La memoria de las plantas en tres poemas de Gloria Mendoza Borda

Dulce naranja dulce luna © Gloria Mendoza Borda

Introducción, selección y traducción al inglés © Andrea Echeverría

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Gloria Mendoza Borda (1948) es una reconocida poeta peruana de Puno que reside actualmente en Arequipa. Integró el Grupo Carlos Oquendo de Amat en la década de los 60 y ha publicado Wilayar (1971), Los grillos tomaron tu cimbre (1972), Lugares que tus ojos ignoran (1985), El legendario lobo (1997), La danza de las balsas (1998), Dulce naranja dulce luna (2001), Mujer, mapa de música (2004), Q’antati deshojando margaritas (2006), Desde la montaña grito tu nombre (2013), Amtasiña (2013) y Mi abuela, mi patria (2018). En los tres poemas a continuación, incluidos en Dulce naranja dulce luna (2001), Mendoza representa cómo las plantas comunican su memoria. En particular tres de ellas: el cerezo, el palto y la madreselva. Estos textos nos brindan una visión ecológica basada en formas de conocimiento quechua-aymara que trascienden la perspectiva antropocéntrica. Para acercarse inicialmente a estos poemas, quizás lo más acertado sea preguntarse: ¿qué comunican estas plantas? ¿Qué visión transmiten sobre el paso del tiempo? ¿Cómo es su memoria? Los invito a leer estos poemas dentro del marco histórico de la violencia política que afectó a todo Perú, y en especial a ciudades de provincias y comunidades rurales en Perú durante el Conflicto Armado Interno (1980-2000). Como advertirán, estas plantas lloran y sufren el paso del tiempo, rememoran nostálgicamente el pasado y comunican su experiencia sobre ciertos episodios traumáticos que sucedieron en este contexto. 

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Llanto del cerezo

Soy el viejo cerezo

que los vio crecer

como artistas

yo también supe ser artista

yo también supe ser río

en mis caudales se hospedaban

pájaros fosforescentes

anidaban deslumbrantes malezas

y cantaban a la vida

mis raíces

siguen avanzando

por el subterráneo

lloro en nombre de la madre tierra

en la piel de los muchachos 

que sufren 

la desolación del patio

lloro

en los carteles

que colgaron

en mis brazos mutilados

“protesta por la muerte del cerezo”

lloro 

porque no sé la razón

por qué desbarataron mis ramas

lloro

en nombre de las blancas palomas

(aquellas que venían de la Plaza Mayor

ya no podrán guarecerse del sol

en mis sombrillas)

lloro

porque quedó en mí

el sonido de zampoñas y guitarras

de los muchachos

que tocaban en mi regazo

en los atardeceres

sin embargo

existo en la memoria

existo

soy el cerezo invisible

que los acompaña

mis frutos solían adornar

las cabezas de las muchachas

que se cobijaban

en mis polleras

¿por qué el hacha se ensañó

con mi silencio?

desde mi imagen invisible

adivino la vida

enciendo la lumbre

crecen mis caudales

yo también me siento ave

yo también me siento hombre

yo también me siento artista

yo también me siento río.

Escucha a Gloria Mendoza leyendo su poesía

Buscando la ruta del palto

En estos tiempos 

no di frutos

es cierto

pero mi frondoso verde inspiraba

anunciaba un tiempo de esperanza

trataba de acercarme al cielo

caminé más de cien años

de abajo

hacia la inmensidad

florecí en los acantilados del silencio

de mí sólo quedó el trazo de mis formas

la semidestruida escultura

buscando mi perdida ruta

y la mirada consternada

de mis amigos

soy el resultado de la mudanza y la muerte.

La agonía de la madreselva

Madre y señora

centenaria

lloro mi verde agonía

ebria mi flor

entumece

la mañana grito

imploro

no me escuchan

yo canto en la lengua del verde

seca

y débil

mi piel

en otro tiempo 

mi fruto era miel

cuando niño

el escultor Jorge Mendoza

tomaba una de mis ramas

y presto

corría con mi aroma

en busca de su madre

nací

antes que vosotros

‘la casa del arte’

llegó después

en mis raíces 

está la historia

de los hombres 

que pasaron

y se fueron

todavía existo

un cable

cubre mis dedos

cruza mis pies

que los cuervos

no se coman mis hojas

en cada contorneo

de mi sendero

está el cable

en cada nudo

me quiebro y retuerzo

miro el cielo azul

el canto de pajarillos

acompañan mi verde sinfonía

danza salvaje

mi corazón 

la herida

no me deja caminar

una sombra pavorosa

tapa mis ojos

del sol

una paloma blanca

bebe agua 

en la pileta

en el pozo

el espejo

de mi imagen

el agua

no llega

a mis entrañas

estoy colgada

de la garganta

aprisionada

olvidada

utilizada

ennochecida

ahorcada

escuálida

estirada

marchita

desorientada

espantada

amenazada

mordida

sin tregua

oh primor

lloro mi verde

de tanto girar

la muerte acecha

pero no me encuentra

aquí estoy amigos

enraizada

antigua

solitaria

muda testigo

idilio de jóvenes

huelgas estudiantiles

de pugnas y éxitos

de creación permanente

de alegría

sola

lloro

mi verde agonía

hambrienta

aprisionada

centenaria.

Más sobre Gloria Mendoza Borda

Sobre la compiladora y traductora

Andrea Echeverría Langsdorf es profesora asociada en Wake Forest University y obtuvo su título doctoral en Literatura Latinoamericana y Estudios Culturales en Georgetown University. Es autora de Yeyipun en la ciudad. Representación ritual y memoria en la poesía mapuche (Editorial Universidad de Guadalajara, 2021) y El despertar de los awquis: migración y utopía en la poesía de Boris Espezúa y Gloria Mendoza (Paracaídas Editores & UNMSM, 2016), así como de varios artículos de investigación publicados en revistas que incluyen Latin American and Caribbean Ethnic Studies, Latin American Research Review y la Revista Canadiense de Estudios Hispánicos. Actualmente escribe un libro que estudia el arte visual mapuche.

Dulce naranja dulce luna © Gloria Mendoza Borda

~ Siwar Mayu, Octubre 2023

Introducción, selección y traducción al inglés © Andrea Echeverría


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