El arte como autodescubrimiento y sanación. Joseph Lane

Turtle Island © Joseph Lane

Entrevista e investigación © Jocelyn Montalban

Arte original © Joseph Lane

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Joseph Lane Nindiznikaaz (Nin-Di-Shni-Cause) es un joven artista ojibwe de Thunder Bay, Ontario Nindoonjibaa (Nin-Dough-n-ji-Baa). Joseph asistió al Visual College of Art and Design (VCAD) en Vancouver, Columbia Británica, donde pudo explorar varios medios artísticos, incluyendo la animación 2D tradicional, los guiones gráficos, la escultura, el modelado 3D y el dibujo natural. Joseph se graduó como aparejador en el 2016. Un aparejador es un profesional encargado de crear y configurar los sistemas de control que permiten animar personajes y objetos en una producción animada. Un aparejador es fundamental para dar vida a los personajes y objetos en el mundo animado, asegurando que puedan moverse de manera verosímil y expresiva. Hoy en día, Joseph crea piezas de arte digital utilizando el software de diseño gráfico ProCreate. A lo largo de su trayecto, Joseph ha descubierto el poder del arte como una herramienta fundamental para la expresión personal, la sanación, la unión entre culturas y como catalizador para la participación comunitaria.

“Soy un artista ojibwe de 32 años. Cuando era joven, nunca pensé que mis garabatos en mis cuadernos escolares me convertirían en un artista que vende su trabajo. Crecí como un joven urbano nacido en Brampton, Ontario, que se mudaba una y otra vez entre esa ciudad y Thunder Bay, hasta que me asenté aquí a la edad de 12 años, así que, mientras crecía, tuve muy poco contacto con mi cultura indígena. Al crecer no teníamos mucho, mi mamá siempre estaba trabajando, y mi padre siempre estaba trabajando y, durante los primeros 15 años, él estuvo adentro y afuera de mi vida. Mi kookum (abuela) por parte de mi padre era MaryJane Mainvillle, ella fue una sobreviviente del sistema de escuelas residenciales.”

Joseph Lane

Turtle (Tortuga) © Joseph Lane 
El verano pasado compré un caparazón de tortuga a un vendedor en un pow wow. Busqué qué animales podía ver en cada caparazón. Este es el caparazón que elegí. Esto es para mostrar lo hermoso y artístico que es el mundo que nos rodea. Puede que haya cambiado algunas de las líneas en el caparazón de la tortuga, pero si miras el caparazón real puedes ver la imagen.Joseph Lane

Conocí a Joseph en febrero a través de una conversación por video, durante la cual habló sobre las experiencias de vida que lo llevaron a donde se encuentra ahora en su camino artístico.  Joseph expresó elocuentemente cómo el arte digital se ha convertido en una parte integral de su vida y cómo le ha ayudado a profundizar su conexión con su cultura indígena, algo que no siempre prevaleció mientras crecía como joven indígena en un entorno urbano. No fue hasta que Joseph comenzó este camino de crecimiento a través del arte que comenzó a desenterrar las partes ocultas de su trauma, dando forma gradualmente al mosaico de su proceso de sanación.

“Mi familia ha luchado con el trauma intergeneracional debido a las escuelas residenciales; esto causó muchos problemas con mi identidad cultural a una edad muy temprana, especialmente creciendo en un área como Brampton donde hay muchas culturas. Cuando era más joven, siempre me enseñaron que “alguien la está pasando peor que tú”. Aunque esto es cierto en ciertas circunstancias, esto también refuerza la minimización de las luchas personales, las emociones reprimidas, y la comparación perpetua y autocrítica. No fue sino hasta que comencé este camino artístico que me comencé a sanar de mi trauma.”

Joseph Lane

Ying & Yang © Joseph Lane
“Esta pieza está inspirada en otra cultura. Para mí, el simbolismo del diseño del yin y el yang representa el equilibrio. En mi cultura, es la Rueda de la Medicina.” Joseph Lane
Nipi © Joseph Lane
“Esta es una pieza que hice para participar en un concurso llamado “el agua es vida”. Desafortunadamente, no gané, pero esta pieza representa cómo el agua es esencial para la vida. Desde el recién nacido en el vientre de su madre, pasando por la tortuga más pequeña en el estanque, hasta el hombre en la luna, todo está afectado por el agua.” Joseph Lane

Mientras los países alrededor del mundo enfrentaban el inicio de la pandemia del COVID-19, un periodo de incertidumbre y desorden, la vida de Joseph sufrió un giro inesperado, marcado por una gran pérdida y angustia personal. En medio de la convulsión global, Joseph se encontró con dos acontecimientos desgarradores que alterarían su trayectoria.

“Avanzando rápidamente hasta el inicio de la pandemia, sucedieron dos acontecimientos trascendentales en mi vida. Mi primo Eddie desapareció, y pasamos dos semanas buscándolo por el bosque. Sus restos fueron encontrados la primavera siguiente a solo 10 kilómetros de donde estábamos buscando, pero en dirección opuesta. Durante este tiempo, nos acompañó un sabio. Lo que aprendí es que un sabio es alguien en la comunidad con una gran conexión espiritual con Aki [la tierra] y el creador. Habíamos encontrado lo que creíamos que era una huella de sasquatch (Sabe – “Saw-bay”). Mi talla es 13 y esta huella era al menos una pulgada más larga que mi zapato. El mayor quería ver la huella, y le ofreció una canción que, según dijo, le había regalado Sabe en un sueño. Esta fue una experiencia increíble, los árboles y el viento simplemente llevaban la voz del sabio. Cuando empezó a cantar, podías escuchar algo grande caminando en la línea del canopi, y caminó hasta que llegó justo fuera de la vista y se sentó. Escuchó la canción del mayor, se levantó y caminó más adentro del bosque.

Esta experiencia fue lo que inició mi camino artístico, pero en este punto todavía no era consciente de cuánto realmente se iba a avivar.

Durante el primer año de la pandemia, sufrí una rotura de disco en la espalda, lo que me dejó postrado en cama durante casi un año completo. Mientras aún lidiaba con lo que acababa de suceder el verano anterior, esto me llevó a caer en una depresión muy profunda. Me recetaron medicamentos, pero esto solo empeoró mi situación. Olvidé una dosis y eso me llevó al borde de tener que tomar una decisión. Fue en ese segundo decisivo cuando decidí que no había terminado aquí. Dejé gradualmente de tomar el medicamento y comencé a dibujar. Fue entonces cuando comencé a ver la sanación que puede ser el arte, y ni siquiera tiene que ser buen arte, eso llegará con el tiempo.”

Joseph Lane

Lonely (Solitario) © Joseph Lane
“Esta pieza fue una de las primeras que realmente disfruté. Me permitió reflexionar sobre mi vida. Fue en ese punto donde había llegado al límite. Me sentía tan solo. Esta no es una pieza triste, representa un momento triste, pero también muestra fuerza y ​​resiliencia para buscar diferentes formas de sanación y superar los traumas. Creo que para mí esta pieza era para mostrarle a las personas que no están solas en su camino, y que no hay que tener miedo de pedir ayuda.”  Joseph Lane

Al reflexionar sobre la progresión de su trayecto artístico, Joseph recuerda los comienzos de sus esfuerzos artísticos con humildad y aprecio. La diferencia entre sus primeras piezas y su actual variedad de creaciones sirve como un conmovedor recordatorio del poder transformador de la perseverancia y el fervor. Joseph confiesa que aún sigue enfrentando obstáculos causados por los problemas recurrentes con su espalda, pero él encuentra consuelo y fuerza en su capacidad para superar la adversidad y, desde entonces, ha redescubierto su entusiasmo por el deporte y la actividad física. Fortalecido por su desarrollo artístico, Joseph se ha aventurado en nuevos medios artísticos, pasando del arte digital al medio táctil de la pintura, mientras toma cursos adicionales para convertirse en maestro.

Growth (Desarrollo) © Joseph Lane
“Esta es una de las piezas que hice para la cultura popular. Fue creada cuando se lanzó la temporada 2 de “The Mandalorian.” Fue para mostrar el desarrollo del personaje y cómo pudo fortalecer su conexión con su ‘cultura’. También descubrí recientemente que Star Wars está realmente basada en historias indígenas.”  Joseph Lane

Al concentrarse en la influencia de su viaje creativo, Joseph reconoce su doble propósito como catalizador para la sanación personal y como canal para construir conexiones significativas dentro de la comunidad. Joseph considera su arte como un pasaporte a la indagación, que le permite ir a diferentes regiones y sumergirse en el vasto tapiz de culturas y tradiciones artísticas del mundo. Impulsado por un deseo genuino de elevar y empoderar a los demás, Joseph ve su arte no solo como una forma de expresión personal, sino también como una plataforma para la abogacía y el cambio social, con la esperanza de dejar una marca perdurable de bondad y compasión. 

“Mi arte no solo me ha permitido comenzar mi viaje de sanación, sino que también ha sido capaz de establecer tantas conexiones en mi vida, lo que me ha permitido convertirme en una persona más humilde. Las aspiraciones para mi arte son viajar, me encantaría poder viajar a diferentes comunidades y aprender sobre otras culturas y formas de arte. Disfruto poder ganar dinero con mi arte, pero no es mi objetivo principal; disfruto conocer gente y compartir historias. Tener personas que regresen a mi puesto y me digan cuánto disfrutan mi arte es una experiencia increíble. También quiero convertirme en una voz de apoyo para las personas; mi objetivo general con mi vida es ayudar a otros a tener éxito y hacer que la vida sea mejor para todos.”

Joseph Lane

Un-named (Sin nombre) © Joseph Lane
“A esta pieza nunca le puse un nombre. La intención no era hacer una pieza para vender sino hacer una pieza que pudiera mostrarle a las personas cómo funciona mi cerebro cuando busco animales dentro de otros. Mi arte es un tema de conversación, quiero que la gente vea cosas que tal vez incluso yo me perdí.”   Joseph Lane

La historia de Joseph Lane nos recuerda el poder transformador que proviene de abrazar el camino artístico propio. Mientras sigue navegando la complejidad de la vida y la creatividad, Joseph anima a otros a seguir sus pasiones artísticas, y creer que cada persona posee la capacidad de tejer belleza y significado en el entramado de la existencia. Con esta filosofía como guía, Joseph anima a todos a encontrar su medio, explorar libremente y deleitarse en la experiencia artística.

Joseph nos recuerda…

“El arte está en todas partes, TODOS somos artistas. Si quieres entrar en cualquier forma de arte, simplemente hazlo. No tengas miedo de ‘fracasar’. Es a través de nuestros fracasos que aprendemos. Incluso los artistas más grandes del mundo comenzaron con simples garabatos. Solo necesitas encontrar tu medio. ¡Explora y disfruta el viaje!”

Miigwetch bizin-da-wiyeg (Me-gwitch, Bi-zin-da-we-yeg)!

Más sobre Joseph Lane

Sobre Jocelyn Montalban

Jocelyn Montalban nació en Ontario, Canadá, donde vive actualmente. Sus padres emigraron a Canadá desde la Ciudad de Guatemala en 1997.  En 2023, obtuvo la licenciatura en criminología de la Universidad de Lakehead (Ontario, Canadá). Actualmente está estudiando para obtener la maestría en Justicia Social. Su investigación se centra en cuestiones indígenas en Canadá. En su tiempo libre la encuentras viajando o yendo de excursión en las montañas. 

El arte como autodescubrimiento y sanación. Joseph Lane © Jocelyn Montalban

Arte Original © Joseph Lane ~ Siwar Mayu, abril 2024.

Memoria de la gente piel, Hubert Matiúwàa

El cómo filosofar de la gente piel © Hubert Matiúwàa, 2022

Los yopes: Mbo xtá rída/Gente piel

En la época prehispánica la lengua mè’phàà era conocida como yopi, sus hablantes eran llamados yopes o tlapanecos según el cacicazgo en que tenían asentamiento, siendo la denominación tlapaneco la de mayor relevancia para la historia oficial, debido a que a los yopes se les asoció con el apelativo de rebeldes, cuyo cacicazgo, el de Yopitzingo, se mantuvo como señorío independiente durante la expansión mexica y dio cruentas rebeliones por la defensa de su territorio en la época de la colonia.

Las culturas fueron nombradas a partir del conocimiento que se tenía sobre ellas: su actividad económica, las características del lugar en el que residían y los sucesos importantes que acontecían en ellas; fue así como surgieron las toponimias, que son referencias para entender su territorialización. Bajo esta lógica se nombran estos cacicazgos: Yopitzingo donde se asientan los yopes, y Tlappan-Tlachinollan lugar de los tlapanecos.

En el libro Historia general de la Nueva España, Fray Bernardino de Sahagún refiere que los tlapanecos y yopes son una misma cultura:

“Estos yopimes y tlappanecas son de los de la comarca de Yopitzinco; llámanles yopes, porque su tierra se llama Yopitzinco, y llámanlos también tlappanecas, que quiere dezir “hombres almagrados”, porque se embixavan con color. Y su ídolo se llama Tótec Tlatlauhqui Tezcatlipuca, que quiere dezir “ídolo colorado”, porque su ropa era colorada; y lo mismo vestían sus sacerdotes, y todos los de aquella comarca se embixavan con color. Estos tales son ricos; hablan lengua diferente de la de México.”

(De Sahagún, 1830, p. 135).

En mè’phàà, mbíñùù significa “almagre”, el cuál seguramente usaban para pintarse la cara, tal como aparecen ilustrados en el Códice Tudela1 algunos personajes yopes. Pintarse la cara tenía un sentido religioso, pero no podemos afirmar que fuera una característica generalizada, pues en los códices de Azoyú I y II los personajes tlapanecos no aparecen pintados. En algunos otros códices de la historia náhuatl el antifaz en los ojos simboliza la estrella del amanecer (Venus), curiosamente el linaje más antiguo de los tlapanecos se relaciona con este símbolo: “llamado Quahiscalera o Tlahuiscalera (señores del “alba” o “amanecer”) que probablemente se remonta en el pasado hasta los gobernantes de Temixlican… este linaje tomó el nombre de Temilitzin.” (Dehouve Op. En Gutierrez y Brito, 2014, p. 36).

1 Libro pictográfico realizado por indígenas durante la época de la Colonia en el siglo xvi.

En esta lógica de nombrar de acuerdo al “hacer” o “estar”, los yopes fueron conocidos por los rituales relacionados con la piel, que se hacían en los centros ceremoniales donde se asentaron, destacamos Tehuacalco/“casa del agua sagrada”,2 lugar donde se realizaban los rituales a Xtóaya’/piel de agua, una de las deidades más importantes para esta cultura. En la actualidad Xtóaya’ simboliza la fertilidad y la abundancia, los rituales asociados a ella están relacionados con el cambio de piel de la tierra, temporadas de sequía y lluvia. La temporada de sequía es representada por la deidad Àkùùn èwè/Señora hambruna, quien en un rito de expulsión que consiste en hacer un muñeco al que le amarran pies y manos, y lo llevan al río, donde lo ahogan en la boca de Xtóaya’. En la historia de origen del mundo, Xtóaya’ es quien crió y cuidó a À’khà’/sol y Gùn’/luna, quienes a su vez generaron el movimiento que dio origen al tiempo e hizo posible la vida. Xtóaya’ también cura a los enfermos, calma el temperamento de la gente y hace posible las buenas lluvias para las siembras, ante ella también se hacen las ceremonias de Xtámbaa/Piel de tierra.

2 Actualmente es la zona arqueológica más importante del Estado de Guerrero.

En el náhuatl actual las palabras xipeua es “pelar o desollar”, yopejtle o yopeuhtli es “despegado”, así se infiere que Yopitzingo, el pueblo de los yopes, se relaciona con las ceremonias de desollamiento.

“Es factible que la palabra yopi o yopime sea sinónimo de “xipe” (desollado) y que se haya formado por contracción del verbo mexicano “yopehua” que significa despegar algo, que se puede traducir por los que se les despega algo, los despellejados. Es probable que los mexicas hayan bautizado a los pobladores del sur como los “yopi” los que “arrancan el cuero” y también ésta puede ser una de las razones por las cuales les tomaron tanto respeto, al grado de considerar que los matrimonios de sus hijas con yopis las elevaban de rango.” (Vidal, 1987, p. 11).

Los historiadores mencionan que el origen de la deidad Xipe Totec tuvo lugar en el territorio de los pueblos yopes y que su culto se generalizó en muchas culturas, cada una reinterpretaría a Xipe Totec de acuerdo con su visión del estar y hacer en el mundo. Para los mè’phàà, la piel es el corazón de todo lo que existe.

Ahora bien, al grupo asentado en lo que hoy es Tlapa de Comonfort, Guerrero, se le conoce como tlapanecos, término de origen náhuatl. La raíz de la palabra tiene dos posibles interpretaciones: la primera es que tla viene de tlalli-tierra, pan es el locativo de lugar, y neco, que se traduce como sucio (el origen de la palabra neco se relaciona con chichimeco, que significa perro sucio o perro pintado); la segunda acepción es que tlapan significa espalda, entonces la palabra tlapaneco significa “de espalda sucia o espalda quemada”. Ambos términos se mantuvieron y evolucionaron de manera peyorativa para referirse a los tlapanecos como: los de cara pintada, los de cara sucia, los de cara chimeca.

El glifo de la antigua Tlapa aparece en el anverso de la foja 3 del Códice de Azoyú, su toponimia es representada con un círculo de color rojo que puede interpretarse como “tierra roja” o “almagre”. Uno de los nombres con los que se le conoce a Tlapa es “lugar de tierra roja” y puede referir a la actividad que desempeñaban sus habitantes, es decir, “lugar de tintoreros”.

En la lengua me’phàà a Tlapa se le conoce como A’phàà, la palabra se asocia con otras como Àphàà/ amplio o màtha Àphàà/río amplio, este puede ser el origen de la palabra, pues a Tlapa lo atraviesan dos ríos grandes actualmente conocidos como río Tlapaneco y río Jale. Por lo que es posible deducir que el gentilicio de mbo mè’phàà/el que es de Tlapa, puede ser “gente del río amplio”, nombre de acuerdo a la característica del lugar de asentamiento.

Lingüistas de la región afirman que mè’phàà también puede derivar de la palabra mix’bàà, la que traducen como “sucio, pintado o tiznado”, caracterización de los mè’phàà que aparecen en la mayoría de los documentos antiguos, y que, como se mencionó antes, corresponde a la toponimia de Tlapa. En la memoria oral se dice que los antiguos mè’phàà tenían el poder de caminar adentro de la tierra.

Los tres posibles significados de la palabra mè’phàà, ya sea “gente pintada”, “gente que pinta” o “gente del río grande”, corresponden al gentilicio del lugar (Tlapa), que se generalizó debido a su importancia, al igual que Yopitzingo. En esta investigación proponemos el sobrenombre de “gente piel” para nosotros los mè’phàà, la palabra xtá/piel es la matriz del pensamiento que une todas las variantes dialectales de nuestro idioma.

Actualmente en nuestra región el lugar de asentamiento define la variante dialectal del mè’phàà, donde los pobladores autonombran sus territorios, por ejemplo: mbo wí’ììn es el gentilicio del municipio de Acatepec, wí’ììn significa lugar de carrizos, pues esta planta predominaba en la región, el gentilicio entonces se traduce como “gente de los carrizos”. Acatepec, por otro lado, en la lengua náhuatl significa “cerro del carrizo”.

La gente del municipio de Tlacoapa se nombra mbo míwuíí, significa “lugar de chiles”, nombre que derivó de la siembra de chiles como actividad económica, así el gentilicio corresponde a “gente de la tierra del chile”. Tlacoapa, en la lengua náhuatl significa “mitad del gran barranco”, tlajko-apan/mitad-canal, o “lugar en medio del bosque”, tlakotl- apan/vara-bosque.

De igual forma, en Malinaltepec, habitan los mbo mañuwìín, mañuwìín significa “lugar donde se tuercen los cordeles” y también hace referencia a una actividad económica del pasado, de esta forma el gentilicio corresponde a “gente de la tierra del cordel torcido”. Malinaltepec en la lengua náhuatl significa “cerro torcido o hierba torcida”.

Por otro lado, Tlapa ha tenido una historia de asedios, por ejemplo el año 1447 por el ejército mexica:

“Después de 1461, el estado de cosas tuvo un cambio cualitativo, pues parece que sus líderes negociaron un pacto de cooperación con los mexicas, lo que evitó una guerra directa con la Triple Alianza durante 25 años y ayudó a duplicar el tamaño político-espacial de Tlapa-Tlachinollan. Finalmente, debido a luchas facciosas y conflictos de sucesión, la cohesión interna de la unidad política se debilitó y Tlapa-Tlachinollan fue conquistada militarmente por los mexicas en 1486.” (Gutiérrez y Brito, 2014, p. 27).

En 1477, la muerte del gobernante “Lluvia” de Tlapa-Tlachinollan, quien mantenía una relación diplomática con los mexicas, intensificó la incursión militar. Algunas fuentes como los códices de Tlapa-Tlachinollan indican que la conquista de este territorio se dio en el año 7 Venado o 1486. Por su parte, fuentes mexicas registran, según Sosa y Michel (2012) “el sacrificio de cautivos tlapanecos en el templo de Huitzilopochtli”. Así mismo, los “Anales de Cuauhtitlán informan que en la fecha 7 Conejo, dichos cautivos fueron tomados durante la conquista de Tlapa. El año mexica 7 Conejo correspondería al año tlapaneco 7 Venado, como se dijo antes, 1486.” (p. 14).

En Tlapa confluían las culturas mè’phàà, náhuatl y ñuu savi, cada una con sus sistemas políticos particulares, enfrentados por conflictos expansionistas, constituía una “unidad política de gran tamaño y complejidad […] se extendía sobre una superficie de entre 4,000 a 6,000 km2.” (Gutierrez y Brito, 2014, p. 27). Cuando sucedió la invasión mexica, no se logró la unidad política-militar ni la defensa de Tlapa, a diferencia del cacicazgo de Yopitzingo, netamente mè’phàà y que se mantuvo como señorío independiente.

Los yopes, que desde la memoria oral llamaremos mbo xtá rídà/gente piel, y los tlapanecos o mè’phàà de Tlapa, diversificaron sus formas de resistencia, pri- mero ante la expansión náhuatl y luego ante los españoles:

“Diez años después de la conquista, era encomendadero de Cacahuatepec don Diego Pardo, a quien por cierto, no le hacia la vida fácil la insurrección de los Tlapanecos. En marzo de 1531 don Diego escribió al contador de México, Rodrigo Albornoz, informándole de la sublevación. Cuando pregunto a los Tlapanecos “Porque hacían tanto mal” “Me respondieron que para que les enviaba a decir nada, que no sabía yo que ellos nunca habían querido obedecer ni servir a Moctezuma que era el mayor señor de los indios, que como quería que obedeciesen ahora a los cristianos; que ellos siempre tuvieron guerras y que en ellas quieren morir y probar quienes son.”3

Illustration by Víctor Gally

3 Documento encontrado por Francisco del Paso y Troncoso en los archivos de España; lo públicó el Museo Nacional de México, en ocasión del Primer Congreso Mexicano de Historia, celebrado en Oaxaca, en 1933. Se puede consultar en Paso y Troncoso (1905). Suma de Visitas de los Pueblos, en Papeles de la Nueva España, Madrid, t. I.

Según datos de los códices de Azoyú, podemos inferir que los mè’phàà han tenido una guerra de resistencia por la defensa de su territorio desde antes de la época de la colonia. Hay una memoria del saqueo, desde la época prehispánica hasta la actualidad siguen existiendo el terror y el miedo. La guerra ahora es por el control territorial por parte de grupos delincuenciales del narcotráfico y de las empresas extractivistas.

Conocer nuestra historia permite entender las relaciones de poder por las que nuestro pueblo se forjó una identidad, la razón por la que somos invisibilizados y negados por la historia oficial. Se estigmatizó y se creó una narrativa para dividir a los tlapanecos de los yopes, como si fueran culturas distintas, para borrar su pasado y negar la memoria de sus resistencias actuales.

En la época de la colonia, cuando los sacerdotes llegaron a evangelizar esta cultura, a los pueblos mè’phàà que no se convirtieron al cristianismo se les señaló como demonios, caníbales o gente que desolla, por esa razón fueron exterminados. Debido a que se mantenían en resistencia, se creó alrededor de ellos una narrativa de odio, los sacerdotes alimentaron el terror para evitar que las distintas comunidades mè’phaà se pudieran aliar, y bajo una tendencia maniqueísta, marcaron la historia de los pueblos que se mantenían en rebeldía ante la evangelización.

Memoria de la gente piel

En la memoria oral, se cuenta que existieron los mbo xtá rídà (del mè’phàà: mbo/gente, xtá/piel, rídà o ridáá/colgado o entrecruzado), quienes hablaban una variante del mè’phàà antiguo y tenían el don de estirar su piel, de ellos se cuentan innumerables historias de terror, por ejemplo, que pedían hospedaje en las casas y al dormir estiraban una oreja para hacer su cama, estiraban la otra y hacían su cobija, pasada la noche se levantaban para robar niños y comérselos.

Las narraciones de la oralidad tienen una causa y una finalidad: transformar la memoria para la acción. El odio que se fomentó hacia los yopes terminó satanizando sus rituales, en los que desollaban a sus rivales de combate. El ataviarse con la piel dio origen a múltiples historias, narrativas que tenían la finalidad de colonizar el imaginario colectivo contra los sobrevivientes del pueblo de Yopitzingo, de esta manera serían perseguidos y asesinados por sus propios congéneres.

Actualmente, las empresas mineras tienen interés en la región de asentamiento de los mè’phàà:

“En los últimos años el territorio de los pueblos indígenas de La Montaña y Costa Chica de Guerrero ha despertado el interés del sector minero debido a los 42 yacimientos mineros que en ella se encuentran. El Gobierno Federal ha otorgado alrededor de 38 concesiones por 50 años para que diversas em- presas realicen actividades de exploración y explotación minera en la región de la Montaña, sin tomar en cuenta los derechos de los pueblos indígenas náhuatl, mè’phàà y na Savi. Los títulos entregados de la región tienen un estimado de 200,000 hectáreas y actualmente se encuentran, todos, en la fase de exploración.” (Tlachinollan, 2017, p. 6).

Y a pesar de que algunos pueblos han interpuesto amparos, como el caso de San Miguel del Progreso,4 el primer pueblo en ganar la defensa ante las mineras en México, el problema sigue vigente porque no se han cancelado de manera definitiva las concesiones.

4 Más información, en: Tlachinollan. (28 de enero de 2022). Informe. Júba wajín: Una batalla a cielo abierto en la Montaña de Guerrero por la defensa del territorio y la vida.

De llevarse a cabo estos proyectos de minería,5 y como ya ha ocurrido en otras regiones del estado de Guerrero donde las mineras tienen presencia,6 provocarían el desplazamiento de los habitantes, la llegada de grupos del crimen organizado, la prohibición de cultos, de la agricultura y la caza, situaciones que terminarían afectando y eliminando el saber y la identidad de la vida comunitaria.

5 Tlachinollan. (28 de enero de 2022). Mapa de proyectos extractivos de minería en Guerrero y en la Costa-Montaña.  

6 Las empresas mineras canadienses que operan en Guerrero son: Leagold, Gold Corp, Newmont, Minaurum Gold, Newmont Vedome Resources y Hochschild Mining, Torex Gold Resources. Considerada hasta en el 2015: “La mina de oro más grande de América Latina y la principal generado- ra de oro a nivel nacional, está ubicada entre los pueblos de Mezcala y Carrizalillo, Guerrero”. Una de las zonas con mayor índice de violencia causada por los grupos delincuenciales en convivencia con los grupos armados del Estado y bajo el amparo de las autoridades políticas.

En 2012, ante estas amenazas de extractivismo y saqueo de los recursos naturales, nace el Consejo Regional de Autoridades Agrarias en Defensa del Territorio (craadt), en la comunidad mè’phàà de la Ciénega, municipio de Malinaltepec, referente para las luchas del territorio en México.

En La Montaña constantemente se vive el acoso paramilitar, militar y de grupos criminales, quienes a través de la violencia ejercen formas de despojo del territorio, estas organizaciones son empleadas por las empresas mineras para desplazar a las comunidades, sembrando terror y muerte, para finalmente apoderarse del territorio. Y aunque en la región de La Montaña, donde vive Xtóayà’, se mantiene la resistencia y se pone a raya a los grupos delincuenciales (lo que exacerba la violencia en las zonas fronterizas), los habitantes de este lugar nos preguntamos ¿hasta cuándo?

A este contexto hay que sumarle la fractura y violencia en el interior de las comunidades, entre las cuales destacan: conflictos por linderos de tierras, la violencia, el machismo y la desigualdad que generan feminicidios gradualmente, los golpes cotidianos enquistan enfermedades que terminan con la vida de las mujeres.

De igual forma, la división a causa de los partidos políticos, genera una ruptura en el pensamiento comunitario, cada partido ambiciona el poder y busca tener presencia en la asamblea, allí las relaciones de amistad y compadrazgo se condicionan, lo que genera desgarres en el tejido comunitario y por tanto, en el bien común, esto impide enfrentar problemas colectivos y facilita el despojo territorial y de los saberes locales.

Ilustración de Víctor Gally

Al interior de nuestras comunidades, tenemos que repensar las relaciones de poder y las maneras en que las hemos normalizado. Nuestra lucha de reivindicación y defensa de territorios requiere de un emparejamiento ante la desigualdad social comunitaria. Para ello, es necesario rastrear hasta donde sea posible nuestra historia y poner en tela de juicio la historia oficial de la colonización, cuestionar las narraciones de la memoria oral para reeducarnos, evidenciar y denunciar a los caciques locales que han corrompido el poder en el interior de las comunidades, es necesario pensar desde el nosotros, como xtá/piel que cuida, para resolver los problemas que enfrenta nuestra comunidad.

Nuestros ancestros sobreviven en cada uno de nosotros, en cada acción que hacemos para dignificar la vida, en las voces de la montaña aún late el corazón de los mbo xtá rídà, y en la historia de muchos pueblos que hoy se defienden del crimen or- ganizado y de las empresas extractivistas.

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“La danza es mi vocabulario”, Barbara Kaneratonni Diabo

“La danza es mi vocabulario”, Barbara Kaneratonni Diabo © 

Juan G. Sánchez Martínez

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Barbara Kaneratonni Diabo es parte de la nación Kanienkeha:ka, y de la comunidad de Kahnawake, la cual se ubica al frente de lo que hoy se conoce como Montreal, al otro lado del río Kaniatarowanenneh (la gran vía navegable), conocido por su nombre colonial como el río San Lorenzo. Barbara es coreógrafa, bailarina y directora de la compañía de danza-teatro A’nó:wara, donde crea obras que fusionan perspectivas indígenas sobre la historia de Canadá con danza powwow, Haudenosaunee, contemporánea y estilos como el hip-hop, y el ballet. Barbara estudió teatro en la Universidad de Concordia, y en la Escuela Native Theatre. En 2015, fue una de las ocho bailarinas invitadas a participar en la primera competencia de danza con aros, en el marco de la Reunión de Naciones (Gathering of Nations) en Nuevo México, el powwow más grande de la Isla Tortuga (Norteamérica). Barbara también colabora con varias organizaciones, incluidas La Danse sur les route du Québec e Indigenous Performing Arts Alliance, con las que facilita espacios educativos interculturales, y apoya a los artistas indígenas en todo Canadá. 

Mira aquí su performance en el powwow de la Universidad de McGill en 2017

Conocí a Barbara Kaneratonni Diabo en la Casa Larga de Kahnawake en el verano de 2023, en una reunión intercultural con artistas y educadores kanienkeha:ka (mohawk). Como parte de las invitadas, Barbara compartió una de sus danzas con aros, y también un corto: Smudge (“Limpia”). En el otoño de este mismo año nos volvimos a encontrar virtualmente para conversar un poco sobre su perspectiva sobre la danza y de esta manera compartir su experiencia con los lectores de Siwar Mayu

“La danza puede conmover a las personas en muchos niveles diferentes, no solo a nivel intelectual, tú sabes, cómo al leer un artículo. También puede conmover en un nivel emocional e incluso en un nivel espiritual (…) La danza es mi vocabulario, el vocabulario donde yo me siento más segura, por eso entre más palabras, más movimientos aprendo, y puedo mejor expresar las cosas. Estos diferentes vocabularios también pueden ser interpretados por más personas, ¿me entiendes? Por eso es que me gusta mezclar muchos estilos…”

Barbara Kaneratonni Diabo

Como se puede ver en su presentación de 2017 en la Universidad de McGill  (ver arriba), en la danza con aros convergen la coordinación y la técnica con el color y el latido, todo ello en medio del movimiento circular del cuerpo y las historias. Antes de presenciar su danza en Kahnawake, Barbara nos advirtió que era probable que cada uno de los presentes tejiera una historia distinta, o por lo menos identificara diferentes seres y escenas del mundo natural. En efecto, la danza con aros es narrativa y permite la simultaneidad de tiempos y espacios: una mariposa, una canoa, la cosecha, una madre cargando a su hija. Y en ese espacio sugerente, si bien hay una conexión con los ancestros y con el territorio, Barbara me aclaró que en el momento del performance ante una audiencia intercultural, su intención se distancia de la ceremonia misma, aunque a veces algunos aspectos de la ceremonia alcanzan a intervenir en el performance.

“Me he encontrado con personas a las que les gustaría mantener la danza powwow separada de otros tipos de danza, lo cual respeto. Para mí, hay valor en mantener esa forma más pura. También pienso que es importante evolucionar porque creo que todas estas danzas vinieron de su entorno en un tiempo específico. Y tú sabes, ¿donde comenzó ese tiempo? ¿Dónde terminó ese tiempo? ¿Es solo un intervalo de 100 años o de 500 años? ¿Quién sabe, verdad? No sabemos. Así que, para mí, solo estamos continuando lo que siempre hemos hecho, que es crear nuestras danzas a partir de nuestro entorno en nuestra experiencia como personas indígenas”.

Barbara Kaneratonni Diabo 

En esta transformación de las expresiones culturales de los pueblos originarios –como me explicó Barbara–, las nuevas generaciones pueden encontrar un arte con el cual se identifican y de esta manera pueden recibir “la tradición” desde un contexto dinámico. La danza de Barbara es también una herramienta poderosa para romper con los estereotipos que clasifican “el arte indígena” como “folclor”, pues estas danzas son, a un mismo tiempo, arte contemporáneo y milenario. Eso queda claro en el corto Smudge (“Limpia”).

Choreographer and dancer: Barbara Kaneratonni Diabo. Director: Pepper O’Bomsawin Music: “New Women Song” by Cris Derksen featuring Jennifer Kreisberg. Dancer and additional choreography: Marshall Kahente Diabo. Director of photography and promo photo: François Léger Savard. Editor and colorist: Eric Morel.

En medio de la pandemia global, en ese tiempo de aislamiento social, Barbara tuvo la idea de esta pieza, la cual oscila entre el cine, la danza y la sanación intergeneracional. En las caminatas en el bosque que se ubica detrás de su casa, ella empezó a sentir la necesidad de bailar con el territorio, y de reconectarse con los árboles y los insectos a través del movimiento de su cuerpo. Una parte del corto, ocurre allí. La otra parte ocurre en el Museo McCord, justo en una exhibición titulada “Wearing Our Identity” (“Vistiendo nuestra identidad”), donde Marshall Kahente Diabo –el hijo de Barbara– intenta a su vez reconectarse con las piezas y los trajes exhibidos, los cuales se muestran inalcanzables al otro lado de los cristales y los escaparates.  

“… uno de los temas en este corto es que cuando no podemos acceder a nuestra cultura, y cuando ya no podemos acceder a nuestra tierra, ¿qué significan nuestras creencias, prácticas y ceremonias? Si no puedes acceder a ellas, tú sabes, entonces puedes atravesar por muchas emociones. ¿Pero qué significa esto? Por eso al tener nuestros trajes, nuestra cultura detrás de los escaparates, adentro, no afuera, me pareció el lugar perfecto.”

Bárbara Kaneratonni Diabo

El contraste entre el museo y el bosque, el hijo y la madre, el adentro y el afuera, el olvido y la memoria, es poderoso. Y en medio de esa aparente contradicción, ambos danzantes dialogan entre sí y sostienen una visión intergeneracional: quizás la certeza de que todos somos uno con la naturaleza, y de que todo está en movimiento, incluso la tradición, o la savia del árbol o los átomos mismos –como me recordó Barbara. Al final de nuestra corta entrevista, le pregunté si tenía algunas palabras de consejo para los jóvenes creadores que acaso algún día van a leer este texto. Entonces me dijo:

“… todos nacemos con talentos, y simplemente estamos en un viaje para descubrir cuáles son. Así que sé auténtico, y entonces habrá un lugar, un lugar importante para ti.”

Barbara Kaneratonni Diabo

¡Fie Nzhinga, Barbara! Gracias. 

Más sobre Barbara Kaneratonni Diabo

Sobre Juan G. Sánchez Martínez

Juan Guillermo Sánchez Martínez nació en Bakatá/Bogotá, en los Andes colombianos. Coordina la antología y exhibición multilingüe en línea Siwar Mayu, un río de colibríes. Como poeta, es autor de Uranio (2023), Bejuco (2021), Salvia(2014), Río (2010), y Altamar, este último galardonado en 2016 con el Premio Nacional Universidad de Antioquia (Colombia). También es autor del estudio Memoria e invención en la poesía de Humbeto Ak’abal (Abya-Yala, 2012), y coeditor de las antologías Muyurina y el presente profundo (Pakarina/Hawansuyo, 2019), Mensaje Indígena sobre el Agua(IWFWP, 2014), así como de números especiales sobre literaturas indígenas en Diálogo (DePaul University, 2019 y 2016), y Revista Canadiense de Estudios Hispánicos (2015). Actualmente coedita junto con Gloria E. Chacón y Lauren Beck el volumen Abiayalan Pluriverses. Bridging Indigenous Studies and Hispanic Studies (Amherst College, 2023). Es profesor asociado del Departamento de Estudios Indígenas de la Universidad de Lakehead (Thunder Bay, Canadá). 

Tuuch, óol, y poesía. Pedro Uc

El ombligo maya, óol, y poemas originales © Pedro Uc

Selección © Melissa Birkhofer y Paul Worley

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Es una alegría presentar esta selección de la obra ensayística y poética de Pedro Uc. Como escritor bilingüe (maya yucateco y español), su ejercicio de la traducción desdibuja las fronteras entre los géneros literarios y la filosofía. Aquí, traducir una palabra como “óol” o “tuuch” es un gran esfuerzo por construir un puente lingüístico entre dos modos de estar-en-el-mundo. Al buscar las palabras en las lenguas europeas para explicar los vocablos ancestrales, el traductor se interna en la analogía, en la imagen poética, y expande la realidad del lector. La siguiente selección abre con un relato-ensayo sobre el tuuch, el ombligo, la conexión del recién nacido con la tierra; continúa con una suerte de “glosario poético-intercultural” alrededor del óol, ser-ánimo; y cierra con un conjunto de poemas. 

¡Gracias al autor y a los traductores por su generosidad con Siwar Mayu! 

El ombligo maya

No puede controlar la búsqueda de sus manos, sus dedos, al no tener hilos de guano para crear su tradicional sombrero, se tejen entre sí, sus pies parecen exigirle caminar con apuro hasta el fondo del monte, no pueden sostenerse con firmeza sobre la tierra, sus ojos como un par de guardianes en el mooy1, recinto sagrado de la partera que con tanta maestría, como con tanta delicadeza, frotaba con una porción de algodón calentado, el entorno del ombligo del recién nacido que parece disfrutar el calorcito donde le comenzó la vida. El joven campesino se estrenaba como padre, nueve largos días parecían muy largos para una de las siembras más importantes de su vida, el tuuch2 de su hijo recién nacido; la complicidad en la mirada de su compañera de vida que es una nueva madre, no es cosa menor, parecen no necesitar palabras, ya que escuchan sus miradas frente al rito del póok tuuch3 celebrada por la Chiich4, todos los familiares saben que la ceremonia ha empezado y llevará algunos días, mientras tanto las hojas aromáticas preparan la purificación del camino que Yuum iik’5 empieza a señalar como el gran encuentro con Yuum K’áax6 y Yuum Cháak7, el gran día de la siembra del misterio de la vida, de la conexión con la noche para que pueda amanecer.

Jpiil, como le decían a Felipe en la comunidad, estaba listo para recibir de las manos de Chiich, la partera, el tuuch de su primer hijo para entregárselo a Yuum K’áax, sus padres le dijeron que el suyo yace en la cuenca de un cenote, debajo de una gran ceiba que parece ser la abuela de aquella gran selva, a día de hoy, es un lugar habilitado como santuario para realizar las ceremonias vinculadas a la vida de la milpa.

1 Rincón de la casa.
2 Ombligo
3 Ombligo calentado.
4 Abuela
5 Viento padre-creador.
6 Monte Padre-creador.
7 Lluvia Padre-creador.

Las abuelas y los abuelos cuentan que los mayas como ellos, no pueden entender la vida sin el monte, sin los cenotes, sin las plantas, sin la lluvia, sin el viento y sin el territorio, porque la mujer y el hombre maya son nacidos de la tierra, son como los árboles; el monte es una comunidad, los árboles viejos son los abuelos, pero ahí están también los hijos y los nietos, hasta los recién nacidos. Por eso es inevitable sembrar el táab8 que nos une a los humanos con la tierra, con el monte, con el viento y con el agua. U táabil u tuuch chan paale’ tu ts’u k’áax unaj u bisa’al mukbil ti’al u p’éelili’ital tu ka’téen yéetel le kuxtalilo’9, así aconsejan los nojoch wíinik10, las mujeres y hombres más mayores. El cordón umbilical recién desprendido del cuerpo del niño debe llevarse inmediatamente al corazón del monte para entregar a Yuumtsil, ahí se debe dejar, ahí se debe enterrar, ahí se debe sembrar para recuperar la conexión con la vida, para que la nueva creatura sea una con el monte, con la milpa, con el agua, con la tierra y con el viento.

Esta es parte de la espiritualidad de lo maya que se vive atenuando por la colonización a día de hoy, aunque sigue viva y en algunas comunidades con buena salud. Entre las familias mayas, a los niños o niñas recién nacidas se les hace el póokbil tuuch por la partera  o la misma madre, durante los primeros tres o hasta los nueve días de vida, hasta que se desprende ese pequeño cordoncito, se envuelve cuidadosamente en una tela, en una hoja de plátano, en un jolo’och11, o en una porción de algodón y se lleva por el padre, o el abuelo, a la selva más longeva para sembrar, quizá en la orilla de un cenote, o debajo de una ceiba, o de cualquier otro gran árbol simbólico.

8 Cuerda
9 El cordón umbilical del niño debe ser enterrado en el corazón de la selva para que sea uno de nuevo con la vida.
10 Persona mayor con solvencia moral.
11 Cascara de elote.

Este rito tiene por finalidad reconectar a la nueva criatura con la naturaleza, con la tierra, para que no se traicione, para que no se le lastime, para que no se le abandone, para que no se le venda, sino para vivir con ella y en ella, para respetarla, para cuidarla, para acariciarla y para hacer con ella una vida comunitaria. El niño, o niña que se ha sembrado su tuuch, se naturaliza en el territorio, es recibido, o recibida por Yuum K’áax, por Yuum iik’ y por Yuum Cháak, su carne es de maíz y su óol es su memoria. Crecerá bajo la lluvia, se levantará como el viento, se mantendrá firme como la gran ceiba, la gran abuela, la que también es un táabil tuuch de la comunidad sembrada por los Yuumtsil para ser la partera de las familias mayas, la que recibe en su regazo a los nietos que llegan como semillas sembradas entre sus enormes raíces donde los empolla como gallina que cuida a sus polluelos debajo de sus alas.

La colonia hizo una nueva versión de esta celebración, como siempre ha sido la estrategia de la “evangelización”, destruir lo originario y levantar sobre los escombros su templo, su teoría, sus creencias, su interpretación. Afirma que el ombligo del niño, o niña que se lleva a dejar, o tirar en el monte, es para combatir el miedo de la criatura a los malos espíritus, a los monstruos de la selva, para enfrentar a los fantasmas y a los malos vientos.

Nada más falso y violento que esta versión, el táab tuuch de los recién nacidos que se lleva al monte a sembrar, no es para evitar el miedo, es al revés, es para vincular, o reconectar a la creatura con la tierra y la naturaleza, para hermanarse con los pájaros, con los animales, con los árboles, con el agua, con la noche y con el silencio inteligente. Algunas familias siembran el táabil tuuch de la niña debajo de la ceniza de su fogón para reconectarla con el fuego, con la tortilla, con la comida, con la leña, con las piedras que son la casa del fuego. El táabil tuuch es la cuerda de la vida, es el kuxa’an suum12 con el que se amarra la vida humana con la no humana y con la espiritualidad, es la unión de la parte con el todo y el todo con la parte para hacer nacer la lengua maya a través de un lenguaje que comunica a todos los que habitan la casa que es el monte, la milpa y el territorio. Por eso la tierra no se vende ni se renta, es la casa de nuestro táabil k tuuch, nuestro kuxa’an suum.

El cordón umbilical es lo que Xtáab nos comparte, es la cuerda de la Xtáabwáay13, o la cuerda del misterio, de la trascendencia de la vida en la muerte, del satunsat14, de la oscuridad, de la noche, donde nace la vida y la misma luz como lo dice el Popol Vuj15, es donde está el contacto. Por eso muchas veces el tuuch del recién nacido, o nacida, se le encarga a un cazador, ese que llega al monte más antiguo, más maduro y más puro, el que conoce las veredas de Yuum iik’ y la casa de Yuum Cháak, en el corazón de Yuum K’áax, él se hace cargo de llevar ese kuxa’an suum para sembrar en el corazón de la selva, el monte más alto, tu ts’u’ k’áax16, así encuentra la energía del óol17 una nueva vía para llegar hasta el puksi’ik’ 18 del niño o niña para ponerlo en el mismo temple que la comunidad de mujeres y hombres que son de maíz. 

Las palabras que pronuncia el sembrador de la cuerda a los Yuumtsil19 al enterrar el táabil tuuch forma parte del sujuyt’aan20, de las palabras que solo se deben pronunciar cuando se toma un acuerdo con los Yuumtsil, en este caso también con Xtáab quien es la abuela que provee la cuerda con la que se teje el tuuch del niño, es el hombre o mujer que abre la tierra hasta hacer un pequeño agujero para depositar esa cuerda,  llama a nuestros padres creadores y madres creadoras para que los “vientos” conozcan y reconozcan este niño que recién se ha desprendido del cuerpo de su madre y se ha desconectado temporalmente de la energía de los Yuumtsil, ahora regresa como una semilla para que nazca en su corazón su compromiso de cuidar la tierra como la tierra lo cuidaría a él, o ella, en una perfecta conexión a través de su kuxa’an suum

12 Cuerda viva.
13 Madre-creadora misterio.
14 Laberinto o Xibalbaj.
15 Libro sagrado maya.
16 Corazón del monte.
17 Ser-ánimo.
18 Corazón.
19 Padre-Creador.
20 Palabra clave.

Son tres a nueve días que tarda en desprenderse el táabil tuuch del cuerpo del niño, por eso, Jpiil estaba desesperado, no puede esperar mucho tiempo para reconectar a su hijo con la abuela ceiba, con el ánimo de la naturaleza, con el canto de los pájaros y con la fuerza tan digna que tienen los animales del monte. Solo cuando se haya sembrado esta cuerda regresa la tranquilidad de la familia, por eso dicen con firmeza entre sí como parte de su testimonio, que una brisa especial entra hasta el mooy de la casa donde el niño yace envuelto en la hamaca para ser abrazado y amamantado por Xtáab como señal de esta conexión.

¿Dónde está el tábil u tuuch de quienes hoy venden la tierra? Se preguntan las mujeres y hombres de maíz, ¿no son estos que perdieron su tuuch en un partido político? ¿No será que lo dejaron en una fábrica textilera? ¿No será que lo extraviaron en una extraña fe colonizadora?  El tren mal llamado maya ha cavado en la tierra maya para desenterrar y destruir esa cuerda de la vida, ha tendido sus rieles criminales, ha arrancado la cuerda de la vida de muchas comunidades mayas despojándolas de su táab, yfrente a nuestras consignas, cada vuelta de sus ruedas pareciera decirnos “es por demás, es por demás, es por demás”.  

Las cenizas del fogón de la cocina están vacías, las raíces de la ceiba que estaban tejidas con el táabil tuuch, o kuxa’an suum de las niñas y niños mayas, están profanadas en muchas comunidades aplastadas por la rueda izquierda del tren, sin embargo, algunas milpas están empezando a espigar, ha sido un año de abundante lluvia, la cigarra no ha detenido su ik’ilt’aan21, las luciérnagas nos recuerdan con sus luces cómo hacer una luz grande al buscarnos, al encontrarnos y a hacernos comunidad nuevamente; el sakbej22 que surca el firmamento está lleno de estrellas, es un táabil tuuch que miramos en nuestro cielo.

21 Poesía
22 Camino blanco-vía láctea

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ÓOL

Los siguientes términos como Che’ óol, P’éek óol, Jáak’ óol, Ja’ak’saj óol, Náaysaj óol, Sa’ak’ óol, Ma’ak’ óol, Tooj óol, Yaj óol, Ok’om óol, Saatal óol, Chokoj óol, Síis óol y Ki’imak óol son sonidos comunes en el cotidiano tsikbal o diálogo de las comunidades en el territorio maya de la Península de Yucatán. Es de notar la invariabilidad de la voz óol al final de esta lista de términos que puede crecer mucho más, es una especie de señal o advertencia sobre el kuuch o carga de esta palabra antigua como le llaman los nojoch wíinik.

A día de hoy la lengua maya se percibe muy reducida, pierde presencia frente a la lengua dominante, pero no es una cuestión del presente, es resultado de más de 500 años de colonización, de evangelización y persecución de la lengua y cultura maya. En este contexto colonizador nos vemos desafiados a descolonizar nuestra lengua maya, hacer trabajo de arqueología del saber y de las palabras, remover los escombros de la historia para encontrar no solo los vestigios materiales sino los monumentos lingüísticos como es el óol que la colonia ha disfrazado de alma. Este esfuerzo es una pequeña fajina en dirección a la arqueología de las palabras y su descolonización.

Óol es uno de esos llamados intraducibles, no es posible hacerlo al español porque la lengua dominante, al parecer, carece de ese pensamiento, unos caen en la ligereza de afirmar que es espíritu, otros han dicho que es alma; buscan equipararlo con ese telón cristiano evangelizador, lo cierto es que no lo es, ni el uno ni el otro. Este pensamiento es propio del corazón maya, por sí mismo puede entenderse, dependiendo del contexto, como ánimo, energía, ser, origen, identidad, retoño, emoción, fuerza, principio, salud, etc.  Cuando se acompaña o antecede por otro término como es el caso de esta lista de arriba, ayuda a especificar el sentido en el que se usa, sin embargo no se limita, solamente abre uno de sus extensos campos simbólicos, políticos, psicológicos, espirituales o filosóficos. Comentaré brevemente el sentido que tiene cada uno de estos pensamientos sin que sea una pretensión de agotar su kuuch, es decir, de manera enunciativa mas no limitativa, aunque creo muy difícil de hacer por lo menos por una sola persona, no obstante  su dominio en la cultura y lengua maya, debido a que estos conocimientos son necesariamente construidos comunitariamente.     

En algunas ocasiones se oye a alguien decir óol pichi’ woye’, (huele a guayaba este lugar), el significado de óol en este caso, es aroma, olor. Más bien se debería entender así, este lugar tiene esencia de guayaba. Cuando se oye decir óol in chukej, convencionalmente, el óol en este caso se entiende como, casi, a punto de…  estuve a punto de atraparlo, pero lo que realmente se dice es, su ser perseguí. Como es de notar, perseguir el óol es un reto emocionante, en esta reflexión se hace un breve recorrido de algunos términos que pueden ayudar a entender la dimensión o extensión de este pensamiento.

Che’ óol es un término que se entiende regularmente como crudo, no maduro, no pleno, huele a inmadurez, bruto; pero es cuando nos queremos referir a algo en su estado natural o primitivo, sin estar impactado pero sin plenitud, esta expresión se deriva posiblemente del pensamiento de la segunda creación de la que se nos habla en el Popol Vuj, de los hombres de Che’, de madera, entonces el che’ óol, tiene esencia de madera, de esa creación frustrada o no lograda, inmadura, primitiva, quizá por eso cuando decimos che’eche’ (madera madera), que se traduce regularmente como crudo, estamos afirmando que no solo está crudo, no cocido, o inmaduro, sino que es algo tan simple, tan corriente, tan básico o primitivo que pudo llegar a ser cualitativamente valioso pero no lo ha logrado o simplemente de frustró; che’ óol es entonces algo insípido, sin aroma, sin sabor, sin esencia desarrollada o más bien con esencia ordinaria, rústica y bruta. 

P’éek óol, aunque se traduce generalmente como odio, sin embargo tiene mayor sentido si se entiende como rechazar, repeler y despreciar, toda vez que p’eek es, no aceptar o incomodar, es como decir, esta esencia es huraña, es desagradable, es intolerable.

Jáak’ óol se traduce comúnmente como susto, pero he de advertir que la traducción generalizada que tenemos a día de hoy de la lengua maya al español está atravesado por el espíritu colonial que lo reprime, lo acota, lo achica y lo limita a aspectos pragmáticos para restarle la fuerza y el poder filosófico, simbólico, artístico y espiritual a los conceptos y términos, toda vez que su temor a perder su conquistadora lengua, llevó a los primeros traductores a negar el sentido político o espiritual que lleva nuestra palabra maya.  Jáak’ óol es también admiración, es reconocimiento, es la capacidad de asombrarse frente a la realidad, es una actitud filosófica, es producto de una observación aguda, si alguien quiere hacer un acercamiento literal, sería como despertar el ser, levantar el ánimo, activar quien soy, mover mi atención, advertir el riesgo, poner mi ser frente a la realidad y muchas otras formas de entender el jáak’ óol.

Ja’ak’saj óol es un sustantivo, es el ser que ocasiona cierta reacción de asombro, de admiración o de temor. Por lo general se habla de seres inmateriales debido a la reducción que se ha hecho del término, sin embargo su kuuch abarca todo aquello, material o inmaterial capaz de causar asombro, de causar admiración o de mover las emociones más básicas del ser humano o de los animales y aves también. Un Ja’ak’saj óol puede estar en una cueva, en la oscuridad, en la selva, en la más oscura noche, en el cuerpo de un animal o de una persona, pero no solamente se relaciona con esta parte “negativa”. También está presente a plena luz del día, en las plazas, en las avenidas, en las escuelas, en las reuniones, en el arte, en la ciencia, en el pensamiento y en los lugares más comunes. Por ejemplo, en mi comunidad hay un cenote llamado Xjáak’saj óol, no porque atemorizan o amenazan, sino porque se dan fenómenos naturales que no forman parte de lo común en los demás cenotes, ahí se escuchan sonidos especiales o se aparecen aves enormes entre otras expresiones que generan asombro y admiración.

Náaysaj óol, es traducido regularmente como “descuidar, traicionar y distraer” pero tiene que ver con soñar bonito, del término náay que es soñar cosas bonitas, alegres o agradables, entonces el Náaysaj óol es la creación de un fragmento placentero en medio de una situación de riesgo, de hartura o rutina, es también como divertirse. Cuando los niños están aburridos en un espacio de adultos, lo que se recomienda es hacerles un náaysaj óol, cuando alguien hace una obra de arte fuera de su trabajo diario se dice en maya, táan u náaysik u yóol. También es crearle buenos sueños al óol, es planear, es proponer, es proyectar, es describir el futuro porque ya es pasado, es como cuando miramos a las mariposas por millones ir al sur, no adivinamos que van por la lluvia, es el pasado que nos muestra el futuro, es un náaysaj óol, es despertar la sensibilidad, la inteligencia, la creatividad.

Sa’ak’ óol, se traduce convencionalmente o colonialmente como activismo, cuando se le aplica a una persona, se le llama activista, o trabajador. El término es posible que venga de saak’ que se traduce ligeramente como comezón, pero lo que se quiere decir, es inquieto o emprendedor. Quizá venga también de Sáak’, es el nombre de la langosta, es un insecto que no para o descansa desde que amanece, siempre en vuelo y siempre alimentándose. En caso de ser así, Jsa’ak’ óol sería como una persona visionaria, inquieta, emprendedora, activa, de iniciativas tanto a nivel personal como comunitaria. Por ejemplo, es Jsa’ak’ óol la persona que no se conforma con sembrar las semillas básicas como maíz, frijol y calabaza en su milpa, sino siembra una cantidad de semillas en su milpa que pueden llegar a ser hasta sesenta tipos de semillas en una sola milpa, además siembra árboles frutales en su casa, ejerce algún oficio no relacionado directamente con la milpa, participa activamente en la organización de su comunidad y es siempre generoso en acompañar a las personas que necesitan de sus consejos y apoyo en alguna situación de dificultad en su comunidad. Sa’ak’ óol no podemos reducirlo al término actividad, es movimiento, es dinamismo, es visión amplia, es inconformarse con el tedio, con la rutina y con la misma realidad y con el ocio que le hace mucho daño a la juventud abandonada a día de hoy en los brazos de un sistema educativo que no educa, sino acota la creatividad y el sa’ak’ óol. En nuestro territorio hay poblaciones nombradas desde la importancia del agua viva como por ejemplo Sa’ak’ óol ja’ que con torpeza está registrado como Sacola por la colonia que, voluntaria o por incapacidad, ha ridiculizado estos nombres tan significativos. Sa’ak’ óol Ja’, es agua en movimiento permanente, agua creadora, agua activa, agua en desasosiego, agua impactante que excita, que desinhibe, que levanta el ánimo, que calienta. En algunas comunidades mayas se les apoda Sa’ak’ óol Ja’ a las personas con estas características.  

Ma’ak’ óol, es un término que se ha traducido ligeramente como perezoso o haragán, aunque literalmente sería “no ánimo, sin aliento, no ser”. Se aplica a las personas conformistas, triviales, antipáticas y acríticas. Es una noción fuerte, debido a que equivale a no existir, se puede entender como sin existencia, el óol es la existencia, la esencia; entonces un ma’ak’ óol es alguien que no tiene existencia, es un ser no ser, es una negación de lo fundamental, es por eso le da igual si llueve o calienta el sol, si el mar se abre o cae un rayo, si anochece o sale el sol, nada lo hace cambiar de su “prosopopeya existencia”. No es capaz de pensar ni por sí mismo, anda muy lejos del horizonte de vida de su comunidad. Quien pierde su corazón de maíz es un ma’ak’ óol, es un objeto manipulable que parece que siempre espera que le den migajas, pero no es así, no es capaz ni de esperar, ya esperar es mucho para su trivialidad. En las comunidades mayas con vitalidad, un ma’ak’ ool no es visto con buenos ojos, genera preocupación y es motivo de asamblea y discusión familiar o comunitaria para darle vida, toda vez que un joven que no es capaz de conmoverse frente a la realidad, se convierte en un desperdicio, entonces se buscan alternativas para darle vida, para despertar su óol.

Tooj óol: Aunque se traduce como salud física, va mucho más allá de ese sentido limitado, en realidad no se refiere estrictamente al cuerpo físico sino a ese ente que llamamos óol, tooj es literalmente algo sin curvas, derecho, línea recta, es un camino sin accidentes, sin baches, sin columpios, sin fangos; esto es para decir según el pensamiento maya, aquello que está en óptimas condiciones, goza de equilibrio, no tiene ningún desvío; así se entiende la salud en el pensamiento maya, en realidad lo que se enferma es el óol y se expresa en el cuerpo físico, en la carne que es una especie de sábana que viste y protege al óol. Una persona en condiciones de tooj óol, es el que tiene por lo menos tres estados, está saludable físicamente, está saludable moralmente y está saludable socialmente, no se puede considerar con tooj óolal a un ma’ak’ óol. Quien es un tooj óol es un promotor de la salud, de la buena alimentación, pero también es promotor del uts, del ki’, del ma’alob, del tooj, de eso que en castellano decimos moral, es también un promotor del tsikbal, del péektsil, del payalchi’, del k’áatchi’, del k’uben t’aan, del ki’iki’t’aan, del tsolxikin entre otras celebraciones y fiesta de la palabra. Quizá por eso nuestro saludo maya camina en otra dirección del “buenos días, buenas tardes o buenas noches”, nuestro saludo tiene una conexión directa con la salud; decimos bix a wanil, bix a beel porque nos interesa saber siempre el estado humano, espiritual y comunitario de una persona que siempre debe estar como un tooj óol.

Yaj óol: Se traduce como tristeza regularmente, es relativamente aceptable, sin embargo, va más allá de esta ligera traducción. Yaj es un término que se aplica cuando alguna persona tiene una herida en el cuerpo o sobre la piel, así mismo cuando tiene una infección, pero hay otros términos que se usan para referirse al dolor. En este caso, cuando se usa el término yaj y se acompaña con el óol se quiere comunicar que el óol está lastimado en su cuerpo o tiene un problema de contaminación o infección, de ahí que se pueda traducir como extrañar, es común escuchar a una madre decir de un hijo que ha migrado a otro país, táan in yaj óoltik un waal, estoy sufriendo una herida en mi óol, estoy triste, estoy extrañando, me duele mi lastimado óol; todo esto y más se dice cuando hay un yaj óol. Para casos de desamor, de muerte o pérdida de un familiar en la que hay un yaj óol, extrañeza o dolor que no es en el cuerpo de carne sino en el cuerpo del óol que es el verdadero ser o la esencia del ser. 

Ok’om óol: Este pensamiento se refiere a una condición de tristeza permanente, crónica; es como decir, mi ser está en permanente llanto, no deja de llorar. Cuando la vitalidad de una persona está trastocada por un dolor que puede ser la pérdida de un familiar, la pérdida de la cosecha por una contingencia o siniestro como una prolongada sequía, que haya sido consumida por langostas o cuando estaba empezando a espigar y le pega un huracán, entonces se genera un ok’om óol, empieza una tristeza o dolor permanente en el que se pierde el apetito, se pierde la alegría, se pierde la creatividad y muchas veces hasta la esperanza. El ok’om es un término de sentido profundo, no es cualquier tristeza, no es pasajera o efímera, no es leve, es una esencia impactada por una realidad temporal relativamente larga o a veces insuperable. 

Saatal óol: Aunque regularmente se traduce como como loco solamente, en realidad es mucho más que eso, aplica muy bien en una persona que ha sufrido un desmayo por alguna causa como la epilepsia, por algún golpe que ha sufrido que lo ha dejado inerte, o por una caída. Un saatal óol es alguien confundido y desubicado en su vida, en la toma de decisiones, alguien que intencionalmente se hace irresponsable ante situaciones que demandan seriedad, verticalidad y aplomo. También es aplicable de manera metafórica a una persona que usa mucho el humor al conversar y que se burla con sarcasmo de la realidad, principalmente de la actuación de quienes tiene en su entorno. Entonces el término es aplicable en términos de salud, de humor, de arte, de ética y de incertidumbre, reducir la traducción a loco, es desde mi perspectiva un uso limitado, pobre y colonial de la carga que lleva el término. 

Chokoj óol: Es uno de los términos más comunes en el cotidiano vivir de una comunidad maya derivado de su importancia en relación a muchas actividades que realizan las personas durante el día y hasta en la noche. Se traduce como el estado caluroso en el que se encuentra una persona, literalmente es caliente ser, por ejemplo, cuando se despierta un niño no se le permite levantarse inmediatamente para salir de la casa, tiene que sentarse para refrescarse por lo menos unos diez o quince minutos, es un riesgo si sale a ser batido por el viento fresco de la mañana, se puede enfermar porque está con el chokoj óol, es decir está caluroso. Después de cada actividad, incluyendo la sexual, ya sea en la milpa o en la casa, la persona entra en un estado de chokoj óol, si sale frente al viento fresco y le pega puede enfermarse debido a que los dos estados más importantes en la vida son el frío y el calor que son contrarios, si chocan en el cuerpo de la persona van a impactar directamente al óol y generan un desequilibrio, entonces se enferma, por eso es necesario que la persona espere que el chokoj o caliente baje y esté al nivel del tiempo para que realice otra actividad que esté relacionado con lo frío. Es un tema de salud, aunque también se usa metafóricamente para referirse a alguien que habla de algún tema ilógico o una falacia, un despropósito o una utopía.

Síis óol: Se dice de un estado de frescura ambiental, pero va más allá de este sentido común, es también una condición apropiada de una persona para emprender cualquier actividad sin que represente algún riesgo para su salud o más bien para su óol. Por lo general las personas al despertar después de dormir toda la noche están en un estado de chokoj óol, así como cuando llegan de la milpa, terminan de tortear, etc. Entonces es necesario se refresquen o buscar el equilibrio antes de realizar otra actividad en la que sea necesario no estar caluroso o choj óol como por ejemplo bañarse con agua fría llegando de la milpa o tomar agua helada, unaj u síiskuntik u yóol decimos, para que no sea impactado en el violento choque del calor con el frío. Se usa también para hablar de un homosexual, se dice que es un Jsíis óol, es una persona que normalmente tiene frío su óol, como decir pasivo o sin la motivación masculina, no es que sea malo ni despreciable, es solo que su condición es esa, solo es diferente, no es una desventaja no reprochable. Síis óol es un término fundamental en el contexto de la salud, es la contraparte del chokoj óol con quien debe estar en coordinación para que haya equilibrio y buena salud.  

Oksaj óol:El término creer en maya era tan peligroso para la colonia que se encargó de minimizarlo tanto que casi lo desaparece, intentó mayanizar la voz castellana, tan es así que la mayoría de quienes hablan maya a día de hoy usan el término kréex para referirse al verbo creer, pero esto no es maya, es la mayanización de creer. El colonizador quería estar seguro que el maya cree al igual que él en sus dogmas, no podía arriesgar a la libre un tema de tanta relevancia para el control de la mente que funciona más eficazmente que una cadena en las manos o un cadalso para controlar a los indios recién conquistados. La creencia es muy importante, por eso era necesario dejar de creer en lo maya para empezar a creer en los “valores” de la colonia, y como dice Javier Sicilia, “la perversión empieza por el lenguaje, una vez normalizada, entonces la perversión de los actos se asumirá como algo normal, nadie se puede ruborizar ante el horror”. No obstante, la memoria, es insumisa, es rebelde, es de resistencia, nuestros abuelos guardaron los retazos de la palabra, pero con la fuerza de un concepto en su extensión plena, nos heredaron el oksaj óol como lo registra el diccionario Cordemex; muchos de nuestros abuelos a día de hoy, cuando se sienten cuestionados desenvainan la memoria y nos muestran la afilada y relampagueante oksaj óol. Este término se puede traducir literalmente como meter el óol, aceptar como válido lo que está enfrente, compartir en un sentido de igualdad su horizontalidad, lo que no es nuestro hacerlo también nuestro, como dicen en castellano, interiorizarlo pero no como algo artificial sino como un injerto de una planta con otra para que sean una sola vida, de ahí la peligrosidad del término toda vez que lo que se cree es lo que sirve de guía para la vida, es la brújula de un supuesto buen vivir. No se cree cualquier cosa, primero tiene que ser creíble, tiene que ser real ontológicamente por lo menos, y tiene que presentar evidencias, la evangelización tiene un corazón que se llama dogma, solo entra con espada y tortura, pero cuando es retirada la espada, esa fe chorrea junto con la sangre expulsada por nuestro óol maya, por eso a día de hoy muchas comunidades indígenas cargan una imagen católica en procesión, pero el óol de esa imagen, es rostro maya de una madre creadora o un padre creador, por eso Landa hizo los autos de fe, es un hombre cobarde, inseguro, dogmático, no aprendió de la fe cristiana que propone un camino de vida, le pudo más la religión, el poder político y económico, el antievangelio, no quiso arriesgar con el oksaj óol, prefirió escuchar el kréex. A día de hoy el oksaj óol como palabra maya, como pensamiento maya, como corazón maya, goza de buena salud, empieza a salir de las cuevas, debajo de las piedras, de los cenotes, de la selva y del canto de los pájaros como el Xk’ook’

K’áat óol: Es un término que se traduce como súplica, aunque es una buena traducción, me parece que el kuuch de la palabra no se agota en el término castellano. Si se traduce por partes, parece perder su fuerza, k’áat es pedir, pero no se pide cualquier cosa, se pide el óol, el ser, la voluntad, de ahí su sentido de súplica. Este pensamiento se aplica cuando entre los mayas se solicita algo de mayor relevancia, algo trascendente, es común solamente dentro del ik’ilt’aan que pronuncia el Jmeen a los Yuumtsil al presentar una ofrenda o realizar una celebración ritual. Lo que se pide no es un favor cualquiera, no es un objeto, sino la voluntad completa de alguien de tal manera que lo que puede dar, no es en sí lo que se pide, sino el ser de él o ella, al otorgar o consentir esa petición, todo lo demás que pueda dar, es de un valor menor, porque él mismo se ha entregado al peticionario que le ha suplicado, que le ha pedido su óol.  

Alab óol: No es muy claro para mí el término alab, quizá es de una raíz perdida o quizá se ha mutilado en el tránsito colonizador. El pensamiento como tal se entiende como esperanza, no es menor cosa, lo que la cultura maya entiende por este término, es la posibilidad de que alguien se sienta acompañado y favorecido por otro ser, o el de esperar algo en quien se percibe una potencia. Aunque es común ver en los niños como nuestros alab óol por toda la actividad colaborativa y de ayuda que generan en la casa; cuando alcancen la mayoría de edad y sean los nuevos horcones del hogar, no se limita la aplicación del término a ellos. Este pensamiento se usa mucho en la relación familiar y de actividad colaborativa que tiene una persona maya con los Yuumtsil, es común escuchar a una familia campesina decir que Yuum Cháak, Yuum iik’ y Yuum K’áax son su alab óolal. Es un término que va perdiendo sonido y camino entre el pueblo maya, derivado a que el pueblo va perdiendo su esperanza como cultura y como nación después de 500 años de conquista y colonización, su alab óol está debilitado, pero a día de hoy intenta recoger sus fragmentos desparramados sobre el polvo caliente, como esperando la primera lluvia de temporada. Yaan u alab óol le alab óol ti’ Yuum Cháako’.

Ts’íib óol: Este pensamiento es de una carga muy pesada, literalmente sería escribir óol. Se traduce regularmente como deseo, pero como es de notar, el ts’íib óol es una imagen poderosa, la actitud de alguien que desea escribir sobre su propio óol, todos somos escritores, todos deseamos; en la medida que vamos deseando, llenamos páginas blancas de nuestra historia futura, aunque suene paradójico; desear, es escribir en nuestro ser, en nuestro ánimo, en nuestra energía, en nuestra emociones, en nuestros sueños, en nuestra voluntad. Lo que se desea no es algo trivial, no es superfluo, no es cursi ni efímero; se desea o se escribe lo trascendente, lo impactante, lo perenne, lo ubicuo, lo poderoso y sobre todo lo comunitario. El ts’íib óol maya solo se da en aquellas expresiones, actos y escuchas, que suman a la vida, escribir en el óol es trazar un camino, es rehabilitar nuestros senderos, es hacer comunidad, es aprender de los animales que dejan sobre la tierra sus pies, su óol, de los pájaros que llaman a Yuum iik’ cada amanecer y anochecer, es ayudar a Yuum Cháak a pintar el arcoíris.  

Ki’imak óol: Es tal vez la expresión más pronunciada, más escuchada y más circulada en las comunidades mayas, aunque se traduce ligeramente como alegría o felicidad, comunica mucho más que eso. Viene del término ki’ que significa sabroso, agradable, placentero, y el sufijo mak no me queda claro si es por mak de tapa o máak de persona, quizá es para referirse a lo que se hace o la condición en la que se encuentra determinado ser. Lo que entendemos los mayas por esta expresión es que alguien con ki’imak óol está en perfecta armonía con la vida, con la naturaleza, con su comunidad y con su propio cuerpo, es cuando decimos que está saludable. No se limita a una acción como reírse o bailar, su ámbito es una forma de vida, es por eso que nuestro saludo en cualquier momento del día en el que nos encontramos de frente con otra persona es preguntarle por su óol, bix a wanil es lo que inmediatamente le decimos, si está en armonía con la vida nos contesta, jach ma’alob  ki’imak in wóol, si está un poco enfermo, con problemas personales o comunitarios entonces dice ma’ jach ma’alobi’, ma’ jach tooj in wóoli’. El ki’mak óol no es solo un estado de ánimo, es el equilibrio, es la paz, es la responsabilidad asumida, es la correcta respuesta a la pregunta, es el cumplimiento de la misión, es la armonía con la casa, con la comunidad y con el entorno, pero principalmente con los Yuumtsilo’ob que crean el ambiente para que el ki’imak óolal sea posible. 

La colonización de la lengua maya consiste en atrapar y sujetar su óol, no busca el conquistador desaparecer sus sonidos, sino busca incautar los significados que tiene, como hacen con los móviles a día de hoy al cambiarle el semiconductor, pierde su identidad a pesar de ser aparentemente el mismo dispositivo. Una lengua maya que consiste en un cuerpo vacío de sí, solo le sirve al poder para promover su turismo, para exhibir con fines comerciales a quienes lo tartajean; a los que reivindicamos el óol de la lengua maya no nos sirve, las academias donde la ofertan por el opresor no son escuelas sino mausoleos. Urge caminar las veredas de Yuum iik’, de Yuum Cháak y de Yuum K’áax para que en medio de esta oscuridad rehabiliten el óol de nuestra lengua maya en donde la justicia, las artes, la política, pero sobre todo la filosofía o pensamiento, más bien, su óol retoñe. Solo así se restablecerá nuestra comunicación con la onomatopéyica palabra de Xk’oo’ok’ y de Yuum Báalam.

Estos son otros términos en los que aparece el óol, K’áaj óol, Jóomsaj óol, Péek óol, Xul óol, Nak óol.

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Junkóots


Máax ku yok’ol
tu tikin ja’il u yich ts’uju’uy,
te’el ku bin u júutul yóok’ol cháaltun
tu’ux ma’ tu jóok’ol u mootse’.


U polokil
u wi’ijil mejen j ma’na’ paalal.


To’ok ti’ob tumen ts’u’util
u ki’ichpamil u na’,
okla’ab ti’ob tumen tuus
u mu’uk’a’anil u k’ab u yuum.


Tu ka’analkabil yicho’ob ku jojopaankil le junkóots ts’íiba’:
“In yuum,
ba’axten mix juntéen ok’olnak a wich,
ma’tech wáa a wi’ijtal beyo’one’
wa tikin u ja’il a wich beey ts’uju’uye’.


Ba’ale’ bix jach xáanchajak u yáalal,
bíin a k’a’as le ken ku’upuk u yiik’ maya t’aan.

Fragmento


¿Quién llora
en la seca lágrima del ts’uju’uy?
Una gota va rodando sobre laja
donde nunca echará raíz.


Es la obesidad
del hambre de un niño sin madre.


La indiferencia le arrebató,
la bondad de una madre,
la mentira le escondió
los muslos de un debilitado padre.


De la cuenca de sus ojos salta un fragmento:
“Yuum,
¿por qué tus ojos nunca lloran?
¿cómo llenas tu hambre?
¿o es que no tienes lágrimas como el ts’uju’uy?


Ojalá no se tarde más esa gota,
como está faltando el viento maya”.

Náay in lu’umil


Ta paten tu yáam u k’ab juntúl xlóobayeen
ku tsolik u k’u’il u paktal beey yúuyume’.
Tu muuk’ u yóol juntúul xiib ta pulaj wenlil ti’e’
ta sakankuuntaj in wíinklil,
beey máax wi’ij ku máan tu yich jump’éel péenkuche’.


Bejla’e’ chéen p’iis u yokol in wenele’
ku t’a’ajtal in wook,
ku meyaaj in k’ab,
ku suut in wóol,
ku jóok’ol tsikbal in piixan.


Yaan máaxe’ sáansamal áak’ab u kíimil
le ken lóocha’ak tumen u k’aan,
ma’ teen yuumil le su’tsilil je’elo’,
in lu’umile’ in náay
mix bik’in bíin in p’at tu k’ab j táanxlil.

El sueño


Me formaste en una joven mano,
como yúuya que empolla su sueño.
En el vigor de un hombre hechizado
amasaste mi cuerpo,
como un hambriento por una tortilla caliente.


Ahora, tan pronto me toma el sueño,
cobran vida mis pies,
trabajan mis manos,
recupero el sentido,
mi alma libera su palabra.


Hay quien muere cada noche
cuando lo arrulla la hamaca,
no soy señor de esa vergüenza,
el sueño es mi territorio,
nunca será usufructo de la pluma del extraño.

J Kolnáal


Ta wiiche’ j maya kolnáal,
ma’ chéen je’el ba’axak u yichaankil ja’abine’,
wa kokojkil yéetel u yiche’
táan u wojik u kúunche’il a naal,
wa loba’an yéetel u le’e’,
ma’ táan u yelel ma’alob a kool,
wa ma’ piim u yiche’,
ma’ táan a najmatik a kool.


U yichaankil ja’abin tu ts’u’ yáaxk’iine’,
ma’ chéen u t’aan u mu’uk’a’anil u yóoli’
u yaayan Yumtsilo’ob ti’ teech j maya kolkaab.


Ta xikine’ j maya kolkaab,
ma’ chéen je’el ba’ax u yok’ol ts’uju’uye’,
wa yaayaj ok’ol ku beetike’,
ts’o’ok u yajtal yáaxk’iin tu yich,
wa láalaj súutuk u yok’ole’,
táan u péeksik Yuum Cháak.


Wa ma’ tóoknakeche’ j maya kolkaab,
t’ab a taajche’,
u yok’ol ts’uju’uy tu ts’u’ yáaxk’iine’,
ma’ chéen u yaayaj óolalil u tiknil u ja’il u yichi’,
u yaayan Yuumtsilo’ob ti’ teech, j maya kolkaab.

Milpero


A tus ojos, campesino maya,
no es banalidad el fruto del ja’abin,
si su fruto es abundante,
retrata tu granero,
si está lúgubre por sus hojas,
tu milpa no se quemará bien,
si es escaso su fruto,
no lograrás tu milpa.


El fruto del ja’abin en tiempo de sequía,
no es solamente la señal de su ánimo,
es la voz de los dioses alertándote.


A tus oídos campesino maya
no es banalidad el llanto del ts’uju’uy,
si hay en él mucho dolor,
la sequía le ha herido los ojos,
si su llanto es alterno,
está preparando la lluvia,
si tú no has quemado tu milpa
debes encender tu antorcha.


El llanto del ts’uju’uy en tiempo sequía,
no es solamente el dolor de su seca lágrima,
es la voz de los dioses alertándote, campesino maya.

Sujuy siip


Ba’ax bíin k kóoyt ti’ teech Yuumtsil
wa ts’o’ok u kiinsa’al u yóol k ixi’imil.


K o’och sa’e’ yéetel glifosato ch’ujukkinta’an,
k o’och iswaaje’ máaskab pak’achtik,
k o’och kaabe’ chuja’an u pu’uch tumen táanxelil mola’ay,
u le’ ja’ase’ petrolizarta’an,
le turix kanáantik ka’ach le ts’ono’oto’
k’e’exo’ob yéetel u dronil kinsajtáambal,
x nuk ya’axche’e’ jo’ok tak u moots
ti’al u pa’ak’al jump’éel máaskab j okol iik’,
aj k’iino’obe’ chéen chak pol ch’oomo’ob
yáax talik xkíim ba’alil.


Ba’ale’ woy yaan a ka’anche’ile’,
u nukuch mu’uk’a’an máaskabil le museo’
ma’ tun tsa’ayal yéetel u k’olopil k ja’abinil,
ts’o’okole’ k sujuy siipe’ yaan u ka’ ch’a’ik u yóol.

Ofrenda a Yuumtsil


¿Qué podemos ofrecerte Yuumtsil
si nuestro maíz es ya sintético?


Nuestro atole está endulzado con glifosato,
nuestro iswaaj es un plástico industrial,
nuestra miel carga el sello de una extraña fundación,
las hojas de plátano están petrolizadas,
las libélulas que guardaban los cenotes
fueron sustituidas por drones de guerra,
la madre ceiba fue raída
por un conquistador metálico de viento,
los “aj k’iin” son auténticos zopilotes de cabeza roja
que procuran la primicia muerta.


Pero nos queda tu altar,
la estructura metálica del museo
se rendirán ante el muslo del ja’abin,
y nuestra ofrenda recuperará su vigor maya.

Maya kaaj


Xik’nal u bin u t’áalal a wook ta lu’umil,
beey u ts’íibtik u k’ajlay a ch’i’ibal.


Sáansamal u máan u yich Yuum K’iin
ti’al u mol u tsikbalil u nojbe’enil a nooli’.


Yáanal u bo’oy xya’axche’ ka ts’apik
u tsolxikin u j chak wíinikil lak’iin.


Yuum Kíimil kaláantik ma’ u la’abal
u juum u k’aayalilo’ob u ik’ilt’aan a chiich.


U xunáanil áak’ab jit’ik u muumum xa’anil
u póopil a jayk’iintik u yi’inajil a t’aan.


Tu ts’u’ u noj k’áaxilo’ob a na’ate’
ti’ ku yets’tal u koolil u yi’inajil a t’aani’.

Pueblo maya


Vuelan tus pies sobre tu tierra,
así escribe la memoria de tu estirpe.


Los ojos del sol caminan cada día
para cosechar la historia de tu abuelo.


Debajo de la ceiba colocas unas sobre otras
las palabras del hombre rojo que nace del oriente.


El guardián de la muerte protege del desgaste
el sonido del canto épico de tu abuela.


El centinela de la noche teje con tiernas palmas
el petate que madura la semilla de tu palabra.


En el centro de la selva alta de tu sabiduría
se asienta la mazorca de tu lengua.

Ik’ilt’aan


Ik’ilt’aane’ ma’ jobon chuun che’i’,
u t’a’ajil u yóol a na’at j Meen,
u k’aayil a wéensik Yuum iik’,
u xuuxubil a táabsik xaman,
u kilim a péeksik nojolil cháak.


Ik’ilt’aane’ ma’ u juum u jéek’el k’abche’i’,
u joma’il u yi’inajil a ts’íib aj its’at,
u páawo’il wooj ka k’eyemkuuntik,
u táabil u kuuch a aa’al t’an,
u chúujil u síisis ja’il a paak’al.


Ik’ilt’aane’ ma’ u yéets’ tusbe’eni’,
u suumil u xanabk’éwelil
a xíimbatik u jolbeel a wook,
u j bobat t’aanil u péektsil u ch’i’ich’iyaankil
u tomojchi’ a xtakaay wíinikil.

Voz de viento


La voz del viento no es un tronco vacío:
es la vitalidad de tu saber j Meen,
es el canto con que traes a Yuum Iik’,
es el silbido con que encantas al norte,
es el trueno con que bajas la lluvia sureña.


La voz del viento no es el derrumbe de una rama:
Es el joma’ de la semilla de tus letras,
es el sabucán de los colores de tu pozole,
es el mecapal de la carga de tu palabra,
es el calabazo del agua fría de tu siembra.


La voz del viento no es un falso eco:
Es la cuerda de tus alpargatas
con que caminas tu camino al andar,
es la palabra profética de la buena noticia,
es el graznido del presagio del xtakaay.

Glosario

  • Aj k’iin: Sacerdote maya
  • Aj Meen: sacerdote o curador maya
  • Iswaaj: Tortilla de maíz verde o tierno
  • Ja’abin: Tipo de árbol que funciona como calendario agrícola
  • Joma’: Tipo de jícara que se usa para ofrendar el pozole
  • Ts’uju’uy: Tordo muy flaco
  • Xtakaay: Pájaro amarillo alertador
  • Yuum: Guardián
  • Yuum Iik’: Guardián del viento
  • Yúuya: Oropéndola

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El ombligo maya, óol, y poemas originales © Pedro Uc ~ Siwar Mayu, Noviembre 2023

Selección © Melissa Birkhofer y Paul Worley


Mujer semilla, creación y resistencia en el territorio Camëntsá

Entrevista a la artista Eliana María Muchachasoy Chindoy

Entrevista © Paula Maldonado

Conocí a Eliana Muchachasoy en un viaje al alto Putumayo. Subiendo la calle empinada que lleva al cabildo indígena y siguiendo el camino que trazaba un grafitti de una abuela y un chumbe camëntsá. La encontré, más por suerte que por casualidad, en la plaza central del Valle del Sibundoy, parada justo en frente de una hermosa casa esquinera toda recubierta con plantas, animales y retratos con pintas coloridas. Me pareció que ella surgía de la pintura, y en efecto, pues luego supe que se trataba de Benach, la galería que ella fundó, junto con Alberto Velazco, para dar a conocer su trabajo como artista, convocar los demás proyectos artísticos y culturales de su comunidad y abrir espacios pedagógicos y de intercambio con los niños y jóvenes del valle. Para Eliana todo esto hace parte de un mismo esfuerzo por fortalecer la identidad de su pueblo , Camentsá sanar y proteger el territorio. De ahí que un tema recurrente en su trabajo sea el universo femenino, el cual se ha fortalecido a lo largo de los años con las experiencias vividas con sus abuelas, el tejido, la siembra, y la medicina tradicional. Los invito a leer a continuación un poco sobre su experiencia como mujer camentsá, artista y gestora cultural.  

Eliana Muchachasoy ha participado en múltiples exposiciones colectivas e individuales en lugares como México, Ecuador y Estados Unidos, dando a conocer su propuesta a lo largo del territorio de Abya Yala, y fue invitada en el año 2018 a una residencia artística en Brisbane, Australia.   

Tejiendo buen pensamiento © Eliana Muchachasoy.  Acrílico sobre lienzo. 100 cm x 70 cm. 2017

Paula: Te propongo iniciar con un recuerdo de tu infancia que consideres significativo para tu experiencia como artista…

Eliana: De niña tengo mis recuerdos en la casa donde crecí en compañía de mi mamá y mi abuela, las dos son tejedoras y en el telar conocí algunas historias de mi comunidad, así mismo la magia de los colores entre hilos. Cuando mi abuela me empezó a enseñar a tejer me explicó de muchas formas, pero era algo complicado entender la secuencia de las líneas para formar figuras, hasta tal punto que abandoné el trabajo en el telar. No estoy segura cuánto tiempo estuvo así como lo dejé, creo que pasaron varios meses antes de querer volver a intentarlo, mi sorpresa fue que me volvieron a entregar lo que había iniciado, porque ahí estaba el proceso del aprendizaje, tenía que terminar lo que un día inicié. Por otro lado, mi mamá, madre comunitaria hasta el día de hoy, me entregaba colores y temperas en varias ocasiones para compartir con otros niños que estaban a su cuidado, en cartón o cartulina pintábamos imaginando historias que construíamos en conjunto, así mismo cuando asistía a reuniones de su trabajo siempre llevaba un cuaderno y colores para que pintara lo que se me ocurriera en el transcurso de sus reuniones. Recuerdo algunos trazos y también las voces de sus compañeras diciendo que todo lo estaba haciendo muy bien. 

Sin título © Eliana Muchachasoy.  Técnica mixta. 100 cm x 70 cm. 2014

PM: Luego de terminar la carrera de artes plásticas en la sede Bogotá de la Universidad Nacional de Colombia, vuelves a tu comunidad ¿Cómo fue ese retorno al origen y que importancia tiene en tu trabajo actual? 

EM: Cuando terminé la universidad había pausado la pintura porque me sentía un poco frustrada en la academia con esta área, no me iba muy bien en la materia de pintura. Retorné a mi comunidad con varias expectativas y me vinculé en un proyecto de fotografía para ayudar a contar un poco la historia de la comunidad. Después de un año en mi territorio tuve la oportunidad de ingresar al magisterio, allí fui docente de educación artística por más de tres años en un colegio público en La Hormiga Putumayo; fue una experiencia de mucho aprendizaje, pero llegó el momento en donde necesitaba cambiar de trabajo, no sentía una vocación completa hacia la docencia; es así como decido renunciar y volver a mi comunidad sin tener claro con qué camino o proyecto iba a continuar. 

… En esta etapa, mientras pensaba o planeaba que hacer con mi vida volví al tejido, realicé varias mochilas y entre los hilos de colores llegaban a mi memoria algunas de las historias de la abuela. Fue precisamente en esos días que encontré unos oleos y un lienzo pequeño que había traído años atrás al terminar la universidad. La pregunta y la respuesta al mismo tiempo fue ¿por qué no volverlo a intentar? En realidad sentí la llegada de una señal, un mensaje del color, pero más que eso un regalo que me estaba dando el territorio. Retomar la pintura fue volver a vivir, fue como avivar el espíritu del color que estaba sembrado en mí, encontrar un sentido en mi camino, entender que ese era el plan de vida que quería emprender, desde aquel momento no he abandonado los colores.

Fuego/Fuerza espiritual © Eliana Muchachasoy. Acrílico sobre lienzo. 100 cm x 100 cm. 2022
“Cuando desde las cenizas despierta la memoria, nos recuerda que nuestras raíces están sembradas para fortalecer nuestro espíritu y continuar el tejido de la vida” .
Eliana Muchachasoy

PM: ¿Hay algún ritual o actividad que preceda la realización de tus pinturas?

EM: Las plantas medicinales han estado presentes en mi familia y en mi comunidad, en el espacio donde pinto he aprendido a ofrendar cada vez que voy plasmar algo en el lienzo, me gusta encender el fuego en una vela, aplicar esencias de plantas naturales en el entorno y en mis manos, agradecer a todos los espíritus de los mayores, al territorio, a los elementales y al universo por tener una vez mas la oportunidad de fluir a través del color; pintar es en sí mismo un ritual que me permite ver la magia del color, es así como me siento en armonía con el espacio y con lo que estoy haciendo. 

Medicinita © Eliana Muchachasoy. Acrílico sobre lienzo.125 cm x 115 cm. 2021

PM: ¿De qué maneras se vincula tu obra pictórica con la medicina tradicional de tu comunidad?

EM: Siento que mi obra está influida por el territorio, la comunidad, la medicina, las abuelas, los abuelos, las plantas, sus animales, sus aves, sus danzas, sus historias y cantos que han venido construyendo mi memoria y llegan en diferentes momentos de la realización de una obra. He realizado algunas obras en las Malokas donde se comparte la medicina o yagé y he podido ver como la gente se siente conectada con la imagen, algunos dicen que han tenido visiones similares, otros sienten la magia en la obra y se sueñan en ella.

Llévame © Eliana Muchachasoy. Técnica mixta sobre lienzo. 100cm x 100cm. 2021

PM: ¿Qué tan presente ha estado el tema del autorretrato en tu trabajo pictórico? 

EM: En dos ocasiones realicé un autorretrato, pero sentí que era muy complejo pintarse fielmente, a veces me tomo fotos con algunos gestos que quisiera plasmar y elijo algunas de referente.

PM: Me parece muy significativo que tú misma seas el referente de algunas de tus pinturas, mas allá del hecho de que haya una reproducción fiel o realista. ¿Qué tan vinculados están los temas de tus obras con tu vida? 

EM: En una obra de arte muchas veces preguntan por la firma del autor, aunque realmente la firma está en todas y cada una de las pinceladas plasmadas en el lienzo; así me siento muchas veces cuando estoy pintando, es como estar escribiendo o contando una historia, siento que entrego y pongo a disposición todo mi ser en este ritual, por lo tanto me auto represento no necesariamente con la fidelidad de la imagen de mi retrato sino con mi esencia y mi sentir. A veces me siento en gamas azules o verdes que vibran con los colores vivos o fluorescentes danzando en ese espacio onírico que voy creando.

PM: ¿Consideras que tu pintura ha sido parte de un proceso de sanación personal?

EM: La pintura me ha permitido llegar a otros mundos, sentirme libre, ser feliz, recordar, soñar, hacer homenajes a diferentes espíritus de plantas, abuelas, elementales, y cada obra me ha permitido sanar, equilibrar mi mundo. Sentirme satisfecha de mis creaciones ha sido maravillo, me trae mucha alegría ser una mensajera con mis obras. Realmente siento que el arte en todas sus formas siempre trae una misión sanadora, nos permite tejer el bonito pensamiento y el sentir del corazón.

De la serie Mujer y medicina  © Eliana Muchachasoy. Acrílico sobre lienzo. 130 cm x 180 cm. 2021

PM: El colibrí es un animal que aparece en gran cantidad de tus pinturas, ¿puedes contarnos algo de este animal y de la importancia que tiene para ti? 

EM: La presencia del colibrí es abundante en mi territorio, a diario llegan alrededor del taller donde pinto, sus colores son muy atractivos. Alrededor del colibrí hay diferentes historias y augurios, su visita trae mensajes, los abuelos dicen que son los grandes mensajeros porque se pueden comunicar con los seres que ya no habitan en este planeta, es por eso que me gusta mucho tenerlos presentes en mi obra. 

Serie Botaman juabn – Pensar bonito © Eliana Muchachasoy. Técnica mixta. 2019

EM: Hay una serie de obras llamada Botaman juabn, “pensar bonito”, dedicada a los colibrís. Los llautos o coronas tejidas de colores representan los colores de la naturaleza, de nuestro contacto con la medicina y la madre tierra, el pensamiento tejido entre colores. El colibrí es el mensajero de nuestros ancestros y el caminar de nuestros mayores queda tejido en cada territorio, depende de nosotros continuar con este tejido de vida. Pensar bonito dicen los abuelos, pues estamos escribiendo nuestra propia historia en este universo.

Corent Shnan Uashbojnëshá – La ortiga es medicinal © Eliana Muchachasoy.
Acrílico sobre lienzo. 87 cm x 109 cm. 2019
“La Ortiga es una planta sanadora, para enseñar y aprender. Es usada para sanar el cuerpo, aliviar los nervios, mejorar la circulación, hace parte de algunas celebraciones como el Atun Puncha en la comunidad Inga. En el proceso de transmisión de valores en las comunidades indígenas esta planta ha estado presente, en el momento de corregir a una persona, es usada como una planta de autoridad”.
Eliana Muchachasoy

PM: ¿Puedes hablarnos un poco de las plantas medicinales que aparecen en tus pinturas? 

EM: Las plantas medicinales que he pintado han tenido una relación cercana a mí, algunas han estado siempre en la chagra, en los caminos del territorio, en el compartir con abuelas y abuelos sabedores, en la necesidad de alguna curación. He pintado plantas medicinales como lianas de yagé, borracheros o plantas protectoras, caléndula, sauco, ortiga, manzanilla, calambombo, frailejones, entre otros. Así mismo las plantas más conocidas en nuestras chagras como el maíz, papa cuna, tumaqueño, cidrayota, coles. Para la realización de algunas obras he usado hojas de las anteriores señaladas como plantillas obteniendo algunas formas y texturas diferentes.

Shembasà uabuatma tŜabe Ŝnanëng. Mujer conocedora de las plantas medicinales
© Eliana Muchachasoy. Técnica mixta. 200 cm x 250 cm. 2018
“Mujer vida, mujer sanación, poder femenino,
abuelita sabia que sembraste tu conocimiento
con la esperanza de que florezca en las nuevas generaciones.
Hoy tus semillas se tejen en nuestra madre tierra.“
Eliana Muchachasoy

PM: Hay varios símbolos en tus pinturas, ¿puedes contarnos un poco de ellos? 

EM: Algunos símbolos que aparecen en las pinturas surgen de las figuras que se plasman en el telar, como el rombo, que es para nosotros el origen de la vida. El sol, por ejemplo, está representado a través del rombo y sus líneas en la obra “Flores-seremos”, donde pinto sobre cómo nuestros territorios volverán a florecer, porque somos raíces. El pensamiento que sembraron nuestros abuelos en cada planta, en cada alimento, en cada cambio de luna no ha perdido sus raíces, las nuevas generaciones tenemos que permitir que vuelvan a nacer en el Territorio Tamabioy. Así mismo, esta figura aparece en el cuadro “Bëtsësangbe benach”, El camino de mis abuelos, la cual habla de que los territorios son el fruto de las luchas de nuestros mayores, y cuidarlos, protegerlos y conocerlos es nuestro deber. El fruto del futuro tiene la raíz del pasado. Nuestras chagras mantienen la memoria viva del trabajo de nuestros abuelos y abuelas.

Últimamente he estado trabajando algo de muralismo y me gusta mucho plasmar simbología a través de plantillas, es una forma de mostrar en este contexto parte del tejido que plasman nuestros artesanos y artesanas en la comunidad.

PM: La chagra es un tema frecuente en tu obra, ¿puedes contarnos del camino de aprendizaje que se encuentra allí?

EM: La chagra o Jajañ es el espacio donde se siembran los alimentos y las plantas medicinales, es la conexión con la madre tierra, el espacio del compartir, de escuchar las voces de las aves y el espíritu de las plantas. Es el lugar de aprendizaje y transmisión de los conocimientos. En este espacio aprendí a sentir las texturas de las plantas, a ver el milagro constante de la vida que nos brinda la madre tierra, a contemplar amaneceres y atardeceres observando como mi abuela explicaba las horas del día de acuerdo a la ubicación del sol, y la siembra de las plantas de acuerdo a las vueltas de la luna. 

EM: Hice una obra titulada “Mujer maíz”. Desde el origen de los tiempos han pervivido mujer & maíz, ambas semillas de vida que cíclicamente se tejen al ritmo lunar. En el vientre del tiempo la semilla del maíz alimentó el espíritu del pueblo indio; la mano de la mujer transformó la semilla sagrada, gracias a ella el maíz se come, se muele, se bebe, se ríe, se canta, se teje, el maíz se sueña. Mujer-maíz, mujer semilla, mujer luna, mujer-madre-hija-abuela, mujer que siembra y enseña a sembrar, mujer que teje su cultura ancestral en el arte diario de vivir, mujer maíz.

Mujer Maíz © Eliana Muchachasoy. Acrílico sobre lienzo. 84 cm x 48 cm. 2019

PM: Hay ciertos elementos de la naturaleza en tu obra asociados a los ciclos de la mujer,  ¿puedes hablarnos de la presencia de estos ciclos en tus cuadros?  

EM: En mi obra me refiero constantemente a la mujer como semilla, pues en la poética de la naturaleza, la mujer es portadora de vida, es semilla que a su vez germina y hace crecer la vida en sí misma, es la manera como conocemos la luz, a través de la gestación, y en el arte, el simbolismo de la muerte y la vida son fuerzas constantes en las cuales los artistas debemos movernos, debemos crear nuevos mundos, nuevas miradas, y es en este aspecto donde la mirada del artista se vuelve relevante. El artista debe mirar, observar, ver, y es en la naturaleza donde encontramos los motivos justos para revelarnos, en su observación, detenida, detallada, ahí están las preguntas y las respuestas que desde tiempos inmemorables nos acompañan, y que quizás el arte nos ayude a comprenderlas, a sentirlas, a interpretarlas.

EM: La mujer indígena Camëntŝá, la cual se representa a través de diferentes escenarios donde es protagonista de la cultura viva de su pueblo, es la que se teje con otras mujeres, celebran la vida, unen sus pasos en un solo caminar, siembran, y de esta manera van tejiendo ancestralmente a través del pensamiento y la palabra el territorio indígena Camëntŝá. Las abuelas tejedoras del camino, las mujeres que labran la tierra día tras día acompañadas de la orientación de la Luna y el sol, las abuelas que han pervivido y mantenido sus costumbres pese a un proceso de colonización, las mujeres luchadoras por la vida y el territorio son las mujeres que habitan en mi espacio colorido. Es quizás esta la razón por la cual la mujer es la protagonista de mi obra, la mujer como territorio, lo femenino como lo sagrado y lo humano, la madre tierra como un sentir, como un sueño, como una lucha y una esperanza a la vez. Mujer y territorio en unidad.

Botaman Juabn Juashentsam, Sembrar buen pensamiento © Eliana Muchachasoy. Acrílico sobre lienzo. 148cm x 52cm. 2018

EM: Todos somos tejido, en cada momento tejemos pensamiento, tejemos palabra, somos un solo universo. Mi abuela, la mujer que tejió su bonito pensamiento y palabra en mi corazón, la mujer que me mostró la magia de los colores a través de los hilos en el telar, el milagro de la vida constante en su chagra, espacios oníricos a través de sus historias alrededor del fuego, sus creencias y medicinas son recuerdos que llenan de agradecimiento al universo por tener su presencia y compañía en mi formación como persona, mujer, artista, su legado sigue vivo en mis manos, en mi madre, en mi familia. En la obra “Tejiendo buen pensamiento” es la mujer del centro que comparte los hilos de colores con otras mujeres. En varias pinturas he realizado homenaje a las abuelas como mujeres sabedoras, sembradoras. En una obra pinté a mi abuela “Mama Mercedes” como agradecimiento a su legado.

Mama Mercedes © Eliana Muchachasoy. Técnica mixta. 115cm x 120 cm. 2020
“Mujer Camëntŝá, eres la flor más bella entre las flores, tu sabiduría esta llena de amor, conocedora de las plantas medicinales. De la abundancia del corazón habla tu boca, Madre ancestral, Aslepay ainanokan Mama Merecedes por sanar nuestros caminos y armonizarnos para seguir pensando bonito.”
Eliana Muchachasoy
Bëtsmamá, Abuela. © Eliana Muchachasoy. Acrílico sobre lienzo. 115cm x 120 cm. 2020

PM: ¿Puedes hablarnos del vínculo entre las imágenes que creas y las visiones que surgen en la ceremonia de Yagé?

EM: La medicina tradicional, específicamente el Yagé hace parte del plan de vida de la comunidad, desde niños nos han compartido esta medicina para tener mayor conexión con lo espiritual, con las plantas y todo lo que nos rodea. Para mí, la medicina ha sido un puente de conexión conmigo misma, de autoconocimiento, de sanación y fortalecimiento espiritual. En mis obras no he realizado una visión de yagé como tal, es mas bien una visión con mi territorio, con la memoria que he venido construyendo y en la que también hace parte esta medicina. Mi obra es un aporte a la memoria colectiva de mi comunidad.

“Sueño entre tus montañas,
Sueño entre tus raíces,
Sueño en la semilla que germina,
Sueño en el agua tranquila,
Sueño en el día y en la noche ,
Contemplando el milagro de la vida”.
Eliana Muchachasoy

PM: En tu trabajo, ¿cómo se construye una mirada del territorio desde el pensamiento femenino? 

EM: Es un reto constante conmigo misma, con mi sinceridad, al revisar mi historia, mi cuerpo, mi territorio, descubro en él todas las huellas de mis ancestros, en el reposan las manos de mi madre, de mis tías, de mis abuelas, de mis hermanas; la sororidad –como se conoce en occidente– es parte de nuestro plan de vida, hay un sentir femenino en lo colectivo del pueblo camentsá, hay un conocimiento que se trasmite de generación en generación. El tiempo camentsá transcurre diferente, el tiempo en la chagra sembrándose, el tiempo en el fogón es otro, el tiempo tejido deja su huella en el chumbe, que llevamos siempre, o casi siempre en nuestras vestimentas, y en nuestros cantos y danzas que se repiten en el tiempo y en conjunto suenan todas las voces, las antiguas, y las nuevas, mi obra hace parte de este tejido, siento que soy una voz más para este territorio.

… La mirada femenina indígena es entonces, una mirada entre todas, entre las mayoras y las niñas, las nuevas semillas, y en estos territorios siempre cambiantes, y ante nuevos retos, porque en mi cuerpo no solo reposan mis ancestralidades, también existe un riesgo permanente de extinción de mi pueblo, y creo que tiene que ver en gran medida con la pérdida de identidad, y esta identidad femenina indígena lucha por su supervivencia ante el exceso de información que nos desborda en la actualidad. Los medios de comunicación en su globalización ponen en riesgo las particularidades que son en definitiva nuestra esencia. Aun debemos quebrar los “espejos” y ver más los reflejos, en el agua, en el fuego, en el viento, o adentro, muy adentro.

Catsbet, Luna llena © Eliana Muchachasoy. Técnica mixta sobre lienzo. 100 cm x 100 cm. 2021
“Empezar de nuevo, como cuando dejamos las malas energías bajo la luz de luna llena, con el poder del agua que sana y nos da la vida. Las plantas sagradas se levantan para sanar y proteger a la mujer que hoy despierta y deja que el latir de su corazón la guíe, su consciencia, su sentir y el amor serán la luz en su camino.”
Eliana Muchachasoy

EM: Desde el pensamiento indígena consideramos nuestros cuerpos como nuestro primer territorio y es ahí donde necesitamos seguir sembrando el amor propio, la memoria del pensamiento bonito, del buen vivir, de encontrar la esencia del ser Camentsá. Definiría entonces mi trabajo alrededor de una misión: sensibilizar alrededor de lo femenino, del territorio femenino indígena, como una postura social, política, estética, económica y sobre todo espiritual. 

PM: ¿Cómo consideras que tu trabajo contribuye a la transmisión del pensamiento tradicional de la mujer en tu comunidad? 

EM: Mis obras, son el resultado de una curiosidad permanente, ir a la academia fue la continuidad de un proceso que ya había iniciado en el territorio, en mi casa, con mi familia. Mi madre y mi abuela suministraron las herramientas, los espacios, las motivaciones necesarias para poder seguir plasmando mi sentir indígena, mi femenino libre; no solo soy portadora de las artes propias de mi comunidad, y las llevo y represento con orgullo y dignidad, sino que a la vez, me adentro a explorar los espacios académicos, estéticos, políticos, espirituales y demás, desde una mirada indígena como mujer. Con diversas herramientas, he logrado reconstruir mi universo simbólico, que siempre me ha acompañado, soy una mujer artista indígena que pinta, que canta, que danza, que teje, que hace video, fotografía, performance, murales y además lidera procesos culturales al interior de su comunidad sin olvidar nunca sus raíces. Aprovechando la oportunidad de ser Mujer Indígena, a través de mis obras, muestro mi universo Camentsá. Sólo espero que este camino, sirva para que otras mujeres puedan caminar el arte desde sus territorios, para que encuentren un plan de vida desde las herramientas artísticas, para que la memoria de mi comunidad y la de otras que están presentes pervivan en el tiempo.

Florecer desde adentro © Eliana Muchachasoy. Técnica mixta. 130 cm x 180 cm. 2022

PM: ¿Qué impacto ha tenido tu trabajo y tu liderazgo entre los hombres y los abuelos de tu comunidad?

EM: Cuando empecé a buscar espacios en mi territorio para mostrar mi trabajo pude evidenciar que la técnica de mis propuestas artísticas todavía no había encontrado su lugar para ser apreciado, entonces la tarea se volvió más grande, en mis primeras exposiciones no solo los abuelos sino también abuelas, niños, jóvenes, comunidad en general, no habían tenido la oportunidad de formarse desde las nuevas propuestas de arte, por lo tanto muchas personas no duraban ni un minuto observando una obra y los comentarios no pasaban más allá de decir: está muy bonito.

“Sembrar bonito para cosechar bonito
y así florecer en nuestro paso por la madre tierra”.
Eliana Muchachasoy

EM: Hoy en día hay diferentes opiniones, que difieren del género, pues hay posturas machistas que a veces emergen de nosotras mismas, y conozco de hombres que en su sentir femenino logran acercarse mejor, por lo tanto, creo que la mirada no depende tanto desde el punto de vista de lo biológico, sino de lo cultural. Si me preguntas sobre la confrontación de modelos de pensamiento femenino frente al capitalismo hetero-patriarcal, entonces, mi respuesta seguiría siendo, que mi trabajo es mi plan de vida, y que en mi territorio, como en muchos, también hay desarmonización entre las fuerzas femeninas y masculinas, y que se ha incrustado en lo más profundo el desconocimiento de nuestros derechos como mujeres, como indígenas, y más aún como artista, pues en muchas ocasiones la cultura es un privilegio, la mujer en mi comunidad ha venido ganando diferentes espacios que le han permitido empezar a ser visibilizada, la lucha por la reivindicación apenas comienza. Mi trabajo es coherente con la naturaleza del arte, para generar cambios, se deben buscar nuevos caminos, el arte es el vehículo de la cultura.

De la serie “Mujer y medicina” © Eliana Muchachasoy. Técnica mixta. 125 cm x 115 cm. 2021
“Madre tierra, abrázame con tus colores,
con dulces cantos ¡abrázame!
Yagecito sáname con tus colores,
con dulces cantos sáname.
Que la medicina siga perviviendo
para sentir su fuerza en nuestras raíces,
para crecer, para sanar, para florecer, para vivir”.
Eliana Muchachasoy

PM: En tu obra hay una exploración muy interesante con el color y la fluorescencia, ¿puedes contarnos sobre estos colores y experimentos con la luz?

EM: Como artista, creo que me defino como artista endémica, y esta particularidad esta expuesta en mi obra. Cada detalle que pinto me es familiar, me es cercano, y no solo en el mundo físico, hablo también de lo onírico, hablo de lo espiritual y sobre todo, me refiero a la cosmovisión que como ser que pertenece a un pueblo andino amazónico contiene. Es en estas visiones donde logro claramente percibir mi universo de colores, y me atrevo a decir, que es limitado el sustrato, pues los colores y formas que aún no logro describir en mis obras aun vive en esas experiencias, experiencias que no son aisladas, pues las plantas medicinales que hacen parte de la ritualidad de mi pueblo, se acompañan con bailes, con cantos, con música, es toda una ceremonia que trasciende el razonamiento. Es desde esta abstracción que desborda todos los sentidos desde donde viene mi luz, y apenas pareciese ser un recuerdo, como un sueño lo que pinto en mi ser, para luego ser llevado a la plástica, a la música, a la imagen.

(…) En el aspecto técnico, mi paso por la academia de la mano de mentores y amigos artistas, que aun en la actualidad me acompañan en esta exploración del color, ha sido mi base para consolidar eso que ya sabía desde niña, que los colores camëntsá, son más vivos, más vibrantes. El cómo usamos los colores es algo que nos caracteriza de los demás pueblos, la pinta [la visión que cura] tiene mucho que ver en la manera de como percibimos el mundo.

“Una mirada para sanar, 
una mirada a través de la medicina,
con el espíritu de las plantas, 
las melodías de cada ser.
La bendición del universo,
estás aquí, estoy aquí.
Honrando mi territorio,
mi cuerpo, mi memoria,
el tiempo y todos los seres
que me han construido.”
Eliana Muchachasoy

EM: En el arte contemporáneo, obras del maestro Carlos Jacanamijoy, Luis Tamani, Alex Grey, Jeisson castillo, las maestras María Theresa Negreiros, Olinda Silvano, por mencionar solo algunos ejemplos, han sido influencia en el trabajo de la luz como parte de una visión, de un propósito que trasciende lo estético; pintar la luz, la luz interior, pintarla para verla, pintar la luz de las personas, pintar su aura, su sentir, mi sentir, es la magia que me atrapa en cada lienzo. La fluorescencia de los colores es como muchos de los puntos que inician en una pinta con yagecito, en estos colores he encontrado una cercanía a lo ceremonial, un despertar que ocurre y atrapa en el momento que hace reacción con la luz ultravioleta. Cuando siento que he finalizado una obra me encanta llegar a esa sorpresa divina de la transformación de los trazos de colores que tienen en la oscuridad con la otra luz.

PM: ¿Hay alguna maestra que te haya inspirado particularmente?

EM: Cuando conocí la obra de la Maestra Olinda Silvano del pueblo shipibo sentí una gran admiración por su trabajo, no solo artístico sino desde su gestión como mujer, el tejido que ha fortalecido con otras mujeres de su comunidad me llenó de mucha esperanza, su trabajo me inspiró a continuar con más fuerza en mi proceso.

Somos vida, somos resistencia © Eliana Muchachasoy. Serie fotográfica

PM: ¿Qué otros medios artísticos has explorado y cómo han influido en tu obra? 

EM: En la academia adquirí diferentes herramientas que me han permitido seguir explorando la imagen; la pintura, la fotografía, el audiovisual, el muralismo, la ilustración y la música han sido los campos en los que me he encontrado en mayor conexión. Esta exploración me ha permitido tejerme con mujeres, niñas, madres, abuelas, jóvenes de mi comunidad. Es a través de la fotografía y el video donde también he logrado ser la voz de otras mujeres, por medio de sus cuerpos, sus expresiones faciales, sus miradas, sus danzas, sus cantos, sus tejidos, cuando quedan atrapados en la imagen, cuando están en movimiento atravesando el lente, me ha impactado encontrarme y reconocerme en ellas, sentirme mujer camëntsá y ver la necesidad de fortalecer nuestra identidad y cuidar nuestro territorio, nuestros cuerpos. Despertar otras miradas a través de la fotografía ha permitido llevar la imagen a diferentes puntos de reflexión dentro de la comunidad, a ver con mas profundidad el estado del arte dentro de este territorio.

(…) Cuando la gente visita nuestro territorio logra apreciar que el arte mantiene viva la esencia de las comunidades que lo habitan. Hay familias que se dedican de lleno al tallado, al tejido en telar, en hilos, a la música. En este relato hago un pequeño paréntesis agradeciendo al universo y al territorio por lo bello de la música. Hace varios años venía sintiendo un llamado sonoro y hoy he tratado de acercarme a ese llamado a través del aprendizaje de un instrumento como la guitarra, y he encontrado mucha sanación en la música y me he permitido compartir estos sentires con otras mujeres. Hace dos años venimos tejiendo melodías y cantos en un grupo que conformamos con algunas mujeres de mi comunidad, el grupo musical JASHNÁN que traduce “para sanar”. Como una forma de entender la sanación a través de cantos agradecemos a la madre tierra por la vida, a los elementales, a nuestros taitas y abuelas.

Tsbatsanamamabiam Jabersiam / Un canto para la madre tierra © Eliana Muchachasoy. Técnica mixta. 118 cm x 125 cm. 2018

PM: ¿Cómo impacta tu trabajo el tejido de tu comunidad? 

EM: Siento que el arte es una siembra constante, es una responsabilidad de continuar con el tejido que iniciaron nuestros ancestros. Hoy en mi comunidad mi trabajo tiene un mayor reconocimiento y a la vez se ha convertido como un referente para el fortalecimiento de la identidad de la comunidad. Existen muchas propuestas artísticas desde los territorios que necesitan ser visibilizadas para que el mundo entero conozca sobre su existencia, su cosmovisión y sus problemáticas. Es así como sentimos la necesidad urgente de tener este espacio llamado BENACH GALERIA DE ARTE. 

PM: Cuéntanos sobre la propuesta e historia de la galería BENACH…

EM: En este proceso artístico me he preguntado ¿para qué? ¿Para quién? ¿Y por qué quiero hacer arte? En mis viajes he visto el arte de muchas comunidades en medio de los museos, en las grandes ciudades donde pocas personas de la ruralidad tienen acceso; al arte, la experiencia del arte es para unos pocos. A partir de estas experiencias es como surge la necesidad de mostrar arte dentro de mi territorio, y de esta manera darle la oportunidad a mi comunidad de poder apreciar las diferentes propuestas de los artistas locales, crear el público, crear el espacio para pervivir, para vivir un plan de vida comunitario a través del arte. Creo que de esta manera hacemos un aporte valioso a la memoria colectiva de la comunidad, seguir tejiendo comunidad y territorio. 

Galería Benach

EM: BENACH en lengua camëntsá traduce camino. Como artista mi plan de vida está ligado al arte y es el camino que me ha permitido seguir siendo la voz de mi territorio. Durante mi proceso artístico tuve algunos momentos difíciles, inicialmente no existía un reconocimiento hacia mi trabajo y es precisamente porque no había tenido la oportunidad de exponer mi trabajo en el Putumayo, pues no existía este tipo de espacios que promovieran el arte. Benach es ese espacio que permite promover el arte local. Ahora, los niños, niñas y jóvenes están recibiendo mucha información a través de las redes y los medios de comunicación, y toda esta información hace parte de la construcción de su identidad, de sus valores y principios. Partiendo de esta reflexión con el compañero Alberto Velasco decidimos darle forma a esta iniciativa para seguir tejiendo el arte con la comunidad.

(…) Benach ha sido un camino que ha permitido fortalecer el tejido artístico, cultural, gastronómico y económico en el territorio. Hoy tenemos en Benach diferentes emprendimientos que se están llevando a cabo en el territorio, formas de manejar una economía circular y apoyar la economía local. Hemos realizado varias exposiciones individuales y colectivas con artistas locales e invitados, y algunas instituciones piden estos espacios para mostrar a sus estudiantes los trabajos que se están exponiendo, entendiendo así que el arte nos permite educarnos.

Bengbe uaman luare, Nuestro territorio © Eliana Muchachasoy. Acrílico sobre lienzo. 100cm x 70cm. 2018
“Nuestro territorio siempre nos une.
Somos la memoria viva de un pueblo.
Somos presente, pasado y futuro.”
Eliana Muchachasoy

EM: Así mismo el arte como un camino de transformación social también permite que el plan de vida de niños, niñas y jóvenes de las comunidades encuentren una forma de expresarse y de vivir a través del él de una manera sana. Es necesario seguir tejiendo la palabra y el pensamiento de los mayores a través del arte para que su legado continúe en las nuevas generaciones. El sueño de Benach inició hace varios años pero tomó forma desde hace dos años y medio donde continuamente aprendemos, exploramos, compartimos, y apreciamos otros mundos posibles.

PM: Hace un año ocurrió un incendio en la galería, y tengo entendido que hubo un proceso de recuperación de este espacio muy rápido debido a la colaboración de muchas personas, ¿puedes contarnos del aprendizaje detrás de este proceso?

EM: El 4 de diciembre de 2021 un corto circuito ocasionó un gran incendio en toda la galería, que ocasionó la pérdida casi en su totalidad de cosas materiales e infraestructura. Sentimos que fue la muerte de Benach al ver todo el espacio en llamas. Tuve una crisis nerviosa por todo el impacto, y me quedé únicamente con la ropa que tenía puesta. La bonita sorpresa y el ánimo de levantarme nuevamente con este proyecto fue la energía de la gente que había estado en Benach, la gente del territorio y de otros lugares empezaron a pedir que vuelva la única galería de arte, que realmente era un espacio muy importante y necesario para el territorio. Fue entender que a través de este lugar se hizo una siembra relevante. Nos empezamos a organizar y a realizar diferentes actividades para recolectar fondos, los artistas locales, grupos juveniles, allegados y comunidad en general apoyaron de muchas maneras.  Realmente fue el arte el que ayudó a levantar Benach, hicimos rifas de cuadros, compartires musicales, de gastronomía, mingas, trueques, y con el apoyo de las personas de otros lugares logramos levantar el espacio para abrir las puertas al público después de 34 días de trabajo arduo. No nos hemos repuesto en su totalidad desde lo material, pero la satisfacción más grande es poder continuar tejiendo el arte en este territorio aportando a la memoria colectiva de las comunidades. Hoy el tejido ha ido creciendo en Benach, tenemos alrededor de 29 emprendimientos que surgen en la región y el nombre de Benach es conocido por su valor cultural.

Eliana Muchachasoy © Fotografía de Paula Maldonado

Más sobre Eliana Muchachasoy Chindoy, su arte y la galería Benach

Sobre Paula Maldonado 

Paula Maldonado estudió filosofía en la Universidad Nacional de Colombia y se graduó de la maestría en Estética e historia del arte de Paris 8 (Saint Denis Université) con la tesis “Clichés de América, la impresión de los imaginarios del poder”. Ha trabajado como profesora, investigadora, curadora y coordinadora de seminarios y talleres en distintos contextos y escenarios. Se interesa particularmente por los múltiples vínculos entre el arte y la cosmopolítica, la investigación sobre el arte en Latinoamérica, la antropología de la imagen y los estudios poscoloniales, la pedagogía y el trabajo con comunidades, y la creación trans-disciplinaria y colectiva.

Eliana Muchachasoy y Paula Maldonado © Siwar Mayu ~ Febrero de 2023


Recordar los Andes en territorio cheroqui. Byron Tenesaca

The Breedlove Brothers © Byron Tenesaca

Fotografía y arte original © Byron Tenesaca 

Entrevista y comentarios © Juan Guillermo Sánchez Martínez

Cuando vivimos lejos del lugar donde nacimos es siempre grato encontrarse con una persona que, igual que uno, conoce la experiencia de la migración, y recuerda lugares semejantes a los que uno mismo añora. El pasado 6 de junio de 2022 nos encontramos con Byron Tenesaca, artista y educador kichwa, en el jardín botánico de Tokiyasdi (Asheville, Carolina del Norte). Mientras caminábamos, íbamos reconociendo las plantas, haciendo conexiones con los Andes. Entonces le propuse que hiciéramos una entrevista sobre su proceso creativo entre lenguas, territorios y técnicas. Lo que sigue son algunos fragmentos de la entrevista. 

Byron Tenesaca es un artista visual y educador bilingüe que reside en el occidente de Carolina del Norte. Él nació en una comunidad ancestral de los Andes ecuatorianos, en una familia de cesteros y agricultores. Creció allí con su abuela, con quien Byron aprendió el sistema de reciprocidad que existe entre los seres humanos y las montañas. A sus 11 años, viajó con su abuela a los Estados Unidos para vivir con su madre biológica (ambas fundamentales en su obra). Después de graduarse de la Universidad Western Carolina (WCU) en 2015, fue seleccionado para una residencia artística en The Bascom en Highlands, NC. Su pasión por el arte y la educación lo ha llevado a asumir roles como intérprete de español, maestro de arte para niñxs, maestro de español en la escuela secundaria, consejero en campamentos y, más recientemente, instructor de HiSET. Byron tiene una maestría en Educación Integral de la Universidad de Western Carolina. Recientemente, Byron fue uno de los 50 artistas seleccionados para formar parte de la exposición inaugural Appalachia Now! del Museo de Arte de Asheville. 

Remendando la Llachapa Vida. Un breve documental sobre María Francisca Guamán Morocho (Mami Pancha), una inmigrante con una rica herencia andina que ahora reside en NC. © Byron Tenesaca

Juan: Siempre le pregunto a los invitados que se presenten y nos cuenten cuál es su territorio…

Byron: Me llamo Byron Tenesaca, vengo de una comunidad kichwa-kañari, de los Andes, de lo que hoy es el sur de Ecuador. Vengo de una familia de tejedores, agricultores que han preservado la tradición por medio de los alimentos, y de estar en esta armonía con el medio ambiente, dedicando la vida al buen vivir para el futuro. 

Juan: Estaba mirando tu página, y vi que trabajas pintura, fotografía, dibujo, y diseño digital. ¿Cómo es tu relación con el arte, con la creación? ¿Cómo se relacionan con tu ser, con tu vida?

Byron: Desde pequeño dibujaba. Cuando acompañaba a mi mamá-abuela a vender las canastas en la ciudad, me acuerdo que coleccionaba dibujitos, revistas del piso, de gráficas que me llamaban la atención. Luego iba a la casa y en un papel de líneas de la escuela de mi hermana, los dibujaba, los pasaba en ese papel, en la ventana, me acuerdo. Tenía una colección ya larga de comics. También crecí halado de la pollera de mi mamá-abuela, y cuando ella tejía yo estaba al lado de ella, siempre al cuidado de mi mamá-abuela.

Remendando la Llachapa Vida. Un breve documental sobre María Francisca Guamán Morocho (Mami Pancha), una inmigrante con una rica herencia andina que ahora reside en NC. © Byron Tenesaca

Como en muchas familias transnacionales, Byron creció con su abuela en Ecuador y luego se juntó con su madre en Estados Unidos, quien había emigrado antes al norte. Byron me contó que su madre solía enviar paquetes con ropa para sus hijos, juguetes, a veces documentos importantes para la residencia, y un cassette de video… 

Byron: Y ese cassette lo poníamos en la tele y veíamos una mujer hablando en el espejo. En ese momento nosotros no conocíamos esa máquina bien grande que ella tenía en su hombro. Ella hablaba y nos decía cosas a nosotros. Mi abuelita me decía: “Mira, esta es tu mamá. Algún día vas a verla. ¡Salúdala!”. Pero en mi mente yo veía ese video y sólo veía manos y una máquina bien grande, y entre mi mente de niño yo decía: “Pues mi mamá es medio robot. Tengo una mamá que es como robot…” (risas…)

Entre la risa y la gravedad, Byron me contó lo difícil que fue llegar a la Isla Tortuga (Norteamérica), un lugar desconocido para un niño de 11 años que vivía en ese entonces con su mamá-abuela en los Andes. Byron no llegó a las montañas de Carolina del Norte, sino a la bocacosta. Pronto, la rutina de ir a la escuela y quedarse encerrado en las tardes contrastó con la libertad con la que había crecido: yendo al río a bañarse y a pescar. Los años pasaron y terminó estudiando en la Universidad de Western Carolina, una gran oportunidad para reencontrarse con las montañas. Quería ser médico (por influencia de su madre), pero pronto se reencontró también con el arte.

Byron: Por medio del arte yo puedo aprender más de lo que sea, de filosofía, matemática, cualquier cosa. Empecé a ir a exposiciones de la universidad, y me metí en el programa de arte, y no creo que le haya gustado a mi mamá (risas…). Me llamó mucho la atención la pintura, y después la fotografía, y de ahí vino el diseño. Pero me enfocaba más en un mundo de sueños y mundos entre acá y la realidad en la que yo crecí. Tal vez era un propósito de la fotografía el de ir a tomar fotos y hablar y conocer diferentes perspectivas. 

En esa búsqueda, ya en los últimos años de la universidad, Byron se va a vivir más adentro en las montañas y conoce a algunos integrantes de la comunidad cheroqui.  

Byron: Me acuerdo que en el bachillerato aprendimos de los nativos, pero era como diferente, no había aprendido de la comunidad cheroqui. Entonces fui y platiqué con amigos cheroqui de mi edad, y era interesante que tuviera más conexión con esa comunidad que con la comunidad latina o hispana con la que crecí. Me gustaron mucho los tejidos, porque cuando los vi, yo dije “esto es como si yo estuviera viendo a mis tías, a mi abuelita, tejiendo”. Entonces ahí me llamó la curiosidad el aprender un poco más de la cultura cheroqui. Y mientras más aprendía, más me regresaba a mi infancia (…) El concepto de “latino” e “hispano” es algo que es nuevo y creado aquí, y no estoy opuesto porque me gusta cómo crean diálogo las organizaciones, pero también se deja a un lado la indigeneidad. Es como crear una iglesia encima de una huaca (lugar sagrado andino), ¿verdad? Es como si estuviéramos aquí solamente desde que se independizó tu país, pero si vas más allá, aprendes que no, yo no soy lo que llaman un “alien” (risas…). Aprender más allá de lo azteca, por ejemplo mi cultura kañari que va más allá de “lo inca”, te da más fuerza. La colonización ha borrado mucho, pero donde los pies tocan la tierra, ahí pertenecemos.

Como vemos en las fotografías de Byron Tenesaca aquí incluidas, hay series que captan eventos aquí en Carolina del norte (paisajes, bosques, superposiciones en photoshop), pero también hay series en las comunidades andinas de Ecuador. Esa doble mirada del fotógrafo y el artista hacen única esta obra, que va y vuelve de la soledad a lo comunitario. Pensando en ello, le pregunté a Byron: “desde el ojo del fotógrafo, ¿cómo es esa experiencia? ¿Sientes que la luz, o la relación con la cámara, cambian al estar aquí o allá? 

Andes: Cañar-Azuay © Byron Tenesaca

Byron: tal vez un poco más de confianza al estar más cómodo allá, por la familiaridad. Aquí, lo que he fotografiado es a personas, que al principio son extrañas, pero que después de dialogar, si hay oportunidad, hago una especie de fotografía documental de mis experiencias. Y también he fotografiado lugares, sobre todo durante la residencia artística en The Bascom en Highlands. (…) Y esa soledad, al estar en un lugar bien amplio, natural, me gustaba ir a lugares donde siempre son documentados por los turistas, pero siempre hay cierto tipo de luz, cierto tipo de ángulo, y me iba a esos lugares durante la lluvia o cuando no había nadie, o después de llover, o al atardecer. Es un espacio diferente (…) 

Western NC, 2016 © Byron Tenesaca

Byron: Hay una serie que llamo “Human Mounds” (Montículos humanos). Estaba leyendo un poco de los montículos de aquí en Carolina del norte, un conjunto de tierra, conchas, bastantes cositas que los nativos de aquí usaban para crear estos montículos. Y me quedó esa idea, porque también en estos lugares habían restos de personas, entonces me enfoqué en eso, en el ser humano como ser orgánico, como un ser que es otro nudo en esta fibra de naturaleza, de pachamama, entonces lo representé como una fruta en posición fetal, y solo fotografié la espalda, porque tenía cierta figura que era como un eco de las montañas, y lo sobrepuse en diferentes lugares. Y me hizo acordar dónde yo veía esta figura antes, por qué nació esta idea, y es lo que nosotros llamamos zambos (calabazas). Y también me acordó de mi tía, que tiene una discapacidad en su cuerpo, y mi abuelita tenía siempre que bañarla, pues ella no puede pararse recta, sino que siempre tiene que estar de esa forma así (encorvada). Y la bañaba, me acuerdo a temprana edad de esa imagen de la espalda redonda de mi tía (risas). 

 

Montículos humanos © Byron Tenesaca

Kay Pacha © Byron Tenesaca

Juan: Esa exhibición, “Human mounds” se relaciona con la exposición “Kay Pacha”, en la que también hay esa misma forma, la del cuerpo desnudo en posición fetal, pero ahora desde el dibujo. 

Byron: Sí, esa imagen pasa de la fotografía, al dibujo y luego al grabado, y la sobrepongo con los alimentos con los que crecí comiendo, y que hay en nuestra región, creando algún tipo de armonía visual, pero también esa armonía que hay con el ser humano y las plantas. Cultivar tus propios alimentos, esa reciprocidad que hay entre tu cuerpo y las plantas y las montañas. De ahí nace el agua, ahí cultivamos la tierra, nos da de comer. Estamos comiendo un poquito de la montaña, nos transformamos nosotros en la montaña, y cuando morimos vamos de nuevo a la montaña (risas). Este es el espacio de los seres vivos, que es el Kay Pacha. 

Juan: En lo que me estás contando, es como si el encuentro con la comunidad cheroqui, y la exploración tuya a través del arte, te llevaron hacia los Andes. ¿Sientes que el arte te ha llevado a recordar? ¿El territorio cheroqui te ha abierto espacios para recordar? 

Byron: Sí. Creo que está en una línea de uno de tus poemas que dices “Andes Apalaches”. Por eso me quedé aquí después de estudiar porque me recordaba donde nací, al lado de un río, junto a las montañas (…) Y hay muchas similitudes. Mientras más aprendo de las comunidades indígenas de aquí, más impresionante es la sabiduría y la forma de vivir en mi niñez (…) Ahora estoy aprendiendo más sobre el tejido. El proyecto que recién terminé fueron 12 canastitas pequeñas de papel, con mis dibujos, y en la base, que es la parte más importante de cualquier canasta, es el retrato de mi familia, que representa lo que nos ha mantenido juntos, las mujeres de mi familia. Y a los lados están unos dibujos del maíz, o choclo como lo llamamos allá, también frejol que allá llamamos poroto, las papas y el zambo. Y el remate (el borde final) me lo tuvo que enseñar mi tía, por medio de zoom. Osea, uno aprende viendo, nunca te dicen así, así, entonces a mi tía se le hacía difícil por medio de la cámara decirme: “Agarra con tu mano izquierda y con este dedo, y tienes que darle para adelante o para atrás.” (risas) Y para tejer una de papel, me tocó como seis horas, y no me gustó como lo hice, y después traté otra vez. Y la tercera vez sí, ya me gustó. Y la cuarta ya fue la primera terminada. Y ahora puedo hacer una canasta en dos horas y media. 

4 generaciones de tejedoras de cestas © Byron Tenesaca

Juan: El tejido está muy presente en muchos de tus proyectos. A veces puede ser un tejido de líneas, a veces puede ser un tejido de materiales. Y claro, yo veo que estás haciendo un tejido entre los Andes y los Apalaches. ¿Cómo es ese proceso de tejer para ti? 

Byron: El tejido no es solo el arte o la artesanía, sino un momento de reflexión, de crear un espacio para ti mismo y para tu familia. Yo me daba cuenta que aquí en cheroqui, también como en mi familia, tejemos en comunidad. No se teje solo. Siempre es con tus tías o con tu mamá. Y están los niños alrededor jugando. Y creas un espacio de reflexión donde tal vez hablas de temas que no se pueden hablar cuando estás en otro lugar. Yo reflexionaba sobre cómo mi abuelita llevaba tantas canastas en su espalda al ir a vender a la ciudad. Y tan inteligente que ella era, iba de casa en casa. La meta era venderlas en la ciudad, pero ella las iba vendiendo desde nuestra casa, y cuando llegaba al lugar donde tenía que venderlas, ya estaba solo con una (risas…) Entonces comprábamos los alimentos necesarios, manteca, azúcar, sal, panela (piloncillo, un bloque de caña), porque lo demás no se necesitaba. Entonces reflexionaba en todo esto mientras tejía y en las conexiones con las comunidades de acá, después de dialogar con las tejedoras cheroqui Mary Thompson y Faye Junaluska. 

Juan: Yo quisiera terminar esta breve conversación con una pregunta sobre el futuro. ¿Cómo ves este renacer de muchos jóvenes que como tú han crecido aquí en el norte pero están reconectando con su gente? ¿Cómo ves el futuro de estos intercambios entre el sur y el norte? 

Byron: Yo diría que el futuro está en el pasado, como lo dicen algunos abuelos en algunas charlas que he escuchado. Para crear un futuro tenemos que tener en mente lo pasado. Claro que las cosas cambian, pero aprendiendo de nuestros errores y de la historia de los pueblos originarios (…) Por ejemplo, algo como justicia indígena. Aquí en los Estados Unidos la cárcel envenena al ser humano en vez de sanar. La educación también, la que está enfocada en el capitalismo. Entonces yo tengo un rol importante como maestro, de alguna manera u otra influencio a la siguiente generación. (…) Antes, los gobiernos tenían un cierto control sobre nuestros pueblos por no saber leer, y te pedían que firmaran documentos y cosas así, incluso el papá de mi abuelita, pues a él le tocaba un terreno por haber vivido toda su vida trabajando ahí, y el día que le tocaba recibir, el hacendado le dijo que firmara unos papeles porque habían cambiado unas leyes, y lo hizo firmar. Le dio un poco de dinero y le dijo que no regresara. Ahora hay resistencia. Para poder pelear el sistema hay que saber sobre ese sistema (risas…). Yo me siento optimista por los cambios, pero sabiendo dónde estamos.

Alumbrando con su arte y sus ancestros, Byron camina y crea hoy en Tokiyasdi (Asheville, NC), y nos recuerda la importancia de la mujer: su puntada en el tejido comunitario y su fuerza para sostener la familia. Contra el machismo y el sexismo patriarcal, Byron terminó nuestra charla con el siguiente mensaje:  “La mujer siempre tiene el rol de mantener a todos juntos (…) Por eso digo gracias a todas esas mujeres, madres, abuelitas, las warmis que como la montaña, los Apus, nos alimentan para poder continuar con el futuro”. La invitación es a sembrar desde la semilla, echarle tierrita, abono, agua, acompañar su proceso con nuestra manos e intenciones, para finalmente cosechar cuando se cierre el ciclo. Verlo con nuestros ojos para apreciar el milagro y la abundancia de la vida sobre la tierra madre. 

Más sobre Byron Tenesaca, el tejido cherokee, y la comunidad Kichwa en los Estados Unidos

Fotografía y arte original © Byron Tenesaca ~ Siwar Mayu, septiembre 2022

Entrevista y comentarios © Juan Guillermo Sánchez Martínez

Mitos, ritos y petroglifos en el río Caquetá. Fernando Urbina Rangel

Fotografías y poemas originales © Fernando Urbina Rangel

Introducción y selección © Juan G. Sánchez Martínez

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Fernando Urbina Rangel es filósofo, poeta, fotógrafo y educador. Por décadas trabajó en la Universidad Nacional de Colombia donde dirigió cátedras, seminarios y trabajos de investigación sobre mitología comparada, oralidad, arte rupestre, petroglifos amazónicos, y plantas-maestras. Urbina es autor de noventa y cinco artículos académicos, ocho libros, veinticinco exposiciones fotográficas individuales, dos series de televisión educativa, y dos series de radio. Hoy, libros como Las hojas del poder (1992) y Dïïjoma. El hombre serpiente águila (2004) tienen fuego propio; sembrados con mambe y ambil, y cimentados en el arte de la picto-poesía, el arte rupestre, y el rafue (palabra-fuerte Murui-Muina) son publicaciones visionarias que supieron tejer la imagen, la poesía, el ensayo y las-historias-de-antigua, desestabilizando las jerarquías logo-céntricas de los centros urbanos y las universidades en Colombia. En la obra de Urbina, el libro es el árbol de la coca, la biblioteca son las abuelas y los abuelos (como Don José García y Doña Filomena Tejada), y la universidad es el mambeadero o los bailes rituales. Fernando Urbina dialoga con la Gente de Centro (múrui, okaina, nonuya, bora, miraña, muinane, resígaro y andoque), hijos del tabaco, la coca y la yuca dulce, cuyo territorio de origen se encuentra en el interfluvio Caquetá – Putumayo (Colombia). Ellos son los mismos que sobrevivieron al genocidio de la Casa Arana, y hoy continúan resistiendo el asedio de las petroleras, las empresas mineras, el narcotráfico y la guerra civil colombiana.

Afortunadamente, la vitalidad con la que los libros de Fernando Urbina recobraron la palabra, el gesto y el rito de la Gente de Centro, y lo celebraron para la filosofía, la poesía y el arte, abrió senderos para las textualidades y oralituras indígenas en Abiayala. Su trabajo interdisciplinario recordó a varias generaciones que en el río Caquetá, todavía hoy, hay libros de piedra bajo el agua, petroglifos que emergen cuando baja el caudal y que cuentan historias primigenias. También que “el mito es palabra revelada”, no quimera ni anacronismo, sino ese presente que nos sostiene “y en el que hay que demorarse” (Las hojas del poder). 

Las fotografías y textos que componen el video que incluimos aquí abajo hacen parte de la obra MÁS ALLÁ DE LAS MONTAÑAS DE UYUMBE (“San Agustín”), la cual fue patrocinada y exhibida por el ICANH en 2019 (Universidad Nacional) con ocasión del sesquicentenario del nacimiento de Konrad Theodor Preuss, quien fuera el iniciador de la arqueología científica en Colombia. A partir de las ideas del lingüista, arqueólogo y etnógrafo alemán, quien propuso estudiar la religión y mitología de los uitotos en busca de claves para interpretar aspectos de la cultura de San Agustín (Alto Magdalena), esta exposición señala confluencias andino-amazónicas entre las antiguas culturas de las tierras bajas y las de las tierras altas. Es de resaltar que el río Caquetá nace muy cerca (menos de 100 km) del yacimiento del río Magdalena, en el nudo de Almaguer (Macizo Colombiano) donde los Andes se dividen en tres cordilleras. 

Los siguientes fragmentos fueron seleccionados de la exhibición Más allá de las montañas de Uyumbe (“San Agustín”). Asentándose en el lenguaje paradójico de los relatos antiguos de la Gente de Centro, Urbina encuentra una técnica para tejer su propio canasto: la síntesis (Serpiente-Águila, Vigilia-Ensueño, Anaconda-Espiral). Por eso el lector de estos versos/instantáneas notará que los sustantivos aparecen insuficientes, y que el uso del guión o el uso de mayúsculas son estrategias para resaltar la complementariedad. En este imaginario poético, ninguna palabra (vacío, punto, firmeza) tiene solo una cara, pues cada cosa es lo que es y también lo opuesto: el creador es lo creado y viceversa; quien tiene el silencio tiene la palabra. 

Cañón de Araracuara desde El-balcón-del-brujo-de-piedra 

Todo estaba allí y parecía completo;

pero no… nada tenía nombre o historia;

no era aún materia de nostalgia.

Cuando llegó el primordial,

‒ascendiendo los ríos

desde la orilla de la mar inmensa‒

signó el lugar y lo hizo mundo,

lo multiplicó en el mito,

lo recreó en el rito

y le dio los cien rostros del recuerdo.

© Fernando Urbina Rangel

Arquetipos

La tierra

era ancha y sola;

allí todo era blando.

Sol

con sus dedos de luz

fue diseñando,

en el barro orillero de los inmensos ríos,

los seres que poblaban,

tan solo como nombres,

el sueño de los Padres Primordiales.

Al mediodía

calcinó la obra.

Vueltos piedra

los arquetipos quedaron

fijados para siempre.

(Con base en las tradiciones del abuelo Enókayï, de la nación Murui-Muina ‒Uitoto‒)

© Fernando Urbina Rangel

 Cincel y martillo

¿Con qué tallaron su marca en el paisaje,

quienes llegaron primero,

para humanarlo haciéndolo habitable?

Golpe en la piedra con la piedra aguda

y así dejar en piedra algún silencio,

de esos que dicen y duran más que la palabra.

© Fernando Urbina Rangel

 La luz y la sombra

Algo para nombrar el día de los hombres: efímeros.

Algo para nombrar la sombra, la arcaica,

la que precede todo lo que existe.

Piel es la luz sobre la roca oscura;

guarda su entraña la profunda noche.

© Fernando Urbina Rangel

La Dueña-de-los-animales

En su indagar,

los Hacedores cayeron en la cuenta:

Manejemos la forma de la roca.

Esta tiene la traza pavorosa que soñamos

para ser Gerofaikoño, la Mujersapo.

Ella defenderá al animal;

contendora del hombre en la batalla cósmica.

No sea que primen los humanos

y acaben con la casa de todos,

talando selva, envenenando ríos,

matando la semilla de las bestias.

Mariposa

―Abuela –pregunta la nieta–

¿Por qué las mariposas

se paran en la cabeza de las tortugas?

Y la Gran Sabedora,

la Abuela Filomena,

responde:

―Antes, cuando los pieleros

no habían acabado con los caimanes,

las mariposas se posaban

en el banco-decontarhistorias,

el que le regaló Jirayauma al caimán primigenio. 

Fue el pago por ayudarlo a cruzar el río,

cuando escapaba de su esposa,

‒la Mujerjaguar,

         reemplazo de la temible suegra por él asesinada.

Ese banquito quedó en su cabeza.

Allí ellas contaban mitos

‒los del color y del vuelo,

igual a como hace tu abuelo

sentándose en el mambeadero.

© Fernando Urbina Rangel

Cuadrúpedo saltador

Se dice que la palabra jaguar significa

elquematasaltando.

Patrulla un amplio territorio de caza;

equivale al territorio que maneja la gente de una maloca.

Por eso el espíritu del jefe de la tribu,

cuando este muere,

‒si ha sido impecable al velar por su gente‒

quedará como jaguarencantado

cuidando el espacio signado por su tribu.

Es la razón para pedir permiso y hacer ofrendas

antes de entrar a cazar en un lugar desconocido.

© Fernando Urbina Rangel

Serpiente

Soy una línea pero no cualquiera.

Soy tubular como una cerbatana.

Mi diente venenoso hace de dardo;

pero, además, ondulo

y me vuelvo espiral para pensar la vida y la galaxia.

Soy la clave del tiempo porque cambio de piel.

Soy cavadora de túneles acuosos para ir a lo profundo.

Repto sobre la tierra,

trepo por el árbol,

me encumbro a los cielos.

Al devorarme a mí misma soy círculo: soy todo y nada.

“Buena para pensar”

‒hubiera dicho de mí el Etnógrafo‒.

Buena para multiplicar los mundos.

Soy manantial de símbolos.

© Fernando Urbina Rangel

Origen de la humanidad

Padre murió en enero del 78.

Él me había aconsejado

(después de ver mis fotos con el arte rupestre del Inírida):

―Dedícate a las obras que trazara

sobre perennes rocas aquella gente arcaica.

Y fue en febrero,

arriba del raudal de Guaimaraya,

cuando di con el glifo

que bien muestra

cómo una línea almenada se transforma en gente.

Este mitema, igual que su grafema,

se cuenta y representa, en múltiples variables,

a lo largo y ancho de toda la Amazonia.

© Fernando Urbina Rangel

Los cuatro ancestros

Le pregunté al abuelo José García

–mi maestro, gente de féénemïnaa (muinane)–

qué podrían significar los cuatro rostrosculebra

conformando una cruz.

―¡Ajá! –me reconvino.

―Ya deberías saberlo.

¡Eso es maloca!

Y, viéndome confundido, agregó sonriendo:

―Cada uno de los cuatro postes en la maloca

es un ancestropedazodeculebra

Es la manera de tener bien presente nuestro origen.

© Fernando Urbina Rangel

Bailarín

En el aire: el conjuro.

La palabra red.

Y el gesto que interpola

de cada ser el íntimo secreto.

Aquí,

sobre la piedra se trazaron los signos.

Este danzar del gesto…

detenido.

© Fernando Urbina Rangel

Hombres sentados

El Padre

sentado entre el Silencio,

maduraba silencios.

Aún no se inventaba el trueno,

ni el murmullo del viento entre las hojas,

el rugido del jaguar,

el grito de las águilas,

ni la voz como espina del zancudo.

¿Con quién puede hablar el dios?

Entonces, vio su sombra.

Estaba allí, sentada.

Se inventó la palabra y el eco respondió

(el eco que es la sombra del sonido).

―¡Ya tengo compañero! –Exclamó el Padre.

Fue así como los hombres nos formamos.

(Somos la sombra y el eco de un dios).

© Fernando Urbina Rangel

Dos antropomorfos sedentes dialogando

Padre:

hoy que agrego más años que los que tú sumaste,

puedo decir al cabo de casi nueve lustros:

creo haberlo hecho;

no sé si bien,

pero traté de cumplir tu encargo. *

De alguna forma,

seguiremos compartiendo hallazgos

en la corriente circular del diálogo…

Mi sombra pasajera

pronto se volverá una sola con la tuya

y las dos con lo inmenso.

* Ver el poema “Origen de la humanidad”.

 Bogotá- 2019

Más sobre la obra de Fernando Urbina Rangel  y la Gente de Centro 

Arte rupestre amazónico”, Revista Credencial, 2015

Sobre el tejido de Yorema: Kaɨmeramuy / Gilberto López Ruiz: “Mona fueda bibɨrɨ kaɨ niya jȃna uai: diona – jibina uai.”, por Camilo Vargas Pardo y Lina Mazenett

Sobre libro Cultivando la ciencia del árbol de la salud (2019) de Célimo Ramón Nejedeka Jifichíu / Imi Jooi, por Camilo Vargas Pardo

Exhibición Más allá de las montañas de Uyumbe © Fernando Urbina Rangel ~ Siwar Mayu, Agosto 2022

Chonon Bensho, Ucayali, Perú

por Chonon Bensho y Pedro FavaroN

Artista indígena del pueblo shipibo-konibo (Comunidad Nativa de Santa Clara de Yarinacocha, región Ucayali, Perú), descendiente de sabios médicos tradicionales Onanya y de mujeres que han conservado las tradiciones artesanales y artísticas de sus ancestros. Fue criada en un ambiente tradicional, en su propia lengua, y curada con las plantas medicinales que utilizan las personas que quieren llegar a ser maestras de los diseños kené, una expresión artística propia de los pueblos indígenas de la familia lingüística pano. En estos patrones geométricos se expresa la visión filosófica y espiritual de las naciones indígenas que tiende siempre a la búsqueda de la belleza y del equilibrio; el arte del kené da cuenta de la profunda relación de los seres humanos con el territorio ancestral y con los mundos espirituales.

Además de que el conocimiento de estos diseños fue transmitido a Chonon Bensho desde niña, ella realizó una investigación académica sobre estos, la cual presentó como tesis para obtener su licenciatura. Ella estudió en la Escuela de Formación Artística Eduardo Meza Saravia, en el distrito de Yarinacocha, de la que se graduó en diciembre de 2018 con el título de Artista Profesional.

Chonon Bensho desarrolla una obra en la que convergen de manera armónica las técnicas del arte académico con la herencia de los antiguos artistas shipibos. Se trata de un arte indígena moderno e intercultural, vibrante y contemporáneo, pero que al mismo tiempo se eleva a lo trascendente y atemporal mediante un lenguaje simbólico y arquetípico. Sin rechazar los aporte occidentales, la pintura de Chonon se enraíza en los relatos ancestrales del pueblo shipibo-konibo, en las prácticas y plantas de los médicos tradicionales, y en el mundo perfumado de los espíritus Dueños de la medicina.   

Trabajos Bordados

Maya Kené

Los diseños kené son símbolo de identidad del pueblo shipibo. Existen diferentes tipos de kené. Cuando los diseños han sido bordados sobre tela, como en el caso de este trabajo, son llamados kewé. En el centro de este cuadro se ha bordado un diseño maya kené, que significa “diseño circular” o “diseño que avanza girando”. Es semejante a los cantos medicinales, los rao bewá, que según los médicos Onanya siempre avanzan dando vueltas (“maya maya bainkin”, se dice algunas veces en la fórmula poética de los cantos); la medicina circula y el médico es un instrumento mediante el cual la fuerza curativa de las plantas y del mundo espiritual se materializa y se hace efectiva. También el trazado circular del maya kené se asemeja al movimiento de los ríos amazónicos y sus prolongados meandros. Para los antiguos, los ríos eran sus principales vías de comunicación; en sus canoas navegaban para internarse en el monte a conseguir sus medicinas, para pescar en las aguas, para visitar a los parientes. El maya kené, entonces, y al igual que el río, es símbolo de lo que mantiene al pueblo unido entre sí e indesligable del resto de la vida.

El maya kené en este cuadro es trazado con un bordado ancho que se conoce como kano, palabra que puede ser traducida (con cierta libertad poética) como “conexión”, trazo principal que vincula lo diverso. En la arquitectura ancestral del pueblo shipibo, con la palabra kano se designa al armazón de la casa, lo que centra y soporta al resto de la estructura. En el caso de este trabajo, el maya kené es lo que sostiene la composición desde el centro, ya que el centro es fuente de vida y raíz que permite el equilibrio; el ser humano no pude vivir de forma armónica y evitando los excesos, si no conoce su propio centro físico (yora), emocional (shina) y espiritual (kaya), si ignora su lugar en el mundo. El equilibrio, según las concepciones ancestrales heredadas por Chonon, nace de la complementación de los diferentes; por eso en este trabajo la simetría se consigue mediante una suerte de tensión armónica entre opuestos complementarios (el hombre y la mujer, el lago y el terreno de altura en el que viven los seres humanos, entre el movimiento horizontal de los peces y el crecimiento vertical de los árboles, entre el sol y la luna).

Al mismo tiempo, en el trabajo se propone una inclinación ascendente de todo el diseño, que va desde el mundo del agua (jene nete), pasando por nuestro mundo (non nete), hasta alcanzar el mundo superior (nai nete), el mundo del cielo. En el cielo también se da el diálogo complementario entre el sol y la luna. Y en medio de los dos astros, se incorporan tres triángulos equiláteros que sugieren un recorrido visual vertical; este desplazamiento corresponde con las antiguas enseñanzas según las cuales el ser humano se realiza y se vuelve un ser pleno solo si llega a ser un puente entre la tierra y el cielo, como sucede con los médicos Onanya, quienes promueven el vínculo de lo visible con lo invisible, de los sensible con los supra-sensible, de los espíritus Dueños de la medicina con el ser humano.

Es evidente, además, que estos tres triángulos son cercanos a la simbología cristiana de la trinidad del Padre, el Hijo y el Espíritu. Este trío de triángulos como símbolo trata de aproximarnos a la indecible presencia de Dios, del Gran Espíritu, ese centro invisible y trascendente que anima la existencia visible. Para Chonon no hay contradicción en combinar con liberalidad los diseños inspirados en los antiguos shipibos y la simbología cristiana; a diferencia del pensamiento académico moderno, que gusta de las catalogaciones excluyentes, el pensamiento indígena es inclusivo, incorporando sincréticamente distintos elementos sin sentirse amenazado o contradictorio. Pero se trata de un cristianismo indígena, que respeta la vida de las plantas y a los seres invisibles Chaikonibo, que son los antepasados del pueblo indígena y nos enseñan toda sabiduría.

El diseño principal está rodeado por diseños beshe kené, que significan “diseños menores”. Estos diseños van a la orilla o pie del diseño principal, que se conoce en shipibo con el nombre de tae. Estos diseños menores no son meros adornos; además de su función decorativa, se trata de una propuesta estética ancestral que da cuenta de que toda la existencia tiene una vibración y un conocimiento espiritual, el cual se expresa en el kené, símbolo de la espiritualidad que anima a todos los seres.


Koros kené

Aunque la palabra koros parece ser un neologismo en lengua shipiba proveniente del término castellano “cruz”, este símbolo kené en forma de cruz es muy anterior a la llegada de los occidentales al territorio amazónico. Parece ser cercano al símbolo de la chakana, el cual ha estado presente en distintas culturas indígenas de América desde tiempos imprecisables, desde la Patagonia hasta el norte de los Andes e incluso más allá. La interpretación más común del koros kené suele asociarlo a la festividad del ani xeati. Se trataba de una celebración tradicional que se llevaba a cabo, la mayor parte de las veces, cuando una adolescente ya iba quedando lista para casarse y se le practicaba la circuncisión. Llegaban parientes que vivían en lugares lejanos y eran recibidos con abundancia de alimentos y bebidas. En el centro de la explanada en la que se llevaba a cabo la celebración principal, se ponía una cruz shipiba. En la cruz se amarraban animales del monte, los cuales habían sido atrapados con vida para que los asistentes a la celebración les dispararan con arco y flecha durante el evento. Luego esos animales eran ingeridos de forma comunal, reforzando así los vínculos que unían a los parientes.

La simbología de la cruz como centro, como punto de encuentro, permite que también la entendamos como lugar de resolución de conflictos y de la complementación. Los encuentros entre los diferentes algunas veces son amistosos y festivos; otros, en cambio, pueden ser conflictivos, como cuando en la fiesta del ani xeati dos hombres decidían pelear. Sin embargo, no se trataba de destruir al oponente; el conflicto se resolvía cuando uno de los hombres hería al otro. Entonces, todas las ofensas del pasado eran olvidadas, y la paz y la cordialidad volvían a instalarse entre ellos. Se recuperaba así el equilibrio, la convivencia armónica y saludable, para que los conflictos internos no destruyan por completos los vínculos de parentesco y, de esa manera, la convivencia sea posible y alegre. Los pueblos indígenas tenían sus propias maneras de resolver sus conflictos y de salvaguardar la vida en común.

Desde una lectura horizontal y geográfica, el centro de la cruz parece marcar el lugar de convergencia del pueblo, de los familiares, non kaybobo, los cuales visitaban el lugar donde se llevaba el ani xeati desde todos los rincones de la región, desde las cuatro direcciones sagradas o punto cardinales. Desde una lectura vertical, en cambio, la cruz parece señalar la complementación de la izquierda y la derecha, de lo alto con lo bajo. Como la mayoría de diseños kené, el koros kené simboliza la enseñanza antigua acerca de la necesidad de complementarnos y vivir en equilibrio: nuestros dos ojos se complementan, nuestras dos manos se complementan, el hombre y la mujer se complementan, nuestro mundo se complementa con el mundo de los espíritus.

En el caso específico de este trabajo, la cruz es símbolo de la complementación que debe existir entre los seres humanos y los demás seres vivos del territorio. Por eso, la parte inferior del kené simboliza a los peces y habitantes del mundo del agua, jene nete. En el lado izquierdo de la cruz, se ha pintado a un ronsoco, uno de los animales de monte cuya carne ha sido parte de la dieta regular de los pueblos amazónicos, y que pertenece a los seres de cuatro patas que caminan por el bosque. En el lado derecho se ha pintado una garza, pájaro pescador con poblaciones abundantes en los ríos y lagos amazónicos, que pertenece al mundo de las aves o seres alados. En la parte superior de la cruz aparece el hombre navegando en su canoa, la cual le permite entrar en contacto con los diferentes seres de nuestro territorio ancestral. El conjunto de este diseño koros es símbolo de los vínculos indesligables que relacionan a todos los seres vivos y entre los que debe existir siempre un equilibrio. La enseñanza antigua es contraria a la práctica del mundo moderno, que no respeta la vida del resto de seres y piensa que puede extraer del territorio todo aquello que desee. La codicia de la modernidad capitalista rompe con el equilibrio saludable que los antiguos supieron mantener con el territorio.


   

Nane

El fruto del huito recibe el nombre shipibo de nane y se trata de una planta con especial importancia para la etnobotánica indígena. El jugo hervido del fruto produce un tinte que se torna azul oscuro al contacto con la piel y con el oxígeno de la atmósfera. Con este tinte los hombres y mujeres realizaban diseños en sus rostros para asistir a las celebraciones, que daban cuenta de la pertenencia familiar; es decir, el huito era un fruto principal para la construcción simbólica de la identidad y el fortalecimiento de las relaciones. Antiguamente, algunas personas cubrían todo su cuerpo con el tinte del huito para no ser quemados por el sol y en la actualidad sigue siendo usado por los hombres y mujeres para teñir el cabello. Este cuadro de Chonon da cuenta de la importancia del huito para el pueblo shipibo-konibo al ponerlo en el centro de la imagen.

Se ha realizado un trabajo bordado en el que coinciden de forma complementaria los diseños geométricos tradicionales kené con elementos figurativos propios del arte moderno. Las hojas que aparecen en el suelo de la imagen tienen diseños kené en su interior, dando a entender que el kené, antes que creación humana, es una suerte de ordenamiento primigenio de la naturaleza, de la presencia de la vida y de la fuerza espiritual en todos los seres. Los seres humanos crean el kené a partir de una profunda contemplación de la naturaleza y de un diálogo con las plantas. Las hojas de este cuadro bordado son utilizadas por quienes quieren aprender del kené; si las usamos de la manera adecuada y las dietamos con respeto, pueden convertirnos en expertos diseñadores. Además, todo el aire del cuadro está cubierto con diseños, dando a entender que la atmósfera no es un lugar vacío, sino un espacio energético, material y espiritual, que nos envuelve y posibilita la vida, como el abrazo de una madre.  


Pinturas en oleo

Jene ainbo

Nuestros abuelos contaban que al principio de los tiempos, cuando el mundo era nuevo, los antiguos shipibos se vestían pobremente. Su ropa no tenía nada especial, ninguna belleza, ninguna alegría. Hasta que un día una mujer encontró a una sirena en la orilla de un lago; y esa sirena era una joven hermosa que tenía todo el cuerpo cubierto con diseños kené. La mujer regresó a su casa y dibujó en el suelo de tierra los diseños que había contemplado en el cuerpo de la sirena. Desde entonces, los shipibos bordaron esos diseños en su ropa, los pintaron en sus telas y en las cerámicas, los tallaron en los horcones de sus casas y en los remos de sus canoas. Para nuestros abuelos, el diseño kené no fue un invento de los humanos, sino un regalo de los seres invisibles de las aguas, de aquellos que viven en el fondo de los lagos y ríos de nuestro territorio ancestral, en el mundo del agua, jene nete.

En este trabajo, Chonon Bensho ha pintado a la sirena que dio origen al kené. Esta pintura es una forma de conversar con el agua, reconociéndola como fuente de vida para los seres humanos, para los peces y las aves pescadoras, para las plantas medicinales y de sabiduría; pero el agua también es el hogar de los seres invisibles, quienes son los legítimos dueños de ese mundo. El ser humano no puede vivir bien sin agua limpia y no puede depredar sus recursos como si fuera el único dueño, pues los verdaderos dueños del mundo del agua son estos seres extraordinarios, jene jonibo, de gran pensamiento y conocimiento, a quienes se les debe el kené, símbolo inequívoco de la identidad cultural shipibo-konibo. Algunos espíritus del mundo del agua son grandes sabios que donan a los médicos Onanya del pueblo shipibo sus conocimientos medicinales, sus pensamientos elevados y una fuerza espiritual. El ser humano que ve a estos seres del mundo del agua y entabla una relación con ellos, llega a ser un médico visionario. En el cuadro, entre las aguas, aparecen también los rostros de los seres acuáticos que guardan esos grandes conocimientos.

El cuadro da cuenta de la importante presencia de las garzas de los ríos y lagos amazónicos en el imaginario del pueblo shipibo-konibo; estas aves, que reciben el nombre shipibo de manshan, son hábiles pescadoras y por ello los seres humanos observan sus comportamientos para aprender de sus técnicas y volverse también hábiles en la pesca. Existe incluso un árbol de nombre Manshanman kawati, que suele ser llamado, en el castellano regional, “Sacha Garza”, con el cual se prepara un vomitivo que limpia el cuerpo, quita la pereza y transforma a quien lo toma en buen pescador shipibo. La persona que dieta la corteza de este árbol establece un vínculo con el espíritu Dueño de las garzas para aprender de él sus habilidades pescadoras. Asimismo, este cuadro se ha inspirado en la vegetación que rodea los lagos amazónicos y también en las plantas flotantes; tanto el interior de las plantas ribereñas, así como las formas geométricas que vinculan a las plantas flotantes, evidencian que los diseños kené existen en la naturaleza, dando testimonio de las potestades medicinales y de la sabiduría de las plantas. El kené, entonces, proviene tanto de la contemplación de las formas geométricas de la propia naturaleza, como de una revelación brindada desde el mundo espiritual.


Kene rao numa

Con el nombre de rao se conoce a los distintos vegetales medicinales conocidos por la etnobotánica del pueblo shipibo-konibo desde tiempos ancestrales. Entre las plantas bajo la denominación de kené rao están aquellas utilizadas para aprender a hacer diseños kené y convertirse en hábiles artistas. En este cuadro, se han pintado tres diferentes tipos de kené rao: 1) en la parte inferior del cuadro, semejante a una hierba crecida, aparece la planta kené waste, cuya raíz se raspa con agua para producir un líquido que será usado en forma de gotas en los ojos; 2) asimismo, en la parte intermedia del cuadro, con la forma de una soga (nishi) con hojas, se ha pintado la planta ipon bekené, a la que se le extrae la clorofila para aplicarla en los ojos en forma de gotas; 3) la tercera planta pintada, semejante a un crotos, se llama kené samban, y se utiliza para hacer vaporizaciones en las manos. En estos dos últimos tipos de kené rao, las hojas de las plantas tienen bellos diseños semejantes a los kené e indicio de la sabiduría medicinal que guardan. Al utilizar estas plantas, las personas que las dietan sueñan con hombres y mujeres antiguos que les muestran bellos diseños kené.

Según el conocimiento espiritual y la metafísica vegetal del pueblo shipibo-konibo, las distintas plantas rao tiene Dueños espirituales que las regentan, conocidos en shipibo con el nombre de rao ibobo. Aunque estos seres extraordinarios no suelen ser visibles para los seres humanos en un estado ordinario de consciencia, se manifiestan en los sueños del dietador y en las visiones producidas por la ingesta de ayawaska, permitiendo que podamos aprender de ellos y recibir la transmisión de su fuerza y sabiduría. En este caso, la Dueña de las plantas rao ha sido pintada como una mujer antigua pero joven, de una gran belleza que parece atemporal. Aunque en el shipibo cotidiano a la mujer se le conoce con el nombre de ainbo, este cuadro lleva por título la palabra numa, que significa “paloma”, pues es la forma metafórica en la que los cantos poéticos de los antiguos shipibos llaman a la mujer. La Dueña del kené es de piel blanca porque vive en las zonas húmedas del bosque y el sol nunca da contra su cuerpo de forma directa. Tiene una bella corona mayti, collares de semillas y pechera, una blusa cotón y una panpanilla chitonti. Lleva también un tatuaje temporal con forma de kené en las mejillas, hecho con el tinte del fruto del huito. Ella se encuentra entre dos árboles: uno es el árbol de toé blanco, con sus hermosas flores en forma de campanilla, una medicina de gran sabiduría, y que ha sido pintado para señalar la relación del kené con el mundo medicinal y visionario; el otro árbol es el huito, cuyo fruto produce un tinte negro al contacto con la atmósfera y ha sido utilizado desde antiguo en el arte amazónico.   


samatai jonin nama

Para el pueblo shipibo-konibo, como para otras naciones indígenas del continente americano, el alma (kaya) se libera durante los sueños de los límites del cuerpo físico (yora) y puede acceder a otros mundos espirituales, en los que conversa con seres extraordinarios y obtiene todo tipo de conocimientos. Aunque todo ser humano sueña, los médicos Onanya son quienes lo hacen con más frecuencia, con más intensidad y nitidez. No son sueños normales, sino revelaciones trascendentes que provienen de los mundos espirituales. Debido a su preparación iniciática, los Onanya pueden desplazarse en esos mundos con más soltura y obtener en ellos irremplazable sabiduría. Durante su iniciación, los Onanya aprenden a moverse en el mundo espiritual del cual obtienen su fuerza y conocimiento; estos procesos de aprendizaje se conocen en el castellano regional como “dieta”, y en shipibo con el nombre de sama.

En este cuadro, Chonon ha pintado a un dietador dormido, vestido con una cushma tradicional (tari), con bellos diseños kené; la túnica diseñada no es una vestimenta cualquiera, que se utiliza solo por costumbre, sino que, desde una interpretación poética, puede simbolizar el conocimiento espiritual del dietador, así como su protección frente a los ataques enemigos. El dietador duerme rodeado de distintas plantas y árboles medicinales, que son algunos de los vegetales que ha dietado y de los que proviene su capacidad medicinal y sus cantos. Todas esas plantas se presentan en sus sueños con colores brillantes y con formas geométricas, dando cuenta de su sabiduría y fuerza espiritual. El dietador duerme junto a un yana puma, conocido en shipibo como wiso ino, que es un guardián espiritual que lo defiende de cualquier ataque de brujería o mala intención. El Onanya debe dominar la fuerza del felino amazónico para defenderse y proteger a sus pacientes, pero no puede verse controlado por esa fuerza de la naturaleza. Ya que el puma y el jaguar son animales que comen carne cruda, que tienen un gusto por la sangre, trabajar con estos animales es un asunto delicado, ya que pueden kutipar (enfermar) el corazón del médico y contagiarlo con su violencia instintiva; el médico debe saber concentrarse, entrar en un estado de meditación profunda, para controlar a estos seres espirituales con la fuerza de su pensamiento (koshi shinan) y utilizarlos de manera benéfica y generosa, para promover la salud y no la destrucción de la comunidad.


Rao nete

Rao Nete es una expresión shipiba que significa mundo de la medicina. Este mundo de la medicina hace referencia a una dimensión espiritual con la que el médico Onanya entra en contacto para curar. Es un mundo sutil y luminoso de una alta vibración espiritual, del que emana la fuerza curativa de los cantos medicinales y del soplo del médico. Esta fuerza es capaz de regenerar al ser humano y devolverle la salud. Los espíritus Dueños de este mundo se conocen con el nombre Chaikonibo; son antepasados que viven lejos de la ciudad, en pureza, conservando las antiguas sabidurías. Son seres compasivos que brindan salud a quienes piden con humildad y que transmiten sus conocimientos a los Onanya que se inician mediante los rigurosos procesos de dieta enseñados por los antiguos.

Este cuadro da cuenta del vínculo trinitario que se establece entre el alma del paciente, el alma del médico Onanya y el espíritu Dueño del mundo medicinal. El médico solo es un intermediario por el que la medicina del mundo espiritual alcanza a los pacientes y los purifica y cura de sus males. La facultad de curar no le pertenece al médico Onanya, sino a los espíritus Dueños de este conocimiento, el que comparten generosamente con los pacientes que tienen buenos pensamientos, un corazón humilde y que respetan a las plantas.

La mujer en la parte superior del cuadro es un espíritu medicinal, de gran sabiduría, con el que el médico Onanya establece una conexión; ella brinda su sabiduría al médico para que éste pueda tratar a su paciente. La iluminación de los personajes del cuadro y las luces centellantes que aparecen en todo el espacio, es como una catarata lumínica que simboliza la conexión que el médico ha establecido con el mundo espiritual, desde el que desciende esas luces trascendentes que brillan en medio de la noche ceremonial y que despierta la propia luz del espíritu humano. Bendecidos por ese resplandor celeste e interno al mismo tiempo, los Onanya pueden ejercer la práctica medicinal; y el paciente, gracias a su fe y humildad, es liberado de sus males y sufrimientos. Mediante el tabaco de su pipa y con sus cantos medicinales, el médico limpia todas las energías negativas acumuladas en el cuerpo y en la cabeza del paciente. Los rayos que parecen estar saliendo de la cabeza del paciente son los malos aires que le causaban malestar y que el médico empieza a limpiar con la fuerza de su soplido. La fuerza medicinal, que proviene desde los mundos superiores, toma cuerpo en el humo del tabaco, en el soplo del médico Onanya y en las vibraciones del canto.


Inin nete

Inin Nete significa “mundo aromático” y este es uno de los aspectos fundamentales de la medicina tradicional del pueblo shipibo-konibo. El Inin Nete da cuenta de una fuerza perfumada que brota desde el mundo espiritual de la medicina y que es la base de la curación de los pacientes. Los Dueños espirituales de la medicina son siempre seres perfumados que emanan un olor semejante al de las flores y al de las plantas aromáticas; ellos encuentran desagradable el olor de los seres humanos, debido a sus vicios, a sus hábitos nocivos y a su mala alimentación. Para alcanzar el mundo espiritual de los Dueños de la medicina, el médico Onanya debe bañarse con hojas de las plantas noirao, que son hojas perfumadas que cambian el olor del ser humano, purificándolo, impregnándolo de un aroma semejante al olor de las vegetales. La persona que se está preparando, se baña con estas plantas y debe guardar largos periodos de ayunos y abstinencias para transformarse y convertirse en un sabio. El mundo aromático de las plantas noirao purifica todas las impurezas y malos aires del ser humano. Cuando el Onanya logra purificarse, transforma su olor y alcanza este mundo de alta vibración y de belleza impronunciable, aprende lo que se podría denominar, hablando a un nivel arquetípico, los aspectos femeninos de la medicina.

Este cuadro simboliza el encuentro matrimonial de un médico Onanya con un espíritu femenino Chaykoni; ella será desde entonces su esposa en el mundo medicinal y lo ayudará a curar a sus pacientes. Es así como el médico se hace pariente de los espíritus Dueños de las plantas y se vuelve parte de su comunidad espiritual. Desde entonces, los espíritus le enseñarán sus conocimientos y le ayudarán en sus sesiones. Las mujeres Chaykoni son puras, no tienen pensamientos negativos y no tienen menstruación. Todo médico legítimo debe manejar los aspectos femeninos de la medicina: mientras las energías masculinas y activas sirven para combatir la brujería y las instancias más agresivas de la enfermedad, mediante los principios femeninos de la medicina, el Onanya purifica el cuerpo de sus pacientes, limpia los aires pestilentes, tranquiliza sus inquietudes, calma sus corazones, apacigua sus deseos, alegra las almas, bendice los caminos, desliga las ataduras, genera nuevas alianzas y amistades, promueve el amor y las relaciones saludables. La medicina siempre trabaja en la saludable complementación de los aspectos masculinos y femeninos.


Red Antisuyo

La Red Antisuyo de comunicaciones es un grupo de afinidad conformado por Pedro Favaron y Marcio Pérez, dedicado a la producción de materiales audiovisuales pedagógicos, de antropología visual y poéticos, con el fin de difundir los saberes ancestrales, las lenguas indígenas, la investigación intelectual y la producción artística de la región Ucayali, en la Amazonía peruana. Nos moviliza un penetrante amor por nuestra región, por la tierra, por la humanidad y por el Espíritu de Luz que nos guía y fortalece.  

La Red Antisuyo es un proyecto que se autofinancia de forma independiente, sin recibir ningún apoyo económico de instituciones. Produce materiales audivisuales en la región Ucayali y cuenta con el apoyo de editores locales y de personas afines de distintos lugares, así como de profesores shipibos para la traducción del material producido en lengua indígena. Nuestra íntima convicción es que los saberes indígenas de la región amazónica, así como de otros lugares del mundo, tienen un aporte importante que necesita ser escuchado por el mundo moderno para replantearnos nuestros modos de habitar la tierra y de vivenciar nuestras dimensiones espirituales.

Para la presente exposición, la Red Antisuyo propone  una lista de 6 videos dedicados a los saberes ancestrales del pueblo shipibo-konibo, todos hablados en shipibo y subtitulados en español. La lista de video tendrá una duración total de una hora y podrá presentarse en la misma sala de exposiciones rotativamente, de forma que complemente el acercamiento del público a los conocimientos, a las artes y a las prácticas de esta nación indígena de la Amazonía peruana.

Videos:

Danzas y cantos festivos del pueblo shipibo-konibo

Video de 10 minutos, realizado en conjunto con la Asociación de Jóvenes de la Comunidad Nativa de Santa Clara, dedicado a mostrar 3 danzas ancestrales (mashá, shiro bewá y nawari), explicadas y ejecutadas por los propios miembros de la comunidad e interpretadas por el profesor shipibo Elí Sánchez.


Non joi: manifiesto cultural

Video en el que diferentes miembros del pueblo indígena shipibo-konibo, de diversas edades y de ambos sexos, dan su perspectiva del estado espiritual, social y político del pueblo, y acerca de la necesidad de reterritorializarse en sus propias prácticas y saberes ancestrales para responder de forma positiva y saludable a los retos de la modernidad.


Interculturalidad: entrevista al profesor Elí Sánchez

Entrevista al profesor Elí Sánchez, uno de los más reconocidos profesores interculturales del pueblo shipibo-konibo e investigador de su propia lengua, en la que explica la comprensión indígena de la interculturalidad, la necesidad de profundizar en las propias prácticas y conocimientos ancestrales, a la vez que se propone establecer un diálogo saludable y en igualdad de condiciones con los conocimientos occidentales.  


Yoyoikai: conversando

Video en el que Chonon Bensho y Pedro Favaron dan cuenta de su matrimonio, de los desafíos de la interculturalidad y de cómo el amor y el respeto mutuo pueden superar las diferencias y realizar un proceso de complementación equilibrado.


Pedro Favaron Peyón, PhD

(1979 / Lima, Perú)

Investigador académico, poeta, escritor, cineasta y periodista peruano-argentino. Doctor en Literatura, Universidad de Montréal. Se ha especializado en el estudio de los pueblos indígenas andinos, amazónicos y norteamericanos, desarrollando un pensamiento filosófico y ecológico a partir de la sabiduría ancestral de estas naciones y las ceremonias medicinales. Así mismo, se ha especializado en distintos temas de interculturalidad y en la generación de un diálogo respetuoso entre la modernidad y el pensamiento ancestral de los pueblos indígenas.

Posee el grado de magister en Comunicación y Cultura, otorgado por la facultad de Ciencias Sociales, de la Universidad de Buenos Aires. Es licenciado en Comunicación y Periodismo por la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas.

En el 2016 trabajó como docente principal de la Universidad Nacional de Ucayali, a dedicación exclusiva, y ocupó el cargo de Director de la Unidad de Investigación de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales.   

Comunicador social, investigador, escritor y poeta. Publicó el libro de periodismo literario Caminando sobre el abismo: vida y poesía en César Moro. También el poemario Movimiento, editado en Buenos Aires, el poemario Oeste Oriental, editado en Lima y el poemario Manantial Transparente, editado en México. Ha publicado también la novela Puka Allpa, viaje hacia la selva invisible, que ya tiene tres ediciones, en Lima, en Argentina y en México. También el ensayo académico Las visiones y los mundos: sendas visionarias de la Amazonía occidental, que ya tiene dos ediciones, una en Lima y la otra en Argentina.

Ha realizado performances, obras de teatro, radio experimental, video-arte y dirección de cortos documentales y de pedagogía intercultural. Fue editor de la revista Distancia Crítica: aportes hacia una nueva conciencia social. Ha participado como director, productor y columnista de tres programas radiales en Buenos Aires. Fue co-productor de Perú en Buenos Aires, Mes cultural, julio 2007, evento organizado por la Embajada del Perú en Argentina. Ha publicado en distintos medios periodísticos en Perú y Argentina, así como en revistas especializadas en literatura e investigación académica de varios países.

Ha dictado conferencias en Argentina, Perú y Canadá; además, el seminario Poesía y Malestar en la ciudad de Caxamarca, en la sierra norte del Perú. Ha sido profesor del curso de Poesie Hispanique Modern en la Universidad de Montréal, Canadá.

De forma paralela a su formación académica, ha trabajado desde 1998 investigando el uso de plantas medicinales y el conocimiento medicinal entre diferentes pueblos indígenas del continente americano, especialmente en Perú y Canadá. Es comunero empadronado de la comunidad nativa de Santa Clara de Yarinacocha, en la que ha fundado la clínica de medicina tradicional y centro de estudios ancestrales Nishi Nete.


Conferencias

1) Las prácticas medicinales del pueblo shipibo-konibo

El pueblo indígena shipibo-conibo tiene una tradición medicinal muy antigua y completa, orientada a devolver la salud a los pacientes y conservar el equilibrio vital. Se concibe que el ser humano está compuesto por tres cuerpos: la anatomía física (llamada yora), la anatomía psíquica-emotiva (llamada shinan) y el cuerpo espiritual (llamado kaya). La medicina shipiba tiene una visión holística de la salud, en la que estos tres cuerpos tienen que estar en cierto grado de equilibrio para vivir el mundo de una manera legítima y saludable. Por eso, el médico tradicional (conocido con el nombre de onanya) debe limpiar y purificar estos tres aspectos de sus pacientes. Para hacerlo, el médico debe tomar una medicina visionaria, que recibe el nombre quechua de ayawaska (en shipibo se conoce como oni); gracias a ella y luego de rigurosos procesos de iniciación, el médico adquiere un estado extraordinario de conciencia, en el que amplía sus capacidades perceptivas. En este estado, puede realizar un diagnóstico de las enfermedades que aquejan al paciente y comenzar a realizar la curación. El médico visionario entra en contacto con un mundo medicinal supra-sensible y esa fuerza le permite curar. La fuerza de la medicina del mundo espiritual toma cuerpo en los cantos del médico y es la vibración de esos cantos la que cura al paciente. Los cantos medicinales son llamados ikaros por los curanderos mestizos y bewa por los shipibos. No cualquier canto bonito tiene el poder de sanar; el canto legítimo no es invento, sino que viene desde el mundo espiritual y el médico es solo un intermediario. Solo un médico que se ha iniciado de la manera correcta puede entrar en contacto con el mundo medicinal y espiritual (rao nete). Estas iniciaciones son conocidas en la región amazónica con el nombre de “dieta” (samati en shipibo) y se trata de arduos procesos que permiten al médico purificarse y desplazarse por el mundo de los espíritus Dueños (ibo) de la medicina.

2) Saberes ecológicos de los pueblos indígenas de América

Esta conferencia parte de la certeza de que la depredación excesiva de la tierra practicada por la civilización moderna y su prepotencia tecnocrática nos está llevando a asfixiarla, a degradarla, en una carrera ciega que amenaza con destruirnos a nosotros mismos, o por lo menos a degenerar nuestras condiciones de vida; en especial, las de aquellos con menos recursos económicos. Es una irracional obsesión con las ganancias materiales sin medir los costos y resulta necesario desacelerar los ritmos de consumo. La economía no puede crecer de forma ilimitada a expensas de los recursos de la tierra. Además, es necesario concebir otras formas de entender el bienestar y la realización humana. Buscar un remedio técnico sin modificar las formas de entender y sentir la existencia, no resolverá los profundos problemas.

Las antiguas narraciones indígenas del continente americano suelen afirmar que en algunas montañas habitan los ancestros o que algunos cerros son los padres protectores de los animales del territorio; que algunos lagos o ríos son habitados por seres subacuáticos o que las especies animales tienen espíritus que los protegen. Hay un parentesco de todos los seres vivos con el ser humano: el sol es como un padre, las estrellas son familiares distantes, las piedras son llamadas abuelos, el ser humano puede conversar con el fuego. Todas estas concepciones son parte de la ecología tradicional, lo que en inglés se conoce como traditional ecological knowledge.

Existe una reciente apertura, incluso desde las propias academias, para reaprender, junto a los sabios indígenas, a conversar con la tierra y con el cielo, para vivir respetando la sacralidad de la existencia. Los pueblos indígenas han dependido de forma unánime de estos conocimientos para sobrevivir; y pueden ahora servir para que la humanidad en su conjunto encuentre alternativas a los modelos del pensamiento moderno. No parecen tratarse de meros mitos supersticiosos, sino de propuestas de raigambre filosófica.

En este espacio de conversación se buscará desentrañar cuáles de estos saberes ancestrales pueden resultar útiles para imaginar alternativas vitales que nos donen respuesta a la crisis espiritual, económica, política, cultural y ecológica de la modernidad.

3) Metodologías interculturales de estudio de los saberes ancestrales indígenas

Detrás de toda metodología de investigación académica, hay una serie de creencias, principios, supuestos, prejuicios y afirmaciones que constituyen lo que se conoce como paradigma cultural; recurrimos siempre, de forma más o menos inconsciente, a una imagen del mundo en la que se respaldan nuestros postulados. No podemos prescindir de nuestro bagaje cultural, por más que muchas veces los investigadores occidentales han pretendido alcanzar una imposible objetividad que niega su propia condición de sujetos; pero el problema reside en que cuando una determinada imagen del mundo quiere erguirse como algo absoluto y único, contradice el espíritu de la ciencia y nos hunde en el dogmatismo, incluso si se trata de la imagen del mundo que sustenta a la propia ciencia.

En las ciencias sociales y a los estudios culturales, el paradigma moderno y eurocéntrico no puede ser tomado como una verdad universal válida para leer e interpretar culturas cuyas bases ontológicas y epistémicas son distintas. La ciencia no es lenguaje cerrado, que se ha cristalizado de una vez y para siempre; se trata, por el contrario, de un espacio de posibilidades epistémicas siempre abiertas. Cada contexto cultural nos propone un modo propio de interpretarlo. Lo que planteamos como necesario, en vinculación con otros pensadores y académicos indígenas del mundo, es que, si se quiere investigar a profundidad a los pueblos indígenas y descubrir sus sabidurías y sus posibles aportes a la humanidad, las metodologías de investigación y la comprensión misma de lo académico tiene que alejarse del paradigma moderno para responder a la epistemología, ética y ontología de los pueblos indígenas. Se trata de lograr que las ciencias sociales puedan responder a las honduras de los pensamientos ancestrales de los pueblos indígenas; y que estos puedan expresarse en términos académicos con libertad, sin una excesiva necesidad de adaptarse a los discursos hegemónicos, sin desnaturalizarse y conservando su propia voz.




“La mola Guna se adelantó al pop art”: Achu Kantule

Por Juan G. Sánchez Martínez

Achu Kantule (Osvaldo De León) nació en 1964 en Ustupu, la nación Gunadule (Panamá). Comenzó a pintar de manera autodidacta en los años ochenta. En 1996, ganó el Concurso Nacional de Pintura del Instituto de Cultura de Panamá. En el año 2001, se graduó con honores (Sigma Landa) obteniendo el título de licenciado en Artes Plásticas y Visuales de la Universidad de Panamá. Ha tenido más de 24 exposiciones individuales en América y Europa, y ha participado en varias exposiciones colectivas. En el año 2004, recibió la prestigiosa beca del Museo del Indio Americano (Instituto Smithsonian).

Recientemente nos encontramos en la Universidad del Magdalena (Santa Marta, Colombia) en el marco del II Congreso SoLEI, donde Achu era uno de los invitados especiales (ver el video de la charla). Allí nos explicó a los asistentes algunos de los principios del arte tradicional Gunadule: la dualidad (“Inclusive en las fiestas tomamos dos tragos, para honrar al hombre y a la mujer”, nos dijo riendo), la repetición, la abstracción, y la multidimensionalidad (“porque pensamos que el mundo está hecho de ocho dimensiones”). Aprendimos que hay un reino para las artes en su cosmología, donde los dioses soñaron los diseños y textiles de las molas, y luego vinieron a enseñarle a las mujeres de la comunidad.

Según Achu (“tigrillo” en Gunadule), la multidimensionalidad de las molas y de sus pinturas tiene su correlato en los cuatro lenguajes que maneja la comunidad: 1) la lengua de todos los días, 2) la lengua cantada de los líderes espirituales, 3) la lengua ritual de los iniciados, es decir, los cantos de curación que se escriben en pictogramas, y 4) la lengua espiritual, la que no se dice, solo se piensa. En efecto, estas pinturas que Achu ha compartido con Siwar Mayu dialogan con la multidimensionalidad: distintas capas de lenguaje están atravesadas por distintas profundidades del mensaje: “Mi trabajo tiene que servir aunque sea para curar. El arte es terapia”. Sus primeros críticos, sin embargo, querían que Achu pintara rostros, “pero el realismo es como la religión, una cosa que fue impuesta”, señaló.

Dualidad, repetición, abstracción y multidimensionalidad se ven en la obra de Achu, y para entenderlo mejor, él mismo lo explica a través de las molas, “documentos históricos”, dice. Las molas son como un “libro ambulante”, porque las mujeres portan la historia de la comunidad en su vestuario.

Mientras compartía la imagen de una mola en la que tres hileras de tenedores amarillos sobre fondos azules, naranjas y fucsias terminan por convertirse en objetos extraños, Achu nos explicó que el arte tradicional Gunadule se adelantó al arte óptico y al pop art occidentales. Una mola en la que cuatro teléfonos están sonando (teléfonos viejos de disco y orificios para girar) le sirvió a Achu para demostrar cómo en la superposición se crean texturas, y cómo un tejido puede producir la sensación del movimiento, la vibración y el ¡ring!  

Achu también nos explicó que los animales que habitan las molas Gunadule y sus propias pinturas tienen ecos en la cosmología de su comunidad: “el cocodrilo transporta espíritus que enferman” porque es un ser anfibio, y hay ciertos tiburones que son aliados de la gente para combatir esos espíritus. También el jaguar es muy importante en esta iconografía, pues “representa el poder y la fuerza”. Hay montañas sagradas, kalus, donde solo los niños inocentes y los videntes, los sabios Neles, pueden ir. “Para cada animal, serpiente, jaguar, águila, hay un sitio sagrado” en el territorio, dijo Achu señalando un libro que se encuentra en el Museo de la Cultura Mundial en Gothenburg.

Ver colección guna en el museo de arte William Benton (Connecticut)

Achu es un contador de historias, y siempre aprovecha para recordarle a la audiencia o a sus amigos, las estrategias de su bisabuelo, Nele Kantule, para vencer en la revolución Guna. La historia va así: la revolución comenzó en 1925 en Panamá. Tras la construcción del Canal, el gobierno panameño optó por una política de “civilización a las tribus salvajes”. Envió policías obligando a la comunidad a no practicar sus medicinas…, “inclusive a cambiar la ropa, la mola fue prohibida, y por eso yo llamo a la mola, el arte de la resistencia, porque de ahí el pueblo Guna se levantó. Mi bisabuelo fue el líder, Nele Kantule”, así narró Achu.

La historia de la revolución en el relato de Achu cuenta que el maestro Nele Kantule, antes de atacar a los policías enviados por el gobierno panameño, decidió enviar a dos jóvenes emisarios con ocho maletas llenas de artefactos Guna (libros, escritos, molas, esculturas), uno hacia Europa, y el otro hacia Estados Unidos. Sigue Achu: “Él decía: ‘cuando acabemos con los enemigos, el mundo va a decir que somos salvajes, pero no somos salvajes porque tenemos nuestra literatura, tenemos arte, tenemos todo.'”. Como el sabio Sequoyah implementando el silabario Cherokee, el sabio Nele Kantule se aseguró de que el mundo se enterara de la riqueza cultural y milenaria de Guna Yala.

Al final de su charla, Achú nos regaló otra historia, la de Iguanigdipipi, un joven que llegó a ser Nele a los 25 años. Maestro, músico, y uno de los primeros pintores contemporáneos Gunadule. Su mapa del territorio ancestral, con viñetas que explican las razones de la revolución, fue compuesto en Canadá en 1924 (donde Achu pasa hoy en día parte de sus días). Achu trabajó en este mapa durante su investigación en 2004 en el Smithsonian. Su abuelo fue el traductor oficial de Iguanigdipipi. Justo en este mapa, Achu comentó una escena en la que llega un misionero y éste debe hablar con un pájaro, el cual desde la cosmología Guna es sikui, el intérprete. “A la gente que habla varios idiomas le llamamos sikui”, explicó. Sí, las pinturas que Achu ha ofrecido para este río de colibríes (Siwar Mayu) están habitadas por sikuis. ¡Siwar Mayu es río multilingüe!

Para terminar, mientras presentaba una vasija precolombina, Achu señaló: “Los estudiosos nos quieren separar, ¿no? Del grupo antes de Colón y el actual. Pero igual tenemos la misma conexión. No sé cuál es la finalidad de separar”. Su obra es la prueba de una resistencia continua desde la mola a la instalación y el arte conceptual. Las 300 islas de Guna Yala están siendo afectadas por el incremento acelerado del nivel del mar, además del plástico y la contaminación que dejan atrás el turismo. La obra de Achu Kantule es una respuesta multidimensional a una urgencia actual, no solo de su comunidad, sino de este planeta azul.

Ver su obra “Centro América Sumergida y Dupu (Isla), la casa de los Gunas que se hunde” en la Bienal Centroamericana (2016) 

Como observadores de esta obra nos asomamos a distintas capas de un mismo tejido. Acrílico sobre lienzo. De una canoa nos internamos en formas geométricas que ondulan en el agua (espirales, cruces, rombos) las cuales nos llevan a otra profundidad, una de cocodrilos y tiburones que se enfrentan, Neles que se transforman, y abuelas vestidas con sus molas y protegidas por tortugas que rescatan la vida del abismo. Tras los colores cálidos, y la vibración óptica que generan las múltiples capas, en la obra de Achu hay también una lucha cósmica en la que el bisnieto de Nele Kantule continúa una revolución por la vida, por el agua, y por lo ancestros de Guna Yala.

Más sobre la obra de Achu Kantule

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