Cuento de la Mujer Cielo. Kahente Horn-Miller

Sky Woman’s Great Granddaughters: A Narrative Inquiry Into Kanienkehaka Women’s Identity © Kahente Horn-Miller, 2009.

Cuento de la mujer cielo © Sophie M. Lavoie

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Kahente Horn-Miller es de origen Akskare:wake (Clan del oso) de la comunidad indígena de Kanien:keha’ka (Mohawk) de Kahnawake, una comunidad que se encuentra cerca de la ciudad de Montréal, a las orillas del río Kaniatarowanenneh (gran vía navegable) conocido desde la colonización como el río San Lorenzo. Horn-Miller es profesora asociada de la escuela de Estudios Indígenas y Canadienses de la Universidad Carleton, situada en Ottawa, Ontario, en los territorios de los algonquinos, donde es también la primera vicepresidenta adjunta para Iniciativas Indígenas. Horn-Miller es artista colaborativa que presentó en una galería de Ottawa una exposición titulada “My Mom, Kahntinetha Horn, the ‘Military Mohawk Princess’” (Mi madre, Kahntinetha Horn, la princesa militar mohawk) en 2018. 

La historia de la Mujer Cielo que cuenta Horn-Miller es una versión en primera persona de un ciclo de creación  que tiene muchas versiones anteriores, pero nunca en primera persona. Este relato forma parte de la literatura oral de los pueblos originarios de Abya Yala y es la historia de la génesis del pueblo haudenosaunee (iroqués). Horn-Miller comenta que su versión le vino, de repente, en un momento íntimo con su hija, y sintió la necesidad imperante de escribirla. El cuento de la Mujer Cielo también forma parte de su tesis de doctorado (Universidad Concordia,  Montreal, Canadá, 2009). Cuando presenta su versión de la historia, Horn-Miller hace un performance del texto que es muy impactante.

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Cuento de la Mujer cielo

Yo soy la hija del Gran Espíritu. Soy Mujer Cielo. Nací al principio del tiempo hace muchos siglos en el Mundo del Cielo más allá de la tierra. Siendo niña, me dieron el nombre de Flores Maduras. Yo nací con el velo sobre la cara, lo que me hizo especial para mi pueblo, los Habitantes del Cielo. Pensaban que yo haría grandes cosas. Mi gente creía que yo había nacido gracias a los espíritus y no en un acto físico. Después de mi nacimiento, mi madre me puso en reclusión protectora para que creciera más fuerte y concentrada. A esto lo llaman esconderlo a uno dentro de la cáscara, refiriéndose a las hojas protectoras que envuelven la mazorca de maíz. A mi tío, el hermano de mi madre, le dieron la tarea de aconsejarme y prepararme para la adultez. Cuando él falleció, pusieron su cuerpo encima del Gran Pino Blanco, desde donde siguió vigilándome con diligencia. Cuando yo necesitaba su consejo, lo llamaba tres veces y me subía a la cima del árbol y conversábamos.

Mi vida en el Mundo del Cielo era feliz. Me acuerdo que siempre había suficiente comida para todos y nadie se enfermaba. No había celos ni odio. Cada persona que yo conocía tenía talentos especiales y regalos que eran estimulados y usados para la buena existencia de todos. Cuando mis hermanos, mis hermanas y yo éramos jóvenes, mi madre llevaba a los bebés en su espalda en una cuna tablero que colgaba en un árbol mientras mi padre y ella trabajaban con los hombres y las mujeres del Mundo del Cielo, cosechando el maíz, los frijoles y la calabaza. Cuando fui suficientemente fuerte, empecé a trabajar en los huertos con los demás. Aprendí de todas las mujeres a quienes llamaba“madre”. Ayudaba a mis madres y a mis hermanas a preparar la comida. Nunca me faltó nada. Se nos brindaba todo lo que nos hacía falta para sobrevivir. Se dice que todas las plantas y los animales que existen en la tierra son los mismos que existen en el Mundo del Cielo.

Un día, todos los del Mundo del Cielo fueron llamados por el Guardián del Árbol Celestial o el Árbol de la Luz gracias a un mensajero que vino a verlos. Cuando la gente fue, se les dijo que había un sueño que necesitaba ser descifrado antes de que las flores en el árbol dejaran de brotar para siempre. Si pasara eso, habría una oscuridad que perturbaría la creación en el Mundo del Cielo. Después de este evento, una gran calamidad y mucha adversidad llegarían y las cosas cambiarían para siempre. Decían que la interpretación del sueño tendría un impacto sobre todos los del Mundo del Cielo. Muchos intentaron interpretar el sueño pero fracasaron. El Guardián los tiraba por un hueco cerca de su árbol que llevaba al mundo de abajo donde se transformaban en nuevos seres. Mi madre fue al concilio pero no me llevó a pesar de haberle pedido que me llevara. Siendo joven, yo estaba muy alterada de tener que ocuparme de una gran responsabilidad como la interpretación de los sueños. Yo quería desesperadamente quedarme niña por mucho más tiempo. Así que fui a ver a mi Tío encima del Gran Pino Blanco.

Caminé por el bosque, observando la luz y las sombras a través de los árboles mientras pensaba en el sueño y el concilio. Cuando llegué, escalé lentamente el Gran Pino Blanco. Llegar a la cima me tomó toda mi fuerza. Tomé asiento en una de las ramas más altas y vi que el Tío estaba acostado allá.

“Tío,” le pregunté, “¿qué debería de hacer? Llamaron a una reunión muy importante. El Guardián ha pedido que la gente lo ayude a interpretar un sueño importante. Yo no quiero ser fastidiada por tanta seriedad. Solo soy una niña.”

“Casi es la hora de cumplir tu destino,” me dijo, “Por poco tienes la edad suficiente, casi tienes la fuerza necesaria y sé que eres más sabia para tus años. Pronto, te pedirán que vayas hasta el Guardián del Árbol de la Luz. Cuando vayas, dile quién eres y que has venido a brindarle ayuda. Dile que tienes el poder de llevar nueva vida a las flores que iluminan el Mundo del Cielo.”

Tío me advirtió que el Guardián y yo nos mantendríamos atentos de todas las cosas que habían sido echadas del Mundo del Cielo y estaban avivándose en el mundo de abajo. Tío me aconsejó diligentemente. 

“No te acuestes en ningúna estera que se te ofrezca.” 

Miré a Tío con preguntas en mis ojos, pero asentí con la cabeza. Yo no tenía idea que, una vez empezados los procesos creadores, las cosas cambiarían en el Mundo del Cielo y el mundo de abajo: arriba, la luz se atenuaría; abajo, la luz se encendería. No podía entender que sólo hasta que la luz empezara a oscurecer abajo, ésta se renovaría en el Mundo del Cielo. Tío me habló de muchas otras cosas que pasarían cuando fuera a ver al Guardián. Escuché cuidadosamente porque confiaba en él y lo amaba. 

Esta historia que te cuento es una que viene de mi memoria larga, los recuerdos de mis hijos, y los recuerdos colectivos de todas mis bisnietas. Puedo volver a mirar mi vida y verla con mucha claridad, como si hubiera ocurrido ayer. Estas memorias están vivas,  guardadas en las mentes y los corazones de mis descendientes. Gracias a ellos, transmito mis conocimientos.

Mientras bajaba del Gran Pino Blanco y volvía a mi cabaña, me sentí en paz por primera vez. Poco tiempo después de llegar, Madre regresó del concilio. 

“No logramos ayudar al Guardián,” me dijo, “Entonces los que nos quedamos decidimos hablar entre nosotros. Hija, todos sabemos que tienes un destino particular. La Gente del Cielo ha platicado y estamos de acuerdo de que cuando estés lista, tendrás que ir al Guardián del Árbol de la Luz para ayudarlo a interpretar su sueño y para que el equilibrio y la luz se queden en el Mundo del Cielo.”

La miré con mis ojos llenos de curiosidad pero no le hice ninguna pregunta. Tío me había preparado para eso.

Cuando tuve la edad suficiente, un mensajero del Guardián vino, un festín iba a tener lugar y me habían invitado. Fui a ver al Guardián del Árbol de la Luz, como me lo habían indicado.

“¿Quién eres?” me dijo, “¿Qué haces? ¿Por qué haces eso?”

“Yo soy la chica a quién llaman Flores Maduras. He venido a ayudarte, como me instruyó Tío.”

Seguí.

“Escuché que ibas a dar un festín.”

El Guardián parecía conocerme, como si me hubiera estado esperando. Me sorprendió cuando me dijo que yo era la razón del festín. Me miró y sonrió.

“Naciste con un don especial. Eres la única esperanza para que el Mundo del Cielo deje encendido el Árbol de la Luz.”

Mientras decía estas palabras, me enseñó las flores en el Árbol de la Luz. Las miré cuidadosamente, tomando una en la palma de la mano. Vi que su belleza y su luz disminuían. El Árbol empezaba a fallecer. Me sentí triste por esta belleza que se disipaba. Brotaban lágrimas en mis ojos.

“¿Cómo te puedo ayudar?”

El Guardián me dijo que preparara puré de castaña para el festín, el cual comeríamos juntos. Mientras preparaba el puré, este chisporroteó y se pegó a mi cuerpo, quemándome. No lloré pero gemí de dolor, sin hacer mucho ruido. Mi aliento venía en pequeños jadeos cortos mientras el dolor ardiente casi inaguantable del puré candente me hacía brotar lágrimas. Me tragué las lágrimas y seguí respirando difícilmente, con los dientes cerrados, mientras preparaba el puré. Cuando lo terminé, llamé a decir que estaba listo. Cuando el Guardián me vio, se asombró de ver mi cuerpo quemado.

“El puré chisporroteó y me quemó. Tengo mucho dolor.”

El Guardián inmediatamente llamó a dos perros blancos que vinieron y me lamieron el puré del cuerpo. Mientras las lenguas de los perros me lavaban el cuerpo, me quedé sin moverme y no hice ni una mueca. Con la saliva de los perros que cubría mi piel quemada, empecé a sentir menos dolor y mi piel comenzó a cicatrizarse rápidamente. Su labor me trajo tranquilidad.

Cuando me sentí mejor, llevé el puré a la cabaña del Guardián y nos sentamos a comer. Comimos. Mientras comíamos, el Guardián habló:

“Mucha gente va a venir para jugar un partido de lo que se llama El Hermanito de la Guerra.”

“El partido va a desviar mi espíritu de los problemas que tenemos. Voy a pedirte que no hables con nadie que venga a jugar o a ver el partido. Si haces eso, podrás quedarte.”

Estuve de acuerdo con su petición. Terminamos nuestra comida y caminamos hasta un terreno no muy lejos. Mientras transitábamos, se escuchaban las voces de los hombres que se llamaban unos a otros en la cancha. Durante el partido, mucha de mi propia gente vino a hablar conmigo pero hice silencio, como me lo habían pedido. Fue difícil hacerlo.

Luego de un rato, el Guardián me pidió ir al arroyo a recolectar un poco de agua. Encontré el arroyo y me acuclillé en la orilla mientras llenaba un bol de madera. Me puse de pie y cuando di la vuelta, un jugador vino hacía mí y me pidió de beber. Naturalmente, dije que podía tomar agua. Pronto, un sentimiento frío me alcanzó. Me di cuenta que había roto la petición del Guardián de que no hablara con nadie. Llené de nuevo el bol y me dirigí hacia el Guardián. Estaba enfadado conmigo por haber desobedecido su petición y me mandó de vuelta a mi madre, con instrucciones.

Más información sobre Kahente Horn-Miller (en inglés)

Sobre la traductora

Sophie M. Lavoie es profesora del Departamento de Cultura y Estudios Mediáticos de la Universidad de Nuevo Brunswick en Fredericton, Canadá, que es el territorio nunca rendido de los Wolastoqiyik, o malecitas. Enseña clases de lengua, literatura, cine y cultura. Ha publicado artículos académicos sobre literatura de mujeres centroamericanas y latinocanadienses, entre otros temas, en francés, inglés y en español en varias revistas. Fue cotraductora con Hugh Hazelton de El laberinto vertical de la poeta argentina Nela Rio hacia el inglés, del libro de poesía Nous sommes les reveurs de la poeta mi’kmaq Rita Joe hacia el francés y de Un parcours bispirituel, la traducción al francés de la autobiografía de Ma-Nee Chacaby, una indígena biespiritual cree y ojibwe que salió en 2019. Forma parte del consejo editorial de la revista Candela Review y directora del equipo del Registro Creativo de la Asociación Canadiense de Hispanistas.

Sky Woman’s Great Granddaughters: A Narrative Inquiry Into Kanienkehaka Women’s Identity 

© Kahente Horn-Miller, 2009 ~ Siwar Mayu, Noviembre 2023

Cuento de la Mujer Cielo © Sophie M. Lavoie

4 poetas del Encuentro Cultural De Mujeres Originarias 

“Yomoram jyayappapä’is jäyätzame”

Selección y traducción del Inglés © Paul Worley y Carolina Bloem

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MARY LEAUNA CHRISTENSEN

Innato

[Publicado en Denver Quarterly]

El idioma en mí/ es antiguo/ aunque nuevo para mí/ mi paladar encorvándose/ un metal sobre llamas/ practico los sonidos de animales/ sus nombres/ casi ancestrales/ como si supieran que estoy intentando/ yona (1) / la primera palabra que aprendí/ oso/ alguna clase de testigo/ a un renacimiento descuidado/ le he dicho a un amante/ llamaré a mi cría/ tsisdu (2) / porque es bueno/ ser pequeño y rápido/ y consciente de tu entorno/ me tatuaré la semblanza del animal/ en la cara interna de mi muñeca/ un recordatorio/ no se puede confiar en mi cuerpo/ para reproducir/ nada/ que no sean palabras 

(1) yo-na: oso [Cherokee, dialecto oriental]

(2) g-stdu: conejo [Cherokee, dialecto oriental] 

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Bifurcación 

[Publicado en Puerto del Sol]

Yo parto/ mi lengua/ por la mitad/ no como una serpiente/ pero como dos varitas de zahorí/ saborean el labio superior e inferior/ en unísono/ encuentran el agua ahí/ la mena/ maldice a un amante/ y lo ama a morir/ 

Quiero un poquito de todo/ cabezas y colas/ lados y lados/ de dos idiomas/ la lengua de mi madre/ colonizada/ y la lengua de su madre/ acorraladas a la ladera de la montaña y arroyo congelado/ 

En verdad mi lengua son los uroboros/ uniéndose en una boca húmeda/ tratando de encontrar alguna infinidad/ 

donde ninguna palabra/ se recoge bajo montículos

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En el que soy una suma de partes

[Publicado en Southern Humanities Review] 

2 collares de semillas de maíz 
cuelgan en la parte de atrás de mi puerta

junto a dos bolsas de medicina 
hechas de pequeñas cuentas de vidrio 

plata esterlina y turquesa 
corbata de cordón

	(nada hecho
	por mis propias manos)

*

Otra lección

mis ancestros se escondieron en cuevas de 
montañas y uniformes confederados 

a mi muchos-tatarabuelo
se le dio el nombre inglés Nimrod 
pq acaso no somos todos poderosos cazadores 

y es posible que mi sangre esté alterada 
o diluida en alguna parte de Oklahoma 
pq no todos los ancestros tuvieron tanta suerte 
	
       (si ese es el término que estamos usando
	y no se puede ignorar el hecho—

	Estoy diluida hasta el carnet 
        en mi billetera que indica  
        mi sangre como un porcentaje)

*

Mientras yo limpiaba 

la casa de mi abuela

encontré una caja de lágrimas

*

Era apenas una adolescente
la primera vez que recuerdo
visitar la reserva
que mi abuela dejó 
hacía décadas

su hermano y la esposa de 
su hermano intentaron educarme

comentaron en mi carencia—

cómo esa era la primera vez
que intenté y desistí de hacer adornos con cuentas—

decepcionada cuando
la correa que hice se rompió

*

Mi primera lección   fueron semillas de maíz

su dura forma gris      imperfectamente redonda

cómo eran     sólidas manifestaciones

de cada lágrima cherokee     llovida

por el sendero

*

El nombre científico de la semilla de maíz 

es de muchas sílabas pero aquí 

lo llamaremos Lágrimas cherokee 

es fácil ensartarlo en collares

pero no se debiera confundir

con con cuentas de semillas que vienen

en varios grados de diminutos

plásticos y vidrios

*

La última vez que estuve en la reserva
no fue para conocer
sino por un entierro

y compré cuentas de colores 
me dio consuelo

junto con agujas

tiras delgadas de cuero

hilo de tendón ceroso hecho por el hombre

*

Las lágrimas no equivalen al luto 

pero tomo la yema de mi dedo 

presiono contra un ducto y espero 

encontrar algún bloqueo 

que induzca algún tipo de nacimiento

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MIRA LA GRABACIÓN DEL ENCUENTRO AQUÍ   

KIMBERLY L. BECKER

Helianthus

En el camino a verte
paso por un terreno lleno de sol,
oro sobre oro,
y recuerdo que decías
que eres descendiente
de los mayas

Sol/baile del sol

Agarro la felicidad
como si fuera una moneda luminosa
dentro de un pozo de deseos
Me dices mejor esperar
y seguir al sol
como estas flores en la luz centelleante 

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Heimweh

Estoy lejos de
colina y montaña
	En estas Praderas Norteñas
el viento no cesa,
susurra como el mar
Asombro por los pelícanos
blancos, y no como los pelícanos cafés vistos 
	sobre las olas del Atlántico
Disonáncia de lo familiar
en un lugar desconocido
	La luz insinúa tarde, alborada temprana
Espera por el invierno, me adviertes
Aprendo un lenguaje nuevo
para este paisaje: barranco y hoya
zona baldía oteros y peñascos
	Un águila se lanza por su presa
más bello de lo que imaginaba
Bisontes truenan sobre la tierra
Un caballo solitario retroiluminado sobre una subida
Mi boca intenta formar la palabra
para caballo en tu idioma: xaawaarúxti’
	pero aún miro al Este para cantar
mi canción matutina en Cherokee
	En un camino polvoriento enmarcado por prímulas
encuentro  tres piedras amarillas
pequeñas joyas del sol que regalo a mi hijo
antes de su vuelo al Noreste
	Un pelícano en un estanque extiende sus alas enormes
como si se vistiera o se quitara una capa,
o, como si midiera el alcance
entre su existencia y mi insistencia
	en un parentesco que no es totalmente imaginario
los dos estamos entre casas
en el camino
	a otro lugar

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Ventus

Este viento talla los caballos sin jinete 
que vuelven de Little Big Horn a sus formas esenciales

La idea del hogar siempre nos jala
El agua y el viento forman balas de cañón de piedra

Intercambiamos palabras de bienvenida: NAheesa atistit/osd sunalei
El viento nos afloja el pelo, lo que dejamos crecer por nuestra pena

La vergüenza se quema como el fulgor del Bakken
El viento tira las llamas como si fuera crines de caballos

En Alemania un siroco de España acaricia
En esta espacio vasto las distancias engañan

Las palmas casi se tocan, la energía es palpable
Para seguir la Aurora Boreal, bajo un app,

nos imagino acostados, imantados debajo de los cielos de neón
Me cuentas que el Missouri se llama el Gran Misterio

Me presento como lo hago con cualquier persona
Señalas la dirección del corriente fuerte

debajo de lo que yo percibía sólo como una superfície revuelta
Recordamos la inundación de tierras 

ancestrales, diques construidas para aprovechar de la potencia
mientras que el río y el viento siguen ajustando su camino

KARLA CORDERO

ABUELA ES UN MACHETE ENVUELTO EN SU DELANTAL PREFERIDO

una vez un hombre lanzó un plato de frutas contra la pared de la cocina y la abuela aprendió cómo el vidrio podría parir pequeñas dagas. ella reemplazó a su esposo por cuchillos. agarra  una cuchilla como un arma cargada. disfruta cortar manojos de cilantro para caldo y la gente jura que tiene podadoras como dedos. en el patio los árboles botan canastas de frutas pero a la abuela no le gusta la cáscara. puede cortar la piel de la pera en segundos. limpia. puedes ver el azúcar correr por la rodaja. cada mano un carnicero de aplomo. nunca ni se pinchó un pulgar. y por treinta años chuzaba carne. cortaba albahaca. le quitaba al salmón sus branquias brillantes. entonces el dr. gonzalez se había tallado pedazos. se le dio cubertería de plástico. todo su metal quedó romo. Los utensilios buenos para la carne se le escondieron. las llaves de la casa ahora encadenadas a su delantal y a veces su boca switchblades cuando se pierden las llaves. hoy en el mercado cuento sus historias de las palmas que tiene. cómo una vez engañaron a una zanahoria a bailar como confeti brillante y abuela agarra una pera fresca. el final pesado limpiado por la neblina de su respiración. ella jura que siempre ha amado la carne pálida de la fruta. y sus dientes una gaveta de madera de machetes.

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ALLISON HEDGE COKE

MARIPOSAS BORRACHAS

Mariposas ebrias, pedas

espiralando hacia arriba desde charco de agua

cargando el follaje fermentado

nosotros pasamos cerca mientras andábamos en canoa en el Río Neuse.

Anaranjadas, blancas, amarillas, azules, negras, cafés

manchadas, de cola bifurcada, estampadas, 

moteadas, destello palmeado y temblor, 

aletea fina, vuela, apareamiento ritual de las vanesas. 

Envolviendo su timidez en sus alas, encubierto, debajo

de una manta plegada sobre el amante. 

El coraje líquido anima el principio, sobre 

provisión por casualidad, presa fácil para

el pájaro acechando, tortuga, pez, cangrejo de río, rana.

La belleza de todo esto

en una ala soleada brillando, cayendo  adelante y

de regreso, arriba y abajo. Frenesí fantástico

color gentil, ala plumada demasiado delicada para tocar

sin quitar la punta. Metamorfoseada

solo para este día

una metáfora, relacional, 

paratodo lo que es y será bueno.

La niña mariposa envuelve su cabello en una ala trenzada

aletea para el futuro. Se vuelve 

el toque más suave, levantando y elevando

todo lo que está a su alrededor—todo lo que es bueno—

este es bueno—

algo que hace mucho

mejor que los Seres Humanos

según el acuerdo natural de la manera tradicional 

de la carrera de la creación de las mariposas, 

que sucede así, para ella tanto como para las que vienen después. 

Kama, kamama. Atrápala 

en la mañana  y

otra vez en la noche, al mediodía flota en la brisa. 

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ESTAR A LA TALLA

No fue que él no llevaba calcetines en sus pies,

ni la tela del codo que se descosió unilateralmente,

ni el desplazamiento igual de barbilla y frente,

ni el ojo derecho situado un poco más bajo

que el de la izquierda, fue su nudillo lo que

me hizo llorar, 

rincones clavados al lado, como ganchos para carne minúsculos

rasguñando pedazos de él cada vez que movió, invisible,

oportunidad desplegada. Fue su músculo desgarrado,

podrido, la mano protésica, desmayo lo ancho de los dedos

cruzando su intento a una sonrisa, dejada allí, para

que cualquiera la viera-fue su merced. Al final somos

raramente bellos, sobre todo colocados lejos de

situaciones arriesgadas en posturas que compensan los que

hemos llegado a ser en los ojos inquietantes de los mirones. 

Aún así, él estaba, está, aquí todavía dentro de lo mío, y soy humano

por eso. Quizás sólo por eso. Quizás. 

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PANDO/PANDO 

El Gigante álamo temblón / Sitio de un masacre boliviano

Gigante que tiembla
 sobresalido con insistencia
Pando 
 /Pando 

ondeando me extiendo
 expulsada de las calles
perpendícular  al filo de la hoja
Pando/ 
 Pando 

 caos, gas natural
peciolo aplastado
 la oposición empujando hacia la autonomía de la derecha
corre, eleva, se revela, tiembla
 en el cuarto día de
amarillo-blanco-grisáceo-amarrillo
Pando/Pando

 huelga de hambre, asaltantes
 lanzaron una granada verde
 forzaron los campesinos descamisados
 a arrrodillarse
árbol
Pando
/Pando
Pando/
Pando
hombre álamo temblón extiende la sublevación
floreciente, flor,
se extiende la raíz brota
Pando
emboscada
donde Morales se hospedó
biomasa gigante clon sublevación
crecimiento indígena profundamente enraizado 
previene que Bolivia se astille
Pando/Pando

 visitando Santa Cruz
cien hectáreas
 la dinamita acribilla
catorce millones de libras
 humillación pública
Pando/Pando

enraizado ochenta mil años
 cinquenta alcaldes indígenas enraizados
treinta andinos asesinados esta semana
fronteras paralizadas
 Argentina, Brazil, Paraguay
Pando/Pando
colonial clon
 masacre colonial
individuo genético singular
 Morales, un indígena Aymara,
Pando/Pando
 oposición organizada, estudiantes
universitarios conservadores, forzaron
a los indígenas aterrorizados a arrodillarse
forzaron a la gente refugiada
 a pedir perdón por venir a Sucre forzaron
corearon insultos a su héroe Evo luego
los conservadores prendieron fuego
 al azul, al negro, al blanco de la bandera Aymara
agarraron los ponchos hechos con manos Aymara
a gente Aymara
Pando/Pando

Pando/Pando
rizoma, brote elemental
 disparados, siete muertos
disparando—genet/ramet
 campesinos

organismo que excede
 que la evidencia actual no apoya

El Lago de peces tiembla
 Amazonas
 Pando
la vida del álamo temblón en  la más extensa 
germinación singular 
Pando/Pando 
 Pando/Pando 
Pando/Pando 
 Pando/Pando 
Pando/Pando
 Pando/Pando Pando/Pando

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ESTÁBAMOS EN UN MUNDO

Estábamos en un mundo, en un mundo, en un mundo. Claro, teníamos nuestros glifos, pero éramos providenciales. Una vez, algunos cree-ntes en el abecedario, vendedores de vidrio, asesinos de Ursus Arctos, mandaron todo su campo en un campo maldito más rápido en un giro retroceso, torbellino de momentum angular intrínseco—bosón se derrite. Girando, salió corriendo iceberg, iceberg, iceberg; glaciar reforzado tiempo trazado ayer base firme—todo debajo tiró torrente aluvial, diluvio de Niagara, avalanche de repente, flujo, corriente, hasta que sus ciudadelas costeñas se pudrieron por ciclones, tsunamis, vientos huracanados. Tornados echaron las olas adonde quisieran. Erupciones volvieron a moldearla hacia algo digno de Ella. Por no hablar de los terremotos. Y la gente, la gente, la Gente, empujados al cataclismo, unas pocas generaciones después de que fueron obligados al catecismo del libro alfabético, pronto había astillas desgracia tragedia tormenta, partículas fragmentadas del pasado actual, en un mundo alejado de la oratoria, la canción, las oralituras, las oraciones ahora girando, bamboleándose. Ya pronto caliente, caliente, caliente, caliente, caliente, caliente, caliente, caliente, caliente. Calientes, los manglares muriéndose, La Bahia de Waimea desapareciendo, dengue, la variación en la migración de la mariposa, la pradera vuelta bosque, la sábana brotada del desierto, caribou, arao aliblanco negro, murcielagos, rana, caracoles—ausentes. ¿Qué querrán comer las grullas canadienses? Los alados pondrán temprano sus huevos. Los arrecifes se descoloran. Lluvia, lluvia, lluvia, lluvia, lluvia, lluvia, lluvia, nieve, nieve, nieve, el fuego ferozmente flameando, fascinado por el re flejo de su propio resplandor. Las marmotas se levantan temprano. Los mosquitos perduran más, perdurando picando difundiendo el virus West Nile. Osos polares dejan de dar a luz. El zorzal petirrojo y la golondrina entran a la vida de los Inuit. El trueno encuentra a los Iñupiat. Aquí, según dicen, glifos dejaron a las paredes de piedra, a los platos de roca, a la corteza, a las ramas, y saltaron, animados, a la vida actual, sacudieron sus hombros, enderezaron el cuento, pusieron el mundo sobre los huesos de sus alas, se elevaron en la Noche, para colocar el Mundo de vuelta en su cielo cuenca—nos tranquilizó. Algunos dicen que los restos de la sopa fueron palabreados con lenguaje descolonizado. Otros dicen que su sabor persiste incluso aún. 

Más sobre las poetas de esta selección

Sobre los traductores

Carolina Bloem enseña estudios latinoamericanos y español en Salt Lake Community College. Su investigación se centra en la oralidad wayuu actual y su impacto en las comunidades locales e internacionales. Otros intereses de investigación incluyen la escritura de viajes en Colombia y Venezuela durante el  siglo XIX, y los manuales de conducta y su papel biopolítico en la sociedad.

Paul M. Worley es de Charleston, Carolina del Sur. Es profesor de español en la Universidad Estatal de los Apalaches, donde se desempeña como director del Departamento de Lenguas, Literaturas y Culturas. Co-editó con Rita M. Palacios su libro más reciente, Unwriting Maya Literature: Ts’íib as Recorded Knowledge (2019), con el que recibió una mención de honor como Mejor Libro de Humanidades por la Sección México de LASA. También es autor de Telling and Being Told: Storytelling and Cultural Control in Contemporary Yucatec Maya Literatures (2013); las representaciones orales grabadas como parte de este proyecto de libro están disponibles en tsikbalichmaya.org. Ha sido también becario Fulbright. Junto con Melissa D. Birkhofer, es co-traductor de Word Mingas (2021) de Miguel Rocha Vivas, cuya edición en español ganó el Premio Casa de las Américas de Cuba en 2016. También ha traducido obras seleccionadas de autores indígenas como Hubert Matiúwàa (Mè ‘phàà), Celerina Sánchez, Manuel Tzoc (K’iche’) y Ruperta Bautista (Tsotsil).

4 poetas del Encuentro Cultural De Mujeres Originarias “Yomoram jyayappapä’is jäyätzame” © Paul Worley y Carolina Bloem ~ Siwar Mayu, September 2022

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