillie Olsen, “toda mujer que escribe es una sobreviviente” y si, como escribió Audre Lorde, “hablamos conscientes de que se suponía que no debíamos sobrevivir”, entonces cada escritora de ascendencia nativa, documentada o indocumentada, no es solo una sobreviviente, sino también una testigo contra el racismo institucionalizado que aún prevalece en este país. El holocausto sucedió aquí también; el rostro de Andrew Jackson está en nuestra moneda y su retrato se cuelga en la Oficina Oval de nuestro actual presidente corrupto.

Afortunadamente tenemos a Joy Harjo como Poeta Laureada, la primera poeta Nativo-Americana en ese rol, una importante reivindicación cultural. Lean el trabajo de ella y de tantos escritores indígenas que son de la tierra y hablan la sabiduría de los antepasados que estuvieron aquí primero. Levántense jóvenes escritores. Mantengan la puerta abierta. Hagan de su escritura una ofrenda. Oren. Celebren lo que puedan. Denuncien la injusticia cuando la vean. Invoquen la fuerza de las generaciones que nunca fueron destinadas a sobrevivir, pero que lo han hecho.

Clases de idioma © Traducción de Paul M. Worley y Xun Betan

Canción matutina, En su morado azul, Cachorro de angustia, El Cheroqui en mí, Ve al agua en tu imaginación, y Cobre © Traducciones de Paul M. Worley

CLASES DE IDIOMA

escrito en Qualla Boundary; para C.M.

1. Aquí la poeta hace referencia “Camino de las lágrimas,” cuando el gobierno estadounidense se apoderó del territorio ancestral Cheroqui, y mandó a los miembros de esta nación al estado actual de Oklahoma en 1831. Según algunos, casi la mitad de los 16,000 cheroqui que intentaron el viaje murieron en el camino.

CANCION MATUTINA

“Canción matutina”: de cara a la salida del sol, esta es una canción de alabanza matutina. Nogwo sunale nigalsda (la mañana ha llegado), Yona (oso), Gvyalielitse Yihowa (Te estoy agradecido, Dios), iyugwu (Tráelo).

EN SU MORADO AZUL

LA CHEROQUI EN MÍ

VE AL AGUA EN TU IMAGINACIÓN

COBRE

SOBRE EL TRADUCTOR

Paul M. Worley es profesor asociado de Literatura Mundial en Western Carolina University. Es autor de Telling and Being Told: Storytelling and Cultural Control in Contemporary Yucatec Maya Literatures (2013; las historias orales grabadas en este proyecto están disponibles en tsikbalichmaya.org y con Rita M. Palacios es coautor del libro Unwriting Maya Literature: Ts’íib as Recorded Knowledge (2019). Es becario Fulbright y ganador del premio Sturgis Leavitt del Southeastern Council on Latin American Studies. Además de su obra académica, Worley ha traducido obras selectas de autores indígenas como Hubert Malina, Adriana López y Ruperta Bautista, como editor para México de la revista de literatura global en traduccion al ingles, Asymptote, y como editor de poesía para North Dakota Quarterly.

Disidente Genético: Una Entrevista con John Henry Gloyne

© Por Trey Adcock

© Traducido al español por Ivan Melchor

 Booger Mask, 2017, acrílico.

John Henry Gloyne, Banda Oriental Cheroqui (EBCI), creció en la comunidad Yellowhill de Qualla Boundary en Cherokee, Carolina del Norte (Estados Unidos). De padre Cheroqui y madre Pawnee/Osage de Tulsa (Oklahoma), John es un artista prolífico que utiliza distintos medios para mezclar imágenes tradicionales indígenas en contextos modernos. Tatuar, pintar, dibujar, y esculpir son sus principales medios de expresión. Los trabajos más conocidos de Henry incluyen su propia versión de las máscaras Cheroqui tradicionales y de las gorgueras inspiradas en el estilo Mississippi. 

Su trabajo ha sido presentado recientemente en la exposición de arte Renewal of the Ancient en el Museo Cheroqui, y en la exposición Appalachia Now en el Museo de Arte de Asheville (Carolina del Norte). 

Puedes ver más de su trabajo AQUÍ, y seguirlo en instagram.

John Henry y yo nos conocimos una mañana soleada en un pequeño café en el barrio artístico junto al río (River Arts District) en Tokiyasdi (El lugar donde corren), ciudad conocida popularmente por su nombre colonial: Asheville. Edificios industriales que fueron convertidos en galerías de arte, cafés, y microcervecerías, las cuales se extienden al lado del río French Broad al noreste de la ciudad. Ambos vivimos y trabajamos dentro o cerca de las áreas urbanas asociadas a Tokiyasdi. Mientras John Henry es dueño de la tienda de tatuajes Serpent and the Rainbow ubicada en la parte occidental de la ciudad, yo soy miembro de la Nación Cheroqui de Oklahoma y dirijo el programa de estudios Nativo-Americanos e Indígenas en la universidad local.

Logo de la tienda

Por años escuché de John Henry a través de amigos con quien jugaba baloncesto y estudiantes que admiraban su trabajo, tanto sus tatuajes como sus pinturas. Por fin nos conocimos en persona cuando él y su compañero estaban tomando clases de la lengua Cheroqui en la universidad local y yo venía a sentarme en la clase de vez en cuando. Su trabajo me cautivó inmediatamente, su amor por el baloncesto y la pasión de su familia por la historia y cultura Cheroqui. En su estudio, para mi cumpleaños 40, me tatué en silabario Tsalagi mi nombre Cheroqui en el antebrazo izquierdo. El sistema de escritura Cheroqui, conocido como silabario, fue inventado por Sequoyah en la década de 1820 y condujo al primer periódico bilingüe de Nativos Americanos en los Estados Unidos: el Cherokee Phoenix.

Adasdelisgo’i “El que continuamente ayuda”

La mañana que nos encontramos, platicamos sobre arte, política, lenguas, y otro de nuestros intereses compartidos: el.baloncesto. Lo que sigue es un breve extracto de nuestra conversación, la cual se enfoca en su trabajo, sus inspiraciones, y como la paternidad ha moldeado su arte.   

Trey: ¿Sientes que hay una influencia Pawnee-Osage en tu arte o sientes que es principalmente Cherokee?

John Henry: Creo que hay una gran influencia Mississippi. Ese es el conjunto de todos nosotros en el suroriente [de los Estados Unidos]. Incluso más allá del suroriente también. Creo que todas las tribus pueden relacionarse con esa iconografía. Yo diría que en el momento es más Cheroqui. Hasta traté de salir un poco de lo Mississippi… no más porque lo estaba usando todo el tiempo. 

   Anikituwaghi, 2018, acrílico                                           Man on Mound, 2018, acrílico

Trey: Cuando estabas creciendo, ¿cuándo fue la primera vez que te consideraste un artista? ¿Siempre dibujastes? 

John Henry: Siempre, sí, tuve una madre que me motivaba. Honestamente no me acuerdo de un momento en que no estaba siendo creativo. De verdad no me acuerdo. Mi mamá guardó todos mis dibujos de cuando tenía cinco o seis años.

John Henry Gloyne. Edad 5, 1988.

Una de las cosas grandes que hice es que siempre estaba dibujando. Mi mama siempre me motivaba a dibujar. Dibujaba en la escuela cuando no debía estado dibujando.

Spudd webb, 1995, pluma y tinta.

Trey: ¿Tienes otros familiares que son artistas también?

John Henry: Sí, mi hermana fue una gran influencia para mí. Ella fue al Instituto de Arte del Indio Americano (IAIA) y por eso yo fui ahí también. Cuando ella creció (me imagino que como mucha gente que es creativa cuando son chicos), la edad adulta la frenó. Solo porque tienes cuentas que pagar y cosas asi. Creo que fui un poco más descuidado con eso: “no me importan las cuentas, voy continuar haciendo esto”. Tiré la precaución al viento y tuve suerte y me funcionó. Ella pintaba, pero también hacía collage. Hacía técnica mixta, collage, pintura, hacía todo tipo de cosas. Fue una gran influencia para mí. A su modo, ella todavía es creativa. Siempre fue única. 

Cherokee and Creek: Indian War. 2016. Acuarela.

Trey: ¿Cómo te influenció? 

John: Ella era metalera. Nunca me interesó eso, pero era como si su estética estuviera siempre alrededor. Ella amaba Jane’s Addiction. Todo eso fue una gran influencia para mí. Las portadas de sus discos y esas cosas. El disco Nothing Shocking tiene dos mujeres de papel maché y son siameses y sus cabezas están en llamas. Ese era el tipo de cosas que le interesaban a mi hermana. Ella me mostraría todas esas cosas y me diría: “mira el arte”, es chido, es impresionante, o lo que sea. Yo tenía nueve años, eso seguro fue una gran influencia.  

Trey: ¿Cómo empezaste  a hacer tatuajes?

John: Empecé a aprender a hacer tatuajes en 2001, todavía estaba en el colegio, hermano. Me acuerdo cuando trabajaba en Peter’s Pancakes en Cherokee, limpiando mesas con mi hermana. El dueño de una tienda local de tatuajes vino a una de las exposiciones de arte en mi secundaria en Cherokee. Había visto mi arte y me preguntó si quería ser su aprendiz. Inmediatamente renuncié a mi trabajo limpiando mesas y me involucré en tatuajes por casi 10 años. No es que no pintara, sino que era estricto como las personas que realmente hacen tatuajes. Mirando hacia atrás, todo lo que quería entonces era despertarme y crear. Es todo lo que tienes que hacer.

Trey: ¿Tienes un estilo particular de tatuar?

John: Soy un tatuador extremadamente versátil. Puedo hacer muchos estilos. Quizás ese es mi estilo.

Trey: Tatuaste en Minneapolis por un rato, ¿no?


John: Sí pues, conseguí un trabajo y me moví y me fui a vivir ahí casi inmediatamente. Tatué en el sur de Minneapolis y en el East Lake Street y apenas entré fue como un viaje porque yo no sabía que tan grande era la comunidad indígena allí hasta que fui. Tatué a Clyde Bettencourt quien ayudó en los comienzos del Movimiento del Indio Americano (AIM). Sí, pude conocer a su hijo Crow. Él tenía un grupo de powwow que se llamaba Midnight Express. Crow conoce mucho de los Cheroqui aficionados a powwows. En fin, fue increíble y, además de la comunidad nativa, las artes en Minneapolis son gigantes. Es una ciudad con mucha hambre por el arte. Fue increíble. La llaman “Concrete Rez” [reservación indígena de concreto], y está ahí nomás en el centro de Minneapolis. Creo que se llama tierra roja. De todos modos, es como una reservación pequeña. Está en el medio de la ciudad. Son residencias de concreto.

Seven Clans, 2018.

Trey: ¿Por qué te fuiste?

John: Estaba muy lejos de casa. Soy muy cercano a mi familia. No quería ser un extraño para mis sobrinos y sobrinas, porque tengo 12 sobrinos y sobrinas. Todos somos cercanos. Amo Minneapolis pero está bien lejos de casa. 

Trey: ¿Pintas más ahora?

John: Todo el tiempo. En realidad pintó más que hago tatuajes, y hago muchos tatuajes. Estoy constantemente haciendo algo.

The process of weeding out, 2018, acrilico.

Trey: ¿Cómo describirías tu estilo de pintura?

John: Sí, como la mayoría de las personas oprimidas, la ira y opresión [de mis pinturas] las hace divertidas. Bromeo mucho. Soy una persona divertida, pero nomás estás escondiendo tu jodida ira. [risas] Siento que: entre más enojado estás, más divertido eres. Entre más oscuro, más divertido eres. Estoy llegando a un punto donde eso tiene mucho que ver con mi arte.

Bernini’s son, 2016, acrílico y gouache.

Trey: ¿Es así?

John: Sí, lo cual es interesante porque en los últimos años solo he estado pintando cosas que son aburridas. Es casi como si quisiera demostrarle a la gente que yo puedo hacer eso. Pero todavía hay algo desolador, yo creo. Un poco de oscuridad. 

Dogdick, 2019, acrilico.

Trey: Tú como un artista, ¿sientes esa presión de que algunos hablan por crear ¨arte nativo”?

John: Mira, estaba tan en contra de eso cuando era joven. Sí, estaba como, “jodete, no voy a pintar un caballo” o como, “no voy a pintar un jodido indio haciendo algo.”

Tattoo Flash, 2019, acrílico y tinta.

Trey: Estabas resistiendo.

John Henry: Estaba resistiendo hasta la madre. Soy un disidente genético. Es como si estuviera en mi sangre eso de ‘no, hombre, no voy hacer lo que tú quieres que haga”… pero en realidad, eso de hacer arte tipo “Indio Americano”, todo eso cambió cuando tuve hijos. Probablemente ya estaba pensando en eso antes de tener hijos, pero cuando los tuve, solo quería que fueran más conscientes de quién son, pero al mismo orgullosos de eso. Para la gente Cherokee también, especialmente para la Banda Oriental, somos el final de la línea aquí…

Más sobre John Henry Gloyne

Serpent and the Rainbow Tattoo

Sobre el traductor

Ivan Melchor nació en Charlotte, North Carolina en 1997. Actualmente es estudiante de historia en la Universidad de Carolina del Norte Asheville. Ha publicado una tesis sobre la migración de Latinoamericanxs a la región occidental de Carolina del Norte. En 2019 fue asistente en un proyecto con el Departamento de Lenguas y Literaturas para traducir una colección de entrevistas de inmigrantes en Asheville.

Tiawanaku. Cuatro poemas de Judith Santopietro

Judith Santopietro © Elena Lehmann

Judith Santopietro nació en Córdoba (Veracruz, México) en 1983, aunque también se crió entre Ixhuatlán del Café y Boca del Monte, pueblos de las Altas Montañas a los que pertenece su familia. Aquí escuchó las primeras historias sobre nahuales, chaneques, mujeres voladoras y otros seres extraordinarios del mundo mesoamericano. Su idioma materno es el español; sin embargo, ha aprendido Nahuatl por decisión política y para honrar a sus ancestras que soñaban y vivían en esta lengua. Judith es maestra por la Universidad de Texas en Austin y ha hecho residencias de investigación en la Sierra de Zongolica y Tecomate (Veracruz), el Instituto de Estudios Latinoamericanos Teresa Lozano Long (Texas), la Universidad de Leiden (Países Bajos), y en Nueva York y Bolivia. 

Ha publicado los libros Palabras de Agua (Instituto Veracruzano de Cultura-Praxis, 2010) y Tiawanaku. Poemas de la Madre Coqa (Hanan Harawi Editores,2017) —primera versión en español—, además del ensayo “Migrantes nahuas celebran a Santiago Apóstol: un ejercicio de comunalidad en Nueva York” (Universidad Autónoma de Chiapas, 2017/ Leiden University Press, 2016). Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Lázara Meldiú 2014 y fue finalista en el Premio Literario Internacional “Aura Estrada” 2017.  Ha publicado en el Anuario de Poesía Mexicana 2006 del Fondo de Cultura Económica, Rio Grande Review, La Jornada y The Brooklyn Rail, y también ha participado en numerosos festivales, incluyendo el World Voices Festival del PEN America en Nueva York, 2018.

Sus pasiones son el proyecto Iguanazul: literatura en lenguas originarias, tomar fotografías, participar en rituales y danzas tradicionales, observar aves y hojear su libro de poemas de la Dinastía Tang en papel arroz con ideogramas chinos. En la actualidad, escribe narrativas de migración sobre comunidades indígenas en EE UU.

 Cuatro Poemas de Tiawanaku. Poemas de la Madre Coqa

© Judith Santopietro

© Judith Santopietro
© Judith Santopietro

© Judith Santopietro

© Judith Santopietro

Más sobre Judith Santopietro

Dirección General: Patricio Agusti 

Cinco poemas en Tierra adentro

Pintando lo invisible. Brus Rubio Churay

© Por Juan G. Sánchez Martínez

OUR GRANDFATHER GUIDING THE CHILDREN © Brus Rubio

Brus Rubio Churay es artista plástico murui-bora (Amazonía). Nació en 1984 en la comunidad de Pucaurquillo, ubicada en la cuenca del río Ampiyacu, en Loreto (Perú). En su obra, tintes naturales y acrílico se juntan sobre la tela y la llanchama (la corteza del árbol oje). Aquí los materiales invocan su origen.  En “Nuestro abuelo guiando a los niños”, el viejo territorio/selva carga a los niños guardianes del agua y de la danza. La travesura y la alegría emanan de la tierra en un laberinto de cortezas y de ramas.

 LA RESTINGA DE MIAMI © Brus Rubio
OJO DE LA AMAZONIA DE LA HABANA © Brus Rubio

No importa si en Miami o en La habana o en París, la selva muestra sus ojos de boa. El ojo de Brus Rubio atrapa lo invisible. El mundo de los hombres solo llena un retazo de la tela. A pesar de que el malecón y la playa despliegan toda su fuerza humana, los seres que sostienen la imagen son y no son las mujeres y los hombres; otros seres habitan junto al turista, otros cantos y danzas junto a la salsa.

BUINAIMA SOSTENIENDO A LA CIUDAD © Brus Rubio

Entre la ciudad y la selva, los dioses del universo murui-bora no son episodios míticos de un libro, sino presencia ahora, fuerza creadora de Buinaima ante las estructuras endebles de una ciudad. Pero…, ¿qué tanto hacen los hombres con el árbol de la abundancia? ¿Acaso se reparten el plato del macambo y del petróleo como si no hubiera consecuencias? Los esqueletos de los devoradores se devoran a sí mismos.

EL PLATO DEL MACAMBO © Brus Rubio
EL PLATO DEL PETRÓLEO © Brus Rubio

Rubio explica en su perfil: 

“Mi creación refleja una gran alegría cósmica porque está inspirada en los dioses y personajes míticos, en las fiestas y rituales, en la minga y faena agrícola, en la magia y belleza de los peces y animales, en el canto, la visión y la palabra sagrada de mis ancestros. Todo eso es parte de mi existencia, de mi forma de pensar, de sentir y mirar el mundo.”

Brus Rubio Churay

“ (…) Pero mis pinturas también abordan temas sociales, históricos y políticos que afectan a mi pueblo y a la Amazonía en general, tales como la contaminación ambiental, los crímenes de los caucheros contra mis antepasados, la corrupción y los agentes externos que imponen programas de desarrollo sin conocer la realidad local.”

AMOR MÍSTICO © Brus Rubio

En su conjunto, la obra de Brus Rubio permite largos silencios para la ensoñación; no para el romanticismo y el exotismo. El espectador camina desde la forma conocida (digamos una hoja) a la piel naranja de un jaguar hecho de hojas que caen. De pronto, las mariposas coloridas se posan sobre el río lácteo mientras la madre se baña bajo las estrellas. El erotismo y el amor quedan zumbando sobre las aguas.

AGUA DE ESTRELLAS © Brus Rubio

Más sobre Brus Rubio

Página del artista: https://www.brusrubio.com/

Aliteraciones Ndé. Margo Tamez

Poemas originales del libro en preparación Father | Genocide: New and Selected Work, 2009-2019 © Margo Tamez

Aliteraciones Nde © Traducción al español por Fredy Roncalla

Declaración de la autora © Traducción al español por Fredy Roncalla y Juan G. Sánchez Martínez

Si prefiere leer en PDF, haga clic aquí

Dá’íhééneezį’é
dádn’áo. 
Daádííjí. 
Dádíí
dáá’koh jeekíí dádidlohgoh beeshá’íí’áná

Agradezco

cuando el sol se levanta

Este día

Sólo hoy

Aquella mujer bailó

hasta el crepúsculo

Yénáaałniiná 
 
Ílatsoi 
Yénáałni
 
wos’haaałts’
mit’ii
bits’ísí
 
Ts’ídáshá’íí’áo
nááyiiskáo dáá’koh
t’áji’yé 
ndádaadeezáná
gokíyaa’í bich’í’yégoh

Tiempo después

ella recordó

el colibrí

Ala dislocada

su columna

su cuerpo

Justo al anochecer

del siguiente día

empezó

el movimiento de retorno

a su tierra.

Gokíyaa  
shighah
shighazhááí
 
Sháná’ńgeeh

Esta tierra
es mi hogar
mi pequeña casa

Has que regrese hacia mí.

hángodńnał ? 
 
Dáhichagoh 
ókaanándah 
ghwóch’ííłdéłná 

Me guardarías

un lugar?

Lloraron

e imploraron

pero fueron abandonados.

Papá vuelve a sus funerales en el sueño #28

Publicado en Poets.org. Edición coordinada por Eduardo Corral.

La vergüenza    empuja lo que negamos               hacia el resplandor

Al soñar mi padre me cuenta       que el duelo de mi madre

impide el impulso.

Proyecta pensamientos  en una pantalla   para que los lea

Soy su película personal       de cautiverio

Nos está mirando.    estamos encorvados     descargando vómito de dolor

Papá está frente a mí

momento sin temor      elevado y  aparte

sin miedo de nada sea lo que sea

Cuándo fue que lo cortaron?                                         Quiere saber

Incrustando la idea en el espacio         entre mis ojos

Levantando la pierna del pantalón            donde el sepulturero

suavizó y estiró la piel salvaje        que papá usaba para remar

su amputación debajo de la rodilla

flotando  a pulgadas  del piso       reverbera en sus ojos.

Él no recuerda la amputación

al doblarse.

Papá me muestra toda su pierna.                      Cicatrices

curadas y lisas.

Es de nuevo un cuerpo no mutilado. Igual que antes del lugar donde uno se agacha.

Sólo quedan las corroídas cicatrices de su muslo.

Proyecta: “Margo, siento mi pierna aquí.  Me rasca aun el pie aquí”  Papá

indica: “ en este espacio vacío”     gira sus dedos     un lento  espiral

Asiento con un gesto:    “Lo veo. Voy a recordar esto para ti”

Declaración de la artista

Muy joven sufrí una seria afección auditiva debido a una fuerte fiebre, la pobreza y los efectos intergeneracionales de la colonización. En esos tiempos no se podía saber si la gente estaba interesada en los efectos de la colonización químico-industrial del aire, la tierra, el agua, y las cadenas alimenticias en las cuales me criaron en el sur de Texas y en la frontera entre México y Texas.

Muy temprano hice las conecciones entre el menosprecio generalizado, la guerra de la sociedad colonizadora contra la Tierra y la agresión que experimentábamos como pueblos indígenas no reconocidos del lugar. Entonces yo no tenía el lenguaje para nombrar esto, a pesar de que estaba adquiriendo un conocimiento intuitivo sobre cómo las economías de extracción de aceite-ganado-algodón estaban rebosando la toxicidad en mi cuerpo hasta resultar en enfermedad.

Ser indígena pobre, parte de los pueblos no reconocidos Ndé Dene de Kónitsąąíígokíyaa (más conocidos como Apaches Lipan de los Llanos del Sur, provenientes de la Tierra de Las Grandes Aguas, territorios ancestrales no-cedidos en lo que es actualmente Texas), implicaba que mis experiencias, modos de comprensión y críticas a esas interconexiones estaban ligadas a difíciles historias habladas o expresadas no verbalmente entre los miembros mayores de la familia. La poética de la memoria reprimida, el conocimiento, y la aprehensión en torno a nuestra subyugada e invisible clase (sin)identidad y (sin)reconocimiento jurídico, eran comunes a lo largo del siglo veinte: 

a través de campos de batalla indígenas

desatados en apiladas casas de alquiler

vecindarios pobres, patios de escuela

lugares de trabajo, catequización CCD compulsiva

clases, adoctrinamientos atléticos, Misa

de domingo, y escuela públicas con maestros Blancos

y reglas, y papel con rayas en regla, y miradas reglamentadoras.

a través de Brownie y Girl Scouts obligatorios

reglamentación, viajes en bus escolar amarillo, garitas de control armadas

control de vehículos, papeles de identidad, tareas no terminadas,

castigo después de la escuela, papeles amarillos firmados por los padres desde la casa,

padres sintiéndose enfrascados en la línea de espera regulada

obligados a firmar sin su consentimiento, que Yo

soy una mala persona por contarle a la gente nuestra versión de la historia,

silencio obligado en los salones, órdenes de sentarse 

atrás, con otra Indígena y una Joven Negra,

toques de queda, maíz enlatado, tortillas viejas apiñadas

en papel de cera congelado, estereotipos en Halloween, zapatos de cuero duro

ampollas, atacada por una banda de chiquillos blancos administrando

la arquitectura colonizadora de tiempo y espacio.

Primero de primaria en el territorio ocupado y no cedido de la tierra ancestral de los Lipan Apache,

Texas sur.

Mi trabajo refleja el interés de toda una vida en el lenguaje, la historia, los archivos, y la memoria de la resistencia del pueblo Ndé Dene y su terco rechazo a desaparecer e irse lejos. Mi trabajo también tiene que ver con el dónde y el cómo los Ndé Dene han sido condicionados a la supremacía del colonizador, incluyendo la forma en que estos medios se impregnan en el colonizado. Mi trabajo es un instrumento para hacer aflorar la verdad, y buscar la curación y la revitalización, develando lo oculto para que la verdad emerja. Para potenciar que aquello que ha sido escondido y negado sea un vehículo para recuperar el espíritu, el bienestar, y el sentido del futuro del pueblo Ndé Dene, más allá de la forma como los colonizadores -incluidos pueblos indígenas- nos imaginan como no-personas. El meollo de mi arte, mi pensamiento, y mi desarrollo ha sido un conocimiento problemático así como la construcción de la paz.

“El meollo de mi arte, mi pensamiento, y mi desarrollo ha sido un conocimiento problemático así como la construcción de la paz. “

Al reconocer que el genocidio para los pueblos Ndé Dene ha involucrado intrincadamente a diversos actores y entidades políticas, este evento en el sur de Texas exige que la poesía ascienda a lugares distintos y se oponga firmemente al uso de genocidio como metáfora o como descriptor genérico y abstracto. El genocidio es un área de investigación, desarrollada entre académicos contemporáneos Ndé Dene, y se ubica específicamente dentro de grupos de mi familia y sociedad de parentesco, mis antepasados inmediatos (encarnados en las últimas cuatro generaciones, entre 1872-2019), así como en sitios / lugares de terror, crisis, violencia, atrocidad, brutalidad, indignidad para el cuerpo humano y silenciamiento organizado en Kónitsąąíígokíyaa.

En mi trabajo involucro diferentes modos de conocimiento (epistemología), historización, ética y moral a fin de desarrollar metodologías y prácticas creativas para imaginar y construir una poesía que dé forma y voz a las naciones indígenas no reconocidas. Me refiero a mi investigación sobre el estado-nación, los actores estatales, los espectadores-cómplices, y las organizaciones e instituciones indígenas que han contribuido a obstruir el acceso de los pueblos Ndé Dene a la justicia. La poesía es una forma vital para abordar historias y voces relegadas como desechables y abyectas.

Actualmente, en la sociedad estadounidense, la personalidad cultural, física, social y política de los pueblos de Kónitsąąíígokíyaa es negada. He estado involucrada en tres casos legales (entre 2007 y 2013) que rechazaron firmemente los mitos normativos del estado-nación con respecto a la complicidad de sus habitantes/espectadores que perpetraron los actos de genocidio en las tierras ancestrales no-cedidas de los pueblos de Ndé Dene (Texas) durante el conflicto del muro fronterizo (2007-2009); y por eso considero que la poesía es una herramienta útil y dinámica para estimular las imágenes, animar a decir la verdad, crear espacio para el lenguaje y los sistemas de conocimiento no occidentales, y encender la llama bajo la conciencia adormecida de la sociedad americana.

Como investigadora y académica, soy una creadora de archivos, curadora y administradora de documentos para dos ramas del archivo histórico Ndé Dene, incluidos los objetos culturales. En mi proyecto actual, establezco vínculos cruciales entre la negación de los pueblos Ndé Dene y, tal como se almacena en los archivos sancionados oficialmente, el poder del estado sobre las 400 naciones indígenas no reconocidas por el gobierno federal  (cifras actualizadas), para quienes su personalidad política y sus reclamos de tierras están sujetos a múltiples formas de violaciones de derechos humanos cometidas con la aprobación del gobierno federal, los actores estatales, así como numerosos actores políticos reconocidos federalmente hoy en los Estados Unidos. Esto es insostenible y es una motivación importante en mi producción desde y a través de la poesía, las artes visuales, el activismo lingüístico, la teoría y la defensa de los derechos indígenas.

El tema en estos poemas que comparto con Siwar Mayu es la persistente negación del genocidio y la ofuscación. Estoy interesada en explorar los roles y la memoria de los espectadores-cómplices, beneficiarios y obstructores de las experiencias de los pueblos Ndé Dene. Aquí indago en la memoria histórica Ndé Dene de las complejas emociones que despiertan el ser forzado por el estado y sus instituciones legales a ser testigo impotente del hecho de que los Estados Unidos y otros gobiernos tribales tomen control sobre los territorios ancestrales no-cedidos de los pueblos Ndé Dene. Mi compromiso con la recuperación del idioma Ndé Dene es un acto crucial para honrar a mis antepasados – los sobrevivientes y no sobrevivientes del genocidio – así como un acto amoroso para reclamar la pertenencia política, cultural, espiritual y física de los pueblos Ndé Dene del territorio ancestral Kónitsąąíígokíyaa. Al hacerlo, estos poemas revitalizan la autodeterminación y el ser miembro de la gran Nación Dene. En poesía, los pueblos Ndé Dene logran una identidad más allá de la clasificación legal que los subyuga como “Apache”, sinónimo de la normalización del genocidio como un acto soberano por parte del estado-de-los-colonos con lo que este acto permanece impune e inmune de responsabilidad, reparación o reconocimiento. Estas cosas son articuladas y entrelazadas; no separadas.

“La memoria de los pueblos Ndé Dene permanece dentro de mí a través de mis profundos lazos familiares y conexiones con una sociedad de parentesco amplia que se extiende por Niguusdzán (América del Norte).”

La memoria de los pueblos Ndé Dene permanece dentro de mí a través de mis profundos lazos familiares y conexiones con una sociedad de parentesco amplia que se extiende por Niguusdzán (América del Norte). Al recuperar y descolonizar los archivos legales y re-orientar la revitalización del lenguaje Ndé Dene, (re)visito lugares familiares íntimos de las tierras Lipan Apache (Ndé), en el sur de Texas, el este de Nuevo México y el noreste de México. El tiempo-espacio flexible de mis antepasados ocupa un lenguaje pictórico que me ayuda a descifrar la violencia histórica que sintieron los Ndé Dene de Texas.

Mi poesía reconoce y llama la atención sobre los efectos persistentes del trauma histórico, el cual satura los paisajes Ndé Dene aún oscurecidos por el agresivo silenciamiento colonial. La memoria espiritual como sensibilidad, la tierra-lengua, el desespero —la internalización colectiva del exilio espacial indígena— influyen en mi comprensión de la negativa de mi pueblo a conformarse con la abyección a la que aún estamos expuestos hoy como resultado de las políticas de genocidio por parte de perpetradores y espectadores-cómplices. Estos poemas, haciendo eco de la memoria intergeneracional Ndé de los sobrevivientes del genocidio, exploran cómo la memoria histórica de la violencia perturba las estructuras lineales literarias, históricas y narrativas de los colonos, las cuales han negado a los pueblos Ndé Dene nuestras experiencias vividas, conocimientos y territorios, incluso después de la muerte. Mi poesía, entrelazada a las perspectivas de los pueblos Ndé Dene sobre la historia (herstory) y la ley, posiciona enfáticamente distintas realidades, existencias y resultados que los pueblos Ndé Dene harán presente.

Margo Tamez

MÁS SOBRE MARGO TAMEZ

Poemas de Margo Tamez

MargoTamez: Escritores Nativos Americanos

© Fronteras 810: Lipan Apache Band of Texas – Margo Tamez. New Mexico State University

SOBRE LOS TRADUCTORES

Fredy A Roncalla nació en Chalhuanca, Apurímac, Perú, en 1953.  Tiene estudios de lingüística y literatura, además de una amplia trayectoria en Estudios Andinos, con especial énfasis en sus aspectos estéticos. Es también artesano que trabaja con materiales reciclados. Ha publicado poesía y ensayos en diversos medios impresos y digitales. Es autor de: Canto de pájaro o invocación a la palabra (Buffon Press, 1984); Escritos Mitimaes: hacia una poética andina postmoderna (Barro Editorial Press, 1998); Hawansuyo Ukun words (Hawansuyo/Pakarina Ediciones, 2015); y Revelación en la senda del manzanar: Homenaje a Juan Ramírez Ruiz (Hawansuyo/ Pakarina, 2016). Está preparando Llapan llaqtan: narrativa y poesía trilingüe. Sus proyectos trans-andinos en el ayllu virtual: Hawansuyo Peruvian Bookstore, Churoncalla.com, y Hawansuyo.com

Juan G. Sánchez Martínez nació en Bakatá, en los Andes colombianos. Dedica su escritura creativa y académica a las expresiones culturales de los pueblos indígenas y a sus modos de estar en el mundo. Su libro de poesía, Altamar, fue galardonado en 2016 con el Premio Nacional de la Universidad de Antioquia en Colombia. Altamar es un homenaje a las abuelas y los abuelos, activistas y escritores que han protegido con sus propias vidas el agua pura de sus territorios. Actualmente es profesor asistente en los departamentos de Lenguas y Literaturas, y Estudios Indígenas en la Universidad de Carolina del Norte Asheville.

Chillico: el inquisidor inapelable de la risa

Por Hernán Hurtado Trujillo.

Septiembre de 2019. Abancay, Apurímac, Perú

César Aguilar Peña, conocido popularmente como Chillico, es uno de los humoristas gráficos más importantes del Perú. Es director de la Revista de Humor, Arte e Historieta Ch’illico, la única revista de humor gráfico vigente a nivel nacional por más de 25 años, afrontando dictaduras y abusos del poder. Irrumpió desde su natal Abancay, en los Andes, con un estilo propio y dominio técnico superior en cuanto al manejo plástico del dibujo en sus logrados trabajos, donde el color y el texto escrito se complementan para darles colorido y gran agudeza.  

La risa es una cualidad esencial del ser humano. Según Henry Bergson: “El hombre es el único animal que ríe”; sin el sentido del humor, la vida tendría una atmósfera fúnebre, viviríamos en un mundo de autómatas sin emoción, sin sangre, ni bicho que nos pique y cosquillee. Chillico, a través del humor gráfico seriamente planteado (lo más difícil de lograr) nos libera del caos de la corrupción política y social del país, nos arranca la tristeza, las tensiones, el miedo, la apatía, la amargura, con una inesperada carcajada. Chocando contra el sentido común, contra lo establecido, desmitifica la consagración de la huachafería, la mediocridad y el arribismo; fustiga el temor, el-qué-dirán; devela lo oculto, lo sombrío, lo malévolo, lo perverso y cínico que se disfraza de moralista para engañarnos. Sus caricaturas nos ayudan a reconstruir la realidad, a buscar coherencia en el caos; de su pincel irreverente ni lo divino se escapa, el espíritu se hace carne, hasta lo sublime revela el trasfondo ideológico del poder, representado por el pastor lobo y su rebaño de alienados corderos, resumiendo el concepto de poder pastoral de Foucault. Desde esta perspectiva preguntamos, ¿con qué finalidad un pastor alimenta y cuida a sus corderos? La respuesta nos devela el falso amor del pastor, que cuida, controla y guía el rebaño para comérselo.

Su sensibilidad artística capta lo esencial de la vida, universalizando temas locales y nacionales. Caricaturiza el poder, ironizando las incoherencias y burradas cotidianas de políticos, como es el caso del expresidente “Tolero”, al que una indignada y asqueada llama le lanza un escupitajo. Después de auto-representarse como un cholo o “auténtico indígena” en campaña electoral, al ser elegido presidente, se corrompe y aliena adquiriendo gustos extranjeros. Del mismo modo, Chillico ironiza a Bolsonerón, y a “Tramp” (con esvástica de fondo), “preocupado” por la democracia de América Latina.

Su vasta producción constituye un tribunal de humor donde los lectores son los jueces quienes darán su sentencia final. Su humor no es un humor trivial ni chocarrero, es un humor mayor, de risa seria, es un humor liberador, emancipador, que nos ayuda a buscar una identidad propia y una vida digna. No solo nos libera de las tensiones y desajustes emocionales, nos ayuda a construir un mundo más humano y justo, donde podamos reírnos plenamente sin tarifa alguna y ser felices sin permiso de nadie.  

MÁS SOBRE CHILLICO

Los cuerpos y las mujeres kaqchikeles. Emma Delfina Chirix

© Divergencia Colectiva

© Emma Delfina Chirix García. En Desacatos 30 (2009): 149-160

Apesar del pensamiento biomédico occidental impuesto en la cultura maya, las mujeres kaqchikeles han sabido conservar un pie en la modernidad y otro en sus raíces histórico-culturales para mantener y legitimar creencias y prácticas culturales que les permiten reproducir el principio de cuidado de los cuerpos. Es importante recordar que la construcción del sentido de los cuerpos y de lo sexual no es el mismo en las diversas culturas.

CUERPO Y LENGUAJE

A través del lenguaje y en su idioma, las mujeres kaqchikeles (1) dan cuenta de las percepciones, experiencias y sentimientos que se articulan en torno a la construcción de la sexualidad heterosexual. El vehículo que les permitió hablar abiertamente fue la confianza. A partir de este elemento se logró el diálogo y se establecieron buenas relaciones personales.

1 Es importante emprender un análisis que vaya más allá de la visión de género para mostrar otras identidades y realidades presentes no sólo en Comalapa (municipio donde se realizó la investigación), sino en la sociedad guatemalteca en general.

El lenguaje coloquial plasmado en el texto, conformado por palabras femeninas, es vertido en forma de historias, y da cuenta de particulares formas de expresión a través de metáforas y bromas por medio de las cuales se logra transmitir la experiencia de sentimientos como el amor, el dolor, el sufrimiento o el deseo.

Este lenguaje transmite una diversidad de ideas y de distintos modos de ver la vida y de expresar la sexualidad. La lengua kaqchikel impone otras categorías y, la mayoría de las veces, otro modo de ver el mundo. Implica también un modelo de apropiación por medio de las palabras que denota una concepción de la sexualidad y de la corporeidad humana ligada a la naturaleza y a la cultura. El lenguaje hablado por la comunidad kaqchikel prioriza la colectividad. Asimismo, comunica los saberes sólo si están asociados a la posibilidad de la experiencia. Por ejemplo, los niños y jóvenes adolescentes no deben saber de sexo, porque si llegan a saber sobre este tema seguramente lo practicarán. Por esta misma razón se teme que, al hablar de sexualidad con los jóvenes, éstos vayan a disponer de una información que necesite ponerse a prueba. Por otra parte, en la actualidad las y los comalapenses (2) acostumbran expresar sus ideas en dos idiomas: kaqchikel y castellano. En ambas lenguas son patentes las redes de poder que se plasman en palabras y que corresponden a la ideología dominante, con lo cual se mantienen los discursos, los estereotipos y la normalización de la sexualidad heterosexual. Esta última es identificada como un sistema político que puede ser cuestionado para descolonizar los cuerpos y la sexualidad de las mujeres indígenas y, además, porque el sistema de dominación patriarcal se sostiene precisamente en la sujeción de las mujeres a través de la heterosexualidad obligada.

2 San Juan Comalapa es un pueblo kaqchikel ubicado en el municipio de Chimaltenango, departamento que se encuentra en el centro de Guatemala.

Para transmitir su idea de la corporeidad humana, la lengua kaqchikel cuenta con signos, símbolos y sentimientos específicos, pero ante todo concibe al cuerpo como un todo, cuyas partes están interconectadas. Una de las formas para comprender al ser humano es mediante una trilogía que interrelaciona cuerpo, mente y espíritu. Estos tres elementos forman una unicidad y si se fragmentan provocan un desequilibrio en la vida de la persona. Esta cosmovisión indígena percibe al cuerpo como un ser viviente, con energías y sentimientos, y con necesidades, básicamente las relacionadas con la nutrición y la salud física y mental, y muy poco se habla sobre los deseos del cuerpo. Para algunas mujeres mayas profesionales el significado del cuerpo está vinculado con la autoestima, porque para ellas cuidar su cuerpo “es una forma de recuperar la autoestima, porque sienten la necesidad de quererse y de cuidarse”, que también consiste en “dejar el dolor y el sufrimiento y aprenden a amarse” (Chirix García, 2003: 184).

Al retomar el cuerpo y el lenguaje en Comalapa, encontré que aún existe una abundante terminología para denominar al cuerpo y la sexualidad. Cuando se dice jari ruch’akul, significa “su cuerpo”, y jarirutiyojil se refiere a “la gordura”. En la identificación de las partes íntimas del cuerpo se emplean términos indirectos relacionados con la naturaleza: al órgano genital masculino (pene) se le identifica como tzik’in (pájaro) o rab’aj achin (órgano del hombre). Al órgano genital femenino (vulva) se le llama de varias maneras: rab’aj ixoq, meske’l (gato) o ru tutz’. Existen también expresiones duales sobre algunas partes del cuerpo; por ejemplo, en broma o metafóricamente, la vagina se relaciona con la boca; es posible decir ri jun ixok’ k’o ka’i’ ruchi’, que significa “la mujer tiene dos bocas”.

Uno de los centros importantes del cuerpo humano que se privilegia es el corazón: representa a la persona y se le nombra ranima. Al corazón se le identifica como sede principal de la razón y los sentimientos, por lo que es común escuchar frases como kan k’i nuna’ri wanima (está contento mi corazón), chke’ nubìj awanima (qué dice tu corazón) o noqa’ pa awanma chke xin bij apochawe (recordá en tu corazón lo que te dije esa vez). El dolor de corazón no se localiza físicamente en el lugar en que este órgano se encuentra, sino en la boca del estómago, puesto que se maneja una concepción de la anatomía y de la fisiología distinta a la occidental. En esta concepción, las cosas o las plantas también tienen su alma o su corazón: ruk’u’x kem se traduce como “corazón del tejido, esencia, el nawal”, y ruk’u’x che’ se refiere a “corazón del árbol, la esencia, el centro del árbol”.

© Elisa Lipkau

Generalmente, hablar sobre sexualidad entre mujeres, entre hombres, o en espacios mixtos —mujeres y hombres— provoca risa y nervios, lo cual denota que se suscita placer al tratar el tema. (3) Lo que se ha podido observar es que algunas mujeres sienten placer al hablar sobre este tabú. En grupos de mucha confianza se aborda este tema en las pláticas, los chistes y bromas. Así, entre broma y broma van expresando sus sentimientos, sus emociones y sus experiencias. La broma se construye sobre aquello que se parece al falo o a la vulva. Algunas mujeres y jóvenes bromearon, expresando libertad y deleite, y dieron rienda suelta a su imaginación y al sentimiento de alegría. 

3 La expresión de la risa se puede observar en conversaciones informales entre personas y, especialmente, en el q’ejelonik (reunión colectiva y festiva).

Para referirse en tono jocoso al sexo se usan analogías: mes (gato), saq’ul (banano), ki’ (rico), ik (chile). A lo largo del trabajo registré muchas frases de doble sentido o bromas con connotación sexual. Por ejemplo, cuando las mujeres cocinan el chile algunas dicen: “Ay kan chix wa’ an, tzawi ri ik kan poralgo kan kiäq’ jajaja” (Ay qué feo es, ¡ay, este chile es tan grande y rojo! jajaja), y la frase invita a reír a todas. Ante esta broma, las mujeres con pensamiento conservador reaccionan con cara larga y regaños. Dos de ellas se expresaron así: “¡Ay chix tan asquerosas, ya son grandes y miren lo que están enseñando!” Otra señora anciana agregó: “¡Venimos a trabajar, no a reírnos! ¡Aquí debe haber respeto!”, pero una señora del grupo no conservador le respondió tranquilamente: “Sólo estamos haciendo chistes”.

Las mujeres se ríen y, pasado un momento, alguna retoma el tema y le agrega una expresión jocosa más, vuelven a reírse y continúan la conversación con nuevas bromas, hasta que alguien cambia de tema. Las mujeres más atrevidas, con mayor experiencia y con sentido del humor, son quienes hacen comentarios jocosos y guían la conversación en el grupo, durante la cual ocurre un proceso de retroalimentación de la broma.

Existe una gran riqueza de significados al hablar en kaqchikel sobre el cuerpo vinculado a la sexualidad, lo cual prueba el interés que este tema despierta. Estas expresiones, que se comunican en contextos cotidianos, son muestras de las formas colectivas y culturales que el lenguaje adopta para referirse, en tono informal y festivo, a la sexualidad.

Para ahondar en lo dicho, presento otras frases de esta índole captadas en el trabajo de campo:

  • Sobre el plátano, una mujer invita: “Qa ch’olo’ ri saq’ ulk’a” (pelemos el banano, pues), y otra le contesta: “A saber si este banano aguanta”, mostrando un banano aguado. Una tercera sugiere: “Sería bueno que le pasaras un poco de pom, así se componen”, y sueltan la risa.
  • Con el tamalito, una mujer pide este favor: “Tiba’na’ utzil nib’anta nim rak’än ri suba’n, kan rak’än tzik’in nib’anche’ jaja” (haga el favor de hacer largo el tamalito como el tamaño del pene, ja, ja), y con el movimiento de la mano al hacer el tamalito dice: “Kan na sirisape” (cómo lo redondeás o cómo lo estás boleando); las de- más se sueltan a reír y otra agrega: “Ay rat la’ utz nana’ lo que nib’an chawe” (¡ah!, vos te gusta lo que te hacen), y así continúan riendo.

Los ejemplos anteriores, extraídos del lenguaje coloquial, expresan los gustos, una relación con el cuerpo y el placer de la sexualidad.

Para referirse a la actividad sexual propiamente existen distintas expresiones, algunas son: nab’än achk na’ (algo estás haciendo) y nak’än apo ruwäch jun achin (te estás metiendo con un hombre; esta frase la dice una madre a una hija, o una mujer a otra mujer). La frase xa yiq’ojoman (estoy tocando música) fue dicha por un hombre.

Entre las expresiones que invitan a la actividad sexual están: yatin roqij pa ch’at (te tiro en la cama) y yatin chop (te voy agarrar). Estas expresiones las dice generalmente el hombre. Según las mujeres, cuando las invitan a tener relaciones les dicen jo’ pa awän (vamos a la milpa) o jo’ chuwa xan (vamos a la pared). Esta última frase es utilizada por los jóvenes. Una forma de expresarlo respetuosamente estasipaj jub’a chuwä (regálame un poco). Las mujeres también hablan sobre los ofrecimientos atrevidos de algunos hombres; entre estas frases están ninb’än jub’a chawä (te van hacer un poco). Cuando se refieren a la actitud de las mujeres dicen xb’an kan chre ixoq’ (le hicieron a la mujer); cuando ella tiene deseos, nrajo’ jub’a ri ixoq cha’ (quiere algo la mujer) o tasipaj jub’a chwä (regálame un poco).

CAMBIOS EN EL CUERPO Y CÓMO CUIDARLO

En el caso de las adolescentes, el cuerpo cambia, nacen di- versos sentimientos e inicia la conexión con la sensualidad. Una de las entrevistadas refiere cómo dos situaciones fuertes en su vida —el terremoto y la violencia— apagaron su memoria y los sentimientos acerca de los cambios en su cuerpo. Victoria nos cuenta su situación:

Ay, yo no recuerdo por tantas tensiones que tuvimos, el terremoto, la violencia, yo sólo recuerdo cuando me vino la menstruación y me asusté mucho porque no tenía qué usar, no había ropa interior, casi no usaba. No me di cuenta cuando me crecieron los pechos, no sentía vergüenza porque casi nadie me decía nada, nunca nos prepararon para eso.

Marta, al contrario, fue consciente de sus cambios y esto le permitió hacer comparaciones: “Ah, de todos modos uno dice xinok wa läq ixöq re, xeki’iy pe nutz’um, así es esto, me crecieron mis pechos, ya no soy niña”. El crecimiento de una parte de su cuerpo marcó esa transición de niña a adulta.

En la adolescencia, son las madres quienes socializan la prohibición, el miedo y la negación. ¿Qué hay detrás de lo prohibido y el miedo? ¿Cuáles son las instituciones que crean y reproducen el miedo y lo prohibido? Cuando ya no se puede dar alguna argumentación se opta por el NO, y negar se traduce en rechazo, en exclusión, desestimación, barrera, lo cual produce más ausencias, separa lo que está unido, traza fronteras. En las relaciones de poder la negación es importante porque impide abrir las bases de la libertad tanto para conocer el tema de la sexualidad como para adquirir los conocimientos sobre su práctica.

A esta edad se refuerzan, por parte de la madre, las recomendaciones basadas en el peligro:

Tienes que cuidar de tu cuerpo, que no te vaya a tocar ninguno, es peligroso si te va tocar una vez, peor si ahorita pasa su menstruación. Rápido se queda embarazada. Peor si ahorita se pasa de esa cosa [se queda embarazada]”. Ella me dijo así, si a una mujer le toca, rápido se queda embarazada. Así como uno ahora con experiencia se queda, ya con tres o cuatro se queda con expe- riencia, se aprende.

La madre y algunas prácticas culturales han sido las responsables de la normalización de la conducta de las mujeres, pero a veces en los mensajes que transmiten pueden identificarse posturas contradictorias, por ejemplo, es común escuchar frases como éstas: “Ningún cerote se va aprovechar de mi hija”, y por otro lado: “La mujer tiene que obedecer a su marido, no debe levantarle la voz, él es el que manda”. Estas frases de doble adscripción ilustran las direcciones a seguir en su conducta por las mujeres indígenas: o se convierten en las eternas sirvientas de sus maridos o marcan el paso para revolucionar el dominio patriarcal.

Las madres, la cultura, la Iglesia, socializan pautas de conducta que conducen a la prohibición. Es común escuchar las siguientes frases: “no debés ver”, “no debés tocarte allí”, “no debés beber”, “no debés sentir cosquillas”, “no debés estar sola con un hombre ni con familiares y menos aún con desconocidos”, “no debés hacer caso al ladino porque él nunca se casará con vos”, “tené cuidado con los bolos, se hacen los bolos para manosearte”.

El poder también aplica la ley de prohibición. La Iglesia y las leyes refuerzan la vigencia de las prohibiciones para mantener el status quo porque su establecimiento implica mantener las relaciones de dominación. En el marco de la moralidad, lo prohibido se convierte en sinónimo de temor, de peligro, y se le asocia al pecado, por lo tanto, el principio de cuidado, que impulsa la salud y la vida de la persona, se transforma en un mecanismo de control que congela la libertad y los sentimientos de placer y de amor.

Estela, la más joven de las mujeres entrevistadas, nos comparte su experiencia: cuando empezó a sentir los cambios en su cuerpo, le comenzó a dar importancia al cuidado del pelo, los pies y las uñas porque “le gusta que se miren bien”. Ella es una de las entrevistadas que tiene una alta autoestima y lo demuestra en la valoración hacia su cuerpo:

Me gusta cuidarme toda y como a veces yo molesto con mis amigas y les digo: “yo soy bien bonita”, entonces yo les digo: “yo tengo autoestima”. A mí me gusta cómo soy, porque la mayoría de mujeres dicen: “no me gusta esto, no me gusta lo otro”, pero yo me siento bien, me quiero como soy. Acepto mi cuerpo tal y como es. Yo miraba que mi cuerpo estaba bonito [risas], pero cuando uno es niña es normal que el cuerpo esté recto y yo empecé a notar las curvas, las caderas se ensanchan, sólo eso recuerdo.

La capacidad para apreciar el cuerpo y aceptarlo es una motivación para ser positiva en la vida. Otro elemento que la ayudó a despejar su curiosidad es que no le ocultaron el tema de la sexualidad. La censura en este tema motiva, aún más en la niñez y la adolescencia, a recurrir a otros medios que no forman sino que desinforman. Generalmente, las mujeres que pertenecen a familias pobres y que realizan múltiples actividades para sobrevivir no se dan cuenta de los cambios que experimentan sus hijas, mientras que a otras sus madres les prohiben arreglarse para evitar la mirada de los hombres. Las historias y las experiencias son múltiples, y es necesario visibilizarlas para comprender la realidad de las mujeres indígenas.

MUJERES CUIDADORAS DE LOS CUERPOS

Las comadronas o especialistas del cuerpo femenino siguen siendo reconocidas. En muchas familias su palabra sigue siendo escuchada y, por lo mismo, es reconocida como la autoridad ancestral que da atención especializada para los cuerpos femeninos.

Todas las comadronas rezan antes de iniciar su trabajo en el tuj (temascal) (4) Invocan a la dueña del tuj y también al fuego para que le den salud al cuerpo de la mujer y para evitar complicaciones, como podría ser un desmayo.

 4 Sobre el temascal o baño de vapor en Guatemala véase Virkki,1962.

Para el baño de mujeres se sigue utilizando el “doblador o tusa”, que tiene que ser grande para llamar el vapor, y el tol (5), que sirve para cubrirse la cara y protegerse del calor. Las comadronas siguen usando también el jabón de coche o jabón negro, con el cual no sólo enjabonan el cuerpo, sino que, gracias al efecto del movimiento circular, estimulan la circulación de la sangre en los lugares del cuerpo que están fríos o tensos.

5 Recipiente hecho de morro que tiene varios usos en la cocina y el temascal. Lo utilizan las mujeres.

Victoria cuenta su experiencia:

Yo lo he usado, me he bañado con varias comadronas, por- que recuerdo que me dijeron que me habían bajado la matriz, y como al bajar eso cómo duele, y me recomendaron el temascal, pues, porque alivia un poco el dolor y probé pues, casi como seis o siete comadronas. Todas bañan diferente. Tuve la oportunidad de conocerlas a ellas, por pura necesidad.

Cocina tradicional en Momostenango © Juan G. Sánchez Martínez

Las comadronas detectan la caída de la matriz por los siguientes síntomas: dolor en el vientre, a veces se presenta dolor de espalda y al caminar casi se duerme el pie, además de presentar dificultades para caminar. La caída de la matriz se dice en kaqchikel xq’a apam, o xuya’ vuelta a pam o rob’olqotin ri’ ruk’u’x apam (se te cayó el bajo vientre, se te volteó la matriz).

En los temascales (6) se acostumbra poner bancos largos donde uno puede sentarse o acostarse. La mujer que toma el baño recibirá su tratamiento acostada, posición adecuada para que la comadrona la sobe o le dé masajes. La mujer, al finalizar el baño, puede aprobar o desaprobar el trabajo de la comadrona, pero generalmente la expresión que emite es: “Esta señora sí sabe bañar”.

6 En los últimos años el temascal ha sufrido un proceso de extinción por factores espaciales, económicos y culturales. Las familias no cuentan con espacio para construir un temascal ni con recursos para invertir en su construcción, además de que el personal de salud con ideas “modernizantes” desacreditó el uso del temascal.

El encuentro de los cuerpos femeninos, el cuidado del cuerpo de una mujer por otra es una de las expresiones del principio del cuidado: “Nos bañábamos juntos con ella, para mí no era tan extraño, de vernos como mujer, tal vez porque ya somos maduras”, “no hay vergüenza, no, nada, y lo que hacía ella pues ella sabía bañarse bien, el primer temascal, me cayó bien, me calentó”.

En las entrevistas pude identificar los conocimientos y las técnicas que siguen aplicando las comadronas actualmente:

  • Entrada: rezan a la abuela o nawal del tuj y al fuego.
  • Cuando echan agua las piedras se levanta el vapor; en ese momento la comadrona coloca un trapo mojado o un tol en la cara a la mujer que recibe el cuidado.
  • Momento del masaje: la comadrona da masaje utilizando el jabón de coche. Inicia con los pechos, el estómago, el vientre y las piernas. Eleva las piernas de la mujer y golpea la planta de los pies con el puño o con el jabón. También le da golpes en las manos. Sopla en algunas partes del cuerpo con el objetivo de sacar el aire frío y que entre aire caliente.
  • Salida: se recomienda acostarse, “es importante descansar, acostar y dormir un rato”. En el proceso de relajamiento se comparten bebidas calientes o cerveza.
  • Sensanción: “me siento como una mujer nueva”. 

Las comadronas recomiendan tomar bebidas y té de plantas medicinales. Si la enfermedad es fría es aconseja- ble tomar algún té caliente. A las niñas y los niños que orinan en la noche, si no es un problema psicológico, si tienen frío en el estómago, se les recomienda utilizar el tuj. Se sabe que otro beneficio del tuj es que estimula la producción de leche materna. El masaje en el pecho tiene este objetivo. La más anciana de las entrevistadas refiere que tuvo abundante leche, se le regaba, a veces trataba de sacar para evitar que se le formaran bodoques (bolas duras alrededor de los pechos) y prevenir una mastitis o infección del pecho. Ella se pregunta:

¿Por qué las mujeres ya no tienen suficiente leche y por qué el uso de las pachas [biberones]? Antes las mujeres tenían mucha leche, pero ahora saber por qué ya no tienen, qué hicieron estas mujeres digo yo, están utilizando la pacha. Yo antes de ir al monte le daba leche a mi hijo y cuando regresaba, me dolían mis pechos, un día de trabajo en el monte, yo ayudaba al hombre al trabajo, me sobraba la leche.

Entre las mujeres que eran madres antes se solía regalar leche a algún niño que la necesitara. A veces se ausentaba la madre y otras mujeres se solidarizaban y le daban pecho a la niña o el niño que lloraba por hambre. En las últimas tres décadas, las mujeres indígenas que han optado por un trabajo asalariado se ven obligadas a alimentar a sus bebés con pacha.

También son relevantes los elementos que corresponden a la parte subjetiva de los beneficios del tuj y la relación que mantiene con los cuerpos. La reunión entre una comadrona y una mujer que recibe un cuidado especial es el encuentro entre una sanadora y una mujer que es sujeto de sanación, el encuentro de dos cuerpos femeninos. Los cuerpos desnudos expresan una forma de comunicación. Las mujeres valoran la experiencia de la mujer sanadora, y esconden o entierran la vergüenza, dejándose cobijar por la confianza y la seguridad que inspira la comadrona. Las mujeres que reciben el cuidado de éstas experimentan una sensación de bienestar y de libertad. Las comadronas tienen la capacidad de identificar la geografía del dolor o del bienestar en el cuerpo. Limpian las energías negativas y refuerzan las energías positivas. Por eso al temascal se le considera como el lugar que contribuye a la limpieza espiritual, mental y física de las personas.

Las niñas y los niños que han tenido la oportunidad de experimentar el temascal construyen el sentido del cuerpo y la desnudez sin morbosidad. Adquirir un concepto del cuerpo muy humano a partir del descubrimiento de sí mismo y de la percepción de otros cuerpos constituye una base para la construcción del respeto hacia los cuerpos femeninos o masculinos. El tuj es un espacio donde se puede observar la diferencia humana, en cuanto a cuerpos masculinos y femeninos, y también la diferencia generacional, cuerpos infantiles, adolescentes, jóvenes y ancianos. Captar esta diversidad es comprender que los cuerpos son diferentes en tamaño, color, y también en olor. Este conjunto de elementos constituye la materia básica para la construcción de conceptos y relaciones más humanas y ricas en las sociedades, no sólo en la cultura maya sino en otras culturas que sacralizan el dolor y han sepultado el placer.

Si la percepción de los niños sobre el cuerpo femenino es estimulada en el tuj a temprana edad, éstos podrán desechar los estereotipos y otras ideas falsas que inducen a la objetivación del cuerpo de la mujer. En el tuj, sin mayor discurso, los cuerpos comunican, lo cual permite aclarar dudas y prejuicios, e invita a reflexionar sobre la urgente necesidad de saber quiénes somos, sin ropajes que nos escondan, para fortalecer nuestras identidades. La construcción social del cuerpo suele reflejar la diferencia y cuando éste es percibido desde el modelo dominante, las desigualdades e injusticias sociales quedan plasmadas en el discurso y en las actitudes, por ejemplo, cuando se valora a los cuerpos grandes en detrimento de los cuerpos pequeños, o los cuerpos blancos frente a los cuerpos de color. Bajo este paraguas se ha construido la superioridad de algunas culturas.

La salud del cuerpo de las mujeres mayas comalapenses depende de algunas prácticas sociales humanizantes que promueven la vida y el bienestar de las personas pero, ante todo, del cuidado prodigado por las manos, el conocimiento y la sabiduría de las comadronas. Ellas han sido quienes han fortalecido el principio de cuidado entre las mujeres. El trabajo de las cuidadoras del cuerpo es más una expresión de resistencia que un mantenimiento de la “tradición”, tal como ha sido percibido por los antropólogos modernistas. Esta resistencia reside en la reproducción y vivencia de prácticas ancestrales que promueven la vida.

En relación con el uso del temascal, varias informantes guardan recuerdos positivos acerca de éste. Victoria relata su experiencia al respecto cuando era niña:

Recuerdo cuando nos bañábamos, así de pequeñas. Yo llegaba a espiar allí en el temascal, como sólo ponía un poncho así ve, qué bueno que taparan así todo, sino medio colgado. Llegaba a espiar a los que se estaban bañando. Mi mamá o mi abuelita así eran sus pechos (así de grandes), se colgaban sus pechos y bañándolos a todos ahí, y cuando salían, uno por uno los sacaban.

Generalmente son las mujeres, sobre todo las madres, quienes se encargan de bañar a los pequeños. La temascaleada es otra actividad femenina; las responsables de bañar a las niñas y los niños son las madres. A esa edad las entrevistadas, siendo niñas, vieron como algo normal el baño colectivo femenino. Desde niña Marta ha utilizado siempre el tuj, siempre ha confiado en sus beneficios. Actualmente se temascalea con sus hijos.

Cuando las mujeres tienen vida de pareja, por lo general entran los dos al tuj. En la primera temascaleada hay un poco de vergüenza, pero poco a poco ésta desaparece: “Lo mira el cuerpo de uno y es diferente al otro cuerpo, al principio cuando uno se mete con un hombre no es igual, se siente mal, pero ya después no”. En el tuj aprenden a practicar la reciprocidad, la mujer enjabona y raspa la espalda del hombre y él hace lo mismo con ella: “Porque uno no puede raspar la espalda uno con su propia mano, no se puede”. Esta práctica en kaqchikel se dice ninjos a wij (te rasco la espalda).

El tuj es considerado como un espacio para apreciar los cuerpos, los olores y la desnudez. Respecto a la apreciación de la desnudez los hombres dicen que no sintieron vergüenza: “Casi no siente nada, mirás tu cuerpo, mirás el otro, casi no sentís nada”. Lo mismo refiere la más anciana del grupo de entrevistadas. Jesusa se casó a los 20 años aproximadamente, en 1942, y nos cuenta: “Sí lo bañé pues, ¿qué tiene eso? Como vivimos juntos, le lavo la espalda, lo baño con paxte, le hecho jabón, y él me hacía lo mismo, no teníamos vergüenza. Si entra alguien entonces sí se siente uno mal, como sólo los dos, entonces no”.

El tuj ha sido un lugar donde las personas se bañan, donde aprecian los cuerpos, donde la pareja puede tener relaciones íntimas, donde se puede preguntar sobre el cuerpo y donde las mujeres son atendidas por las comadronas después del parto.

Un punto que deseo ampliar aquí es sobre los beneficios del tuj. Las diversas generaciones han transmitido, a través de la narración oral, conocimientos y prácticas culturales acerca del tuj. Entre las familias kaqchikeles se aconseja el temascal no sólo para la higiene personal, sino como remedio para las enfermedades que tienen un origen frío o cuando a alguien “le ha pegado el aire”. Sirve para calmar contracturas musculares y dolores de cuerpo causados por el estrés emocional o por el frío; corrige problemas en la circulación; previene y corrige várices y presión baja; acelera el proceso de cicatrización de una herida; alivia los problemas respiratorios; es útil durante el embarazo y el posparto. Es un espacio que cura, limpia y purifica el cuerpo y el espíritu, y es propicio para tener relaciones sexuales.

Acercarse a la corporalidad a través del lenguaje implica estar atento a las historias de vida, las percepciones, las vivencias, las relaciones de poder, los signos, los símbolos, las metáforas, las bromas, la desnudez, las transformaciones del cuerpo, la violencia, los placeres; y permite acercarse a los lugares donde otras formas de percibir son posibles y donde el cuerpo es aceptado sin sobresaltos.

La corporalidad expresada en el lenguaje propio, conectada con la naturaleza, con la lógica de la temperatura —frío-caliente— e interrelacionada con la intimidad y el respeto son factores y valores que se expresan cotidianamente, a pesar del sexismo, la violencia y la cosificación de los cuerpos y de los pueblos presentes en las familias.

Entre los kaqchikeles se guardan y se practican ideas, valores y creencias ancestrales que estimulan la asistencia de los cuerpos, y son las mujeres quienes sostienen el mantenimiento de estas ideas y prácticas sociales. Desde la niñez y bajo el principio de cuidado se aprende a velar por el cuerpo y los cuerpos. El tuj o temascal es percibido como un espacio físico y social que contribuye a satisfacer las ne- cesidades corporales. Las mujeres legitiman su utilidad porque éste sigue otorgando vida y bienestar a las personas y los pueblos. Las mujeres, el tuj, el lenguaje, las comadronas y el análisis crítico son elementos que dinamizan la cosmovisión indígena y que constantemente retan el pensamiento modernista del cuerpo.

¿PIEZAS ARQUEOLÓGICAS O HISTORIA DE LOS CUERPOS?

Una forma de acercarse al conocimiento ancestral del cuerpo es a través de las “piezas arqueológicas”, como las denominan la arqueología y la antropología occidental. Estas disciplinas dan cuenta de la concepción que se tenía del cuerpo en la época prehispánica. Las piezas encontradas y salvadas de la destrucción general de que fueron víctimas los libros y documentos indígenas son una muestra objetiva de cómo las culturas prehispánicas miraron la figura humana, pero también son representaciones corporales que nos retrotraen al pasado para comprender el presente. Las antiguas culturas maya, nahua, tolteca, teotihuacana, huasteca nos han legado expresiones artísticas en las que es posible apreciar la figura humana. Lo mismo sucede en el antiguo Perú con las culturas salinar, vicús, virú y mochica. (7) Muchas de estas expresiones no sólo muestran la figura humana, sino signos e imágenes eróticas, sin un sentido negativo ni pecaminoso. Las imágenes y figuras humanas ofrecen distintas lecturas del universo y del cuerpo. Cada una de las partes corporales expresa relaciones y tensiones con el cosmos. A nivel subjetivo, estas figuras humanas invitan a movilizar la conciencia étnica y genérica porque permiten analizar no sólo la historia y la cultura, sino también la identidad individual y colectiva. En mi caso personal, estas figuran reflejan mi estado de pertenencia, y forman parte de mi cultura, pues esos hombres y mujeres representados fueron mi gente. Son mis semejantes, mis antepasados, pues desciendo de ellos, soy una mujer maya. Estas figuras nos llevan a reflexionar y articular el pasado, o nuestro pasado, con el presente, o nuestro presente.

7 Para ilustrar el sentido del cuerpo de las culturas prehispánicas me basé en Elogio del cuerpo mesoamericano, revista-libro número 69 de Artes de México (2004), y en El arte erótico en el antiguo Perú (Larco Herrera, 1998), editado por el Museo Arqueológico de ese país. Muchas de las piezas arqueológicas expuestas en el número mencionado de Artes de México se encuentran actualmente en el Museo Regional de Guadalaja- ra, el Museo Nacional de Nayarit y el Museo Nacional de Antropología de México. El Museo de Antropología de Guatemala guarda también varias piezas de la figura humana de los mayas.
Plaza Oxlajuj Baktun. Chichicastenango © Juan G. Sánchez Martínez

Otra manera de enriquecer el conocimiento sobre el cuerpo es a través de la historia. Es importante anotar cómo algunas historiadoras están aportando en la comprensión acerca del sentido del cuerpo. Elvira Sánchez-Blake (8) analiza la imagen del cuerpo y lo que representa históricamente:

8 Comunicadora social colombiana.

La escena inaugural de Américo Vespucio ante una mujer desnuda que se incorpora de su hamaca es el punto del que parte Michel de Certeau para desarrollar su teoría de la escritura de la historia. Esta imagen prefigura el discurso de la colonización, la representación del Nuevo Mundo, América, como el cuerpo de mujer desnudo —la página en blanco— donde se escribe la historia, y la conformación del estado nación a partir de ese texto-cuerpo. Se establece así la relación entre cuerpo-texto-nación, base del estudio literario e historiográfico. En el caso concreto de Latinoamérica, por su circunstancia histórica y geográfica, y el efecto de la colonización, estos factores jugarán un papel decisivo en su desarrollo político y social (Sánchez- Blake, 2001: 7).

Tz’ib’ de Don Luis Ajtun. Momostenango 2013 © Juan G. Sánchez Martínez

Analizar el cuerpo desde el punto de vista histórico y político permite traer a la memoria la invasión del nuevo mundo. Este hecho impuso un modelo sexual y un modelo de belleza. Al respecto, Miguel Güémez Pineda señala: “Se han impuesto modelos de belleza occidental y sus prototipos masculino y femenino están regidos por los rasgos físicos europeos como la piel blanca, el cabello rubio y los ojos claros” (Güémez Pineda, 2000: 314). Esta influencia occidental, que Güémez Pineda define como “la colo- nización del cuerpo”, implicó para las mujeres indígenas silencio, atropello, su uso como mano de obra barata, y vivir atadas a la servidumbre y al esclavismo, a la monogamia y a la construcción de la ideología del mestizaje, ideología que “se hizo con base en la explotación y violación de las mujeres indígenas y negras. Las mujeres fueron siempre instrumentalizadas para satisfacer el apetito sexual del hombre blanco y así asegurar la mezcla de sangres para mejorar la raza. Política de blanqueamiento alimentada y promovida por los Estados incipientes” (Curiel, 2007: 98) para legitimar la explotación, la servidumbre y el trabajo doméstico.

Sobre la concepción del cuerpo es importante recordar cómo los españoles se escandalizaban por la desnudez de los indígenas, cómo Colón se sintió “escandalizado por la desnudez del otro” (Todorov, 1989: 47). Se establecieron instituciones responsables del adoctrinamiento sobre el cuerpo, que tenían como fin convertir a las personas en un ser social moralizante y que motivaban a racionalizar el dolor, la culpa, el castigo, la explotación, la doble moral y el temor al dolor.

El primer cuestionador de la desnudez de los indios fue el pequeño grupo de españoles que invadió el territorio, pero los más moralistas fueron los curas españoles, que cuestionaron el hecho de que los indios llevaran tan escasa ropa. Colon narra su encuentro con los habitantes de estas tierras: “Esta gente es muy mansa y muy temerosa, desnuda como dicho tengo, sin armas y sin ley”, “los indios se asemejan porque todos están desnudos, privados de características distintivas”, “particularmente los pertenecientes a estratos sociales más bajos” (Todorov, 1989: 44) (pues debe recordarse que el atavío era otro signo de la posición social). El cronista dominico Tomás de la Torre asentaba que en el pueblo tzotzil de Zinacantán, Chiapas, los hombres andaban desnudos, y cuando el frío o la fiesta los forzaban a vestirse, se ponían tan sólo una manta anudada sobre los hombros. Por su parte, su correligionario Ximénez señalaba que en Guatemala, los vestidos “eran tan pocos que casi no pueden llamar tales” (Ruz, 1996).

Ejemplos más recientes de reprobación ante la desnudez e imposición ideológica son el de las mujeres de Cahabón (Guatemala), quienes antes no se cubrían los pechos y ahora la única que se viste así es una abuela; y el de las mujeres poqoman de Palín, quienes solían usar un huipil corto que les cubría únicamente los pechos hasta que el general Ubico ordenó que usaran huipiles largos (9). Frente al dilema que desata la desnudez, en el que por un lado persiste el deseo y la libertad de mostrar el cuerpo, al final, en esta sociedad tan opresora resulta más fácil apagar la libertad con la cosificación del cuerpo de las mujeres, tanto indígenas como mestizas.

9 Esta historia la cuentan actualmente las mujeres poqoman de Palín. Una mujer joven relata cómo ocurrió este cambio. Las mujeres poqo- man solían vender fruta a las camionetas que iban a la costa sur, y al ofrecer sus frutas en canastos sobre la cabeza, se les levantaba el huipil, dejando descubiertos los pechos. En una de sus giras, el general Ubico observó esta expresión de desnudez, no le pareció bien y orde- nó que las mujeres se cubrieran los pechos. 

Para los hombres indígenas la desnudez genera una ambivalencia que fluctúa entre el deseo de ver y a la vez ocultar el cuerpo. En los hombres ladinos provoca una ambivalencia racial que, unida a la ansiedad, es expresada en chistes en los que subyace un fondo burlesco que deja entrever una autotraición que pone en causa su parte india. Según Diana Nelson, los chistes:

[…] ayudan a entender la diversidad de formas complejas en las que se apoyan en el género los cuerpos políticos étnicos y nacionales. El traje tradicional de las mujeres mayas ocupa un lugar destacado en los chistes y parece marcar un espacio de particular ambivalencia o desafío a las nociones de identidad étnico nacional […] por eso el corte (la larga falda envolvente de las mujeres mayas) es tema de interés particular en los chistes, en muchos de ellos con la idea de “desenvolverlo’ (Nelson, 2006: 298). (10)

10 Diana M. Nelson hace un análisis profundo del tema del género en la cuestión étnico-nacional en su libro Man Ch’itïl. Un dedo en la llaga: cuerpos políticos y políticas del cuerpo en Guatemala del Quinto Centenario (2006).

En la ambivalencia racial, continúa Nelson, “permiten que los ladinos satisfagan sus instintos contrarios” (Nelson, idem). Existe el simbolismo de desnudar a las mujeres indígenas con el fin de enviar el siguiente mensaje: “miren, ella no lo ‘tiene’”. Esto también refleja el “miedo ladino”, el miedo a ver lo que no quieres ver. En la ambivalencia racial se conjugan dos ideas, por un lado, el simbolismo de desnudar a las mujeres indígenas para afirmar que tienen un cuerpo deseable, pero qué lástima que ese cuerpo sea el de una india.

El pensamiento opresor, conservador y moralista ha obligado a las mujeres indígenas cristianas a cubrirse y vestirse “como la Virgen María”, pero otras mujeres, sobre todo las más jóvenes, han transgredido esas formas de vestir conservadoras con el objetivo de mostrar un cuerpo asumido con libertad. Algunas mujeres han impuesto la moda de usar huipiles con cuello más escotado, o subir el corte para mostrar los “camotes” o pantorrillas. Las mujeres del pueblo q’eqchi’, que viven en un clima cálido, se quitan el huipil y dejan expuestos sus cuellos y hombros. Otra manera de exponer con libertad el cuerpo es al amamantar mostrando el pecho, pues las mujeres mayas no se cubren ni ocultan a sus criaturas con “mantillas”. (11)

11 Recomiendo leer la Historia del pecho de Marilyn Yalom (1997).

Las y los indígenas aprendieron a verse con ojos moralistas y a someterse. La implantación de esta mirada cambió el concepto del desnudo y de la sexualidad. Se aplicó otra visión, otro sistema de valor, otra forma de vestir. (12) Se los instruyó a vivir la sexualidad como pecado, como sucia e impura, como algo privado y como una actividad vergonzosa: “Así, sobre el deleite sexual se vaciaron los conceptos de transgresión e inmoralidad” (Ruz, 1996: 6). Se consideró que el cuerpo humano es indigno de disfrutar del placer.

12 Esta afirmación no se realiza con el afán de legitimar la versión de la dominación ladina que señala que los trajes indígenas actuales los impusieron los españoles porque este argumento, y parafraseando a Diana Nelson, es para despojar al indígena de su traje y que el cuerpo muestre la igualdad nacional. Es posible que los encomenderos uniformaran a sus indios, pero no crearon los diseños mayas.

Otro elemento de análisis en la percepción de los colonizadores hacia los indígenas es el siguiente: ellos vieron al indio como cosas, “porque después de todo, ellos también forman parte del paisaje” (Ruz, 1996: 26). Este pensamiento sigue vivo y lo reproducen los criollos, algunos mestizos y algunas instituciones del Estado. El Instituto Guatemalteco de Turismo (Inguat) y el Museo Ixchel, específicamente, continúan viendo los trajes de las mujeres mayas y los cuerpos con traje indígena como parte del paisaje. (13) Por eso es importante revelar la historia de la sexualidad, porque revelarla implica desnudar la historia y confrontar una realidad de sometimiento hacia los pue- blos indígenas por parte del Estado, la iniciativa privada y las ONG que trabajan con perspectiva folclórica y tutelar.

13 En la junta directiva del Museo Ixchel no participa ninguna tejedora indígena, todas sus integrantes son mujeres “blancas” que viven del arte maya.

No obstante, pese a la invasión, la evangelización, la vida colonial, la modernidad y el capitalismo, la cosmovisión indígena y la resistencia de las mujeres indígenas cobran vida en la construcción de la autonomía y la autodeterminación de los pueblos y de los cuerpos. El cuerpo humano que hoy se menciona en los idiomas mayas está interrelacionado con la naturaleza y el cosmos, pero no ha sido asociado al territorio, porque el hacerlo implica ver al cuerpo como cuerpo político y al territorio como cuerpo de mujer, pues en las guerras y en el proceso de colonización, la última muestra de invasión ha sido la penetración o la violación sexual de las mujeres, en este caso de las mujeres indígenas. Es preciso recordar cómo “en la cultura patriarcal, las mujeres son vistas como propiedad de los hombres, y, en el contexto de la guerra, como propiedad del enemigo, la cual, como todas las otras propiedades, es expropiada y destruida a fin de debilitar a ese enemigo” (Consorcio Actoras de Cambio, 2006: XIV)

Hasta el momento, el movimiento indígena y las organizaciones de mujeres indígenas no han profundizado en este tema a partir de la invasión en los procesos de asimilación y en la guerra reciente en Guatemala (14), y no hay que olvidar la violencia sexual a la que siguen siendo sometidas cotidianamente las mujeres indígenas por parte de hombres indígenas, mestizos y blancos.

14 Existe un aporte significativo que ha sido escrito por mujeres mestizas guatemaltecas en el libro Rompiendo el silencio. Justicia para las mujeres víctimas de violencia sexual durante el conflicto armado en Guate- mala (Consorcio Actoras de Cambio, 2006).

Rescatar el sentido del cuerpo a través de las figuras humanas desde una mirada crítica permite rescatar la memoria, no para quedarnos en el pasado sino como una forma de engarzar ese pasado con el presente para así comprender la diversidad de las culturas, pero también la diversidad de conocimientos y verdades acerca de los cuerpos. Los grupos sociales, especialmente los indígenas, por medio de su cosmovisión, han definido la corporalidad, y ésta ha sido el lugar privilegiado para expresar la comunicación con el mundo. (15)

15 Sobre este tema véase también García, 2000.

Más sobre Emma Delfina Chirix García

Cuerpo: colonialismo y proyecto civilizatorio”. Una entrevista

Emma Chirix conversa con Ana Cofiño. España: El Librovisor, 2008.

Bibliografía

  • Consorcio Actoras de Cambio, 2006, Rompiendo el silencio. Justicia para las mujeres víctimas de violencia sexual duran- te el conflicto armando en Guatemala, La Lucha de las Mu- jeres por la Justicia, Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales de Guatemala, Guatemala.
  • Curiel, Ochy, 2007, “Crítica poscolonial desde las prácticas políticas del feminismo antirracista”, Nómadas, núm. 26, abril, Universidad Central, Bogotá, pp. 92-101, en línea: <www. ucentral.edu.co/NOMADAS/nunme-ante/26-30/nomadas 26/7-CR%CDTICA%20OCHY.pdf>.
  • Chirix García, Emma Delfina, 2003, Alas y raíces. Afectividad de las mujeres mayas. Rik’in ruxik’ y ruxe’il ronojel kajowab’ al ri mayab’ taq ixoqi’, Nawal Wuj, Guatemala.
  • García, Raúl, 2000, Micropolíticas del cuerpo: de la conquista de América a la última dictadura militar, Biblos, Buenos Aires.
  • GüémezPineda,Miguel,2000,“Laconcepcióndelcuerpohuma- no, la maternidad y el dolor entre mujeres mayas yucatecas”, Mesoamérica, núm. 39, CIRMA, Guatemala, pp. 305-332.
  • Artes de México, 2004, Elogio del cuerpo mesoamericano, núm. 69, Artes de México, México.
  • Larco Herrera, Rafael, 1998, El arte erótico en el antiguo Perú, Australis, Lima.
  • Nelson, Diana M., 2006, Man Ch’itïl. Un dedo en la llaga: cuer- pos políticos y políticas del cuerpo en Guatemala del Quinto Centenario, Cholsamaj, Guatemala.
  • Ruz, Mario Humberto, 1996, “El cuerpo. Miradas etnológicas”, en Ivonne Szanz y Susana Lerner (eds.), Para comprender la subjetividad. Investigación cualitativa en salud reproductiva y sexualidad, El Colegio de México, México, pp. 89-136.
  • Sánchez-Blake, Elvira, 2001, “Cuerpo-patria en la escritura de América”, En otras palabras… Mujeres, cuerpos y prácticas de sí, Grupo Mujer y Sociedad, Programa de Estudios de Gé- nero, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, pp. 7-16.
  • Todorov, Tzvetan, 1989, La conquista de América. El problema del otro, Siglo XXI, México.
  • Virkki, Niilo, 1962, “Comentarios sobre el baño de vapor entre los indígenas de Guatemala”, Guatemala Indígena, vol. II, Instituto Indigenista Nacional, Guatemala
  • Yalom, Marilyn, 1997, Historia del pecho, Tusquets, Barcelona.

Walter Paz Joj. Ilustraciones con tz’ib’ y corazón.

Sib © Walter Paz Joj

Walter Paz Joj es ajtz’ib’ (escriba kaqchikel), diseñador, músico, líder comunitario en Pan Ajache’l (Sololá, Iximulew/Guatemala). Como muchos jóvenes en Iximulew, Paz Joj está revitalizando el tz’ib’ glífico/epigráfico con el que los antiguos pintaron los códices, esculpieron la piedra y registraron los ciclos de los astros y los pueblos. En 1997, el escritor maya q’anjob’al  Gaspar Pedro González explicaba que el tz’ib’ “abarca las distintas maneras de expresar el pensamiento mediante signos, símbolos, colores, tejidos y líneas.” Han pasado décadas desde entonces, y la fuerza del tz’ib’ se ha multiplicado, cuestionando el patriarcado de la escritura alfabética. Hoy la obra tz’ib’ de Paz Joj, es un puente entre el papel de amatle y la pantalla; el ukux (corazón) de sus ilustraciones desafía el tiempo lineal. (Juan G. Sánchez Martínez

Conejo © Walter Paz Joj

En palabras del artista:

Mi trabajo está basado e inspirado en la forma de escritura maya antigua (tz’ib’) y trata de representar en mi forma y estilo propio elementos que expresen ideas, sentimientos y emociones como maya kaqchikel. Soy originario de Pan Ajache’l, Sololá, en el lago de Atitlán, Guatemala. Me dedico a investigar y compartir la escritura maya antigua a través de su funcionamiento y uso, así también en su aplicación artística para que sirva de inspiración para todas y todos los mayas interesados en contribuir a la revitalización y uso de la escritura jeroglífica maya desde sus propios territorios, formas de pensar e idiomas. También le he dedicado el espacio a la música a través de la recreación de instrumentos de cerámica evocando los instrumentos antiguos creados por los ancestros y su forma de expresarse a través de los sonidos.

K’awiil © Walter Paz Joj

Los temas en mis ilustraciones son muy variados y siempre dedicados a algún elemento de la naturaleza, persona, forma de pensar, filosofía, idioma, territorio, entre otros, todos basados desde mi ejercicio en la práctica del pensamiento y vivencia maya.

K’ayo’m Kan Naahb’ © Walter Paz Joj

Considero que cada ilustración/dibujo representado con tz’ib’ posee un corazón, una esencia que permite que lo representado tome vida propia y no solo se observe como algo decorativo, ya que su función, aparte de ser una forma de comunicación, también posee una razón de ser y existir que recuerda y permite ser un eslabón que une a nosotros los mayas actuales con nuestros ancestros, los mayas del pasado, no dejando duda que poseemos un pasado antiguo muy valioso y que a pesar de los intentos de exterminio, aún seguimos vivos y aportando desde nuestros espacios a la vida, a su protección, a su alegría.

Batz © Walter Paz Joj

Como ajtz’ib’ (escriba maya) considero que la escritura maya no debe apartarse de lo espiritual, lo material, lo vivencial, el idioma, la música, el arte, el tejido, la filosofía; todas expresiones que sostienen el legado cultural que nos hacen ser, existir y expresarnos desde nosotros. 

Pescado © Walter Paz Joj

El uso y revitalización de la escritura jeroglífica maya (tz’ib’) también es un acto de manifestación y resistencia para no olvidar nuestra historia, nuestro legado y expresar que somos mayas vivos con mucho que aportar para el bien colectivo.

Renacuajo © Walter Paz Joj

Somos mayas contemporáneos que pintamos/dibujamos con el corazón y nos manifestamos a través de las formas y signos antiguos. Como lo hicieron nuestros ancestros, pintamos/dibujamos para contar nuestra historia.

MÁS SOBRE LA OBRA DE WALTER PAZ JOJ

https://www.facebook.com/ajtzibwinik

MÁS SOBRE EL TZ’IB’ CONTEMPORÁNEO

https://ritampalacios.com/2019/07/16/de-escribir-la-literatura-maya-una-propuesta-desde-el-tsiib/

Roderico Y. Díaz. Fotografía y documental sobre migración forzada y resiliencia

Roderico Y. Díaz © Un paisaje de los bosques de la región Maya Chortí al oriente de Guatemala, Este territorio está siendo recuperado por las propias comunidades Mayas.
Roderico Y Díaz. © Mujeres Maya Q’eqchí’ votan en consulta comunitaria para decidir si un proyecto hidroelectrico se puede instalar en su territorio.

Roderico Y. Díaz es fotoperiodista y documentalista independiente. Practica la fotografía documental, el fotoperiodismo y el cine documental desde hace quince años. Enfoca su trabajo principalmente en documentar el camino que han recorrido las personas y comunidades indígenas, en su búsqueda de justicia y reparación, tras sobrevivir el genocidio en Guatemala (1960-1996).

Este breve documental aborda el histórico juicio por genocidio en contra de los generales retirados José Efraín Ríos Montt y José Mauricio Rodríguez Sánchez realizado en el año 2013, así como la valiente y constante lucha de testigos, testigas y sobrevivientes del genocidio por mantener viva la sentencia en diferentes comunidades del país y el compromiso por seguir trabajando por la justicia.  También muestra el impacto y las reacciones generadas a nivel nacional e internacional producto de la sentencia condenatoria dictada por un tribunal nacional.

En palabras de Roderico, aquí algunos elementos que guían su trabajo:

Primero, soy descendiente de una familia indígena Maya Kaqchikel; mis padres, abuelas y abuelos, fueron mozos colonos (esclavos indígenas) y trabajadores campesinos de fincas de plantaciones de café. Nací en una finca cafetalera, propiedad de familias Holandesas, a finales de los años 1970, y he experimentado directamente los efectos de la colonización, el desplazamiento forzado y la violencia provocada por el genocidio en Guatemala.
Segundo, a pesar de que históricamente los pueblos indígenas han sido sometidos a la colonización, intervención, despojo y desigualdad de sus territorios, bienes y cultura, de manera paralela se han mantenido en lucha para continuar con su modo de vida. Por eso, en la fotografía he encontrado una herramienta para contar (desde nosotros los pueblos indígenas y no desde los otros ni desde la re-victimización) la resistencia y la resiliencia de los pueblos para seguir caminando y para sanar los traumas de la guerra y los efectos posteriores que resultan igual o más violentos que la guerra misma.

Roderico Y. Díaz © Anciano Maya Kaqchikel sostiene en sus manos una mazorca de maíz que se utilizará como semiila para la siguiente siembra,

Roderico ha documentado el posconflicto en Guatemala, denunciando cómo en este periodo se han implementado proyectos extractivos que están impactando la vida y el territorio de las comunidades indígenas. En este contexto, la justicia guatemalteca ha criminalizado a los líderes sociales (ver el corto Bernardo Reyes) y ha generado un continuo desplazamiento forzado.

Los ríos narra la visita del cantante Juan Aguirre a Santa Cruz Barillas – al que le unen lazos familiares- invitado a participar en un festival cultural en solidaridad con los líderes comunitarios que fueron encarcelados como resultado de su lucha en defensa del territorio. 
Roderico Y. Díaz © Tortugas

Roderico ha realizado publicaciones en varios medios de Guatemala, EEUU, Europa y otros países de América Latina. Su trabajo se ha presentado en galerías y universidades en Guatemala y en EEUU (Ver “Defending Truth and Memory. Roderico Y. Díaz.” en New Mexico State University). Algunos de sus documentales han participado en festivales nacionales e internacionales. 

Roderico Y. Díaz © Retrato de mujer Q’eqchí’ en una ocupación de varias fincas en Cahabon.

Actualmente, Roderico sigue la situación de los migrantes en el triángulo norte de Centroamérica: todas personas que están escapando de sus países por la violencia, el crimen organizado y la corrupción. Para Roderico, la situación de los migrantes hoy es semejante a la situación de quienes llegaron a EEUU hace varias décadas escapando de la violencia de las guerras civiles y las dictaduras militares (personas que todavía hoy son refugiadas en iglesias santuarios en Carolina del Norte).

Roderico es co-fundador y colaborador del Centro de medios independientes de Guatemala –CMI-GUATE- www.cmiguate.org  y corresponsal del periódico Qué Pasa News en NC. https://www.quepasamedia.com/ (https://raleigh.quepasanoticias.com/)

Más sobre el genocidio en Guatemala

500 años. Vida en resistencia, de Pamela Yates.

Palabras como amor, de Tanaya Winder

Compilación y traducción de Judith Santopietro y Kim Jensen

© Fotografia de Viki Eagle

Tanaya Winder (1985) es escritora, educadora y poeta. Creció en la reserva Southern Ute en Ignacio, Colorado. Es miembro de la nación Duckwater Shoshone, sus orígenes también incluyen las naciones Southern Ute, Pyramid Lake Paiute, Diné y herencia negra. Tanaya escribe y enseña acerca de las diferentes expresiones del amor: amor propio, amor íntimo, amor social y comunitario, así como del amor universal. Obtuvo su licenciatura en Lengua Inglesa en la Universidad de Stanford, además de una Maestría en Escritura Creativa en la Universidad de Nuevo México. Desde entonces, ha sido cofundadora de As/Us: A Space for Women of the World y fundadora de Dream Warriors, una compañía de artistas indígenas.  Ha sido invitada a conferencias, lecturas, talleres de escritura y charlas en universidades y colegios a nivel internacional. @tanayawinder ~ https://tanayawinder.com/


Poemas del libro Words like Love. West End Press New Series, 2015

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querida luna

consagra mi memoria a un tronco de árbol
transformado en canoa para que pueda navegar lejos del
mar de ti, esperando, lista para estallar
en Vía Láctea. indistinguibles partículas
cada vez que mi boca se abre para rodear
tu nombre pero mis labios no se atreven
a crear la figura.

reflejos de la luna
 
en el principio, la Tierra anhelaba un compañero, el Sol,
alguien con quien compartir los dones: el mundo, el agua y
la vida. aún la luz necesita equilibrio, oscuridad, muerte
 
para entender el estira y afloja, días
resonando sin cesar. así, la Tierra hizo una ofrenda
al cielo, para convertirse en la Luna.
 
desde entonces, el Sol sueña el crecimiento
confiando en que entenderemos – el amor entrelazado
con la pérdida si sólo miramos el cielo cada noche.
 
sólo que sepultamos el sacrificio de la Tierra, absortos
en nuestros vagabundeos errantes.
las estrellas no son las únicas capaces de caer.

la densidad del agua
 
I.
 
Cuando llegué al mundo por primera vez, volé
entre vientos antiguos. Nací en una historia de creación.
 
II.

Hace mucho tiempo, mi trastatarabuela conoció
a su otra mitad. Él voló, también, con los vientos, entonces como uno de
tantos granos de arena – cada uno partido a la mitad en busca
del otro. En aquel tiempo, los humanos eran espíritus
 
buscando algún contacto. Hace tiempo, un solo grano encontró
a otro, mi abuela. Así que ambos pidieron al Creador
que les diera un cuerpo para saber cómo era tocar al otro.
Así fue y vislumbraron que su hija moriría en el parto.
         Así que oraron –Sálvala y cada uno sacrificará
 
algo a cambio. El hombre volvió al mundo de los espíritus
en forma de caballo y la mujer se abrió
desde el centro para darle un pedazo de ella misma
y así mantenerse juntos.
           
III.

En medio del desierto
hay un lago hecho de lágrimas. Hace tiempo
hubo una madre con cuatro hijas:
Norte, Este, Sur y Oeste. Cuando crecieron
cada una se fue en su propia dirección.
 
Triste por esta pérdida, la madre lloró
tan fuerte que los cielos envidiaron su habilidad de crear
tanta humedad. Los días se volvieron meses, los meses
años y las lágrimas se acumulaban en charcos salados que se atraían
entre sí por su densidad. Incapaz de soltar
toda su amargura, la madre se hizo piedra.
   
Hoy, la Madre Pétrea espera.
Vuelvan a mí, hijos míos.
Vuelvan a mí.

tuberías/ rotas
#violenciambiental

si ni siquiera

                podemos amar                                  nuestra tierra

                cómo podremos amarnos            los unos a los otros

                cómo podremos amarnos            a nosotros / mismos


 

Soneto MCLXXXI
a las mujeres indígenas asesinadas y desaparecidas en la Isla Tortuga
 
No cuándo ni dónde sino cómo, las perdimos,
entre el fueron vistas por última vez _____ las palabras se convirtieron en elegía
resonando en las aceras y las calles. Mostramos sus fotos a
los extraños. Las colgamos en los tableros de las oficinas de correos:  Desaparecida
como si fuera un destino, un lugar a donde
desvanecerse en ciudades invisibles. Excepto que aquí no hay héroes como
en las películas. Ni anuncios, ni cobertura mediática o programas de televisión
que cuenten nuestra historia. ¿Somos invisibles si nadie sabe, por qué?
Cuando arrebataron a 1,181 mujeres, ¿los ojos cesaron de mirar,
de prestar atención a un cuerpo engullido?
Aquellos sobrevivientes que las recuerdan continúan su misión,
una interminable búsqueda de las ciudades donde las amamos
(y aún amamos). No olvidaremos. Reclamamos para ustedes
acciones, palabras, aún un poema que termine: sus vidas importan, también.

Sobre las traductoras

© Fotografía de Elena Lehmann

Judith Santopietro nació en Córdoba (Veracruz, México) en 1983, aunque también se crio entre Ixhuatlán del Café y Boca del Monte, pueblos de las Altas Montañas a los que pertenece su familia. Su idioma materno es el español; sin embargo, ha aprendido nahuatl por decisión política y para honrar a sus ancestras. Judith es maestra por la Universidad de Texas en Austin. Ha publicado los libros Palabras de Agua (Praxis, 2010) y Tiawanaku. Poemas de la Madre Coqa (Orca Libros 2019). Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Lázara Meldiú 2014 y fue finalista en el Premio Literario Internacional “Aura Estrada” 2017.  Ha publicado en el Anuario de Poesía Mexicana2006 del Fondo de Cultura Económica, Rio Grande Review, La Jornada y The Brooklyn Rail, y también ha participado en numerosos festivales, incluyendo el World VoicesFestival del PEN America en Nueva York, 2018. @judesantopietro

© Fotografía de Elmaz Abinader

Kim Jensen es escritora y educadora en Baltimore, Maryland. Su primera novela experimental, The Woman I Left Behind, fue finalista del libro del año de la revista Foreword. Sus dos colecciones de poemas, Bread Alone y The Only Thing that Matters, fueron publicadas por Syracuse University Press. Su trabajo ha aparecido en revistas y antologías, incluyendo Mondoweiss, Electronic Intifada, Extraordinary Rendition: Writers Speak Out on Palestine, Gaza Unsilenced, The Baltimore Sun, The Oakland Tribune y El Humo. En 2001, ganó el Premio Raymond Carver por ficción corta. Es profesora de inglés y escritura en el Community College de Baltimore County, donde es la fundadora y directora de una iniciativa interdisciplinaria que demuestra la conexión entre el aprendizaje en el aula y la justicia social. 

Más sobre Tanaya Winder


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