© Por Juan G. Sánchez Martínez
Brus Rubio Churay es artista plástico murui-bora (Amazonía). Nació en 1984 en la comunidad de Pucaurquillo, ubicada en la cuenca del río Ampiyacu, en Loreto (Perú). En su obra, tintes naturales y acrílico se juntan sobre la tela y la llanchama (la corteza del árbol oje). Aquí los materiales invocan su origen. En “Nuestro abuelo guiando a los niños”, el viejo territorio/selva carga a los niños guardianes del agua y de la danza. La travesura y la alegría emanan de la tierra en un laberinto de cortezas y de ramas.
No importa si en Miami o en La habana o en París, la selva muestra sus ojos de boa. El ojo de Brus Rubio atrapa lo invisible. El mundo de los hombres solo llena un retazo de la tela. A pesar de que el malecón y la playa despliegan toda su fuerza humana, los seres que sostienen la imagen son y no son las mujeres y los hombres; otros seres habitan junto al turista, otros cantos y danzas junto a la salsa.
Entre la ciudad y la selva, los dioses del universo murui-bora no son episodios míticos de un libro, sino presencia ahora, fuerza creadora de Buinaima ante las estructuras endebles de una ciudad. Pero…, ¿qué tanto hacen los hombres con el árbol de la abundancia? ¿Acaso se reparten el plato del macambo y del petróleo como si no hubiera consecuencias? Los esqueletos de los devoradores se devoran a sí mismos.
Rubio explica en su perfil:
“Mi creación refleja una gran alegría cósmica porque está inspirada en los dioses y personajes míticos, en las fiestas y rituales, en la minga y faena agrícola, en la magia y belleza de los peces y animales, en el canto, la visión y la palabra sagrada de mis ancestros. Todo eso es parte de mi existencia, de mi forma de pensar, de sentir y mirar el mundo.”
“ (…) Pero mis pinturas también abordan temas sociales, históricos y políticos que afectan a mi pueblo y a la Amazonía en general, tales como la contaminación ambiental, los crímenes de los caucheros contra mis antepasados, la corrupción y los agentes externos que imponen programas de desarrollo sin conocer la realidad local.”
En su conjunto, la obra de Brus Rubio permite largos silencios para la ensoñación; no para el romanticismo y el exotismo. El espectador camina desde la forma conocida (digamos una hoja) a la piel naranja de un jaguar hecho de hojas que caen. De pronto, las mariposas coloridas se posan sobre el río lácteo mientras la madre se baña bajo las estrellas. El erotismo y el amor quedan zumbando sobre las aguas.
Más sobre Brus Rubio
Página del artista: https://www.brusrubio.com/