Edinson Quiñones: “La intención comienza desde la semilla”

 Por Juan G. Sánchez Martínez

Hace unas semanas, compartimos la palabra con Edinson Quiñones, artista del Cauca, Colombia, de ascendencia Nasa. Edinson se comunicó desde el resguardo Nasa donde actualmente “desaprende” en la Universidad Autónoma Indígena Intercultural (UAIIN), y lidera el proyecto trans-indígena Popayork. Por el auricular de mi celular en Tokiyasdi/Asheville (territorio Cheroqui, Estados Unidos) llegaba el cacarear de las gallinas y el ajetreo del campo andino. Edinson es Maestro en Artes Plásticas de la Universidad del Cauca, y tiene una maestría en Artes Integradas con el ambiente de la misma universidad. Con doce exposiciones individuales, y más de cincuenta exposiciones colectivas, es miembro del Colectivo 83, con quienes han creado y mantenido el Salón Internacional Indígena Manuel Quintín Lame (2014-2020). Ahora mismo, Edinson se encuentra cursando el ciclo “Rehabilitación de la madre tierra” en la UAIIN, en donde su principal objetivo es desaprender las nociones coloniales que aíslan el arte de la comunidad y crean la falsa idea de “un público selecto”. 

Un artista Marginal © Popayork Residencia Artística

Quienes han presenciado sus performances y asistido a sus talleres, saben que desde 2003, Edinson ha estado recordando los pasos de sus mayores a través de un proceso creativo visceral que no incluye solo la identidad sino los rostros de la guerra. “Yo era un espíritu sin guía, hermano”, me dice, “haciendo proyectos rebeldes para sanar”. En 2012, tras múltiples viajes y exposiciones internacionales, su abuela materna, partera y médica tradicional Nasa, muere y, mientras él y su madre procesan el duelo, Edinson comienza un acercamiento más profundo a la hoja de la coca, y a las heridas del narcotráfico en el territorio mismo de sus ancestros. El ombligo y la placenta de Edinson, como es tradición en muchos pueblos ancestrales de Abya-Yala, había sido enterrado por su abuela, pulsadora y sanadora de la comunidad. En la encrucijada entre la coca, la muerte y el territorio, el arte de Edinson florece. 

Si es bayer, es bueno © Edinson Quiñones. Berlin, 2016. Mario Kreuzberg Gallery.

Usar la hoja de coca, su pigmento, su madera, es para Edinson indagar en la poética de lo natural. Pero hacerlo significa también confrontar la desinformación global sobre la planta, y la realidad retorcida del consumo de la cocaína (el 0.5 grms de alcaloide por cada 100 grms. de la hoja), su tráfico, y la violencia que irradia este desequilibrio. Quienes han visitado el Museo de Oro en Bakatá/Bogotá (Colombia) o el Museo Casa del Alabado en Quito (Ecuador), saben que muchas de las piezas, con más de dos mil años de antigüedad, están representando objetos como el poporo y el zócalo (elementos que todavía hoy se usan cuando se consume la coca entre los pueblos de la Sierra Nevada de Santa Marta), y rostros y cuerpos de mayores sentados mambeando (con uno de los cachetes hinchados, embuchado con la hoja). 

 

Región Quimbaya. Colombia.

Región Nariño, Colombia. 

Para Edinson, como para millones de pueblos nativos del sur de Abya-Yala, la coca (ayu, mambe, kintu) ha sido y sigue siendo la llave para recomponerse, para encontrar la palabra justa y compartirla, para analizar y tejer comunitariamente, y para agradecer la abundancia de la tierra madre. Llamar a la coca “droga” es una forma de desorientar, desarraigar, y alejarnos de nosotros mismos. Por eso, la historia de la industria farmacéutica europea y norteamericana en la descontextualización del sentido ancestral de la hoja sagrada, es cuestionada en la instalación Si es bayer, es bueno. Arte pedagógico para regresar a nosotros mismos.

La Herida Sana y la Cicatriz Queda, Escarificación Dios de la Coca © Edinson Quiñones. 

Cuando le pregunto a Edinson, qué proyecto le gustaría que resaltáramos en Siwar Mayu, me dice que curiosamente siempre regresa al año 2006 al VI Festival de Performance de Cali (Colombia), en donde después de tatuarse en el omoplato derecho la imagen de un dios jaguar/espíritu-señor de la coca, su performance consistió en remover la imagen a través de la escarificación. Al parecer, lo que queda del performance es la fotografía de un evento. ¿Pero qué pasa en el cuerpo del artista? ¿Y qué pasa en el cuerpo colectivo? Hablando con Edinson aprendo lo que vino después: nueve meses sanando y dialogando con la madre, un proceso doloroso que obliga a re-aprender cada detalle de lo cotidiano (cómo dormir, cómo bañarse), y después, el recuerdo consciente en el cuerpo mismo de la intención primera. Un recuerdo para toda la vida. Esos trabajos sobre “el dios de la coca” violentan el cuerpo físico para desestabilizar la epistemología de Occidente: “hay que arrancar el pasado para ponerlo al frente”, me dice, y yo pienso en el nayrapacha andino. “Mi madre, que también es sanadora, no entendía por qué me hacía daño”. 

__________________________________________________________________________ Este es el aspecto difícil de procesar para el público incauto: ¿cómo hacer performance con balas? Quitexa es el nombre de esta obra, lo que significa “florecer” en la lengua Nasa yuwe. ¿O cómo hacer un performance con una “coca” o balero que ha sido construido con los huesos de las víctimas de la guerra? Esta obra se llama Juegos violentos. Todo no es un juego. “La comunidad me dice loco”, dice Edinson riendo. “Es un trabajo autobiográfico que pasa por distintas facetas: el trauma, la sanación y la transformación positiva”. 

Juegos violentos. Todo no es un juego © Edinson Quiñones, 2019.

Edinson cree que esta es una estrategia para persistir en una sociedad tan conservadora como Popayán. Tras siglos de racismo internalizado en el Cauca y en todo Colombia, en donde palabras como indio o paez eran usadas para avergonzar a las personas nativas del lugar, hoy es otro tiempo desde el que Edinson dice riendo: “yo estaba indagando por los aires y no por la tierra”. Hoy es el tiempo para construir desde la colectividad, con el permiso de los mayores  y  la ofrenda antes de comenzar, y con el mambeo (de coca) y la toma de remedio (del yajé), para indagar hacia las preguntas profundas desde la ceremonia misma. “Desde la ley de origen hay temas que no se deben sacar de la comunidad, es una lucha para el artista entender cómo se debe compartir”, me explica. 

Aliento y suspiro con Taita Misak Lorenzo © Edinson Quiñones, 2019.  

Por eso, en este puente entre la espiritualidad, el arte, y la academia, hay piezas para no exhibir, y palabras para solo compartir cuando es el momento exacto, ya que “la intención comienza desde la semilla”, me dice. Hoy la riqueza del territorio caucano está en el ojo de la industria extractivista y los intereses privados. Manuel Quintín Lame fue uno de los líderes Nasa que le dio la pelea a los terratenientes de la caña. “Liberar la tierra” –me explica Edinson– “es liberarla del monocultivo de la caña, para recobrar nuestra soberanía alimentaria”. 

Residencias Artísticas Popayork


Por eso Popayork es mi sueño”, dice Edinson, “5 años atrás comenzó esta visión y hoy ya están floreciendo los árboles frutales, hay 30 pollos, ¡y ya nacieron los conejos!”. Más que un espacio para residencias artísticas, Popayork es un proyecto de vida, que se aclaró en las tomas de remedio. Según me cuenta, él tenía la intención de hacer un viaje largo fuera de Colombia, pero en la ceremonia del yajé vio ese espacio donde está hoy como si ya fuera de él, es decir, vio la necesidad de concentrarse en su territorio y continuar con los procesos espirituales que estaba llevando. Edinson me invita a reflexionar sobre las cifras de la realidad colombiana: de 104.2 millones de hectáreas, 48% del territorio hoy está dedicado a la ganadería; ese es uno de los ejemplos claros del desequilibrio socioeconómico ocasionado por los grandes terratenientes y la ausencia de una política agraria que incentive a los campesinos y a las comunidades afrocolombianas e indígenas.

Performances compilation / compilación © Edinson Quiñones.

Después de cinco años tejiendo Popayork, hoy Edinson está en el proceso de levantar la maloca (casa ceremonial) y sembrar la sagrada tulpa (el fogón). “Y hay que atizar el fuego y nunca dejarlo apagar”, me dice. A Popayork llegan los mayores a ofrecer sus medicinas, por allí pasan las comunidades Yanakuna, Misak, Nasa, y todo lo que sale de allí tiene que salir con permiso y guía. Los materiales usados en trabajos como su obra  Juegos violentos han entrado en proceso de purga, ya que las balas y los huesos necesitan limpiarse también. Antes de cerrar nuestra conversación, él desde los Andes (mi tierra también), y yo desde los montes apalaches, le pregunto en qué proyecto está trabajando, y me dice: “ver florecer una huerta es pura magia colectiva, hermano. Va más por ahí…”  A la publicación de este texto, la guardia indígena del Cauca está liderando la Minga nacional en Colombia, exigiéndole al gobierno de Iván Duque que haga presencia de estado y proteja la vida de los líderes sociales, asediados por los grupos armados al margen de la ley. 

¡Jayaya Jayaya Jayaya!

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Más sobre la obra de Edinson Quiñones

Edinson Quiñones en La ventana invisible

Más sobre el Salón Internacional Manuel Quintín y el Colectivo 83

Colectivo 83– Curaduría Salón Internacional Manuel Quintín Lame (2014-2020)

Curadores, mingadores, filósofos, mayores como el Taita Lorenzo, todos bienvenidos en este salón vivo, portátil, que incluye video, poesía, copia, fotografía, conversación, audio. El salón no es un tema de reconocimiento, sino un diálogo transindígena de cara al territorio. En el 2019, contaron con 67 artistas de 12 comunidades indígenas, y se celebró en la Universidad de los Andes (Bogotá, Colombia).


Mikhu Paul. Tres poemas de “Powwowlandia del siglo 20”

Mikhu Paul (1958-) es una poeta Wolastoq que vive en Portland, Maine, EEUU, donde ejerce también como educadora, artista y activista. De ascendencia multirracial, es una ciudadana del Pueblo indígena de Kingsclear, en Nuevo Brunswick, Canadá. Su antología, 20th Century PowWow Playland fue publicada en 2012 por la editorial Bowman Books y varios de sus poemas han sido publicados en revistas literarias y antologías. Es una artista que usa múltiples técnicas y materiales; sus lienzos han sido expuestos en museos y galerías y han sido subastados para recaudar fondos para obras caritativas.

En sus obras, su arte y su vida, Paul destaca las consecuencias y los abusos del racismo sistémico sobre los modos tradicionales de vivir de los indígenas. Aprendió de las tradiciones ancestrales de su abuelo en la Reserva Indígena de la Isla Penosbscot cerca de Old Town, Maine. Sus reflexiones en palimpsesto sobre el paso del tiempo son sensibles y llamativas, aludiendo a la vez a una asimilación y a una herencia. Los poemas escogidos en esta selección ejemplifican estas características pero el poema más famoso de la colección de 34 poemas de Paul, “Jefferson Street School,” habla de su experiencia personal con la educación de los blancos, la discriminación, la desigualdad social y la diferencia cultural.

Poemas en inglés © Mikhu Paul, 20th Century PowWow Playland (Bowman Books, 2012)

Introducción, selección y traducción al español © Sophie M. Lavoie

Lengua Materna

Niña raptada, extranjera sin nombre.

Su boca ha sido cosida para callarla.

Las canciones, perdidas, en su largo viaje,

años y años, nacimientos y muertes.

Testigo mudo, ¿qué silencio es ese?

Desafortunado deceso, carne y hueso,

lengua con la que convivimos,

esparcida y espolvoreada como polen.

Poseídos, nuestros dientes se aprietan y rechinan,

labios morados chocan y se enrollan, un llanto ahogado:

tuberculosis, disentería, neumonía.

Mil maneras de matar a un ser, y

solo una verdadera manera de salvarlo.

Nuestras palabras, la forma de los sonidos, ya no son conocidas,

enterradas en Carlisle.

Oh, Abuela, ahora estamos errando. 

El mapa ensangrentado, ennegrecido y hecho jirones.

Hablamos una lengua ajena.

Somos fantasmas, espectros persiguiéndonos a nosotros mismos.

Amerindia

Los híbridos erran de México a Montreal, 

bañados en miel, moteados de té.

Sus ojos verdes atraen la luz, brillan,

esquirlas de espejos estrellados.

Ahora tenemos siete años de infortunio, 

primo, siete inviernos de penitencia por lo menos.

Somos, todos nosotros, arrojados al viento fogoso.

Las palabras de la súplica van y vienen,

hojas rojizas caídas de un árbol anciano, 

plumas blancas arrancadas del ala de la paloma.

Ninguna cábala, solo el corazón que late,

acurrucado en esta carne recién hecha, 

latiendo con ritmos ancestrales.

En mil años, ¿de quién será la cara

cautiva que ronda, confinada en el vidrio plateado?

¿Qué nombre le darás, 

a la que tenía tus ojos y, fijamente, te miraba 

mientras el espejo se estrellaba y

el árbol daba luz a esa nueva fruta?

Powwowlandia del siglo 20

En 1920, una celebración del centenario, medidas del tiempo,

conmemorando este momento 

cuando todo cambió.

Una separación, nombrar de nuevo el territorio violentamente amansado.

Repartido y reclamado, colonizado, el estado de Maine.

Dos caras miran fijamente, niños, color sepia, calidad 

de museo, atrapados por las páginas.

El niño y la niña fruncen el ceño frente al ojo de la cámara, 

lente rígido del pasado, arma peligrosa.

Treinta años después de la última gran danza en los Dakotas, 

cuando las balas viajaban más rápido que la luz

que captura a estos dos niños.

Ensamblando fantasmas, los suplicantes sepultaron sus corazones, 

murieron en la tierra helada.

La luz cautiva ciega a estos ojos jóvenes,

expone las sonrisas que son medio muecas.

Ido, el wigwam de abedul,

el tipi hecho con piel de bisonte.

Frente a una tienda de lona, el niño, 

mejillas con hoyuelos untadas de pintura de “guerra,”

está de pie al lado de su hermana, prima.

Una pluma barata cuelga de sus trenzas encintadas.

Los niños posan ahora, 

la pompa reemplaza la guerra.

El lobo es una leyenda, viste

la piel de un perro con correa,

y el ojo frío del guerrero, ahora cerrado, 

mano firme vacía, su grito de guerra

ahora callado en esta foto que se desvanece, 

esta powwowlandia del siglo 20.

Más información sobre Mikhu Paul (en inglés)

Dawnland Voices. Writing of Indigenous New England

Sobre la traductora

Sophie M. Lavoie es profesora del Departamento de Cultura & Estudios mediáticos de la Universidad de Nuevo Brunswick en Fredericton, Canadá (territorio nunca rendido de los Wolastoqiyik o malecitas). Enseña clases de lengua, literatura, cine y cultura. Ha publicado artículos académicos sobre literatura de mujeres centroamericanas y latinocanadienses, entre otros temas, en francés, inglés y en español en varias revistas. Fue cotraductora con Hugh Hazelton de El laberinto vertical de la poeta argentina Nela Rio hacia el inglés, tradujo el libro de poesía Nous sommes les reveurs de la poeta mi’kmaq Rita Joe hacia el francés y acaba de salir Un parcours bispirituel, la traducción al francés de la autobiografía de Ma-Nee Chacaby, una indígena biespiritual cri e ojibwe.


“Con pigmentos y tierra mazatecos”, René Alvarado Martínez

Metamorfosis ©  René Alvarado Martínez, 2019. Mixta / Loneta. 55 x 59 cm.

Por René Alvarado Martínez y Juan G. Sánchez Martínez

René Alvarado Martínez es de San Andrés Hidalgo, Huautla de Jiménez, noreste del estado de Oaxaca, México. Según cuenta René, desde niño creaba sus propios juguetes con arcilla y materiales de la tierra, y reproducía imágenes que veía en los libros de textos gratuitos que llegaban a su pueblo. También recuerda que más o menos a la edad de siete años empezó a ver cómo llegaban visitas a su casa en busca de su padre, médico tradicional, quien guiaba a la comunidad con las candelas y, solo en algunos casos, también con “los niños santos”, los hongos/medicina mazatecos. Por parte de su madre, ella nació en Río Santiago, Huautla de Jiménez, el mismo lugar donde nació la célebre sacerdotisa María Sabina.

Viaje cósmico e interno ©  René Alvarado Martínez, 2020. Mixta / Lienzo, 79 x 97 cm.

Durante miles de años, los pueblos indígenas de todo el mundo han registrado sus experiencias con plantas y hongos visionarios, y han representado su conocimiento espiritual a través de diferentes códigos y materiales. Sin embargo, el uso de estas medicinas ha ingresado recientemente en el imaginario de las “literaturas y artes” en lenguas y estéticas mayoritarias. Las “plantas y hongos visionarios” han sido llamados “drogas” (de la raíz hispano-árabe hatrúka, mentira), “alucinógenos” (del latín alucinari, divagar sin sentido), “psicotrópicos” (del griego psique, mente/espíritu, y topein, estado alterado), “psicodélicas” (del griego psyche, mente/espíritu, y delos, manifestarse), y “enteógenos” (del griego en, adentro, theos, dios, gen, nacer: plantas que permiten que Dios florezca en el interior), esta última expresión propuesta por Gordon Wasson, Jonathan Ott, y Carl Ruck. La obra de René Alvarado Martínez está inspirada en las prácticas mazatecas de la ingesta con “los niños santos”, los hongos/medicina. René emplea la palabra “enteógenos” para nombrarlos. 

René Alvarado Martínez

Ya en la secundaria René incursionó en técnicas como acrílico, pastel y vitral. Luego migró a la ciudad de Tecamachalco, Puebla, en donde desarrolló la pintura al óleo y otras técnicas mixtas. René ha participado en más de 50 exposiciones colectivas e individuales. Su obra (pinturas texturizadas con pigmentos y tierra mazatecos, tallas con obsidiana en arcilla, esculturas rituales, lámparas) se encuentran en colecciones privadas en California, Nueva York, Morristown, Colombia, Argentina, Japón, Australia y en múltiples ciudades de México.

Maíz que resplandece, maíz oro ©  René Alvarado Martínez, 2019. Mixta / Loneta.

En palabras del artista: 

“Durante mi carrera he pintado con colores, acuarelas, acrílicos, pastel, tinta, punta seca, vitral, óleo, técnicas mixtas, grabados, pigmentos naturales de la región mazateca. También vengo haciendo esculturas en arcilla, en ramas, en cartonería. Mediante la pintura voy sembrando la conciencia del “Ser Humano”, en toda la extensión de la palabra. Creo que mediante el arte se puede construir un mundo nuevo. El Arte es una expresión, un sentimiento, un lenguaje, un espíritu del alma hecha materia”.

Fluye en lo sagrado ©  René Alvarado Martínez, 2019. Mixta / Lienzo, 105 x 134 cm.

Una iconografía propia atraviesa las obras de René Alvarado Martínez: bajo la luna, las semillas de maíz se alínean con las esquinas del universo, los “niños santos” y las candelas guían el vuelo y el trance que devela al caracol, esa imagen primordial que René identifica con la unidad y la fluidez; bajo las estrellas, las serpientes, sabiduría y renovación, enlazan al hombre y a la mujer, esta última protectora de “los niños santos”, fuerza creadora, madre cósmica. Como en los cantos y veladas de María Sabina, la iconografía y vocabulario cristianos a veces se superponen a las visiones de los hongos sagrados. Hoy en día, algunos de los mayores de la comunidad admiran y celebran el trabajo de René. 

Vuelo al origen ©  René Alvarado Martínez, 2016. Mixta / Loneta, 80 x 95 cm.

Como en la poesía mística, las obra de René aprehenden el éxtasis del curandero que se asoma al abismo del misterio, y trae de vuelta el origen de la enfermedad, la raíz de la cura. Pero estas obras también reflejan los pilares de las celebraciones mazatecas, relacionadas con el calendario agrícola, los siete maíces, las ofrendas a los cerros, y con los famosos huehuentones, grupos de personajes que se visten para el día de muertos, quienes con cantos y tambores van, casa por casa, llevando consejo y conciencia, saludando como si fueran tus ancestros, tu familia. 

Shonj xi iseén’lee / Ser de luz ©  René Alvarado Martínez, 2020. Mixta / Loneta, 45 x 53 cm.

René explica:

En mis obras plasmo los conocimientos ancestrales y los elementos que se usan dentro de una ceremonia con enteógenos: la vela, el sahumerio o copalero, y los hongos. También los elementos sagrados: ¡la luna, el sol y las estrellas! Inmortalizo y comparto así nuestra cultura, nuestras raíces, nuestra gente, nuestro pueblo, nuestras costumbres y tradiciones, la conexión con el entorno, la naturaleza misma, lo sobrenatural como los chikones o guardianes de las montañas, los ríos, las cuevas, el viento, manifestado dentro y fuera de los rituales, en nuestra historia y la cosmovisión que encierra la sierra mazateca. Rescato la lengua materna, ya que es la red de comunicación entre vivos y muertos, con nuestros ancestros, deidades y guardianes y con los conocimientos que de ella emanan. Arte visionario.

Más sobre “los niños santos” y el arte mazateco

  • Una nota en el diario El UNO de la última exposición de René Alvarado Martínez
  • Filogonio Naxín. La red entre los seres: El arte de Filogonio Naxín es una apuesta por la libertad de las formas. Más allá de galerías, museos y escuelas de arte, Naxín disloca las definiciones de “lo tradicional” y visualiza puentes en óleo, acrílico, o acuarela con los que cruza desde la lengua mazateca a las técnicas de la plástica occidental.
https://www.youtube.com/watch?v=-yGNWBEwvlU
María Sabina. Mujer espíritu © Nicolás Echeverría, 1979.

“En el ojo de mi mente”, Kitaay Bizhikikwe/Amanda Myers

En palabras de la artista:

Kitaay Bizhikikwe ndizhinikaaz, waabizheshi ndodem.  Anishinaabe miinwa Métis ndow, bezho Mide kwe ndow. Mi nombre es Kitaay bizhikikwe, mi nombre en inglés es Amanda Myers. Soy del clan de las martas, Tres Fuegos de la Casa Midewiwin, y del linaje Anishnaabe y Métis que se conectan con comunidades indígenas en el norte de Michigan, Wisconsin y Ontario (Isla Madelaine, Bad River, Sagamok, Garden River e Isla Walpole). Mis antepasados Cadotte/Cadeau y Myers/Mailette vivieron de la tierra, viajando, comerciando y cazando, antes de establecerse aquí en el suroeste de Ontario. La conexión con la tierra y la identidad es lo que inspira mi arte visual. Cuando pienso en nuestra madre, la tierra bajo mis pies, sé que su espíritu está a mi alrededor. Y sé que cuando hablo, toda la creación está escuchando. Cuando tengo conversaciones con la naturaleza y considero quién soy y quiénes fueron mis ancestros, puedo ver cosas en el paisaje, y entonces pinto lo que veo. Mi trabajo representa mis conversaciones con el paisaje que me rodea y la forma cómo lo visualizo.

Kitaay Bizhikikwe/Amanda Myers © “They Know Better” / “Ellos pueden hacerlo mejor”, 2017, acrílico sobre óleo, 24” x 36”

La pintura titulada “They Know Better” surgió de una conversación con el activista por el agua Tom Cull. Él me pidió que colaborara en un performance para el Festival Culture Days.  Mientras paseábamos por el centro de London (Ontario, Canadá), vi a través de los edificios y pensé en ella, Deshkan ziibing (el río Támesis, como se conoce por su nombre colonial). Tom habló sobre su trabajo con el agua, y yo hablé de mi responsabilidad con el agua como Anishinaabekwe. Me vinieron a la mente las bifurcaciones del río y las historias que conocía al respecto. Entonces me di cuenta de la comercialización del espacio, el concreto, el metal y de la forma en que la gente aquí habla de esta hermosa fuerza vital. A menudo comentan lo sucia que está, lo contaminada que está, en lugar de decirle que estamos agradecidos por su trabajo, que la amamos por lo que hace por nosotros. Sin el movimiento de este río, ¿qué pasaría? Fue entonces cuando pude verla, espíritu Midewanakwe. Ella se estaba preguntando: ¿qué está pasando aquí? ¿Por qué ellos no prestan atención a lo que les rodea? Si prestamos atención, nuestras abuelas siempre están aquí recordándonos; eso es lo que pude ver en esta obra, eso es lo que traté de mostrar.

A menudo uso la técnica de superponer imágenes digitalmente para crear la base de mi pintura. Aquí superpuse una imagen histórica del río Támesis en Londres (Inglaterra) con la imagen actual de las bifurcaciones en London (Ontario, Canadá). Quería volver al momento cuando los humanos comenzaron a interferir con este paisaje. Utilizo muchas capas de transparencia en mi trabajo para crear esas imágenes que logro ver en el ojo de mi mente.

Miigwetch, Kitaay bizhikikwe  

Sitio web de Kitaay Bizhikikwe / Amanda Myers


“Equilibrio en el filo de la visión”, Kimberly M. Blaeser

Kimberly M. Blaeser fue la poeta homenajeada de Wisconsin (Poet Laureate) entre 2015-2016. Es autora de cuatro colecciones de poesía (las más recientes: Copper Yearning y Apprenticed to Justice); y editora de la antología Traces in Blood, Bone, and Stone: Contemporary Ojibwe Poetry. Una colección bilingüe de su poesía, Résister en dansee / Dancing Resistance, se publicará en Francia en 2020. Kimberly es  activista Anishinaabe, originaria de la reserva White Earth. Es profesora en la Universidad de Wisconsin-Milwaukee, y miembro de la facultad de Escritura Creativa en el Instituto de Arte Indígena en Santa Fe (Nuevo México). Sus fotografías, picto-poemas y poesía ecfrástica se han presentado en varias exhibiciones, incluyendo “Ancient Light” y “Visualizing Sovereignty”. Ella vive en los bosques y humedales de Lyons Township en Wisconsin y, durante breves periodos cada año, en una cabaña con acceso al agua adyacente al Parque Natural Aguas de la Frontera, donde persigue poemas, fotos y nutrias de río, algunas veces todo a la vez.

© Traducciones de Andrea Echeverría y Juan G. Sánchez Martínez

Declaración de la artista

Veo mi trabajo de escritura y fotografía como un “acto de atención”, como una forma de ver y volver a ver el universo dentro de nosotros y a nuestro alrededor. Mis poemas y fotografías a menudo llaman la atención sobre las heridas de nuestro mundo: la degradación ambiental, las inequidades raciales y de clase, el sufrimiento humano. Pero es igualmente probable que mi trabajo se centre en las complejidades del mundo cotidiano (“las garras translúcidas de los ratones recién nacidos”) o de los diversos caminos que existen para conectarse espiritualmente. El arte, al centrar nuestra atención, puede cambiar la percepción e invitar a reimaginar el significado.

Mi escritura a menudo traza un proceso de devenir, de aprender a estar en el mundo. En Anishinaabemowin, nosotros hablamos de minobimaadiziwin, el buen vivir. Debido a que estoy comprometida con este devenir, mi trabajo en literatura y las otras artes evoca la búsqueda o la sensación de inclinarme hacia la luz. En mi práctica, los lentes a través de los cuales refracto la experiencia involucran a menudo la justicia. Reúnen el volver-a-ver artístico y  la visión del spiritus latino entendido como el aliento para hablar. Para mí, spiritus, el don de la voz, implica no solo la habilidad, sino también la responsabilidad de hablar.

Esta responsabilidad de hablar, sin embargo,  a veces puede manifestarse con reserva. La poesía, en su máxima expresión, deja espacio para lo no dicho o indecible; la fotografía deja espacio para lo invisible o incognoscible. El arte se trata de preguntas y gestos. Invita al lector, al oyente, y al espectador a un proceso dinámico. La poesía, por su propia naturaleza, hace gestos más allá de sí misma; quiere abrir la superficie del lenguaje y llevarnos a la experiencia misma. Del mismo modo, la fotografía puede ofrecer gestos más allá de la mera representación. Ambas se asoman a las fronteras del ser: el equilibrio en el filo de la visión.

Los artistas no representan simplemente al mundo, aunque también hacen ese trabajo; pero en nuestros mejores días, creamos un camino que tarde o temprano se llena de silencio. Llegamos al borde de lo conocido y miramos más allá. En medio de inmensos lugares salvajes como el Parque Natural Aguas de la Frontera, por ejemplo, sabemos, no por razón, sino por instinto, que todo esto es sagrado. Degustamos nuestra propia pequeñez. En esos momentos, nuestra experiencia o “verdad” permanece en cierto nivel inexpresable. ¿Cómo dices “insignificancia humana” en la escritura cuando tratas de expresar  “pertenencia”? El arte, en el mejor de los casos, deja espacio para esta ambigüedad, esta complejidad del sentimiento.

Wellspring: Words from Water, Nibii-wiiyawan Bawaadanan/Dreams of Water Bodies, Poem for a Tattered Planet: If the Measure is Life, “Because We Come From Everything”, The Solace of Forgotten Races, Manoominike-giizis © Kimberly M. Blaeser. Cooper Yearning. Holy Cow Press, 2019. 

A Water Poem for Remembering © Kimberly M. Blaeser. Split This Rock, 2020. 

The Way We Love Something Small © Kimberly M. Blaeser. Unpublished. 

Manantial: Palabras del agua

Una infancia en White Earth rica en agua y pobre en dinero.

Ser vaporoso transformado en ciclos—

las historias aluviales extraídas de los lagos deMinnesota

cosechadas como pescado blanco, como manoomin

como viejas profecías de semillas creciendo sobre el agua.

Leyendas de los seres espirituales Anishinaabeg: 

portador de nubes Pájaro Trueno que nos traes lluvia, 

windigo de invierno como Mujer Hielo, o Mishibizhii 

que ruge con silbidos y escupitajos de río caudaloso 

gran pantera subacuática, tú nos cargas en cobre . . .

a estos tributarios de equilibrio. Arroyos. Una cosmología

de nibi. Creemos que nuestros cuerpos tienen sed. Nuestra tierra.

Un elemento Aniibiishaaboo. Riqueza

de té marrón. Como la savia del maple Ámbar. El ojo líquido de la luna.

Ahora ella voltea la marea, y cada ser unido gira 

hacia el sonido, su cuerpo de río curvándose. 

Nosotras, mujeres de aguas sin edad, perduramos; 

como cada flor bebe de la noche,

sostiene el rocío. Nuestros cuerpos un libreto, 

saturado, un acuífero —pronunciamos palabras 

de agua antigua.

Arte de Kimberly Blaeser

Nibii-wiiyawan Bawaadanan*

Wazhashk

agaashiinyi memiishanowed bagizod

biwak-dakamaadagaayin

mashkawendaman

googiigwaashkwaniyamban

dimii-miinaandeg gagwedweyamban.

Gigoopazomigoog

ninii-chiwaawaabiganoojinh akiing

ogichidaa Anishinaabe

awesiinaajimowinong, aadizookaanag

dash debaajimojig onisaakonanaanaawaa

nengaaj enji-mamaanjiding

gdobikwaakoninjiins

miidash gakina Nibiishinaabeg

debwewendamowaad.

Waabandan negawan

aah sa ongow eta

maaaji-mishiikenh-minis

minwaabandaan aakiing maampii

niigaanigaabawiying

agamigong

Wazhashk waabamang, niikaaninaanig

zhiibaasige zaaga’iganan gaye ziibiinsan

mashkiig zhawendang

mikwendang

waawiindang

ezhi-bagosendamowaad

ezhi-googiiwaad

agaashiinyag memiishanowewaad begizojig

dibiki-miikanong.

Nangodinong enji-nibii-bawaajiganan

gidimagozijig aakiing endaaying

bakadenodang

dash nagamoying

jiibenaakeying

noosone’igeying

bakobiiying.

*Traducción del inglés al Anishinaabemowin de Margaret Noodin.

Soñando con  cuerpos de agua

Wazhashk *

pequeño nadador bigotudo,

tú, esa flecha que fluye cruzando los caminos del agua

con la simple determinación

de alguien que ha buceado

Púrpura profundo en la pregunta primordial

Empequeñecido o despreciado

como una rata de agua en la tierra;

el héroe de nuestro pueblo Anishinaabeg

en los cuentos de animales, en las historias de creación

cuyos contadores  revelan lentamente,

mágicamente como en un sueño,

tu pequeño puño cerrado

Para que todas las tribus del agua

puedan creerlo.

Mira los pequeños granos de arena–

Ah, solo esos poquitos …

pero se convierten en nuestra isla tortuga

esta tierra buena y bien soñada

en donde nos encontramos parados en este momento

A la orilla de tantos cuerpos de agua

y miramos a Wazhashk, nuestro hermano,

deslizarse en piscinas, arroyos y lagos

esta tierra pantanosa santificada por

la memoria

la narración

la esperanza

el sumergirse

de elegantes nadadores bigotudos

que marcan un camino oscuro.

Y a veces en nuestros sueños de agua

nosotros lamentables habitantes de la tierra

anhelantes

recordamos, y cantando

preparamos los espíritus

para seguir sus pasos:

bakobii. **

* wazhashk: rata almizclera (Ondatra zibethicus) en Anishinaabemowin. 

** bakobii: Ve al agua.

Poema para un planeta hecho trizas: si la medida es la vida

Nacido
bajo el alero de la abundancia
        el dulce despliegue
        la temporada de la juventud de un planeta,
en el trance del capitalismo nos llenamos 
satisfechos con el status quo
halando las sombras sobre el colapso invasivo
di algo sobre el Antropoceno,
el trueque de la energía y la fortaleza sagrada de la ciencia.

Pero más allá
de la garganta del comercio, 
debajo del reflejo
           del río celestial,
dentro de la antigua belleza cobriza de pertenecer
estamos cercados
      habita el Ish,
navega por el canto del canto.

Aunque la niebla del dinero se asiente, 
y confunda la mesura
hoy el velo del misterio se transforma 
se levanta en la visión momentá nea.
                Aquí
encuentra el ritmo de un planeta hecho trizas, 
siente en el montículo de la pantera
un pulso.       Escucha —no cuentes.
Siente  un pequeño  tambor  de vida  debajo _______ .

Mi núcleo.      Soy una      antigua luz refractada
o sonido
viajando,
mi frecuencia es constante
mi voz
doblándose en ángulos
para volverse un todo en otra superficie— 
di un poema.

Di un poema
perpendicular al límite
del significado,
hazlo un prisma o posibilidad
canta sobre la tortuga o lanza el lumen mítico 
del Pájaro Trueno         aquí
en la plana    f allida de las         palabras:

Esta página             no un contrato 
sino un pacto.
Donde lo sagrado.
Cuando ni imagen ni voz
se duplicarán,
en la densa y húmeda           nube
de ser
si la medida es la vida
cada extremidad un test ágil       del árbol 
vislumbra no veas           ni calcules.

Esta Mortaja del Comercio amortaja el significado.
En la tecnología del genocidio documental
en la bonanza destructiva de la era industrial—
declara la muerte del planeta
a medida que pasa      a la velocidad del sonido en 
                                          [degradé 
sale                      al otro lado
un eco perdido de la codicia humana 
repitiéndose
repitiéndose
repiti en do

Cada esquirla del lenguaje
doblada       en complicadas fórmulas de inferencia
de posesión
como la niebla olvida     luego recuerda      forma.
Pero nosotros encontramos la medida          en la 
                                          [metáfora 
vibración    tierra    timbre.
En medio de errores métricos interminables
de la ciencia       o de la oración.
di los noventa y nueve nombres de dios: 

Gizhe-manidoo, el Gran Espíritu, o anhelo,
Sabedor de Sutilezas,
álamo tembloroso, los huesos del salmón cantados
hierba dulce trenzada,
los envoltorios de cabello sagrado de las mujeres,
este paisaje comestible—
aki, nabi, ishkode, noodin,
los diez pequeños vientos de nuestras arremolinadas puntas de los dedos,
esta danza circular de las estaciones—

el florecimiento inefable.

Con la mente como un viento sagrado
y articulando la canción nocturna del croar de una rana
llegamos.
Aquí las grullas de arena marcan el cielo.
Si la medida es la vida—
las piernas de su clan la longitud del siempre.
Aquí el espejo del lago un lienzo de creencias. 
Si la medida es la vida—
la refracción el detonante de todo saber.
Solo esto.

Ahora colocamos aseema,
los cuerpos fragantes de tabaco de nuestros parientes.
Un ofrenda cantada. 
Para hacer de las trizas un todo.
Una cuestión de supervivencia.

De correlación.

                             De visión.

La medida es la vida.
Apprenticed to Justice“, University of Wisconsin Milwaukee, 2016.

Un poema de agua para recordar

Sí, es verdad que hablo mal de los vivos
en formas codificadas divorciadas de los muertos.
Por qué Lyla June ayuna en los escalones del capitolio.
Por qué las mujeres nativas desaparecen como conejos
y reaparecen en ríos envueltas en mortajas.
El ligero desaire en la voz de un líder es una desgracia–
antes como por arte de magia nos han llevado a la guerra.
Por qué cantamos mikwendam*, incluso ahora
                 recuérdalo. En el día más frío de enero
reúnanse cerca de las aguas ancestrales, Michigami
(donde los ríos Milwaukee, Menominee,
y Kinnickinnic se reúnen como hermanas)
donde los montículos cónicos todavía se elevan en acantilados
cuento buenos caminos: audaces y azules como nibi.**

* mikwendam: recuerda.
** nibi: agua. 

“Porque venimos de todo”

                                            para Juan Felipe Herrera

Porque cada nación buzoterrestre da volteretas en las aguas primigenias
reclamo la natación sagrada­­ ­– compartimos el oscuro hacernos.
 
Porque todos los engendrados y procreados se separan por secta
limpio con humo cada línea pies bailando a cada lado, borra la división.
 
Porque venimos de todo
de la tierra de cobre y las canciones de aire no traducidas
de fuegos profundos y antiguos que arden ahora en el ojo de cada viajero
de fluidos susurros de agua y de innumerables latidos de silencio
la respiración contenida
entre frontera             y libertad
entre ola                  y orilla
entre barco                y tierra
entre salir                y llegar.
 
Porque venimos de todas partes
de White Earth y Somalia, de Yemen y Cuba y Yucatán
nuestros bolsillos míticos llenos de bendiciones para un paso seguro.
Porque las medidas alfabéticas de entradas y salidas
poder de documentos
porque los documentos: CDIB Pasaporte Visa DACA Green Card,
bloque barricada segrega cerca encierra—
el muro.
 
Porque las prohibiciones
porque las órdenes ejecutivas de las directivas
porque los decretos en papel dicen detener dicen deportar.
¡Mírate en el espejo y di Alto!
Estás bajo arresto. Debe haber una ley.
porque dentro de tus cuerpos migra sangre ilegal
porque el aire se cuela por pasajes estrechos
porque el agua se filtra por cada poro
¡construyan un muro! saquen a los malos, mantengan fuera lo asqueroso.
 
Porque las muñecas codificadas por colores y la mentalidad de las pistolas de juguete le enseñan el imperio
Porque los tuits de hechos alternativos infectan como una plaga
Porque para algunos la grandeza fantaseada es igual a la blancura uniforme
Porque el poder, la codicia y el fascismo viven en la misma cuadra
Porque las buenas cercas son mejores metáforas que los vecinos
Digo mal hecho al "derecho de paso", no al dominio eminente, no al muro.
 
Porque respiro tu aire, tú respiras el mío
Me das tu aliento, yo te doy el mío
Porque compartimos la misma dependencia elemental
pertenecer juntos a este lugar vivo: aki, nabi, noodin, ishkode
tierra agua aire fuego y la bendita llegada y salida de las estaciones
las idas y venidas de cada pariente animal
los cielos adornados ahora con bineshiinyag*, cantos alados de regreso
sin rastro de identidad en papel; solo esto–
la migración esencial de todo ser.
 
Porque venimos de todas partes
Reclamamos esta tierra segura para todos,
en todas las lenguas: anishinaabemowin, árabe, español, braille, dakota,
inglés: decimos proporcionen un amparo, otorguen un refugio
nómbrenme una ciudad santuario.

* bineshiinyag: aves. 

El consuelo de las razas olvidadas

Una vez más ogitchidaa * enciende las pipas:

tinta perfumada serpenteando en la atmósfera,

una marca en el cielo del solsticio, ascendiendo

sonora como signo de ciervo en diciembre.

Mientras la banca sube hoy cae sube,

los camioneros se duermen con los motores en marcha,

un oasis entre turnos de dieciocho horas,

y América acelera su frenesí de biocombustibles

para conjurar desde el sombrero de un político

circunvalación tras circunvalación en la Oficina de Transportes,

esta artimaña, borradura progresiva contraída

de arrozales, pastales de ovejas, ranchos familiares de tabla,

al lado occidental del supermercado Búho Rojo.  

Ahora en la quietud de una luna de archivo,

las tribus perdidas de muchas naciones se reúnen

descifran glifos míticos escondidos

bajo las esquinas dobladas de libros enormes.

Hábilmente levitamos el ocre: antiguas

historias pintadas, cantadas, destinadas a ser quemadas.

Plantas medicinales, escudos, bailes eclipsados,

congregándose aquí en los campos de pasto dulce de los olvidados.

Fuera del alcance del GPS y sus juegos y pitidos,

más allá del anhelo de una economía de consumo rápido desde el carro,

camuflada bajo la “cultura popular” de seudo-intelectuales:

un tambor curativo, el olor del cedro

y el origen que sigue siendo cobre y vida.

* ogitchidaa: guerreros.     

 

La forma en que amamos algo pequeño

Sonidos vocálicos desde una tierra

el lenguaje aún no perdido: 

Mooningwanekaaning-minis. *

Mi lengua también una isla

nadando por donde Miigis ** se yergue.

Este dolor pequeño pero creciente

el lugar donde lo guardo.

* Mooningwanekaaning-minis: Mooningwanekaaning significa “casa del  pájaro carpintero de pecho dorado” y Minis significa “isla”. Este es el nombre en Anishinaabemowin para la Isla Madeline.

** Miigis: Se refiere tanto a la concha cowrie como a la concha usada por la Sociedad Midewiwin. La gran Miigis figura en la historia de la migración de los Ojibwe. Se dice que salió del agua, y apareció proporcionando luz y calor, guiando a las personas en su viaje.

Manoominike-giizis *

Luna del arroz nativo

cuando sus cañas como brazos gimen

igual que los vientos de otoño entre el pino blanco. 

Los viejos ritmos encuentran las manos

doblando y machacando el arroz,

granos de arroz cayendo

cayendo al fondo sobre las costillas de madera

de las canoas que se llenan de recuerdos: 

los mocasines nuevos bailan por el arroz

soplos de viento espíritu levantan 

y llevan la cáscara soplada como historias cansadas

sobre cedazos de abedul.   

Ahora numerado

por libras, estaciones o generaciones

astillas delgadas del grano seco

ahora marrón y con ese sabor

fuerte de los lagos del norte

centenarios.

* Manoominike-giizis: la luna llena (agosto o septiembre) que coincide con la cosecha del arroz nativo en la red de lagos que comprende el territorio Anishinaabe a ambos lados de la frontera US/Canadá. 

Más sobre Kimberly M. Becker

  • Entrevista sobre su proceso creativo, Wisconsin DPI, 2015. 
  • Poemas: “Rosetta Stone, Two”, “The Dignity of Gestures” y Picto-Poem “Eloquence of Aki.About Place Journal: Dignity as an Endangered Species in the 21st Century.  Ed. Pam Uschuk, Cindy Fuhrman, & Maggie Miller.  May 2019.
  • Performance en la Radio Pública de “A Song for Giving Back,” en el marco de “Making Waves: Live in Milwaukee,” To the Best of Our Knowledge, May 05, 2018.

Sobre los traductores

Andrea Echeverría es profesora asistente en Wake Forest University. Es autora de un libro sobre migración e identidad en la poesía de dos escritores peruanos titulado El despertar de los awquis: migración y utopía en la poesía de Boris Espezúa y Gloria Mendoza (Paracaídas Editores & UNMSM, 2016), así como de varios artículos de investigación acerca del papel del ritual y la memoria en la poesía mapuche contemporánea. Actualmente escribe un libro que estudia la poesía y el arte visual de autores y artistas mapuche contemporáneos.

Juan G. Sánchez Martínez nació en Bakatá, en los Andes colombianos. Dedica su escritura creativa y académica a las expresiones culturales de los pueblos indígenas y a sus modos de estar en el mundo. Su libro de poesía, Altamar, fue galardonado en 2016 con el Premio Nacional de la Universidad de Antioquia en Colombia. Teje y traduce para Siwar Mayu. En 2019, co-editó con Fredy A. Roncalla: Muyurina y el presente profundo (Pakarina/Hawansuyo). Es profesor en UNC Asheville.


Aun es primavera. Rosa Maqueda Vicente

Boxhuada © Rosa Maqueda

Mâ y´u̲

Mâ y´u̲, hñähñu. Dí ofo,ga´tho to dí handi ha mâ hai, dra mengu: Nts´o̲tk´ani, mâ hai, mâ b´atha, dí ne ga xia´i ga´tho te ma na rä hñäki rä hñähñu, n´e te ma rä njohya ngetho dí b´u̲hu̲ ko rä zi mäka hai, dí ne ga xia´i te dí handi; rä zäna, rä hyadi, rä ndähi, yä tso̲, n´e ga´tho too b´ u̲hue ko rä zi mäka hai.

Mi raíz

Mi raíz, hñähñu.  Soy de esa tierra donde brota el cardón, el tzik´iä, a través de la palabra, quisiera compartirles,  la mirada de una ñähñu. Soy Ûrosha.
Valle del Mezquital © Rosa Maqueda

Ya hme mâ ´yu̲

Digepu̱,   ho̱nse̲  xini
ha ra hyaznä
ya da  dega ya xi
gí udihu̱ ra ñu ya te
gí nu̱´mi ra huähi
gí handi ra ´bahi
gí numañho ra zi Zänä
gí handi ra mothe
ya hñe dega ra hya´tsi.
Ra te
    ha
         ra te.
Ha ra hño̱mi dega mbonthi
bí ntsaya
ha ya ´ye n´e ya ´yot´i
ra ´bifi dega za
g
   í
    h
       n
          o̱
              ´t
                  s
                    e
Ra ndähi  bi njone
ha ra nt´o̱ts´e ra ya xi
ha ra nt´o̱ts´e ra ya do
ha ra nt´o̱ts´e ra dega ra nespi
g
      í
  o̱
       d
        e
Ra nthuhu ya xi
ra nthuhu mâ hnini
ri noya ntu̱ngi
r´a y´o
bi ja ndunthi
ya mfädi
ha nuna ra xímhai
¿Gí  o̱de?
¿Gí tsa?
¿Gí  ´bu̱i?
¡Ra hña ri ´bu̱i!
 Nubye̲,
 ra ndähi da njone,
ya hme mâ ´yu̲,  ¡ri te!

Los rostros de mi raíz

A veces, sólo a veces
en la claridad de la Luna
los ojos de las hojas
señalan el rumbo de las cosas
mira la milpa,
mira la palma,
mira la Luna,
mira el jagüey,
los espejos cotidianos.
 
El tiempo
            sobre
                     el tiempo.
Por la ladera del monte
menguan su cansancio
entre lluvias y sequías
el humo de la leña.
D
  E
   T
     E
        N
           T
            E
El viento susurra,
al oído de las hojas,
al oído de las piedras,
al oído del fogón.
E
   S
 C
     U
   C
               H
     A
El canto de las hojas,
el canto de mi pueblo
su voz, vuela ligera
dejando
vestigios
en
esta tierra.
 
¿Lo escuchas?
¿Lo sientes?
¿Lo vives?
¡Su idioma aún respira!
Ahora,
el viento ha susurrado,
los rostros de mi raíz, ¡te pertenecen!
Detha © Rosa Maqueda

Haxä tso̱o̱

Hintó pädi tema da ja,
ra te,
pe ga´tho ra jä´i,
bi ma ha
ya nstaya.
Ya hña hindí ne ra nxui
ya nthuhu, embagí ge ra zi du ma da ehe
ha ya hnini mi jo´o ra jä´i…

                    Ha ra mfeni ja ya mfädi,
                             n´e ya hogä te,
                       ha nun´a ra mähets´i,
                    ra hyadi bi u´ti ya ´ñu:
             ya te, ya tsintsu̱ n´e ya ´boza,
                          habu̱ into´ó bi ñä,
                    bi xikägi ya zi mäka te.

              Ya zi mäka te,
       ha nun´a ya zi da ha ya mähets´
          bí tutuab´´i ra ndâhi.
     Nubya ra m´u̱ ra hai, xá nk´ant´i.

Haxä tso̱o̱

En tálamos de incertidumbre, 
el tiempo nos detuvo,  
hicimos rincones.  
Murmullos evadieron la noche  
sonido de sirenas, anunciaban la muerte  
calles desoladas, punzantes ausencias… 

                           La memoria guarda
                   la tibieza en la palabra,
                       en cascadas de cielo,
                     el sol mostró senderos:
                 insectos, pájaros, árboles,
                      tras nuestro silencio,
                      develaron su misterio.

          Fragancias interminables,
          en el ojo de los cielos,
             canta el viento.
             Aún es primavera.
Donikamiñ’o © Rosa Maqueda

Sofo

Ri täki ra de̲thä,
ri häni ra hats´i...
             Ri hnu̲ti
                  ra te.
´Ramba ra ´be̲fi;
            de̲tha,
                   ju̲
               n´e mu.
N´a ra ndähi
degä ñ´ot´i
      bi thogi
ra hoga njut´i
ha ra b´ o̲ts´e
        ri  e̲gi
      pa ri xudi
      ra xi hmutha.

Cosecha

Desgranando maíz
reciben el amanecer…
      En miradas
   se vislumbra,
           esperanza.
En la recolección;
           maíz,
         frijol
    y calabaza.
 
Un aire otoñal
deja traslucir;
                        la semilla
                   del mañana.
Flor de Biznaga © Rosa Maqueda

Nänä Juliana

Ham´u̲
      gi bense̲,
      ya mfeni
      ga tat´i,
xâhmä gi o̲de
ri ndäte
pa gi ja ra njohya.
 
Ngu rä  do̲ nithu̲ ´mnxi,
        ngu rä do̲ ní´bást´ä,
               ngu rä rä do̲ nikamiñ´o, 
ya mfeni bi ja ham´u̲  
ya hneí dega ya tso̲
             ge hingi hueti,
              ngu ya beni
               mâ xuxu.
Nuni bi hoki
ya b´et´e rä  dänjua
njabu̲ mâ xuxu
da hoki
ko ndunthi ya mädi
n´e ko ndunthi ya njohya,
nuni bi hoka
ra b´e̲ fi
ko ya kähäkamiñ´o,
               pa da peni ya dänjua
               ge nuni da b´et´e,
nunä rä  do̲ni 
     da donibye ha mâ b´atha,                                                                                   
        ha mâ B´atha rä B´ot´ähi. 

Nana Juliana

Cuando te abocas
     a la tarea
     de lo sutil
     del pensamiento,
los recuerdos llegan.
Se puede percibir
    el latir
de tu corazón
para ser perfume de alegría.
 
Como una flor de biznaga,
     como una flor de garambullo
          o una flor de cardón
los recuerdos convergen;
en una danza de estrellas,
         que no se apagan
         como el recuerdo
         de mi abuelita Juliana.
 
Tejiendo el ayate,
     tejiendo despacio,
            para impregnarlo de cariño.
 
Ella utilizaba
las tunas de camhiño
             para lavar los ayates
             que solía tejer,
 do̲ni, 
     florece en mi valle,
             en el Valle del Mezquital.
Ma hai © Rosa Maqueda

Di ne ga

¡Oh, xâhmä nuga dra ndähi!
Ko xe̲di n ́e xá te
ha nun ́a râ mahets ́í
nuga ga ja ndunthi ya guí
ha nun ́a  ́yót ́ä haí.
¡Zäge nun ́a ra  ́batha ya ja ndunthi ya te!
¡Di te̲ntho nun ́a mâ zi ja ́í
hinda ma de nuua mâ hnini!

Anhelo

¡Oh, si yo fuera viento!
Fugaz e inasible
         en el hueco del cielo
arrastraría nubes
         a este suelo sediento.
¡Qué fértil sería el valle!
¡Qué lejos estaría entonces
la partida de mi pueblo!

Acteal *

  Veintidós de diciembre, cuarenta y cinco   
                  personas
en una jornada de oración y ayuno por la paz.
   En la selva sonidos de cuerno de chivo.
            La noche palideció.
         La luna no quiso ser testigo.
      Soplo nocturnal, salpicado de sangre.
      Hombres, mujeres y niños masacrados.
¡Chenalhó, Chenalhó, Chenalhó!
Después de la salida del Sol,
“el día que fue día,
era noche”
fase oscura de dolor
de un pueblo.
Oleaje de voces reclamando justicia.
¡Chenalhó, Chenalhó, Chenalhó!
El tiempo las fue apagando.
Chenalhó,
      Chenalhó,
           Chenalhó…
Che,
   nal,
      hó…
                       Che,
                           nal,
                               hó…
¿Voces de justicia, se perderán en el invierno?
        ¡Chenalhó, Chenalhó, Chenalhó!
        ¡Chenalhó, Chenalhó, Chenalhó!

* La masacre de Acteal ocurrió en el Estado de Chiapas el 22 de diciembre de 1997. 

Rosa Maqueda Vicente. Escritora hñähñü, egresada de la Licenciatura en Lengua y Literatura de Hispanoamérica por la Universidad Autónoma de Baja California. Cursó Diplomado en Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad en UNAM (2017), Diplomado Internacional en Lingüística Aplicada en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (2018), Taller de Literacidad en CIESAS (2018) y el Diplomado Diversidad y Políticas lingüísticas en México (2019) a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia, la Dirección de Lingüística, el Centro INAH Yucatán y el Centro Estatal de Capacitación, Investigación y Difusión Humanística de Yucatán. 

Autora de ensayo “Ecos de nuestras lenguas originarias” en Cultura en América Latina. Prácticas, significados, cartografías y discusiones (2017). Narrativa “Ar thuhu ya gigi” / “El canto de los grillos” y “Ar `mui ya deni”/“El origen de las luciérnagas” en Ár nthanduximhai ya ñäñho (2018). Parte de su trabajo en poesía está antologado en: “La Mexicana”, suite para Orquesta de Jazz y Arpa (2019), Aún queda la noche (2019), Ocho entre ocho Hidalgo: Crítica, crónica y comunidad (2019), A donde la luz llegue (2018) entre otras. Obra suya ha sido traducida al hñähñü, holandés e inglés. En el ámbito de Difusión Cultural, ha realizado colaboraciones en la Revista MEUI. Obtuvo el premio “Ra noya ma ya ́bu do̲ni” / “La Palabra Antigua Florece” “Francisco Luna Tavera” (2017). Segundo lugar Premio Nacional al Estudiante Universitario en la categoría Poesía José Emilio Pacheco otorgado por la Universidad Veracruzana (2019). Finalista  del Premio Estatal Orquídea de Plata (2019). Finalista seleccionada por Editorial Elementum, Clan de Letras, temática migración (2019). Ha participado en Foros, Jornadas Literarias, Congresos Nacionales e Internacionales como ponente en Creación Literaria, Fotografía e Investigación Sociolingüística. 

Más sobre Rosa Maqueda Vicente


Lukas Avendaño: Reflexiones desde la muxeidad

© Mario Patiño

Por Rita Palacios

Lukas Avendaño (1977) es un artista y antropólogo muxe del istmo de Tehuantepec en Oaxaca. En su obra explora la idea de identidad sexual, de género y étnica a través de la muxeidad. Avendaño describe la muxeidad como “un hecho social total” llevado a cabo por personas nacidas biológicamente como hombres pero que tienen papeles sociales considerados no masculinos. A pesar de ser fácil hacer una equivalencia entre homosexual y muxe, o transgénero y muxemuxe es un tercer género, único en la sociedad Be’ena’ Za’a (Zapoteca). Los muxes conforman una comunidad de personas indígenas a quienes se les asigna el género masculino al nacer y asumen roles tradicionales femeninos, presentándose como muxes mas no como mujeres. En el trabajo de Avendaño se hace una reflexión sobre la muxeidad, sexualidad, erotismo y las tensiones que surgen. Aunque la muxeidad es entendida y aceptada como parte de la sociedad Be’ena’ Za’a, esta existe dentro de una estructura que privilegia los roles fijos de hombres y mujeres, respectivamente. Es importante notar que el trabajo de Avendaño presenta una reflexión sobre la muxeidaddesde dentro y no desde fuera; es decir el artista explora de manera crítica lo que significa ser muxe siendo muxe él mismo, así presentando una alternativa a los análisis académicos que pueden exotizar.

En Réquiem para un alcaraván, Avendaño reflexiona sobre los roles tradicionales femeninos, en particular en los ritos y tradiciones de la región de Tehuantepec (una boda, un velorio y un funeral), muchos de los cuales les son negados a los muxes. Para la ceremonia matrimonial, el artista prepara el escenario decorándolo y luego, con los ojos vendados, escoge a un miembro del público, un hombre, para casarse con él. Este tipo de unión no es bien vista en la sociedad Be’ena’ Za’a tradicional aun cuando el matrimonio igualitario haya sido aprobado por el congreso de Oaxaca gracias a la iniciativa de la intelectual y activista muxeAmaranta Gómez Regalado, en agosto del 2019. 

El 10 de mayo de 2018, el hermano menor del artista, Bruno Avendaño, desapareció durante sus vacaciones en la Marina. Desde entonces no se sabe nada de él y Lukas ha utilizado su plataforma como artista internacional para visibilizar el problema de la desaparición en México. Otros artistas y activistas lo acompañan cuando viaja alrededor del mundo para mostrar su trabajo y crear espacios donde puede exigir respuestas sobre el paradero de su hermano y del de más de 60,000 individuos que han desaparecido en la última década y media en México. 

© Mario Patiño

Más sobre Lukas Avendaño

© betevé

Sobre Rita Palacios

Rita tiene un doctorado en español con especialización en literatura latinoamericana de la Universidad de Toronto. Es profesora de idiomas en la Escuela de Estudios Liberales de Conestoga College en Kitchener, Ontario. Su investigación examina la literatura maya contemporánea desde una perspectiva de estudios culturales y de género. Es coautora de Unwriting Maya Literature: Ts’íib as Recorded Knowledge (March 2019) con Paul M. Worley, en el que privilegian la categoría maya ts’íib por encima de otras construcciones sobre lo literario, para así revelar cómo los propios pueblos mayas conciben su producción cultural. https://ritampalacios.com


Raquel Antun Tsamaraint. Versos Anent

© Fotografía de Mario Faustos / El Comercio

Raquel Antun Tsamaraint es poeta Shuar, originaria de la Provincia de Morona Santiago (Amazonía ecuatoriana). Es hablante nativa del Shuar Chicham, lengua que protege y difunde a través de la educación y la literatura. Los anent son plegarias/cantos que se hacen acción, palabra fuerte que las abuelas y abuelos Shuar han cultivado desde tiempos inmemoriales. La poeta kichwa Yana Lema, colaboradora de Siwar Mayu y compiladora de la colección Ñawpa pachamanta purik rimaykuna / Antiguas palabras andantes. Poesía de los pueblos y nacionalidades indígenas del Ecuador (2016), nos ha enviado estas palabras para introducir la obra de Raquel Antun Tsamaraint:

“Las formas de relacionamiento entre todos los seres vivos en la selva son tan cercanas y profundas. Y ese convivir entre el ser humano y todo lo que hay en la selva es lo que podemos encontrar en la voz de Raquel. La vida de las plantas y los animales sagrados se entrelazan con la vivencia de los seres humanos, sea hombre o mujer; más aún, esta poeta comparte con nosotros el sentir no solo de los Shuar, su nacionalidad, sino de la mujer Shuar. Podría decirse que sus versos son anent, cantos sagrados; cantos nuevos guiados por los anent ancestrales que han cantado y siguen cantando las mujeres de su pueblo.  Ella habla de las cuevas, de los alimentos, del jaguar, del tabaco, de los sajinos, y en todo está el sentir de la mujer, por eso me alegra presentar la poesía de Raquel Antún: voz locuaz, directa, pero al mismo tiempo profunda y amorosa. 

¡Yuminsajme Raquel!”

Raquel Antun © Poemas publicados en la antología Ñawpa pachamanta purik rimaykuna / Antiguas palabras andantes. Poesía de los pueblos y nacionalidades indígenas del Ecuador, 2016

NATEM

Winchar winchar waintjai

Panki, napi, uunt yawa, churuwia aintsank

Arutam wantinkiamuri

Micha, micha jawai

Nakarkum pujumame

Karar iiame

Kakarmaram surame

Wainkiajme, aintme, amini wekasajai, mejentrusume, miniaktrusume!

Yapir nukartusume, esaintme!

Yampinkia nuwaitjai!

Natem umaruitjai!

NATEM *

Miles de luces encendidas,

Formas diversas: boas, culebras, tigres, águilas,

Era el mundo de los espíritus Arutam,

¡Y yo temblaba: frío, frío!

Estabas esperándome,

Acechando mis sueños,

Tu zarpazo me entregó el poder

Te encontré, te seguí, caminé hacia ti, me oliste, me abrazaste,

Lamiste mi rostro, me diste un mordisco.

¡Era yo la tigresa Yampinkia!

Había ingerido Natem.

* Natem: ayawaska, planta sagrada que se ingiere para tener visiones. 

NUA TSANKRAM

Nantutiniam tsankjai uumpuim nua jawai.

Anentjai Nunkuin, mash takusan tusan séame.

Nawanka tsank umar kanar uunt jastiniun iiawai. 

Atash yawajai iiawai

Nantiar, nantiar iiawai. 

Nunkuin iiawai.

Nua tsankramuiti. 

MUJER TABACO

A la luz de la luna, soplas su vientre y empieza a ser mujer. 

Con tus cantos sagrados pides a Nunkui que la llenen de salud,

prosperidad y riqueza. 

La chica sueña, sueños de grandeza y prosperidad. 

Sueña con gallinas y perros. 

Sueña con montañas y valles.

Sueña con Nunkui la madre tierra. 

¡Es la celebración de la mujer tabaco!

ANENT

Etsa taramtai anentrajai, umar wakeruta jati tusan nampeajai, 

Jikia jikiamu jatrawa, umar wake mesempra pujutrawa, tu

Pujutajai.

Anentrakui panki aintsanak aminin penkan wekaja. Wake

Mesempra pujutrawa. Maru, maru enentaintrawa. 

CANTO SAGRADO

Canto cuando el sol está muriendo,

Esos rayos de muerte inyectan amor a mi melodía y sucede el 

milagro del amor, finas vibraciones llegan al corazón del amado 

e inyectan pasión en el alma.

Mi canto llega a ti y envuelve de colores, como la anaconda 

envuelta en ti caminará mi canto sagrado y no podrás olvidarme, 

siempre me tendrás presente, amado mío. 

YAMPINKIA NAYAIMPINIAM

Yampinkia nayaimpiniam wakaruiti yaa aintsank.

Nayaimpiniam charip chichainiakuinkia nii ainiawai nunkanam

Tarattsa wakeruiniak.

Yampinkiaka yaa yunkunmirin yuiniawai, niinkia winia apachur

Ainiawai, karar wainianiawai. 

JAGUARES DEL CIELO

Y los jaguares subieron al cielo convertidos en estrellas.

Si de pronto el firmamento ruge, son ellos que extrañan el calor

de la tierra. 

Los jaguares comen polvo de estrellas, ellos son mis abuelos

que guían mis sueños. 

UWISHIN

Intiashin enkema entsanan enkemamiayi, Tsunkijai pujustasa.

Entsanmanka Tsunki iwiaku pujuiniawai, itiur namaksha ajuntain,

itiur jaancha tsuarminiat, tusa unuimiarmiayi.

Tsunki nii kakarmari susaru, chichatainiam, usuknumsha. 

Uwishin jaasmiayi. 

SHAMÁN

Y bajo su larga cabellera negra se sumergió y pudo respirar en

el agua. Se fue al reino de los Tsunki a vivir como ellos.

Aprendió que el reino del agua es maravilloso, le enseñaron a 

curar a los enfermos, a sanar sus dolencias.

Recibió de los Tsunki su poder, el poder que está en la palabras 

y en la saliva.

Él se convirtió en shamán. 

PAKI

Tuntui chichakui jea chicham awai timiajai. Uunt paki matnium 

Chicham aujmatkatsar untsummiayi. Kashinkia yurumtsuk 

tsank umartaji, nuaka nijiamanch nawawarti. Ayamtai 

najanatniutji. Paki nakarmainiawai, niisha ijiamaniawai ii jeatin 

asarmatai. 

SAJINOS

Toquecitos del tuntui, indicaban que algo sucedía en la aldea. 

Era el llamado del jefe uunt para discutir sobre la cacería de los 

Sajinos. Mañana ayunaremos y tomaremos tabaco, las mujeres 

prepararán nijiamanch para emprender el viaje, haremos un 

ayamtai en la selva. Los sajinos nos esperan, ellos también han 

preparado una fiesta para recibirnos, les dijo. 

Más sobre Raquel Antun Tsamaraint

Raquel Antun sobre la educación intercultural

Filogonio Naxín. La red entre los seres

Cabeza de Guajolote © Filogonio Naxín

Por Juan G. Sánchez Martínez

El arte de Filogonio Naxín es una apuesta por la libertad de las formas. Más allá de galerías, museos y escuelas de arte, Naxín disloca las definiciones de “lo tradicional” y visualiza puentes en óleo, acrílico, o acuarela con los que cruza desde la lengua mazateca a las técnicas de la plástica occidental.

Filogonio Naxín
Se tragó el mundo © Filogonio Naxín

Filogonio Naxín es de Mazatlán Villa de Flores, Región Cañada, territorio mazateco en el Estado de Oaxaca, México. Es hablante nativo de la lengua mazateca. Estudió Licenciatura de Artes Plásticas y Visuales en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. Hoy en día ofrece talleres de pintura, dibujo y grabado; y es ilustrador de libros. Cuenta con más de 20 exposiciones individuales entre las que destacan el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca-IAGO, la Galería Torre del Reloj en Polanco, y el Museo Nacional de las Culturas del Mundo del INAH. En 2015 el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas publicó su libro bilingüe (mazateco y español) Minu xi kuatsura chichjána, Kui anima xi bantiya yajura / Qué cosa dice mi tata, Seres que se transforman. https://www.facebook.com/FilogonioNaxin 

© Secretaría de Cultura de México

Las pinturas de Naxín gravitan en torno a personajes y horizontes en los que se funden seres-humanos, seres-animales y seres-nawales. Su apellido mismo, Naxín, es nawal-espíritu-caballo, una presencia en muchos de sus lienzos. En la indefinición de las formas, estas pinturas invitan a imaginar un tejido entre los seres: un perro es un venado es una ballena es un ratón es un dinosaurio es una ciudad. Los “niños santos” (como llamaba María Sabina a los hongos medicinales que crecen en las montañas de Oaxaca) se yerguen coloridos en esta red que ata las formas definidas con el misterio.

Jkin Chuu Ngasundie / Animales de la tierra © Filogonio Naxín
Tuntsin / Colibrí © Filogonio Naxín

En algún punto de su experiencia, el espectador puede preguntarse: ¿son fantasía estas imágenes? ¿Pero cómo distinguir “la fantasía” de “lo real”? ¿O son estas visiones otra forma de representar lo que siempre ha estado allí? En cualquier caso, parece que la única forma de ser en estas obras es “ser-entre”: como en “Ngansudie / Tierra”, en donde el cuerpo de la ciudad es el estómago de un venado en el que se puede ver la vía láctea; o como en “Ién Nima / Lengua mazateca”, en donde el cuerpo de un perro es una escalera erguida como un árbol. Ser-entre planos, ser-entre cuerpos.

Ngansundie / Tierra © Filogonio Naxín
Ién Nima / La palabra del humilde / Lengua mazateca © Filogonio Naxín

De pronto, el espectador transita del asombro hacia la risa, pues el universo estético de Naxín devela la fragilidad de los seres humanos que se creen solamente “individuos”. En “La madre tierra”, la semilla, el maíz, el agua fluyendo son trazos espontáneos de una mano/montaña habitada por la vida. 

La madre tierra © Filogonio Naxín
Ndiya / Camino © Filogonio Naxín

Se ha dicho que el arte de Naxín es “surrealista”, y es famosa la frase de André Breton cuando visitó México en 1938: “México es el país más surrealista del mundo”. Sin embargo, en este contexto, quizás eso que algunos ven como surrealista, prestado del inconsciente o del absurdo, sea todo lo contrario: una mirada antigua/contemporánea/consciente como la que muchos pueblos originarios de Abya-Yala han cultivado por milenia. Aquí en Siwar Mayu hay algunos ejemplos de esta mirada. El arte de Filogonio Naxín es una invitación para las nuevas generaciones a recordar y ensoñar este tejido entre lenguas, estéticas y mundos. 

Voz de la montaña © Filogonio Naxín
Pico © Filogonio Naxín

Más sobre el arte de Filogonio Naxín

“Un pintor del surrealismo mazateco”, por María Álvarez Malvido: https://cultura.nexos.com.mx/?tag=filogonio-velasco-naxin 

Epupillan / Dos-espíritus. Comunidad/lof Catrileo-Carrión

© Daniela Meliang Antilef

En febrero de 2020, Siwar Mayu se encontró con Antonio Calibán Catrileo y Manuel Carrión en UC San Diego, a donde habían sido invitadxs al Simposio de escritores indígenas y sus críticos, organizado por Gloria E. Chacón. Canto, tejido, poesía se juntaron en su presentación. El mensaje de su tejido fue claro: al desestabilizar la estructura colonial, se hace visible su complicidad con el sistema heteropatriarcal. En esta entrega de Siwar Mayu, compartimos algunos video-ensayos de la la Comunidad Catrileo-Carrión, junto con dos textos inéditos de Antonio Calibán Catrileo, traducidos al inglés por el escritor y amigo Felipe Q. Quintanilla. ¡Gracias por su trabajo, hermanxs!

En palabras de la comunidad Catrileo-Carrión:

En mapuzungun, “epu” significa dos y “pillan”, espíritu, respectivamente. El espectro epupillan, es decir, de personas dos espíritus en contexto mapuche, se excede de las categorías LGBTIQ+, ahí recae su radicalidad porque pone en tensión el dimorfismo sexual (…) Lo epupillan tensiona la noción que tenemos del cuerpo separado del espíritu, le ha perdido el miedo a dejar de pensar en binarios para ser una experiencia radical ante la colonialidad del género, tensionando entonces todo el paradigma colonial de las construcciones identitarias sexo-genéricas, es una provocación abierta a explorar lo diverso, a considerarnos parte del itrofilmongen (biodiversidad).

https://vimeo.com/catrileocarrion
© Daniela Meliang Antilef

Truyuwiyu chiwayantü mew / Nos besamos en la niebla

Podíamos percibir las miradas incómodas de los wentru al vernos juntxs. Yo por andar con las uñas pintadas y vestirme con algunos elementos que la tradición nos diría que solo las zomo podrían llevar eso, con un tono categórico, sin una posibilidad de duda. Durante toda la rogativa tuvimos que lidiar con eso: con las miradas burlonas y desconfiadas. Miradas incómodas por no comprender qué era yo, qué éramos nosotrxs. Hasta que las mujeres mayores, las papay, comenzaron a pedir mi nombre para que saliera a bailar con los hombres, los wentru portadores de la tradición. Quise resistirme por temor al rechazo que me hacían saber una y otra vez. Pero ahí estaba yo, llevando en mi cabeza un muñolonko como lo usan mis hermanas, porque siempre fui una más dentro mi comunidad. Nunca me trataron como ajena, desubicada. Por un segundo pensé en restarme, pero luego sentí el llamado de las papay que volvían a decir mi nombre. Una de ellas dijo que no iba a empezar el choyke purrun si no me sumaba. Por un segundo respiré y contemplé la escena: todas las familias heterosexuales reunidas alrededor del rewe, y en una esquina estaba mi comunidad, aquella conformada por Manuel, Patricia, Consuelo y Constanza. Observé que Consuelo por primera vez había tomado mi kultrun, y tímidamente lo comenzó a tocar. Mis ojos se nublaron de una emoción que nunca antes había verbalizado. Miré fijo a Manuel.

Me uní con esos hombres, aunque yo no olía a masculinidad, sino más bien olía a otra cosa inclasificable. Sabía que no me querían ahí porque estropeaba la puesta en escena de hombres viriles emulando el cortejo de un pájaro. Porque yo precisamente no hacía eso, sino para mí el choyke purrun era un espacio y tiempo para darme el placer de bailar y transitar. Volví a ver a mi comunidad. Ahí estaban mirándome. A ellxs les dediqué ese baile y rogativa. A las parias de la identidad, las sin apellido, las sin rostro, las que nadie quiere acercarse por no saber muy bien nuestros géneros. Y giré en torno al rewe. Cerré los ojos y me enfoqué en esos primeros golpes tímidos que Consuelo hizo con mi kultrun. Su pálpito era delicado, sensible. Distinto al de las papay, que sonaban fuerte y claro, porque eran las guardianas de la tradición. Pero cerré los ojos y difuminé el ruido, poco a poco comencé a sentir que mis latidos se sincronizaban con el ritmo de Consuelo, y le pedí a los espíritus que nos estaban visitando en ese momento, que me borraran la humanidad por ese corto tiempo de ceremonia. Le pedí con cada movimiento de mi cuerpo que todxs vieran mi desborde, que me vieran transitar en la energía de Antükuram. Nuestra empatía se daba en cada giro que hacíamos en el rewe, yo bailaba al ritmo de mi comunidad, pese a no poder tocarnos, ni manifestar nuestro amor públicamente. Nuestro baile no era por la diferencia, más bien era una provocación. La niebla cubrió toda la rogativa, solo podíamos escucharnos y ver siluetas espectrales. Aún así sabíamos que estábamos girando. Saqué a Manuel al baile, me atreví a darle la mano, aunque dijeran que hombre con hombre no se podía. Yo sabía que ningunx de lxs dos era realmente un hombre. Éramos una energía compartida que se dejaba tocar por chiwayantü, la niebla. En ese baile poroso nos besamos sin tocarnos: Manuel, la niebla y yo. Fue un gesto de amor epupillan. A lo lejos pudimos escuchar a Consuelo tocar vívidamente el kultrun. Algo en nosotrxs había despertado.

~

Wentru: hombre

Zomo: mujer

Papay: ancianas

Muñolonko: pañuelo que se ata a la cabeza

Choyke purrun: baile del avestruz

Rewe: altar, espacio ceremonial

Kultrun: tambor mapuche

Antükuram: huevo sin embrión

Chiwayantü: niebla

Epupillan: dos espíritus

“Kizungünewün epupillan / auto-determinación dos-espíritus”, un video-ensayo de la Comunidad Catrileo-Carrión

En Kizungünewün epupillan / Auto-determinación dos-espíritus, la comunidad Catrileo-Carrión explora a través de la imagen y la poesía toda la fuerza de su multiplicidad epupillan. La auto-determinación epupillan cuestiona clasificaciones como “Champurria” (mestizo), “warriache” (mapuche urbano), “homo/heterosexual” y “mapuche”, pues la identidad unívoca y fosilazada son armas coloniales de control tanto de los colonos como de la colonización internalizada. En un prólogo y tres partes, Antonio Calibán, Manuel y Constanza auto-reflexionan sobre cómo las expectativas sobre las clasificaciones étnicas obstruyen la posibilidad de ser, marginando a quienes “no son lo suficiente”, o fluyen entre diversas posibilidades. Mientras un huso gira sobre la tierra, leemos sobre la pantalla: 

Nos han hecho el test de la raza, no encontraron el color que esperaban en nuestras pieles, ni los rasgos ni el pelo, tampoco encontraron en nuestros apellidos el origen o el lof correcto, y nuestra relación no-heterosexual simplemente les incomodó. Nuestra mapuchidad no les pareció suficiente. (4:30)

Performance + Poesía + Video + Ceremonia + Liquen de los menokos + Piedras de volcán dormido = Sanación para el cuerpo, el corazón y el espíritu múltiple. 

© Daniela Meliang Antilef

Anembrionario

Este huevo no viene nada bien, decían. 

Porque no traía feto, no iba a reproducir la vida. 

Aún así celebramos su existencia, 

sin proyectarle la obligación 

de un futuro pensado 

para reproducir la especie. 

Este huevo no está vacío, 

es un huevo que nos llama al presente. 

Es la vida sin la pretensión de algo más. 

Las antiguas papay decían 

que muchas veces las aves daban huevos así, 

y que en general la vida 

en sus infinitas posibilidades 

nos ofrecía este regalo: un huevo sin embrión, 

un huevo de sol que solo trae luz 

y abundancia para quienes lo reciban.

Este huevo no viene nada bien, decían. 

Y crecimos creyendo eso, 

que nosotrxs éramos esa no-vida reproductiva 

vista como defectuosa, incompleta, errada. 

Y así viene una lista enorme de adjetivos: 

puto, somodita, pecador nefando, maricón, hueco.

Y esta energía no reproductiva tiene nombre. 

Tiene tiempo y espacio por donde transitar: 

Antükuram es nuestro newen,

nuestra posibilidad de habitar una vida dislocada 

lejos del complemento hombre-mujer, 

alejada de esa tradición que nos impusieron,

una vida que elige su presente y su abundancia. 

Nunca vacía, nunca pecaminosa.

Hay un mundo lleno de seres como nosotrxs,

somos el ángulo que abre y cierra el círculo.

Recibimos fuerza del sol 

para vencer los prejuicios de nuestra gente,

para quemar con rebeldía el lugar que nos han quitado.

Pero estamos brotando con la fuerza de Antükuram

Y pronto volveremos a danzar sobre nuestros rewe

Para abrirle paso a nuestro tránsito desbordado.

~

Papay: anciana

Antükuram: huevo sin embrión

Newen: fuerza

Rewe: altar, espacio ceremonial

Más sobre la comunidad Catrileo-Carrión

Awkan Epupillan Mew. Dos espíritus en divergencia. Antonio Calibán Catrileo Araya. Pehuén Editores, 2019. (adelanto)

Bitácoras de trabajo de arte colaborativo con comunidades:

Ngoymalayiñ / No olvidamos

Corto sobre el asesinato de Matías Valentín Catrileo Quezada en 2008, a manos de un carabinero del estado chileno. Fragmentos de una entrevista a Catalina Catrileo, hermana de Matías, por un periodista que lanza preguntas incisivas: “Catalina, ¿tú te sientes chilena? ¿Quisieras sentirte chilena o preferirías un estado mapuche autónomo?” La respuesta: “El estado es un ente represor”. La lista de nombres de los asesinadxs en “democracia” es un reconocimiento público a la impunidad.

Famew Mvlepan Kaxvlew / Aquí estoy río herido

Video-ensayo-memoria de Antonio Calibán Catrileo y su decisión radical de auto-determinación al cambiar el nombre de su partida de nacimiento. El apellido de la abuela, el río Mapocho fluyendo, y el wixal/telar son testigos de este desblanqueamiento, en el que no hay una sola forma de vivir la mapuchidad.

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