“Los personajes amorosamente dibujados por Leanne Betasamosake Simpson trabajan duro para preservar su inocencia en un mundo donde la ironía y el cinismo serían más fáciles. Pasan mucho tiempo viajando: en tierra, en el agua, a través del espacio y el tiempo, en automóviles, camiones, barcos pesqueros, canoas y en su propia mente; en bares, bosques, reservas, anillos de curling, cocinas, lagos y autopistas. Estos viajes exquisitamente representados se convierten en símbolos de nuestro deseo de comprender y nunca dejar de aprender, sin importar el costo. Hay angustia aquí, pero también momentos de gracia fugaz y un humor seco que promete mantenernos a salvo”.
–Úrsula Pflug
indinawemaaganidog / todas mis relaciones
estoy de pie en el muelle de cap saint louis divagando, cuando un tipo que nunca he visto aparece. debo decirles que no es mi costumbre hablar con gente si no es absolutamente necesario, lo que es un poco moralista y probablemente me hace daño y sí, pierdo muchas posibilidades, pero al mismo tiempo la gente tramposa de vez en cuando logra penetrar mi perímetro aural. todo termina bien al final. a veces.
entonces etienne llega y me dice hola en francés y obviamente él sabe que yo no tendría que estar allí entonces yo desconfío de sus motivos. le digo que quiero ver la colonia de focas aunque eso no es lo que quiero ni es lo que estoy buscando. me dice inmediatamente que me lleva. le pregunto cuánto costaría. me dice que gratis.
bueno.
nada en la vida es gratis. las mejores cosas de la vida son gratis. nadie te da nada sin pedir algo a cambio.
bajamos al muelle y me extiende la mano para que baje a la cubierta del barco. claro, le digo que no porque necesitamos aclarar las cosas de una vez y esta es una de las cosas y desciendo por mí misma sobre una torre de contenedores de plástico rotos.
pone en marcha el motor y estoy en la parte trasera con el equipo de pesca entonces no podemos hablar. hay sol y hay viento y está perfecto y mientras nos alejamos de la costa yo pienso en dexter (el programa de tele) y en todos los escenarios posibles.
interrumpe mis pensamientos, ofreciéndome un té frío coors light y lo tomo sin pensarlo aunque son solamente las diez y media de la mañana y coors light siempre es desagradable. de repente estamos en el atlántico, a una milla de la costa.
pasamos al lado de un kayakista y la canción kumbaya me suena en la cabeza y me levanto y lo saludo de la mano como una persona contenta para que se acuerde de mí cuando la policía lo cuestione luego.
faltan pocos minutos para llegar a las focas que están congregadas en un banco de arena para poder cazar los peces que se mueven en el río con las grandes mareas. nos acercamos y salen en estampida hacia el mar recordándome perros y ovejas y bisontes y etienne me pregunta si quiero ir más lejos.
con el mismo descuido del té frío coors light, digo que sí y él me dice que conoce un lugar donde hay un banco de jureles. podríamos pescar porque anoche él estuvo allí y atrapó mil libras solamente con un anzuelo. decido que él es mi’kmaq porque podría serlo y aunque eso probablemente no significa nada me hace sentirme más segura.
en camino hacia los jureles, etienne me cuenta cómo el gobierno federal echó a su familia del parque y le pagó trescientos cincuenta dólares por la tierra en el año 1968 y luego arrasaron la casa. le digo a etienne que sé lo que es eso pero dudo que me crea porque él piensa que soy de Toronto y soy rica y criticona y hablo mierda porque eso es lo que la gente cree cuando pronuncias la palabra “ontario.”
etienne saca el equipo de pesca y en dos minutos sabemos que estamos encima del banco porque estamos pescando jureles fácilmente. me observa mientras manipulo el anzuelo y tiro los pescados en la cesta, y ahí es cuando le muestro quién soy. hay sol y hay viento y está perfecto y los brazos del día están bien abiertos y nadie tiene prisa para ir a ningún sitio. Veo un alcatraz y me gustan los alcatraces porque pueden desconectarse las alas justo antes de caer en picada en el mar para coger un pez. ¡imagínense desconectar una parte del cuerpo! el alcatraz nada hacia el barco porque husmea la sangre de pescado y etienne le da un pescado al alcatraz y dice “el pájaro es mi familia, todo esto, los peces, las focas, el agua – esto es mi familia,” y ahí es cuando me muestra quién es.
ahora nuestras miradas se cruzan porque él ha captado mi atención. me dirijo hacia él y le doy un abrazo y él es ese tipo de persona que puede dar y recibir un abrazo de verdad y yo no soy de ese tipo de persona porque mi sistema de alarma resuena cuando la gente me toca y me congelo y me apago. esta vez eso no pasa. decido darle un beso y es perfecto y fácil y nos besamos sin torpeza pero con un principio bien definido y un final bien claro. luego me lleva de vuelta a la costa mientras yo limpio los pescados en la parte trasera del barco usando su cuchillo espantosamente afilado, dándole las tripas a las gaviotas y los alcatraces. me deja en el muelle. nos damos las gracias. nos decimos adiós y yo presto atención a cada paso, en vez de mirar hacia atrás.
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Más sobre Leanne Betasamosake Simpson y su obra
Leanne Betasamosake Simpson es una renombrada escritora, artista y académica Michi Saagiig Nishnaabeg (anishinaabe de Missassauga, ON), quien ha sido ampliamente reconocida como una de las voces indígenas más convincentes de su generación. Su trabajo abre las intersecciones entre la política, la historia y la canción, llevando al público a un mundo rico de sonido, luz y creatividad propios.
Sophie M. Lavoie es profesora del Departamento de Cultura y Estudios Mediáticos de la Universidad de Nuevo Brunswick en Fredericton, Canadá, que es el territorio nunca rendido de los Wolastoqiyik, o malecitas. Enseña clases de lengua, literatura, cine y cultura. Ha publicado artículos académicos sobre literatura de mujeres centroamericanas y latinocanadienses, entre otros temas, en francés, inglés y en español en varias revistas. Fue cotraductora con Hugh Hazelton de El laberinto vertical de la poeta argentina Nela Rio hacia el inglés, del libro de poesía Nous sommes les reveurs de la poeta mi’kmaq Rita Joe hacia el francés y de Un parcours bispirituel, la traducción al francés de la autobiografía de Ma-Nee Chacaby, una indígena biespiritual cree y ojibwe que salió en 2019. Forma parte del consejo editorial de la revista Candela Review y directora del equipo del Registro Creativo de la Asociación Canadiense de Hispanistas.
En An American Sunrise (“Un amanecer americano”) Joy Harjo incluye entre poemas una serie de interludios históricos y familiares que hacen referencia a la década de 1830 y la Ley de Expulsión (Removal Act). Es el momento de los desplazamientos forzados de las comunidades ancestrales del suroriente de los Estados Unidos, como los mvskoke, choctaw, chickasaw, y cheroqui. En estos interludios aprendemos que el tatarabuelo de Harjo, Monahwee (Menawa), fue uno de los caciques de los Bastones Rojos (“Red Stick Chiefs”), quien vivía en la rivera del río Tallapoosa, muy cerca de la frontera entre lo que hoy llamamos Alabama y Georgia, y quien después de liderar la guerra contra el General Andrew Jackson, tuvo que emigrar con su familia con el destacamento 3, atravesar el gran río Mississippi, y reestablecer su vida en lo que se llama hoy Oklahoma. Escoltados por el ejército como si fueran criminales, miles de personas indígenas perdieron su vida en las diversas rutas de esta migración forzada. Harjo cuenta: “They left about noon on September 17, 1836.” (46). La hora exacta recrea la tristeza del instante.
Y sin embargo, este desplazamiento no desdibuja la conexión con el territorio ancestral; al contrario, estos poemas re-territorializan la memoria. Las brasas ceremoniales, por ejemplo, tuvieron que ser cargadas por meses hasta el territorio donde las comunidades desplazadas habrían de asentarse. Por eso, en poemas como “For Earth’s Grandsons” (“Para los nietos de la tierra”) y “Road” (“Camino”), el camino no es solamente el del exilio, sino el de la esperanza de las abuelas y los abuelos que no permitieron que ese fuego se apagara ni que las canciones de origen se extinguieran. En palabras de Harjo: “Nuestro conocimiento se basa en las historias de origen de la tierra, la genealogía y los antepasados. Si conoces las ramas del árbol de la relación entre los clanes tribales y los miembros de la familia, entonces sabes quién eres, dijo la pantera a sus cachorros”. (“Our knowledge is based on the origin stories of land, genealogy and ancestors. If you know the branches of the tree of relationship between tribal clans and family members, then you know who you are, said the panther to its cubs.”) (2021, 55) Como en este consejo de la pantera a sus cachorros, “el amanecer americano” se anuncia en la certeza de que somos la tierra y nuestras genealogías. En este amanecer, Abiayala/América literalmente es un solo cuerpo. La poesía de Harjo es, en este sentido, un mapa para la memoria, un puente para recordar con el territorio.
BENDICE ESTA TIERRA
Bendice esta tierra desde la parte superior de su cabeza hasta la parte inferior de sus pies.
De la vieja cabeza blanca del ártico a los pies marrones de la lluvia tropical
Bendice los ojos de esta tierra, porque son testigos de la crueldad y la bondad en esta tierra.
Desde la luz del amanecer en posición vertical hasta caer de rodillas en la noche
Bendice los oídos de esta tierra, porque oyen los lamentos de dolor y los gritos de celebración en esta tierra.
Una vez no escuchamos ningún disparo en estas tierras; los árboles y las piedras se podían escuchar cantando
Bendice la boca, los labios y el discurso de esta tierra, porque la tierra es una oradora, una cantora, una guardiana de todo lo que sucede aquí, en esta tierra.
Bosques luminosos, océanos y acantilados rocosos vendidos por la basura ávara del oro, del uranio o la fiebre del petróleo, pero hay nuevas historias por hacer, pequeñas historias que se avecinan por el horizonte.
Bendice los brazos y las manos de esta tierra, porque ellos rehacen y restauran la belleza en esta tierra
El canto nos mantuvo en el círculo alrededor de estas tierras, y los que conocen nos recordaron que ninguno está por encima del otro, ningún ser humano por encima del pájaro, ningún pájaro por encima del insecto, ningún viento por encima de la hierba.
Bendice el corazón de esta tierra de rodillas sembrando alimento bajo el círculo eterno del respirar, nadar y caminar en esta tierra
El corazón es un creador de poesía. Hay un solo corazón, dijo el creador de poesía, un solo cuerpo y todos los poemas forman un solo poema y no usamos palabras para hacer la guerra en esta tierra.
Bendice el laberinto de las entrañas de esta tierra, porque es el centro del misterio en esta tierra.
Bendice la feminidad y la masculinidad de esta tierra, porque cada uno tiene el poder fluido de convertirse en esta tierra.
Cuando se decidió estar de esta manera aquí en este lugar, en esta tierra, todos los pájaros hicieron un alboroto de plumas desde los dominios del cielo índigo.
Bendice las dos piernas y los dos pies de esta tierra, porque lo sagrado siempre camina junto a lo profano en esta tierra
Estas palabras recorren la columna vertebral de esta tierra, masajeando el tejido alrededor del cordón de la vida, que es el árbol de la vida, sobre el cual se levanta esta tierra.
Bendice la destrucción de esta tierra, porque brotarán nuevos retoños del fuego, de las inundaciones, de los terremotos y de los fuertes vientos para renovar esta tierra.
Somos tierra sobre el caparazón de la tortuga—cuando el peso de la codicia nos derriba, ¿quién recordará el canto erguido de esta tierra?
Bendice la creación de tierra nueva, porque del caos nos veremos obligados a recordar bendecir esta tierra.
El más pequeño recordado, el más humilde, aquel cuya voz tendrías que esforzarte mil años para escuchar–allí comenzaremos.
Bendícenos, estas tierras, dijo el que recordaba. Estas tierras no son nuestras tierras. Estas tierras no son tus tierras. Nosotros somos esta tierra.
Y la bendición comenzó un armonioso movimiento a través de la hierba del tiempo, desde el principio, hasta el lugar del tiempo que da vueltas, siempre moviéndose, siempre
“Prólogo”
El 28 de mayo de 1830, el presidente Andrew Jackson ilegalmente firmó la Ley de Expulsión de Indios para desplazar forzadamente de sus territorios ancestrales hacia el Oeste a los pueblos nativos del sureste. Fuimos acorralados con lo que pudimos llevar. Nos vimos obligados a dejar atrás casas, imprentas, tiendas, ganado, escuelas, pianos, terrenos ceremoniales, pueblos tribales, iglesias. Fuimos testigos de los inmigrantes entrando a nuestras casas con sus armas, Biblias, enseres domésticos y familiares, tomando lo que había sido nuestro, mientras éramos rodeados por soldados y ahuyentados como ganado a punta de pistola.
Hubo muchos caminos de lágrimas de naciones tribales por todo América del Norte, de los pueblos indígenas que fueron expulsados de sus lugares de origen por las autoridades gubernamentales.
Los pueblos indígenas que se abren paso desde el hemisferio sur son una continuación del Camino de Lágrimas.
Que todos encontremos el camino a casa.
INDICACIONES HACIA TÍ
Rainy Dawn Ortiz
Síguelas, detente, date la vuelta.
Ve por el otro lado.
Izquierda, derecha,
Mío, tuyo.
Nos perdimos,
Inestables.
Respira profundo,
Reza.
No siempre estarás perdida.
Estás aquí,
En tu tiempo,
En tu lugar.
1. Norte
Estrella, guíanos mientras miramos hacia arriba
Al blanco más brillante
Esperando que te lleve a dónde quieres ir,
Esperando que sepa dónde debes estar.
Encontramos nuestra paz aquí en tu blancura,
Reunimos nuestras fuerzas, nuestro aliento, y aprendemos a ser.
2. Este
Sale el sol,
Rojo,
El calor matutino en nuestro rostro incluso en la mañana más fría.
El sol crea vida,
Energía,
Alimento.
Reúne fuerza, jálala hacia adentro
Quédate justo donde estás.
3. Sur
La mariposa revolotea
Esparce su belleza amarilla.
Hemos llegado a este momento en el tiempo
Paso a paso,
No siempre escuchamos las indicaciones,
Dejamos que la corriente nos lleve,
Nos empuje,
Nos fuerce a lo largo del camino.
Tropezamos,
Nos levantamos y seguimos moviéndonos.
4. Oeste
Trae puestas de sol,
Oscuridad,
Trae negro.
Encontramos la soledad,
Es hora de tomar aire y
Rezar.
Incluso en la oscuridad
Puedes ser encontrada.
Pide ayuda aunque sea en un susurro
O un quejido,
Serás escuchada.
Para encontrar,
Para ser encontrada,
Para ser entendida,
Para ser vista,
Oída, sentida.
Tú eres,
Aliento.
Tú eres,
Memoria.
Tú eres
Tacto.
Tú estás
Aquí mismo.
En 1990 se reunió un congreso de pueblos indígenas en las afueras de Quito, Ecuador, a propósito del Quinto Centenario, una celebración de las poblaciones inmigrantes por la llegada de Cristóbal Colón al hemisferio occidental, en su expedición financiada para encontrar una ruta comercial a la India. Pueblos nativos vinieron de todas las Américas y se reunieron para discutir los cambios destructivos y monumentales desde la llegada de este explorador europeo. Nos reunimos para obtener entendimiento y fuerza y reflexionar sobre cómo continuaremos avanzando más allá de la destrucción masiva y la falta de respeto hacia la mente, el cuerpo y el espíritu de la tierra, y para continuar nuestra soberanía como Naciones nativas.
En el círculo de mujeres, una llamativa mujer indígena boliviana con un bombín en la cabeza se puso de pie. Ella nos dio la bienvenida y señaló que estaba sorprendida por todos los nativos que asistieron desde los Estados Unidos.
“Pensamos que John Wayne los había matado a todos”.
(Esto no era una broma.)
“¿Y por qué”, preguntó, “ustedes se llaman a sí mismos América? Este hemisferio es un cuerpo, una persona. Ella es América”.
Hasta la aprobación de la Ley de Libertad Religiosa de los Indios en 1978, era ilegal que los ciudadanos nativos practicáramos nuestras culturas. Esto incluía la creación y el intercambio de canciones e historias. Las canciones y las historias en una cultura son poesía y prosa en otra. Son intrínsecas a la soberanía cultural. Escribir o crear como una persona Nativa era esencialmente ilegal.
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Hay un mapa, una serie de mapas que están aquí/allá y siempre han estado aquí/allá. Son transparentes y están en capas, uno encima del otro. Una generación tras otra, las líneas de conexión están implacablemente tejiéndose, modelándose rítmicamente, míticamente e históricamente a través de imágenes, sonidos y sentidos. Cada mapa es un ser con una boca y una cola, incluso si es un campo de océano o hierba. Están haciendo espirales de memoria; la memoria siempre está en movimiento.
Mi madre era compositora y cantante. Ella es los versos de William Blake: “Corderito, ¿quién te hizo / ¿Sabes quién te hizo?”, y lo de Alfred Lord Tennyson. Ella es las canciones tradicionales Cherokee cantadas en el funeral de su tía. Ella es “Burning Ring of Fire” huyendo al pueblo de Independence (Kansas) a los dieciséis años. Ella es “Crazy”, cantada por Patsy Cline, en una vigilia de angustia. Esa era mi madre, cantando, todos esos años. Los regalos de mi madre fueron pisoteados por su necesidad económica y encierro emocional.
Mi padre era danzante, un guardián del ritmo. Sus antepasados fueron oradores, pintores, jefes tribales, bailarines y predicadores. Su madre era saxofonista y pintora en territorio indio antes de la existencia del estado de Oklahoma. Toda su vida relativamente corta buscó una visión o una canción para contrarrestar el dolor de la historia.
Los ríos son los viejos caminos, como lo son los cantos, para recorrer la memoria.
Emergí de la historia, empapada de las aguas de la memoria.
CANTANDO TODO
Una vez hubo canciones para todo,
Canciones para plantar, para cultivar, para cosechar,
Para comer, emborracharse, dormirse,
Para el amanecer, el nacimiento, los descansos mentales y la guerra.
Para la muerte (esas son las canciones más pesadas y
Tienen que ser arrancadas de la tierra con paladas de dolor).
Ahora todo lo que escuchamos son canciones de enamoramiento y
De desmoronamiento después de enamorarse.
La tierra se está inclinando hacia un lado
Y una canción está surgiendo de las inundaciones
Y los fuegos. Brotes urgentes se elevan hacia el sol.
Debes ser amigo del silencio para escuchar.
Las canciones de los guardianes del silencio son las más poderosas—
Son las más extraordinarias.
PARA LOS NIETOS DE LA TIERRA
Párate firme, no importa tu altura, qué tan oscura sea tu piel
Tu espíritu tiene todos los colores dentro
Estás hecho de un tejido de luz finísimo
Del amor iridiscente que formó a tus madres, padres
Tus abuelos regresan por el camino en espiral—
No hay final para este amor
Ha formado sus cuerpos
Alimenta sus espíritus brillantes
Y no importa lo que suceda en estos tiempos de ruptura—
No importan los dictadores, los despiadados y los mentirosos
No importa, tú naciste de aquellos
Quienes mantuvieron las brasas ceremoniales ardiendo en sus manos
A lo largo de millas de implacable exilio
Los que cantaron el camino a través de la masacre
Todo el camino hasta el amanecer
Tú lo lograrás—
CAMINO
Nos paramos primero en nuestras mentes, y luego caminamos balanceándonos
De la mano al mueble
Pronto nos estamos alejando de la casa y de las tierras
De nuestros dioses creadores ancestrales
A los círculos de amigos, de la escuela, del trabajo
Haciendo familias y mundos propios.
Hacemos nuestro camino a través de la tormenta y el sol
Caminamos uno al lado del otro o uno contra el otro
El último camino se tomará solo—
Puede haber multitudes pidiendo sangre
O una ventana con cortinas junto a la cama del que parte
Lo mejor es no tener miedo
Pon atención
Al próximo camino que aparezca
Puede estar a través de una familia de árboles, un desierto o
Sobre las onduladas olas del mar
Es el camino antiguo que el alma conoce
Siempre lo recordamos cuando lo vemos
Nos llama al nacer
Nos lleva a casa
El Sureste estaba cubierto de ciudades y comunidades de constructores de montículos del Periodo Mississippi, quienes estuvieron allí un siglo antes de la llegada de los españoles al Sureste. El Sureste aún está cubierto con restos de montículos. Incluso hay montículos en el campus de Knoxville de la Universidad de Tennessee. Estos montículos pueden ser aplanados con odio, palas o tractores, pero aparecerán en cualquier mapa geofísico energético. Continúan existiendo en la memoria, en los mapas de la memoria.
Se dice que Monahwee obtuvo su nombre de guerrero Hopothepoya (Loco Cazador de Guerra) por robar caballos en Knoxville. Knoxville estaba en el territorio tradicional de los Mvskoke, por lo tanto, los caballos técnicamente no fueron robados. Estaban en tierras robadas.
Cuando regresé a estos lugares ancestrales anduve por viejos caminos. Uno de los senderos más transitados forma parte de la autopista Interestatal 40.
LOS PIES DE MI HOMBRE
Son raíces heroicas
No puedes confundirlos
Con cualquier otro caminante de seis pies
Podría encontrarlos en un mar de pies
Un planeta o un universo de pies
Patearon el cielo al nacer
En ese pueblo que su bisabuelo encontró
Los pies de mi hombre dejaron la infancia
Más allá de la arena mineral dejada por un cambio de aceite
Hasta estas tierras atómicas en dirección al este
Sus pies están hechos de la preocupación espiritual de su madre
Y de su padre: histórico, y conscientemente recto
Qué caminantes—
De los pasos de constructor de montículos que condujeron al creador del cielo
Pasando por dos galeones españoles, viejos carruajes de frontera y serpenteantes ferrocarriles
Una generación tras otra
Ningunos otros pies excepto estos podrían aguantar
El leal oso testarudo como roca
Inteligencia imponente y levantador de niños
Ese es aquel que es dueño de estos pies
Qué ancla proporcionan sus pies
Por su inigualable
Inmensidad y habilidad de levantarse de nuevo
He bailado detrás de este hombre en la danza circular de zapateos
Nuestros pies latiendo al ritmo juntos
Poncho de hombre, mujer, niño, niña, sol y luna.
. . .
Los pies de mi hombre son los pasos seguros de un padre
Cuidando de sus hijos, sus hijas
Porque cuando ríe abre todas las puertas de nuestro corazón
Incluso cuando se olvida de cerrarlas cuando se va
Y cuando se aflige por los que ama
Él esculpe valles que pueden contener las lágrimas de todos
Con sus pies, estos pies
Los hermosos pies morenos, siempre firmes y humildes de mi hombre.
QUE NO HAYA REMORDIMIENTOS
para Bears Ears National Monument
No estamos perdiendo los abedules, los abedules nos están perdiendo.
—WAYNE “MINOGIIZHIG” VALLIERE
Las canciones y las historias que nos formaron están inquietas
y necesitan un lugar para vivir en el mundo de nuestros nietos.
Están cansadas de esperar.
La tierra sigue soñando sus sueños terrestres
Aunque pensamientos desesperados alimentados por el hambre de dinero vagan por nuestras mentes.
Para los destructores, la Tierra no es una persona.
Querrán más hasta que no haya más que robar.
La Tierra quien no conoce el tiempo es paciente.
Los destructores se destruirán a sí mismos.
Cuántos espíritus de la tierra cuidan de este lugar. Emergen de
las paredes del acantilado.
Emergen de las olas de las aguas.
Nuestros antepasados no son solo antepasados humanos.
¿Qué ves cuando vuelas a la cima del árbol ancestral?
Que no haya remordimientos, ni tristeza, ni ira, ni actos que
perturben a estas tierras.
MÁS ALLÁ
Más allá del amanecer, hay una canción que seguimos
Más allá de las nubes viajando con lluvia jorobada
En sus espaldas, relámpagos en sus puños
Más allá del horizonte azul donde nuestros antepasados
Aparecen portando regalos, envueltos en mantas tejidas
Con sol y hebras de tiempo escarlata
Más allá de los senderos que caminamos todos los días
Del amanecer a la cocina, al trabajo, al jardín, al juego
A la puesta del sol, a la oscuridad, y de vuelta
Más allá de donde duerme el bebé, su aliento
Una ligera niebla de felicidad haciendo
Un delicado arco iris que se vuelve sabio a nuestro alrededor
Más allá de los niños aprendiendo alfabetos
Y números, inclinados sobre sus palos y muñecos
Mientras juegan a la guerra y a la familia, crecen caminos humanos
Más allá de las abuelas y los abuelos
sus madres y padres, y en la médula de sus huesos
Hasta cuando esa canción fue cantada por primera vez seguimos viajando
Más allá del atardecer, ¿puedes oírlo?
El sacudir de las conchas, el ritmo de los pies, los cantores
Andrea Echeverría Langsdorf es profesora asociada en Wake Forest University y obtuvo su título doctoral en Literatura Latinoamericana y Estudios Culturales en Georgetown University. Es autora de Yeyipun en la ciudad. Representación ritual y memoria en la poesía mapuche (Editorial Universidad de Guadalajara, 2021) y El despertar de los awquis: migración y utopía en la poesía de Boris Espezúa y Gloria Mendoza (Paracaídas Editores & UNMSM, 2016), así como de varios artículos de investigación publicados en revistas que incluyen Latin American and Caribbean Ethnic Studies, Latin American Research Review y la Revista Canadiense de Estudios Hispánicos. Actualmente escribe un libro que estudia el arte visual mapuche.
Conocí a Eliana Muchachasoy en un viaje al alto Putumayo. Subiendo la calle empinada que lleva al cabildo indígena y siguiendo el camino que trazaba un grafitti de una abuela y un chumbe camëntsá. La encontré, más por suerte que por casualidad, en la plaza central del Valle del Sibundoy, parada justo en frente de una hermosa casa esquinera toda recubierta con plantas, animales y retratos con pintas coloridas. Me pareció que ella surgía de la pintura, y en efecto, pues luego supe que se trataba de Benach, la galería que ella fundó, junto con Alberto Velazco, para dar a conocer su trabajo como artista, convocar los demás proyectos artísticos y culturales de su comunidad y abrir espacios pedagógicos y de intercambio con los niños y jóvenes del valle. Para Eliana todo esto hace parte de un mismo esfuerzo por fortalecer la identidad de su pueblo , Camentsá sanar y proteger el territorio. De ahí que un tema recurrente en su trabajo sea el universo femenino, el cual se ha fortalecido a lo largo de los años con las experiencias vividas con sus abuelas, el tejido, la siembra, y la medicina tradicional. Los invito a leer a continuación un poco sobre su experiencia como mujer camentsá, artista y gestora cultural.
Eliana Muchachasoy ha participado en múltiples exposiciones colectivas e individuales en lugares como México, Ecuador y Estados Unidos, dando a conocer su propuesta a lo largo del territorio de Abya Yala, y fue invitada en el año 2018 a una residencia artística en Brisbane, Australia.
Paula: Te propongo iniciar con un recuerdo de tu infancia que consideres significativo para tu experiencia como artista…
Eliana: De niña tengo mis recuerdos en la casa donde crecí en compañía de mi mamá y mi abuela, las dos son tejedoras y en el telar conocí algunas historias de mi comunidad, así mismo la magia de los colores entre hilos. Cuando mi abuela me empezó a enseñar a tejer me explicó de muchas formas, pero era algo complicado entender la secuencia de las líneas para formar figuras, hasta tal punto que abandoné el trabajo en el telar. No estoy segura cuánto tiempo estuvo así como lo dejé, creo que pasaron varios meses antes de querer volver a intentarlo, mi sorpresa fue que me volvieron a entregar lo que había iniciado, porque ahí estaba el proceso del aprendizaje, tenía que terminar lo que un día inicié. Por otro lado, mi mamá, madre comunitaria hasta el día de hoy, me entregaba colores y temperas en varias ocasiones para compartir con otros niños que estaban a su cuidado, en cartón o cartulina pintábamos imaginando historias que construíamos en conjunto, así mismo cuando asistía a reuniones de su trabajo siempre llevaba un cuaderno y colores para que pintara lo que se me ocurriera en el transcurso de sus reuniones. Recuerdo algunos trazos y también las voces de sus compañeras diciendo que todo lo estaba haciendo muy bien.
PM: Luego de terminar la carrera de artes plásticas en la sede Bogotá de la Universidad Nacional de Colombia, vuelves a tu comunidad ¿Cómo fue ese retorno al origen y que importancia tiene en tu trabajo actual?
EM: Cuando terminé la universidad había pausado la pintura porque me sentía un poco frustrada en la academia con esta área, no me iba muy bien en la materia de pintura. Retorné a mi comunidad con varias expectativas y me vinculé en un proyecto de fotografía para ayudar a contar un poco la historia de la comunidad. Después de un año en mi territorio tuve la oportunidad de ingresar al magisterio, allí fui docente de educación artística por más de tres años en un colegio público en La Hormiga Putumayo; fue una experiencia de mucho aprendizaje, pero llegó el momento en donde necesitaba cambiar de trabajo, no sentía una vocación completa hacia la docencia; es así como decido renunciar y volver a mi comunidad sin tener claro con qué camino o proyecto iba a continuar.
… En esta etapa, mientras pensaba o planeaba que hacer con mi vida volví al tejido, realicé varias mochilas y entre los hilos de colores llegaban a mi memoria algunas de las historias de la abuela. Fue precisamente en esos días que encontré unos oleos y un lienzo pequeño que había traído años atrás al terminar la universidad. La pregunta y la respuesta al mismo tiempo fue ¿por qué no volverlo a intentar? En realidad sentí la llegada de una señal, un mensaje del color, pero más que eso un regalo que me estaba dando el territorio. Retomar la pintura fue volver a vivir, fue como avivar el espíritu del color que estaba sembrado en mí, encontrar un sentido en mi camino, entender que ese era el plan de vida que quería emprender, desde aquel momento no he abandonado los colores.
“Cuando desde las cenizas despierta la memoria, nos recuerda que nuestras raíces están sembradas para fortalecer nuestro espíritu y continuar el tejido de la vida” .
Eliana Muchachasoy
PM: ¿Hay algún ritual o actividad que preceda la realización de tus pinturas?
EM: Las plantas medicinales han estado presentes en mi familia y en mi comunidad, en el espacio donde pinto he aprendido a ofrendar cada vez que voy plasmar algo en el lienzo, me gusta encender el fuego en una vela, aplicar esencias de plantas naturales en el entorno y en mis manos, agradecer a todos los espíritus de los mayores, al territorio, a los elementales y al universo por tener una vez mas la oportunidad de fluir a través del color; pintar es en sí mismo un ritual que me permite ver la magia del color, es así como me siento en armonía con el espacio y con lo que estoy haciendo.
PM: ¿De qué maneras se vincula tu obra pictórica con la medicina tradicional de tu comunidad?
EM: Siento que mi obra está influida por el territorio, la comunidad, la medicina, las abuelas, los abuelos, las plantas, sus animales, sus aves, sus danzas, sus historias y cantos que han venido construyendo mi memoria y llegan en diferentes momentos de la realización de una obra. He realizado algunas obras en las Malokas donde se comparte la medicina o yagé y he podido ver como la gente se siente conectada con la imagen, algunos dicen que han tenido visiones similares, otros sienten la magia en la obra y se sueñan en ella.
PM: ¿Qué tan presente ha estado el tema del autorretrato en tu trabajo pictórico?
EM: En dos ocasiones realicé un autorretrato, pero sentí que era muy complejo pintarse fielmente, a veces me tomo fotos con algunos gestos que quisiera plasmar y elijo algunas de referente.
PM: Me parece muy significativo que tú misma seas el referente de algunas de tus pinturas, mas allá del hecho de que haya una reproducción fiel o realista. ¿Qué tan vinculados están los temas de tus obras con tu vida?
EM: En una obra de arte muchas veces preguntan por la firma del autor, aunque realmente la firma está en todas y cada una de las pinceladas plasmadas en el lienzo; así me siento muchas veces cuando estoy pintando, es como estar escribiendo o contando una historia, siento que entrego y pongo a disposición todo mi ser en este ritual, por lo tanto me auto represento no necesariamente con la fidelidad de la imagen de mi retrato sino con mi esencia y mi sentir. A veces me siento en gamas azules o verdes que vibran con los colores vivos o fluorescentes danzando en ese espacio onírico que voy creando.
PM: ¿Consideras que tu pintura ha sido parte de un proceso de sanación personal?
EM: La pintura me ha permitido llegar a otros mundos, sentirme libre, ser feliz, recordar, soñar, hacer homenajes a diferentes espíritus de plantas, abuelas, elementales, y cada obra me ha permitido sanar, equilibrar mi mundo. Sentirme satisfecha de mis creaciones ha sido maravillo, me trae mucha alegría ser una mensajera con mis obras. Realmente siento que el arte en todas sus formas siempre trae una misión sanadora, nos permite tejer el bonito pensamiento y el sentir del corazón.
PM: El colibrí es un animal que aparece en gran cantidad de tus pinturas, ¿puedes contarnos algo de este animal y de la importancia que tiene para ti?
EM: La presencia del colibrí es abundante en mi territorio, a diario llegan alrededor del taller donde pinto, sus colores son muy atractivos. Alrededor del colibrí hay diferentes historias y augurios, su visita trae mensajes, los abuelos dicen que son los grandes mensajeros porque se pueden comunicar con los seres que ya no habitan en este planeta, es por eso que me gusta mucho tenerlos presentes en mi obra.
EM: Hay una serie de obras llamada Botaman juabn, “pensar bonito”, dedicada a los colibrís. Los llautos o coronas tejidas de colores representan los colores de la naturaleza, de nuestro contacto con la medicina y la madre tierra, el pensamiento tejido entre colores. El colibrí es el mensajero de nuestros ancestros y el caminar de nuestros mayores queda tejido en cada territorio, depende de nosotros continuar con este tejido de vida. Pensar bonito dicen los abuelos, pues estamos escribiendo nuestra propia historia en este universo.
“La Ortiga es una planta sanadora, para enseñar y aprender. Es usada para sanar el cuerpo, aliviar los nervios, mejorar la circulación, hace parte de algunas celebraciones como el Atun Puncha en la comunidad Inga. En el proceso de transmisión de valores en las comunidades indígenas esta planta ha estado presente, en el momento de corregir a una persona, es usada como una planta de autoridad”.
Eliana Muchachasoy
PM: ¿Puedes hablarnos un poco de las plantas medicinales que aparecen en tus pinturas?
EM: Las plantas medicinales que he pintado han tenido una relación cercana a mí, algunas han estado siempre en la chagra, en los caminos del territorio, en el compartir con abuelas y abuelos sabedores, en la necesidad de alguna curación. He pintado plantas medicinales como lianas de yagé, borracheros o plantas protectoras, caléndula, sauco, ortiga, manzanilla, calambombo, frailejones, entre otros. Así mismo las plantas más conocidas en nuestras chagras como el maíz, papa cuna, tumaqueño, cidrayota, coles. Para la realización de algunas obras he usado hojas de las anteriores señaladas como plantillas obteniendo algunas formas y texturas diferentes.
“Mujer vida, mujer sanación, poder femenino,
abuelita sabia que sembraste tu conocimiento
con la esperanza de que florezca en las nuevas generaciones.
Hoy tus semillas se tejen en nuestra madre tierra.“
Eliana Muchachasoy
PM: Hay varios símbolos en tus pinturas, ¿puedes contarnos un poco de ellos?
EM: Algunos símbolos que aparecen en las pinturas surgen de las figuras que se plasman en el telar, como el rombo, que es para nosotros el origen de la vida. El sol, por ejemplo, está representado a través del rombo y sus líneas en la obra “Flores-seremos”, donde pinto sobre cómo nuestros territorios volverán a florecer, porque somos raíces. El pensamiento que sembraron nuestros abuelos en cada planta, en cada alimento, en cada cambio de luna no ha perdido sus raíces, las nuevas generaciones tenemos que permitir que vuelvan a nacer en el Territorio Tamabioy. Así mismo, esta figura aparece en el cuadro “Bëtsësangbe benach”, El camino de mis abuelos, la cual habla de que los territorios son el fruto de las luchas de nuestros mayores, y cuidarlos, protegerlos y conocerlos es nuestro deber. El fruto del futuro tiene la raíz del pasado. Nuestras chagras mantienen la memoria viva del trabajo de nuestros abuelos y abuelas.
Últimamente he estado trabajando algo de muralismo y me gusta mucho plasmar simbología a través de plantillas, es una forma de mostrar en este contexto parte del tejido que plasman nuestros artesanos y artesanas en la comunidad.
PM: La chagra es un tema frecuente en tu obra, ¿puedes contarnos del camino de aprendizaje que se encuentra allí?
EM: La chagra o Jajañ es el espacio donde se siembran los alimentos y las plantas medicinales, es la conexión con la madre tierra, el espacio del compartir, de escuchar las voces de las aves y el espíritu de las plantas. Es el lugar de aprendizaje y transmisión de los conocimientos. En este espacio aprendí a sentir las texturas de las plantas, a ver el milagro constante de la vida que nos brinda la madre tierra, a contemplar amaneceres y atardeceres observando como mi abuela explicaba las horas del día de acuerdo a la ubicación del sol, y la siembra de las plantas de acuerdo a las vueltas de la luna.
EM: Hice una obra titulada “Mujer maíz”. Desde el origen de los tiempos han pervivido mujer & maíz, ambas semillas de vida que cíclicamente se tejen al ritmo lunar. En el vientre del tiempo la semilla del maíz alimentó el espíritu del pueblo indio; la mano de la mujer transformó la semilla sagrada, gracias a ella el maíz se come, se muele, se bebe, se ríe, se canta, se teje, el maíz se sueña. Mujer-maíz, mujer semilla, mujer luna, mujer-madre-hija-abuela, mujer que siembra y enseña a sembrar, mujer que teje su cultura ancestral en el arte diario de vivir, mujer maíz.
PM: Hay ciertos elementos de la naturaleza en tu obra asociados a los ciclos de la mujer, ¿puedes hablarnos de la presencia de estos ciclos en tus cuadros?
EM: En mi obra me refiero constantemente a la mujer como semilla, pues en la poética de la naturaleza, la mujer es portadora de vida, es semilla que a su vez germina y hace crecer la vida en sí misma, es la manera como conocemos la luz, a través de la gestación, y en el arte, el simbolismo de la muerte y la vida son fuerzas constantes en las cuales los artistas debemos movernos, debemos crear nuevos mundos, nuevas miradas, y es en este aspecto donde la mirada del artista se vuelve relevante. El artista debe mirar, observar, ver, y es en la naturaleza donde encontramos los motivos justos para revelarnos, en su observación, detenida, detallada, ahí están las preguntas y las respuestas que desde tiempos inmemorables nos acompañan, y que quizás el arte nos ayude a comprenderlas, a sentirlas, a interpretarlas.
EM: La mujer indígena Camëntŝá, la cual se representa a través de diferentes escenarios donde es protagonista de la cultura viva de su pueblo, es la que se teje con otras mujeres, celebran la vida, unen sus pasos en un solo caminar, siembran, y de esta manera van tejiendo ancestralmente a través del pensamiento y la palabra el territorio indígena Camëntŝá. Las abuelas tejedoras del camino, las mujeres que labran la tierra día tras día acompañadas de la orientación de la Luna y el sol, las abuelas que han pervivido y mantenido sus costumbres pese a un proceso de colonización, las mujeres luchadoras por la vida y el territorio son las mujeres que habitan en mi espacio colorido. Es quizás esta la razón por la cual la mujer es la protagonista de mi obra, la mujer como territorio, lo femenino como lo sagrado y lo humano, la madre tierra como un sentir, como un sueño, como una lucha y una esperanza a la vez. Mujer y territorio en unidad.
EM: Todos somos tejido, en cada momento tejemos pensamiento, tejemos palabra, somos un solo universo. Mi abuela, la mujer que tejió su bonito pensamiento y palabra en mi corazón, la mujer que me mostró la magia de los colores a través de los hilos en el telar, el milagro de la vida constante en su chagra, espacios oníricos a través de sus historias alrededor del fuego, sus creencias y medicinas son recuerdos que llenan de agradecimiento al universo por tener su presencia y compañía en mi formación como persona, mujer, artista, su legado sigue vivo en mis manos, en mi madre, en mi familia. En la obra “Tejiendo buen pensamiento” es la mujer del centro que comparte los hilos de colores con otras mujeres. En varias pinturas he realizado homenaje a las abuelas como mujeres sabedoras, sembradoras. En una obra pinté a mi abuela “Mama Mercedes” como agradecimiento a su legado.
“Mujer Camëntŝá, eres la flor más bella entre las flores, tu sabiduría esta llena de amor, conocedora de las plantas medicinales. De la abundancia del corazón habla tu boca, Madre ancestral, Aslepay ainanokan Mama Merecedes por sanar nuestros caminos y armonizarnos para seguir pensando bonito.”
Eliana Muchachasoy
PM: ¿Puedes hablarnos del vínculo entre las imágenes que creas y las visiones que surgen en la ceremonia de Yagé?
EM: La medicina tradicional, específicamente el Yagé hace parte del plan de vida de la comunidad, desde niños nos han compartido esta medicina para tener mayor conexión con lo espiritual, con las plantas y todo lo que nos rodea. Para mí, la medicina ha sido un puente de conexión conmigo misma, de autoconocimiento, de sanación y fortalecimiento espiritual. En mis obras no he realizado una visión de yagé como tal, es mas bien una visión con mi territorio, con la memoria que he venido construyendo y en la que también hace parte esta medicina. Mi obra es un aporte a la memoria colectiva de mi comunidad.
“Sueño entre tus montañas,
Sueño entre tus raíces,
Sueño en la semilla que germina,
Sueño en el agua tranquila,
Sueño en el día y en la noche ,
Contemplando el milagro de la vida”.
Eliana Muchachasoy
PM: En tu trabajo, ¿cómo se construye una mirada del territorio desde el pensamiento femenino?
EM: Es un reto constante conmigo misma, con mi sinceridad, al revisar mi historia, mi cuerpo, mi territorio, descubro en él todas las huellas de mis ancestros, en el reposan las manos de mi madre, de mis tías, de mis abuelas, de mis hermanas; la sororidad –como se conoce en occidente– es parte de nuestro plan de vida, hay un sentir femenino en lo colectivo del pueblo camentsá, hay un conocimiento que se trasmite de generación en generación. El tiempo camentsá transcurre diferente, el tiempo en la chagra sembrándose, el tiempo en el fogón es otro, el tiempo tejido deja su huella en el chumbe, que llevamos siempre, o casi siempre en nuestras vestimentas, y en nuestros cantos y danzas que se repiten en el tiempo y en conjunto suenan todas las voces, las antiguas, y las nuevas, mi obra hace parte de este tejido, siento que soy una voz más para este territorio.
… La mirada femenina indígena es entonces, una mirada entre todas, entre las mayoras y las niñas, las nuevas semillas, y en estos territorios siempre cambiantes, y ante nuevos retos, porque en mi cuerpo no solo reposan mis ancestralidades, también existe un riesgo permanente de extinción de mi pueblo, y creo que tiene que ver en gran medida con la pérdida de identidad, y esta identidad femenina indígena lucha por su supervivencia ante el exceso de información que nos desborda en la actualidad. Los medios de comunicación en su globalización ponen en riesgo las particularidades que son en definitiva nuestra esencia. Aun debemos quebrar los “espejos” y ver más los reflejos, en el agua, en el fuego, en el viento, o adentro, muy adentro.
“Empezar de nuevo, como cuando dejamos las malas energías bajo la luz de luna llena, con el poder del agua que sana y nos da la vida. Las plantas sagradas se levantan para sanar y proteger a la mujer que hoy despierta y deja que el latir de su corazón la guíe, su consciencia, su sentir y el amor serán la luz en su camino.”
Eliana Muchachasoy
EM: Desde el pensamiento indígena consideramos nuestros cuerpos como nuestro primer territorio y es ahí donde necesitamos seguir sembrando el amor propio, la memoria del pensamiento bonito, del buen vivir, de encontrar la esencia del ser Camentsá. Definiría entonces mi trabajo alrededor de una misión: sensibilizar alrededor de lo femenino, del territorio femenino indígena, como una postura social, política, estética, económica y sobre todo espiritual.
PM: ¿Cómo consideras que tu trabajo contribuye a la transmisión del pensamiento tradicional de la mujer en tu comunidad?
EM: Mis obras, son el resultado de una curiosidad permanente, ir a la academia fue la continuidad de un proceso que ya había iniciado en el territorio, en mi casa, con mi familia. Mi madre y mi abuela suministraron las herramientas, los espacios, las motivaciones necesarias para poder seguir plasmando mi sentir indígena, mi femenino libre; no solo soy portadora de las artes propias de mi comunidad, y las llevo y represento con orgullo y dignidad, sino que a la vez, me adentro a explorar los espacios académicos, estéticos, políticos, espirituales y demás, desde una mirada indígena como mujer. Con diversas herramientas, he logrado reconstruir mi universo simbólico, que siempre me ha acompañado, soy una mujer artista indígena que pinta, que canta, que danza, que teje, que hace video, fotografía, performance, murales y además lidera procesos culturales al interior de su comunidad sin olvidar nunca sus raíces. Aprovechando la oportunidad de ser Mujer Indígena, a través de mis obras, muestro mi universo Camentsá. Sólo espero que este camino, sirva para que otras mujeres puedan caminar el arte desde sus territorios, para que encuentren un plan de vida desde las herramientas artísticas, para que la memoria de mi comunidad y la de otras que están presentes pervivan en el tiempo.
PM: ¿Qué impacto ha tenido tu trabajo y tu liderazgo entre los hombres y los abuelos de tu comunidad?
EM: Cuando empecé a buscar espacios en mi territorio para mostrar mi trabajo pude evidenciar que la técnica de mis propuestas artísticas todavía no había encontrado su lugar para ser apreciado, entonces la tarea se volvió más grande, en mis primeras exposiciones no solo los abuelos sino también abuelas, niños, jóvenes, comunidad en general, no habían tenido la oportunidad de formarse desde las nuevas propuestas de arte, por lo tanto muchas personas no duraban ni un minuto observando una obra y los comentarios no pasaban más allá de decir: está muy bonito.
“Sembrar bonito para cosechar bonito
y así florecer en nuestro paso por la madre tierra”.
Eliana Muchachasoy
EM: Hoy en día hay diferentes opiniones, que difieren del género, pues hay posturas machistas que a veces emergen de nosotras mismas, y conozco de hombres que en su sentir femenino logran acercarse mejor, por lo tanto, creo que la mirada no depende tanto desde el punto de vista de lo biológico, sino de lo cultural. Si me preguntas sobre la confrontación de modelos de pensamiento femenino frente al capitalismo hetero-patriarcal, entonces, mi respuesta seguiría siendo, que mi trabajo es mi plan de vida, y que en mi territorio, como en muchos, también hay desarmonización entre las fuerzas femeninas y masculinas, y que se ha incrustado en lo más profundo el desconocimiento de nuestros derechos como mujeres, como indígenas, y más aún como artista, pues en muchas ocasiones la cultura es un privilegio, la mujer en mi comunidad ha venido ganando diferentes espacios que le han permitido empezar a ser visibilizada, la lucha por la reivindicación apenas comienza. Mi trabajo es coherente con la naturaleza del arte, para generar cambios, se deben buscar nuevos caminos, el arte es el vehículo de la cultura.
“Madre tierra, abrázame con tus colores,
con dulces cantos ¡abrázame!
Yagecito sáname con tus colores,
con dulces cantos sáname.
Que la medicina siga perviviendo
para sentir su fuerza en nuestras raíces,
para crecer, para sanar, para florecer, para vivir”.
Eliana Muchachasoy
PM: En tu obra hay una exploración muy interesante con el color y la fluorescencia, ¿puedes contarnos sobre estos colores y experimentos con la luz?
EM: Como artista, creo que me defino como artista endémica, y esta particularidad esta expuesta en mi obra. Cada detalle que pinto me es familiar, me es cercano, y no solo en el mundo físico, hablo también de lo onírico, hablo de lo espiritual y sobre todo, me refiero a la cosmovisión que como ser que pertenece a un pueblo andino amazónico contiene. Es en estas visiones donde logro claramente percibir mi universo de colores, y me atrevo a decir, que es limitado el sustrato, pues los colores y formas que aún no logro describir en mis obras aun vive en esas experiencias, experiencias que no son aisladas, pues las plantas medicinales que hacen parte de la ritualidad de mi pueblo, se acompañan con bailes, con cantos, con música, es toda una ceremonia que trasciende el razonamiento. Es desde esta abstracción que desborda todos los sentidos desde donde viene mi luz, y apenas pareciese ser un recuerdo, como un sueño lo que pinto en mi ser, para luego ser llevado a la plástica, a la música, a la imagen.
(…) En el aspecto técnico, mi paso por la academia de la mano de mentores y amigos artistas, que aun en la actualidad me acompañan en esta exploración del color, ha sido mi base para consolidar eso que ya sabía desde niña, que los colores camëntsá, son más vivos, más vibrantes. El cómo usamos los colores es algo que nos caracteriza de los demás pueblos, la pinta [la visión que cura] tiene mucho que ver en la manera de como percibimos el mundo.
“Una mirada para sanar,
una mirada a través de la medicina,
con el espíritu de las plantas,
las melodías de cada ser.
La bendición del universo,
estás aquí, estoy aquí.
Honrando mi territorio,
mi cuerpo, mi memoria,
el tiempo y todos los seres
que me han construido.”
Eliana Muchachasoy
EM: En el arte contemporáneo, obras del maestro Carlos Jacanamijoy, Luis Tamani, Alex Grey, Jeisson castillo, las maestras María Theresa Negreiros, Olinda Silvano, por mencionar solo algunos ejemplos, han sido influencia en el trabajo de la luz como parte de una visión, de un propósito que trasciende lo estético; pintar la luz, la luz interior, pintarla para verla, pintar la luz de las personas, pintar su aura, su sentir, mi sentir, es la magia que me atrapa en cada lienzo. La fluorescencia de los colores es como muchos de los puntos que inician en una pinta con yagecito, en estos colores he encontrado una cercanía a lo ceremonial, un despertar que ocurre y atrapa en el momento que hace reacción con la luz ultravioleta. Cuando siento que he finalizado una obra me encanta llegar a esa sorpresa divina de la transformación de los trazos de colores que tienen en la oscuridad con la otra luz.
PM: ¿Hay alguna maestra que te haya inspirado particularmente?
EM: Cuando conocí la obra de la Maestra Olinda Silvano del pueblo shipibo sentí una gran admiración por su trabajo, no solo artístico sino desde su gestión como mujer, el tejido que ha fortalecido con otras mujeres de su comunidad me llenó de mucha esperanza, su trabajo me inspiró a continuar con más fuerza en mi proceso.
PM: ¿Qué otros medios artísticos has explorado y cómo han influido en tu obra?
EM: En la academia adquirí diferentes herramientas que me han permitido seguir explorando la imagen; la pintura, la fotografía, el audiovisual, el muralismo, la ilustración y la música han sido los campos en los que me he encontrado en mayor conexión. Esta exploración me ha permitido tejerme con mujeres, niñas, madres, abuelas, jóvenes de mi comunidad. Es a través de la fotografía y el video donde también he logrado ser la voz de otras mujeres, por medio de sus cuerpos, sus expresiones faciales, sus miradas, sus danzas, sus cantos, sus tejidos, cuando quedan atrapados en la imagen, cuando están en movimiento atravesando el lente, me ha impactado encontrarme y reconocerme en ellas, sentirme mujer camëntsá y ver la necesidad de fortalecer nuestra identidad y cuidar nuestro territorio, nuestros cuerpos. Despertar otras miradas a través de la fotografía ha permitido llevar la imagen a diferentes puntos de reflexión dentro de la comunidad, a ver con mas profundidad el estado del arte dentro de este territorio.
(…) Cuando la gente visita nuestro territorio logra apreciar que el arte mantiene viva la esencia de las comunidades que lo habitan. Hay familias que se dedican de lleno al tallado, al tejido en telar, en hilos, a la música. En este relato hago un pequeño paréntesis agradeciendo al universo y al territorio por lo bello de la música. Hace varios años venía sintiendo un llamado sonoro y hoy he tratado de acercarme a ese llamado a través del aprendizaje de un instrumento como la guitarra, y he encontrado mucha sanación en la música y me he permitido compartir estos sentires con otras mujeres. Hace dos años venimos tejiendo melodías y cantos en un grupo que conformamos con algunas mujeres de mi comunidad, el grupo musical JASHNÁN que traduce “para sanar”. Como una forma de entender la sanación a través de cantos agradecemos a la madre tierra por la vida, a los elementales, a nuestros taitas y abuelas.
PM: ¿Cómo impacta tu trabajo el tejido de tu comunidad?
EM: Siento que el arte es una siembra constante, es una responsabilidad de continuar con el tejido que iniciaron nuestros ancestros. Hoy en mi comunidad mi trabajo tiene un mayor reconocimiento y a la vez se ha convertido como un referente para el fortalecimiento de la identidad de la comunidad. Existen muchas propuestas artísticas desde los territorios que necesitan ser visibilizadas para que el mundo entero conozca sobre su existencia, su cosmovisión y sus problemáticas. Es así como sentimos la necesidad urgente de tener este espacio llamado BENACH GALERIA DE ARTE.
PM: Cuéntanos sobre la propuesta e historia de la galería BENACH…
EM: En este proceso artístico me he preguntado ¿para qué? ¿Para quién? ¿Y por qué quiero hacer arte? En mis viajes he visto el arte de muchas comunidades en medio de los museos, en las grandes ciudades donde pocas personas de la ruralidad tienen acceso; al arte, la experiencia del arte es para unos pocos. A partir de estas experiencias es como surge la necesidad de mostrar arte dentro de mi territorio, y de esta manera darle la oportunidad a mi comunidad de poder apreciar las diferentes propuestas de los artistas locales, crear el público, crear el espacio para pervivir, para vivir un plan de vida comunitario a través del arte. Creo que de esta manera hacemos un aporte valioso a la memoria colectiva de la comunidad, seguir tejiendo comunidad y territorio.
Galería Benach
EM: BENACH en lengua camëntsá traduce camino. Como artista mi plan de vida está ligado al arte y es el camino que me ha permitido seguir siendo la voz de mi territorio. Durante mi proceso artístico tuve algunos momentos difíciles, inicialmente no existía un reconocimiento hacia mi trabajo y es precisamente porque no había tenido la oportunidad de exponer mi trabajo en el Putumayo, pues no existía este tipo de espacios que promovieran el arte. Benach es ese espacio que permite promover el arte local. Ahora, los niños, niñas y jóvenes están recibiendo mucha información a través de las redes y los medios de comunicación, y toda esta información hace parte de la construcción de su identidad, de sus valores y principios. Partiendo de esta reflexión con el compañero Alberto Velasco decidimos darle forma a esta iniciativa para seguir tejiendo el arte con la comunidad.
(…) Benach ha sido un camino que ha permitido fortalecer el tejido artístico, cultural, gastronómico y económico en el territorio. Hoy tenemos en Benach diferentes emprendimientos que se están llevando a cabo en el territorio, formas de manejar una economía circular y apoyar la economía local. Hemos realizado varias exposiciones individuales y colectivas con artistas locales e invitados, y algunas instituciones piden estos espacios para mostrar a sus estudiantes los trabajos que se están exponiendo, entendiendo así que el arte nos permite educarnos.
“Nuestro territorio siempre nos une.
Somos la memoria viva de un pueblo.
Somos presente, pasado y futuro.”
Eliana Muchachasoy
EM: Así mismo el arte como un camino de transformación social también permite que el plan de vida de niños, niñas y jóvenes de las comunidades encuentren una forma de expresarse y de vivir a través del él de una manera sana. Es necesario seguir tejiendo la palabra y el pensamiento de los mayores a través del arte para que su legado continúe en las nuevas generaciones. El sueño de Benach inició hace varios años pero tomó forma desde hace dos años y medio donde continuamente aprendemos, exploramos, compartimos, y apreciamos otros mundos posibles.
PM: Hace un año ocurrió un incendio en la galería, y tengo entendido que hubo un proceso de recuperación de este espacio muy rápido debido a la colaboración de muchas personas, ¿puedes contarnos del aprendizaje detrás de este proceso?
EM: El 4 de diciembre de 2021 un corto circuito ocasionó un gran incendio en toda la galería, que ocasionó la pérdida casi en su totalidad de cosas materiales e infraestructura. Sentimos que fue la muerte de Benach al ver todo el espacio en llamas. Tuve una crisis nerviosa por todo el impacto, y me quedé únicamente con la ropa que tenía puesta. La bonita sorpresa y el ánimo de levantarme nuevamente con este proyecto fue la energía de la gente que había estado en Benach, la gente del territorio y de otros lugares empezaron a pedir que vuelva la única galería de arte, que realmente era un espacio muy importante y necesario para el territorio. Fue entender que a través de este lugar se hizo una siembra relevante. Nos empezamos a organizar y a realizar diferentes actividades para recolectar fondos, los artistas locales, grupos juveniles, allegados y comunidad en general apoyaron de muchas maneras. Realmente fue el arte el que ayudó a levantar Benach, hicimos rifas de cuadros, compartires musicales, de gastronomía, mingas, trueques, y con el apoyo de las personas de otros lugares logramos levantar el espacio para abrir las puertas al público después de 34 días de trabajo arduo. No nos hemos repuesto en su totalidad desde lo material, pero la satisfacción más grande es poder continuar tejiendo el arte en este territorio aportando a la memoria colectiva de las comunidades. Hoy el tejido ha ido creciendo en Benach, tenemos alrededor de 29 emprendimientos que surgen en la región y el nombre de Benach es conocido por su valor cultural.
Paula Maldonado estudió filosofía en la Universidad Nacional de Colombia y se graduó de la maestría en Estética e historia del arte de Paris 8 (Saint Denis Université) con la tesis “Clichés de América, la impresión de los imaginarios del poder”. Ha trabajado como profesora, investigadora, curadora y coordinadora de seminarios y talleres en distintos contextos y escenarios. Se interesa particularmente por los múltiples vínculos entre el arte y la cosmopolítica, la investigación sobre el arte en Latinoamérica, la antropología de la imagen y los estudios poscoloniales, la pedagogía y el trabajo con comunidades, y la creación trans-disciplinaria y colectiva.
La obra de Fredy Chikangana (Wiñay Mallki, raíz que permanece en el tiempo) es pionera en la historia de las literaturas indígenas contemporáneas de Abiayala. Sus versos son el reflejo de una experiencia de vida entre el trabajo al interior de la comunidad y el caminar de la palabra en espacios interculturales. De Chikangana, hemos aprendido que el retorno a nosotros mismos sí es posible, y que los territorios ancestrales continúan hablando las lenguas de la tierra; en este caso, el quechua. Con sus flautas, poemas y hojitas de koka en la chuspa (mochila), Chikangana ha compartido su mensaje de memoria y unidad desde Chile a California, y de Corea del Sur a Italia. Consciente de las migraciones de sus ancestros yanakuna mitmak, sus versos hablan de chaskis (mensajeros), chakas (puentes), e intercambios. (Juan G. Sánchez M.)
Dina Ananco es poeta, traductora e intérprete wampis y awajun. Tiene una licenciatura en literatura y una maestría en literatura peruana y latinoamericana de la Universidad Nacional de San Marcos, en Lima. Participa en recitales de poesía y eventos académicos en Perú e internacionalmente. Representará a Perú en la feria internacional del libro de Guadalajara en 2022.
Sanchiu (Lima: Pakarina Ediciones, 2021) es el primer libro de poemas publicado en lengua wampis. El pueblo Wampis se ubica entre el sur de Ecuador y el norte de Perú, y forma parte de la familia lingüística Jíbaro. El libro es una edición bilingüe en wampis y español, y la propia autora tradujo sus poemas al español. “Sanchiu” era el apellido de la abuela de Ananco, quien aparece en la portada del libro. Esta colección de cuarenta poemas es un homenaje a las mujeres Wampis y visibiliza su fortaleza y sufrimiento, así como los desafíos actuales en las comunidades y fuera de ellas. Los poemas siguen la forma de poesía literaria Wampis llamada “nampet” y su celebración de cantar en cualquier lugar con emociones nostálgicas, ternura, humor y tonos dudosos.
Katia Yoza es candidata al doctorado en el Departamento de Español en la Universidad de Rutgers y es una becaria Louis Bevier. Actualmente es coorganizadora del Grupo de Trabajo de Estudios Andinos y Amazónicos en Rutgers. Su investigación se centra en narrativas textuales y visuales amazónicas sobre cosmovisiones indígenas que involucran audiencias urbanas, públicas y globales. Tiene una Maestría en Literatura Comparada de la Universidad de París IV – Sorbona y una Licenciatura en Literatura Hispánica de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha impartido cursos de literatura y español a estudiantes de pregrado y secundaria en los Estados Unidos, Perú y Francia, y ha trabajado en humanidades públicas a través de asociaciones locales y ONG en los Estados Unidos. También publicó una colección de cuentos sobre animales de la Amazonía rescatados del comercio ilegal.
Cuando vivimos lejos del lugar donde nacimos es siempre grato encontrarse con una persona que, igual que uno, conoce la experiencia de la migración, y recuerda lugares semejantes a los que uno mismo añora. El pasado 6 de junio de 2022 nos encontramos con Byron Tenesaca, artista y educador kichwa, en el jardín botánico de Tokiyasdi (Asheville, Carolina del Norte). Mientras caminábamos, íbamos reconociendo las plantas, haciendo conexiones con los Andes. Entonces le propuse que hiciéramos una entrevista sobre su proceso creativo entre lenguas, territorios y técnicas. Lo que sigue son algunos fragmentos de la entrevista.
Byron Tenesaca es un artista visual y educador bilingüe que reside en el occidente de Carolina del Norte. Él nació en una comunidad ancestral de los Andes ecuatorianos, en una familia de cesteros y agricultores. Creció allí con su abuela, con quien Byron aprendió el sistema de reciprocidad que existe entre los seres humanos y las montañas. A sus 11 años, viajó con su abuela a los Estados Unidos para vivir con su madre biológica (ambas fundamentales en su obra). Después de graduarse de la Universidad Western Carolina (WCU) en 2015, fue seleccionado para una residencia artística en The Bascom en Highlands, NC. Su pasión por el arte y la educación lo ha llevado a asumir roles como intérprete de español, maestro de arte para niñxs, maestro de español en la escuela secundaria, consejero en campamentos y, más recientemente, instructor de HiSET. Byron tiene una maestría en Educación Integral de la Universidad de Western Carolina. Recientemente, Byron fue uno de los 50 artistas seleccionados para formar parte de la exposición inaugural Appalachia Now! del Museo de Arte de Asheville.
Juan: Siempre le pregunto a los invitados que se presenten y nos cuenten cuál es su territorio…
Byron: Me llamo Byron Tenesaca, vengo de una comunidad kichwa-kañari, de los Andes, de lo que hoy es el sur de Ecuador. Vengo de una familia de tejedores, agricultores que han preservado la tradición por medio de los alimentos, y de estar en esta armonía con el medio ambiente, dedicando la vida al buen vivir para el futuro.
Juan: Estaba mirando tu página, y vi que trabajas pintura, fotografía, dibujo, y diseño digital. ¿Cómo es tu relación con el arte, con la creación? ¿Cómo se relacionan con tu ser, con tu vida?
Byron: Desde pequeño dibujaba. Cuando acompañaba a mi mamá-abuela a vender las canastas en la ciudad, me acuerdo que coleccionaba dibujitos, revistas del piso, de gráficas que me llamaban la atención. Luego iba a la casa y en un papel de líneas de la escuela de mi hermana, los dibujaba, los pasaba en ese papel, en la ventana, me acuerdo. Tenía una colección ya larga de comics. También crecí halado de la pollera de mi mamá-abuela, y cuando ella tejía yo estaba al lado de ella, siempre al cuidado de mi mamá-abuela.
Como en muchas familias transnacionales, Byron creció con su abuela en Ecuador y luego se juntó con su madre en Estados Unidos, quien había emigrado antes al norte. Byron me contó que su madre solía enviar paquetes con ropa para sus hijos, juguetes, a veces documentos importantes para la residencia, y un cassette de video…
Byron: Y ese cassette lo poníamos en la tele y veíamos una mujer hablando en el espejo. En ese momento nosotros no conocíamos esa máquina bien grande que ella tenía en su hombro. Ella hablaba y nos decía cosas a nosotros. Mi abuelita me decía: “Mira, esta es tu mamá. Algún día vas a verla. ¡Salúdala!”. Pero en mi mente yo veía ese video y sólo veía manos y una máquina bien grande, y entre mi mente de niño yo decía: “Pues mi mamá es medio robot. Tengo una mamá que es como robot…” (risas…)
Entre la risa y la gravedad, Byron me contó lo difícil que fue llegar a la Isla Tortuga (Norteamérica), un lugar desconocido para un niño de 11 años que vivía en ese entonces con su mamá-abuela en los Andes. Byron no llegó a las montañas de Carolina del Norte, sino a la bocacosta. Pronto, la rutina de ir a la escuela y quedarse encerrado en las tardes contrastó con la libertad con la que había crecido: yendo al río a bañarse y a pescar. Los años pasaron y terminó estudiando en la Universidad de Western Carolina, una gran oportunidad para reencontrarse con las montañas. Quería ser médico (por influencia de su madre), pero pronto se reencontró también con el arte.
Byron: Por medio del arte yo puedo aprender más de lo que sea, de filosofía, matemática, cualquier cosa. Empecé a ir a exposiciones de la universidad, y me metí en el programa de arte, y no creo que le haya gustado a mi mamá (risas…). Me llamó mucho la atención la pintura, y después la fotografía, y de ahí vino el diseño. Pero me enfocaba más en un mundo de sueños y mundos entre acá y la realidad en la que yo crecí. Tal vez era un propósito de la fotografía el de ir a tomar fotos y hablar y conocer diferentes perspectivas.
En esa búsqueda, ya en los últimos años de la universidad, Byron se va a vivir más adentro en las montañas y conoce a algunos integrantes de la comunidad cheroqui.
Byron: Me acuerdo que en el bachillerato aprendimos de los nativos, pero era como diferente, no había aprendido de la comunidad cheroqui. Entonces fui y platiqué con amigos cheroqui de mi edad, y era interesante que tuviera más conexión con esa comunidad que con la comunidad latina o hispana con la que crecí. Me gustaron mucho los tejidos, porque cuando los vi, yo dije “esto es como si yo estuviera viendo a mis tías, a mi abuelita, tejiendo”. Entonces ahí me llamó la curiosidad el aprender un poco más de la cultura cheroqui. Y mientras más aprendía, más me regresaba a mi infancia (…) El concepto de “latino” e “hispano” es algo que es nuevo y creado aquí, y no estoy opuesto porque me gusta cómo crean diálogo las organizaciones, pero también se deja a un lado la indigeneidad. Es como crear una iglesia encima de una huaca (lugar sagrado andino), ¿verdad? Es como si estuviéramos aquí solamente desde que se independizó tu país, pero si vas más allá, aprendes que no, yo no soy lo que llaman un “alien” (risas…). Aprender más allá de lo azteca, por ejemplo mi cultura kañari que va más allá de “lo inca”, te da más fuerza. La colonización ha borrado mucho, pero donde los pies tocan la tierra, ahí pertenecemos.
Como vemos en las fotografías de Byron Tenesaca aquí incluidas, hay series que captan eventos aquí en Carolina del norte (paisajes, bosques, superposiciones en photoshop), pero también hay series en las comunidades andinas de Ecuador. Esa doble mirada del fotógrafo y el artista hacen única esta obra, que va y vuelve de la soledad a lo comunitario. Pensando en ello, le pregunté a Byron: “desde el ojo del fotógrafo, ¿cómo es esa experiencia? ¿Sientes que la luz, o la relación con la cámara, cambian al estar aquí o allá?
Byron: tal vez un poco más de confianza al estar más cómodo allá, por la familiaridad. Aquí, lo que he fotografiado es a personas, que al principio son extrañas, pero que después de dialogar, si hay oportunidad, hago una especie de fotografía documental de mis experiencias. Y también he fotografiado lugares, sobre todo durante la residencia artística en The Bascom en Highlands. (…) Y esa soledad, al estar en un lugar bien amplio, natural, me gustaba ir a lugares donde siempre son documentados por los turistas, pero siempre hay cierto tipo de luz, cierto tipo de ángulo, y me iba a esos lugares durante la lluvia o cuando no había nadie, o después de llover, o al atardecer. Es un espacio diferente (…)
Byron: Hay una serie que llamo “Human Mounds” (Montículos humanos). Estaba leyendo un poco de los montículos de aquí en Carolina del norte, un conjunto de tierra, conchas, bastantes cositas que los nativos de aquí usaban para crear estos montículos. Y me quedó esa idea, porque también en estos lugares habían restos de personas, entonces me enfoqué en eso, en el ser humano como ser orgánico, como un ser que es otro nudo en esta fibra de naturaleza, de pachamama, entonces lo representé como una fruta en posición fetal, y solo fotografié la espalda, porque tenía cierta figura que era como un eco de las montañas, y lo sobrepuse en diferentes lugares. Y me hizo acordar dónde yo veía esta figura antes, por qué nació esta idea, y es lo que nosotros llamamos zambos (calabazas). Y también me acordó de mi tía, que tiene una discapacidad en su cuerpo, y mi abuelita tenía siempre que bañarla, pues ella no puede pararse recta, sino que siempre tiene que estar de esa forma así (encorvada). Y la bañaba, me acuerdo a temprana edad de esa imagen de la espalda redonda de mi tía (risas).
Juan: Esa exhibición, “Human mounds” se relaciona con la exposición “Kay Pacha”, en la que también hay esa misma forma, la del cuerpo desnudo en posición fetal, pero ahora desde el dibujo.
Byron: Sí, esa imagen pasa de la fotografía, al dibujo y luego al grabado, y la sobrepongo con los alimentos con los que crecí comiendo, y que hay en nuestra región, creando algún tipo de armonía visual, pero también esa armonía que hay con el ser humano y las plantas. Cultivar tus propios alimentos, esa reciprocidad que hay entre tu cuerpo y las plantas y las montañas. De ahí nace el agua, ahí cultivamos la tierra, nos da de comer. Estamos comiendo un poquito de la montaña, nos transformamos nosotros en la montaña, y cuando morimos vamos de nuevo a la montaña (risas). Este es el espacio de los seres vivos, que es el Kay Pacha.
Juan: En lo que me estás contando, es como si el encuentro con la comunidad cheroqui, y la exploración tuya a través del arte, te llevaron hacia los Andes. ¿Sientes que el arte te ha llevado a recordar? ¿El territorio cheroqui te ha abierto espacios para recordar?
Byron: Sí. Creo que está en una línea de uno de tus poemas que dices “Andes Apalaches”. Por eso me quedé aquí después de estudiar porque me recordaba donde nací, al lado de un río, junto a las montañas (…) Y hay muchas similitudes. Mientras más aprendo de las comunidades indígenas de aquí, más impresionante es la sabiduría y la forma de vivir en mi niñez (…) Ahora estoy aprendiendo más sobre el tejido. El proyecto que recién terminé fueron 12 canastitas pequeñas de papel, con mis dibujos, y en la base, que es la parte más importante de cualquier canasta, es el retrato de mi familia, que representa lo que nos ha mantenido juntos, las mujeres de mi familia. Y a los lados están unos dibujos del maíz, o choclo como lo llamamos allá, también frejol que allá llamamos poroto, las papas y el zambo. Y el remate (el borde final) me lo tuvo que enseñar mi tía, por medio de zoom. Osea, uno aprende viendo, nunca te dicen así, así, entonces a mi tía se le hacía difícil por medio de la cámara decirme: “Agarra con tu mano izquierda y con este dedo, y tienes que darle para adelante o para atrás.” (risas) Y para tejer una de papel, me tocó como seis horas, y no me gustó como lo hice, y después traté otra vez. Y la tercera vez sí, ya me gustó. Y la cuarta ya fue la primera terminada. Y ahora puedo hacer una canasta en dos horas y media.
Juan: El tejido está muy presente en muchos de tus proyectos. A veces puede ser un tejido de líneas, a veces puede ser un tejido de materiales. Y claro, yo veo que estás haciendo un tejido entre los Andes y los Apalaches. ¿Cómo es ese proceso de tejer para ti?
Byron: El tejido no es solo el arte o la artesanía, sino un momento de reflexión, de crear un espacio para ti mismo y para tu familia. Yo me daba cuenta que aquí en cheroqui, también como en mi familia, tejemos en comunidad. No se teje solo. Siempre es con tus tías o con tu mamá. Y están los niños alrededor jugando. Y creas un espacio de reflexión donde tal vez hablas de temas que no se pueden hablar cuando estás en otro lugar. Yo reflexionaba sobre cómo mi abuelita llevaba tantas canastas en su espalda al ir a vender a la ciudad. Y tan inteligente que ella era, iba de casa en casa. La meta era venderlas en la ciudad, pero ella las iba vendiendo desde nuestra casa, y cuando llegaba al lugar donde tenía que venderlas, ya estaba solo con una (risas…) Entonces comprábamos los alimentos necesarios, manteca, azúcar, sal, panela (piloncillo, un bloque de caña), porque lo demás no se necesitaba. Entonces reflexionaba en todo esto mientras tejía y en las conexiones con las comunidades de acá, después de dialogar con las tejedoras cheroqui Mary Thompson y Faye Junaluska.
Juan: Yo quisiera terminar esta breve conversación con una pregunta sobre el futuro. ¿Cómo ves este renacer de muchos jóvenes que como tú han crecido aquí en el norte pero están reconectando con su gente? ¿Cómo ves el futuro de estos intercambios entre el sur y el norte?
Byron: Yo diría que el futuro está en el pasado, como lo dicen algunos abuelos en algunas charlas que he escuchado. Para crear un futuro tenemos que tener en mente lo pasado. Claro que las cosas cambian, pero aprendiendo de nuestros errores y de la historia de los pueblos originarios (…) Por ejemplo, algo como justicia indígena. Aquí en los Estados Unidos la cárcel envenena al ser humano en vez de sanar. La educación también, la que está enfocada en el capitalismo. Entonces yo tengo un rol importante como maestro, de alguna manera u otra influencio a la siguiente generación. (…) Antes, los gobiernos tenían un cierto control sobre nuestros pueblos por no saber leer, y te pedían que firmaran documentos y cosas así, incluso el papá de mi abuelita, pues a él le tocaba un terreno por haber vivido toda su vida trabajando ahí, y el día que le tocaba recibir, el hacendado le dijo que firmara unos papeles porque habían cambiado unas leyes, y lo hizo firmar. Le dio un poco de dinero y le dijo que no regresara. Ahora hay resistencia. Para poder pelear el sistema hay que saber sobre ese sistema (risas…). Yo me siento optimista por los cambios, pero sabiendo dónde estamos.
Alumbrando con su arte y sus ancestros, Byron camina y crea hoy en Tokiyasdi (Asheville, NC), y nos recuerda la importancia de la mujer: su puntada en el tejido comunitario y su fuerza para sostener la familia. Contra el machismo y el sexismo patriarcal, Byron terminó nuestra charla con el siguiente mensaje: “La mujer siempre tiene el rol de mantener a todos juntos (…) Por eso digo gracias a todas esas mujeres, madres, abuelitas, las warmis que como la montaña, los Apus, nos alimentan para poder continuar con el futuro”. La invitación es a sembrar desde la semilla, echarle tierrita, abono, agua, acompañar su proceso con nuestra manos e intenciones, para finalmente cosechar cuando se cierre el ciclo. Verlo con nuestros ojos para apreciar el milagro y la abundancia de la vida sobre la tierra madre.
Más sobre Byron Tenesaca, el tejido cherokee, y la comunidad Kichwa en los Estados Unidos
El idioma en mí/ es antiguo/ aunque nuevo para mí/ mi paladar encorvándose/ un metal sobre llamas/ practico los sonidos de animales/ sus nombres/ casi ancestrales/ como si supieran que estoy intentando/ yona (1) / la primera palabra que aprendí/ oso/ alguna clase de testigo/ a un renacimiento descuidado/ le he dicho a un amante/ llamaré a mi cría/ tsisdu (2) / porque es bueno/ ser pequeño y rápido/ y consciente de tu entorno/ me tatuaré la semblanza del animal/ en la cara interna de mi muñeca/ un recordatorio/ no se puede confiar en mi cuerpo/ para reproducir/ nada/ que no sean palabras
(1) yo-na: oso [Cherokee, dialecto oriental]
(2) g-stdu: conejo [Cherokee, dialecto oriental]
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Bifurcación
[Publicado en Puerto del Sol]
Yo parto/ mi lengua/ por la mitad/ no como una serpiente/ pero como dos varitas de zahorí/ saborean el labio superior e inferior/ en unísono/ encuentran el agua ahí/ la mena/ maldice a un amante/ y lo ama a morir/
Quiero un poquito de todo/ cabezas y colas/ lados y lados/ de dos idiomas/ la lengua de mi madre/ colonizada/ y la lengua de su madre/ acorraladas a la ladera de la montaña y arroyo congelado/
En verdad mi lengua son los uroboros/ uniéndose en una boca húmeda/ tratando de encontrar alguna infinidad/
donde ninguna palabra/ se recoge bajo montículos
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En el que soy una suma de partes
[Publicado en Southern Humanities Review]
2 collares de semillas de maíz
cuelgan en la parte de atrás de mi puerta
junto a dos bolsas de medicina
hechas de pequeñas cuentas de vidrio
plata esterlina y turquesa
corbata de cordón
(nada hecho
por mis propias manos)
*
Otra lección
mis ancestros se escondieron en cuevas de
montañas y uniformes confederados
a mi muchos-tatarabuelo
se le dio el nombre inglés Nimrod
pq acaso no somos todos poderosos cazadores
y es posible que mi sangre esté alterada
o diluida en alguna parte de Oklahoma
pq no todos los ancestros tuvieron tanta suerte
(si ese es el término que estamos usando
y no se puede ignorar el hecho—
Estoy diluida hasta el carnet
en mi billetera que indica
mi sangre como un porcentaje)
*
Mientras yo limpiaba
la casa de mi abuela
encontré una caja de lágrimas
*
Era apenas una adolescente
la primera vez que recuerdo
visitar la reserva
que mi abuela dejó
hacía décadas
su hermano y la esposa de
su hermano intentaron educarme
comentaron en mi carencia—
cómo esa era la primera vez
que intenté y desistí de hacer adornos con cuentas—
decepcionada cuando
la correa que hice se rompió
*
Mi primera lección fueron semillas de maíz
su dura forma gris imperfectamente redonda
cómo eran sólidas manifestaciones
de cada lágrima cherokee llovida
por el sendero
*
El nombre científico de la semilla de maíz
es de muchas sílabas pero aquí
lo llamaremos Lágrimas cherokee
es fácil ensartarlo en collares
pero no se debiera confundir
con con cuentas de semillas que vienen
en varios grados de diminutos
plásticos y vidrios
*
La última vez que estuve en la reserva
no fue para conocer
sino por un entierro
y compré cuentas de colores
me dio consuelo
junto con agujas
tiras delgadas de cuero
hilo de tendón ceroso hecho por el hombre
En el camino a verte
paso por un terreno lleno de sol,
oro sobre oro,
y recuerdo que decías
que eres descendiente
de los mayas
Sol/baile del sol
Agarro la felicidad
como si fuera una moneda luminosa
dentro de un pozo de deseos
Me dices mejor esperar
y seguir al sol
como estas flores en la luz centelleante
~~~
Heimweh
Estoy lejos de
colina y montaña
En estas Praderas Norteñas
el viento no cesa,
susurra como el mar
Asombro por los pelícanos
blancos, y no como los pelícanos cafés vistos
sobre las olas del Atlántico
Disonáncia de lo familiar
en un lugar desconocido
La luz insinúa tarde, alborada temprana
Espera por el invierno, me adviertes
Aprendo un lenguaje nuevo
para este paisaje: barranco y hoya
zona baldía oteros y peñascos
Un águila se lanza por su presa
más bello de lo que imaginaba
Bisontes truenan sobre la tierra
Un caballo solitario retroiluminado sobre una subida
Mi boca intenta formar la palabra
para caballo en tu idioma: xaawaarúxti’
pero aún miro al Este para cantar
mi canción matutina en Cherokee
En un camino polvoriento enmarcado por prímulas
encuentro tres piedras amarillas
pequeñas joyas del sol que regalo a mi hijo
antes de su vuelo al Noreste
Un pelícano en un estanque extiende sus alas enormes
como si se vistiera o se quitara una capa,
o, como si midiera el alcance
entre su existencia y mi insistencia
en un parentesco que no es totalmente imaginario
los dos estamos entre casas
en el camino
a otro lugar
~~~
Ventus
Este viento talla los caballos sin jinete
que vuelven de Little Big Horn a sus formas esenciales
La idea del hogar siempre nos jala
El agua y el viento forman balas de cañón de piedra
Intercambiamos palabras de bienvenida: NAheesa atistit/osd sunalei
El viento nos afloja el pelo, lo que dejamos crecer por nuestra pena
La vergüenza se quema como el fulgor del Bakken
El viento tira las llamas como si fuera crines de caballos
En Alemania un siroco de España acaricia
En esta espacio vasto las distancias engañan
Las palmas casi se tocan, la energía es palpable
Para seguir la Aurora Boreal, bajo un app,
nos imagino acostados, imantados debajo de los cielos de neón
Me cuentas que el Missouri se llama el Gran Misterio
Me presento como lo hago con cualquier persona
Señalas la dirección del corriente fuerte
debajo de lo que yo percibía sólo como una superfície revuelta
Recordamos la inundación de tierras
ancestrales, diques construidas para aprovechar de la potencia
mientras que el río y el viento siguen ajustando su camino
KARLA CORDERO
ABUELA ES UN MACHETE ENVUELTO EN SU DELANTAL PREFERIDO
una vez un hombre lanzó un plato de frutas contra la pared de la cocina y la abuela aprendió cómo el vidrio podría parir pequeñas dagas. ella reemplazó a su esposo por cuchillos. agarra una cuchilla como un arma cargada. disfruta cortar manojos de cilantro para caldo y la gente jura que tiene podadoras como dedos. en el patio los árboles botan canastas de frutas pero a la abuela no le gusta la cáscara. puede cortar la piel de la pera en segundos. limpia. puedes ver el azúcar correr por la rodaja. cada mano un carnicero de aplomo. nunca ni se pinchó un pulgar. y por treinta años chuzaba carne. cortaba albahaca. le quitaba al salmón sus branquias brillantes. entonces el dr. gonzalez se había tallado pedazos. se le dio cubertería de plástico. todo su metal quedó romo. Los utensilios buenos para la carne se le escondieron. las llaves de la casa ahora encadenadas a su delantal y a veces su boca switchblades cuando se pierden las llaves. hoy en el mercado cuento sus historias de las palmas que tiene. cómo una vez engañaron a una zanahoria a bailar como confeti brillante y abuela agarra una pera fresca. el final pesado limpiado por la neblina de su respiración. ella jura que siempre ha amado la carne pálida de la fruta. y sus dientes una gaveta de madera de machetes.
~~~
ALLISON HEDGE COKE
MARIPOSAS BORRACHAS
Mariposas ebrias, pedas
espiralando hacia arriba desde charco de agua
cargando el follaje fermentado
nosotros pasamos cerca mientras andábamos en canoa en el Río Neuse.
aletea fina, vuela, apareamiento ritual de las vanesas.
Envolviendo su timidez en sus alas, encubierto, debajo
de una manta plegada sobre el amante.
El coraje líquido anima el principio, sobre
provisión por casualidad, presa fácil para
el pájaro acechando, tortuga, pez, cangrejo de río, rana.
La belleza de todo esto
en una ala soleada brillando, cayendo adelante y
de regreso, arriba y abajo. Frenesí fantástico
color gentil, ala plumada demasiado delicada para tocar
sin quitar la punta. Metamorfoseada
solo para este día
una metáfora, relacional,
paratodo lo que es y será bueno.
La niña mariposa envuelve su cabello en una ala trenzada
aletea para el futuro. Se vuelve
el toque más suave, levantando y elevando
todo lo que está a su alrededor—todo lo que es bueno—
este es bueno—
algo que hace mucho
mejor que los Seres Humanos
según el acuerdo natural de la manera tradicional
de la carrera de la creación de las mariposas,
que sucede así, para ella tanto como para las que vienen después.
Kama, kamama. Atrápala
en la mañana y
otra vez en la noche, al mediodía flota en la brisa.
~~~
ESTAR A LA TALLA
No fue que él no llevaba calcetines en sus pies,
ni la tela del codo que se descosió unilateralmente,
ni el desplazamiento igual de barbilla y frente,
ni el ojo derecho situado un poco más bajo
que el de la izquierda, fue su nudillo lo que
me hizo llorar,
rincones clavados al lado, como ganchos para carne minúsculos
rasguñando pedazos de él cada vez que movió, invisible,
oportunidad desplegada. Fue su músculo desgarrado,
podrido, la mano protésica, desmayo lo ancho de los dedos
cruzando su intento a una sonrisa, dejada allí, para
que cualquiera la viera-fue su merced. Al final somos
raramente bellos, sobre todo colocados lejos de
situaciones arriesgadas en posturas que compensan los que
hemos llegado a ser en los ojos inquietantes de los mirones.
Aún así, él estaba, está, aquí todavía dentro de lo mío, y soy humano
por eso. Quizás sólo por eso. Quizás.
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PANDO/PANDO
El Gigante álamo temblón / Sitio de un masacre boliviano
Gigante que tiembla
sobresalido con insistencia
Pando
/Pando
ondeando me extiendo
expulsada de las calles
perpendícular al filo de la hoja
Pando/
Pando
caos, gas natural
peciolo aplastado
la oposición empujando hacia la autonomía de la derecha
corre, eleva, se revela, tiembla
en el cuarto día de
amarillo-blanco-grisáceo-amarrillo
Pando/Pando
huelga de hambre, asaltantes
lanzaron una granada verde
forzaron los campesinos descamisados
a arrrodillarse
árbol
Pando
/Pando
Pando/
Pando
hombre álamo temblón extiende la sublevación
floreciente, flor,
se extiende la raíz brota
Pando
emboscada
donde Morales se hospedó
biomasa gigante clon sublevación
crecimiento indígena profundamente enraizado
previene que Bolivia se astille
Pando/Pando
visitando Santa Cruz
cien hectáreas
la dinamita acribilla
catorce millones de libras
humillación pública
Pando/Pando
enraizado ochenta mil años
cinquenta alcaldes indígenas enraizados
treinta andinos asesinados esta semana
fronteras paralizadas
Argentina, Brazil, Paraguay
Pando/Pando
colonial clon
masacre colonial
individuo genético singular
Morales, un indígena Aymara,
Pando/Pando
oposición organizada, estudiantes
universitarios conservadores, forzaron
a los indígenas aterrorizados a arrodillarse
forzaron a la gente refugiada
a pedir perdón por venir a Sucre forzaron
corearon insultos a su héroe Evo luego
los conservadores prendieron fuego
al azul, al negro, al blanco de la bandera Aymara
agarraron los ponchos hechos con manos Aymara
a gente Aymara
Pando/Pando
Pando/Pando
rizoma, brote elemental
disparados, siete muertos
disparando—genet/ramet
campesinos
organismo que excede
que la evidencia actual no apoya
El Lago de peces tiembla
Amazonas
Pando
la vida del álamo temblón en la más extensa
germinación singular
Pando/Pando
Pando/Pando
Pando/Pando
Pando/Pando
Pando/Pando
Pando/Pando Pando/Pando
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ESTÁBAMOS EN UN MUNDO
Estábamos en un mundo, en un mundo, en un mundo. Claro, teníamos nuestros glifos, pero éramos providenciales. Una vez, algunos cree-ntes en el abecedario, vendedores de vidrio, asesinos de Ursus Arctos, mandaron todo su campo en un campo maldito más rápido en un giro retroceso, torbellino de momentum angular intrínseco—bosón se derrite. Girando, salió corriendo iceberg, iceberg, iceberg; glaciar reforzado tiempo trazado ayer base firme—todo debajo tiró torrente aluvial, diluvio de Niagara, avalanche de repente, flujo, corriente, hasta que sus ciudadelas costeñas se pudrieron por ciclones, tsunamis, vientos huracanados. Tornados echaron las olas adonde quisieran. Erupciones volvieron a moldearla hacia algo digno de Ella. Por no hablar de los terremotos. Y la gente, la gente, la Gente, empujados al cataclismo, unas pocas generaciones después de que fueron obligados al catecismo del libro alfabético, pronto había astillas desgracia tragedia tormenta, partículas fragmentadas del pasado actual, en un mundo alejado de la oratoria, la canción, las oralituras, las oraciones ahora girando, bamboleándose. Ya pronto caliente, caliente, caliente, caliente, caliente, caliente, caliente, caliente, caliente. Calientes, los manglares muriéndose, La Bahia de Waimea desapareciendo, dengue, la variación en la migración de la mariposa, la pradera vuelta bosque, la sábana brotada del desierto, caribou, arao aliblanco negro, murcielagos, rana, caracoles—ausentes. ¿Qué querrán comer las grullas canadienses? Los alados pondrán temprano sus huevos. Los arrecifes se descoloran. Lluvia, lluvia, lluvia, lluvia, lluvia, lluvia, lluvia, nieve, nieve, nieve, el fuego ferozmente flameando, fascinado por el re flejo de su propio resplandor. Las marmotas se levantan temprano. Los mosquitos perduran más, perdurando picando difundiendo el virus West Nile. Osos polares dejan de dar a luz. El zorzal petirrojo y la golondrina entran a la vida de los Inuit. El trueno encuentra a los Iñupiat. Aquí, según dicen, glifos dejaron a las paredes de piedra, a los platos de roca, a la corteza, a las ramas, y saltaron, animados, a la vida actual, sacudieron sus hombros, enderezaron el cuento, pusieron el mundo sobre los huesos de sus alas, se elevaron en la Noche, para colocar el Mundo de vuelta en su cielo cuenca—nos tranquilizó. Algunos dicen que los restos de la sopa fueron palabreados con lenguaje descolonizado. Otros dicen que su sabor persiste incluso aún.
Carolina Bloem enseña estudios latinoamericanos y español en Salt Lake Community College. Su investigación se centra en la oralidad wayuu actual y su impacto en las comunidades locales e internacionales. Otros intereses de investigación incluyen la escritura de viajes en Colombia y Venezuela durante el siglo XIX, y los manuales de conducta y su papel biopolítico en la sociedad.
Paul M. Worley es de Charleston, Carolina del Sur. Es profesor de español en la Universidad Estatal de los Apalaches, donde se desempeña como director del Departamento de Lenguas, Literaturas y Culturas. Co-editó con Rita M. Palacios su libro más reciente, Unwriting Maya Literature: Ts’íib as Recorded Knowledge (2019), con el que recibió una mención de honor como Mejor Libro de Humanidades por la Sección México de LASA. También es autor de Telling and Being Told: Storytelling and Cultural Control in Contemporary Yucatec Maya Literatures (2013); las representaciones orales grabadas como parte de este proyecto de libro están disponibles en tsikbalichmaya.org. Ha sido también becario Fulbright. Junto con Melissa D. Birkhofer, es co-traductor de Word Mingas (2021) de Miguel Rocha Vivas, cuya edición en español ganó el Premio Casa de las Américas de Cuba en 2016. También ha traducido obras seleccionadas de autores indígenas como Hubert Matiúwàa (Mè ‘phàà), Celerina Sánchez, Manuel Tzoc (K’iche’) y Ruperta Bautista (Tsotsil).
Fernando Urbina Rangel es filósofo, poeta, fotógrafo y educador. Por décadas trabajó en la Universidad Nacional de Colombia donde dirigió cátedras, seminarios y trabajos de investigación sobre mitología comparada, oralidad, arte rupestre, petroglifos amazónicos, y plantas-maestras. Urbina es autor de noventa y cinco artículos académicos, ocho libros, veinticinco exposiciones fotográficas individuales, dos series de televisión educativa, y dos series de radio. Hoy, libros como Las hojas del poder (1992) y Dïïjoma. El hombre serpiente águila (2004) tienen fuego propio; sembrados con mambe y ambil, y cimentados en el arte de la picto-poesía, el arte rupestre, y el rafue (palabra-fuerte Murui-Muina) son publicaciones visionarias que supieron tejer la imagen, la poesía, el ensayo y las-historias-de-antigua, desestabilizando las jerarquías logo-céntricas de los centros urbanos y las universidades en Colombia. En la obra de Urbina, el libro es el árbol de la coca, la biblioteca son las abuelas y los abuelos (como Don José García y Doña Filomena Tejada), y la universidad es el mambeadero o los bailes rituales. Fernando Urbina dialoga con la Gente de Centro (múrui, okaina, nonuya, bora, miraña, muinane, resígaro y andoque), hijos del tabaco, la coca y la yuca dulce, cuyo territorio de origen se encuentra en el interfluvio Caquetá – Putumayo (Colombia). Ellos son los mismos que sobrevivieron al genocidio de la Casa Arana, y hoy continúan resistiendo el asedio de las petroleras, las empresas mineras, el narcotráfico y la guerra civil colombiana.
Afortunadamente, la vitalidad con la que los libros de Fernando Urbina recobraron la palabra, el gesto y el rito de la Gente de Centro, y lo celebraron para la filosofía, la poesía y el arte, abrió senderos para las textualidades y oralituras indígenas en Abiayala. Su trabajo interdisciplinario recordó a varias generaciones que en el río Caquetá, todavía hoy, hay libros de piedra bajo el agua, petroglifos que emergen cuando baja el caudal y que cuentan historias primigenias. También que “el mito es palabra revelada”, no quimera ni anacronismo, sino ese presente que nos sostiene “y en el que hay que demorarse” (Las hojas del poder).
Las fotografías y textos que componen el video que incluimos aquí abajo hacen parte de la obra MÁS ALLÁ DE LAS MONTAÑAS DE UYUMBE (“San Agustín”), la cual fue patrocinada y exhibida por el ICANH en 2019 (Universidad Nacional) con ocasión del sesquicentenario del nacimiento de Konrad Theodor Preuss, quien fuera el iniciador de la arqueología científica en Colombia. A partir de las ideas del lingüista, arqueólogo y etnógrafo alemán, quien propuso estudiar la religión y mitología de los uitotos en busca de claves para interpretar aspectos de la cultura de San Agustín (Alto Magdalena), esta exposición señala confluencias andino-amazónicas entre las antiguas culturas de las tierras bajas y las de las tierras altas. Es de resaltar que el río Caquetá nace muy cerca (menos de 100 km) del yacimiento del río Magdalena, en el nudo de Almaguer (Macizo Colombiano) donde los Andes se dividen en tres cordilleras.
Los siguientes fragmentos fueron seleccionados de la exhibición Más allá de las montañas de Uyumbe (“San Agustín”). Asentándose en el lenguaje paradójico de los relatos antiguos de la Gente de Centro, Urbina encuentra una técnica para tejer su propio canasto: la síntesis (Serpiente-Águila, Vigilia-Ensueño, Anaconda-Espiral). Por eso el lector de estos versos/instantáneas notará que los sustantivos aparecen insuficientes, y que el uso del guión o el uso de mayúsculas son estrategias para resaltar la complementariedad. En este imaginario poético, ninguna palabra (vacío, punto, firmeza) tiene solo una cara, pues cada cosa es lo que es y también lo opuesto: el creador es lo creado y viceversa; quien tiene el silencio tiene la palabra.
Cañón de Araracuara desde El-balcón-del-brujo-de-piedra
Traducción del japonés al español por Yaxkin Melchy.
Traducción del español al japonés por Chizuko Osato 大里千津子 y Mitsuko Ando 安藤美津子 con la revisión de Yasuko Sagara 相良泰子.
Versión en japonés abajo ↴
Entrevista con Tokūn Tanaka monje encargado del templo zen de Dōkeiji 同慶寺en el pueblo de Minami Soma, Fukushima, Japón, y Pedro Favaron, poeta, investigador y médico tradicional de la clínica Nishi Nete en la Comunidad Nativa de Santa Clara de Yarinacocha en la Amazonía peruana. Las fotografías fueron tomadas en Minami Soma, Fukushima, y la Comunidad Nativa Santa Clara de Yarinacocha, Ucayali, Perú.
Sur: Pedro Favaron, Comunidad Nativa Santa Clara de Yarinacocha, Ucayali, Perú
Yaxkin: Por favor, preséntate a ti mismo
Pedro: Soy un hombre humilde sobre la tierra, que procura conservar el cuerpo sano, la mente bien formada y activa (pero simple y sin enredos), y el corazón sincero. Nací en la ciudad de Lima, capital del Perú, y desde niño sentí la necesidad de retornar a la tierra. Y, también desde muy temprano, intuí que los pueblos indígenas guardaban un saber fundamental para realizar ese reencuentro con la red sagrada de la vida. Mis mejores tiempos en la infancia y en la adolescencia fueron cuando nadaba en el Océano Pacífico, cuando caminaba las playas de noche, o nuestros viajes familiares al desierto andino y a los valles costeros. Aunque tuve la suerte de llevar una educación académica hasta alcanzar el doctorado en la Universidad de Montreal en Canadá, mi alma seguía sedienta de algo que la mera educación intelectual no me podía brindar. Es decir, no tengo ninguna crítica a la educación académica en sí misma (sí, en cambio, a la primacía del positivismo materialista); pero entiendo que las actuales universidades no pueden atender las necesidades genuinas de nuestro ser. Entonces, al acabar mis estudios, me vine a vivir a la Amazonía y me casé con Chonon Bensho, una sabia y hermosa mujer artista del pueblo shipibo-konibo. Ella es descendiente de médicos visionarios (Meraya) que han mantenido por muchas generaciones los vínculos de nuestro mundo con los Dueños espirituales de la medicina y con los antepasados. He podido heredar al menos un poco de esos saberes ancestrales y la conexión espiritual que el abuelo de mi esposa (Ranin Bima) guardaba con esmero. Mi ser entero se ha renovado con el perfume de las plantas medicinales y el resplandor del Jakon Nete (la tierra pura, carente de maldad). A pesar de ser una persona de este tiempo y experimentar, al igual el resto de la sociedad, las antinomias de la modernidad y la prevalencia de las lógicas cibernéticas, procuro vivir en armonía entre el cielo y la tierra. Es desde esa armonía que recibimos algunos pacientes que piden nuestra ayuda con humildad, a los que atendemos de la forma tradicional. Así mismo, en diálogo con los bosques y con la red sagrada de la vida, escribo poemas, narrativa, ensayos, artículos académicos y hago algunos videos y películas, tratando de ser un aporte para el mundo, compartiendo belleza y claridad para ayudar a un tiempo signado por la violencia y la confusión.
Yaxkin: Desde que comenzaste a habitar en Yarinacocha ¿cuál es la situación actual de la Amazonía peruana?
Pedro: El estilo de vida de los antiguos ha desaparecido de este mundo de forma definitiva. Ya no hay vuelta atrás. Los medios de comunicación y las nuevas tecnologías tienen un impacto profundo en nuestros estilos de vida, en nuestras aspiraciones, y colonizan el inconsciente de los jóvenes. Las lenguas indígenas se están perdiendo y con ellas toda su sensibilidad, su relación íntima con el territorio, los conocimientos implícitos en el lenguaje. Por otro lado, la deforestación y la depredación excesiva de los lagos y ríos continúan avanzando. Así también la violencia. Este es un punto en el que conviene explayarse, ya que no solo han crecido de forma preocupante los asaltos con armas y los robos a las casas, sino que también se ha expandido la rabia en el corazón de las personas y la brujería. Las personas no quieren realizar los sacrificios que hacían los antiguos para purificar su corazón y aprender de la forma ancestral cómo vincularse con los Dueños espirituales de la medicina y con el Jakon Nete. Antiguamente, las pocas personas que seguían las sendas iniciáticas de los antiguos lo hacían para ayudar a sus familias y protegerlas. Por el contrario, ahora se aprende solo por negocio, para dar de tomar plantas visionarias a los extranjeros, asemejando así nuestras medicinas sagradas a cualquier otra droga. Cuando uno quiere aprender motivado por deseos egoístas, torcerá su camino y solo aprenderá lo negativo, convirtiéndose así en una persona anti-social que fomenta la desunión. En el corazón del médico visionario debe primar la generosidad y el ánimo de servicio. Si uno se inicia de la manera tradicional, todavía es posible vincularse con el Jakon Nete. El mundo de los antiguos ha desaparecido de esta dimensión existencial en la que vivimos, pero aún vive en un tiempo-espacio paralelo al nuestro. Si mantenemos el corazón puro, su luz despertará en nosotros, y nos dará fuerza y sabiduría.
Yaxkin: En tu visión, ¿cuáles serán los desafíos para la comunidad de Santa Clara de Yarinacocha en los próximos años?
Pedro: Creo que el gran desafío de las familias indígenas, en general, es cómo sobrevivir y seguir manteniendo nuestras diferencias culturales y espirituales, en medio de la aplastante tendencia homogeneizadora del globalismo que nos quiere a todos iguales, consumiendo lo mismo, pensando lo mismo, deseando lo mismo, desconectados de nuestro propio ser y del alma del mundo. ¿Es posible para los pueblos indígenas participar de la economía de mercado de una forma diferenciada, sin perder sus saberes ancestrales, su arte y su lengua, y, sobre todo, preservando una relación armoniosa con la red sagrada de la vida? Yo veo que este es un reto mayor, muy difícil, pero no imposible. Creo que esto no podrá lograrse si los pueblos indígenas no consiguen una formación académica sólida; el problema, es que la mayor parte de las veces la educación moderna ha sido usada para erradicar las culturas de los pueblos y disciplinar a los estudiante para que sean funcionales a un sistema de explotación de otros seres humanos, pero también del resto de seres vivos. Sería necesario abrir espacios académicos en los que se pueda poner a dialogar en igualdad de condiciones a las nuevas tecnologías, a las ciencias modernas y a los saberes ancestrales, centrándonos en el amor y la compasión hacia los seres humanos, hacia la tierra y hacia el resto de los seres sensibles. Yo veo, sin embargo, que la región de Yarinacocha se halla por el momento muy lejos de esta posibilidad y eso es algo que da congoja a mi corazón; sin embargo, no considero del todo saludable apegarme a esa tristeza, sino mirar con esperanza el futuro: a pesar de todos los retos y amenazas que se yerguen contra la vida en este tiempo, también hay muchas personas, de diferentes culturas, que quieren aprender los saberes ancestrales para buscar modos más armónicos y hermosos de habitar la tierra. Lo que da sentido a nuestra vida es el servicio que brindamos a los demás; la luz de la sabiduría resplandece para todos aquellos que buscan, con ánimo sincero, cambiar su vida y curar sus heridas, para ser personas que trabajen a favor del bien de la red sagrada de la vida.
Yaxkin: ¿Cómo podría la visión espiritual de los pueblos del Este de Asia enriquecer a las comunidades nativas y a la sociedad peruana mestiza?
Pedro: Siempre he intuido que existe una relación íntima entre las culturas andino-amazónicas y las orientales. Además que en el Perú, en particular, tenemos una antigua migración japonesa y china que se ha integrado a las culturas locales y cuyos aportes son evidentes en todo sentido (empezando por la culinaria). Siento que existe una suerte de resonancia y continuidad; sin embargo, al no ser algo consciente y explícito, creo que no podemos beneficiarnos plenamente de esa relación y de lo que las tradiciones espirituales de los pueblos del Este de Asia tienen para enseñarnos. Creo, por ejemplo, que las nociones básicas del taoísmo, que procuran la humildad, el aliarse a los movimientos de los ciclos de la naturaleza sin oposición, la contemplación y el alejamiento del Estado, son muy próximas a la sensibilidad amazónica ancestral. La ética confuciana, en cambio, esa entrega de servicio abnegado al Estado está bastante ausente en la Amazonía (en donde prosperaron naciones sin Estado), aunque es posible que existiera algo semejante en el antiguo Tawantinsuyo de los Inkas. Así mismo, creo que el Budismo Chan y Zen, con el énfasis en el retorno a nuestra condición original, entendiendo el Satori como un despertar a nuestra verdad interior, tienen cercanías con la comprensión indígena de la realización personal del sabio Meraya. El énfasis budista en la compasión y en la generosidad resulta muy próxima a la ética ancestral: el ser humano legítimo (lo que en lengua shipiba se conoce como jonikon) no puede estar dominado por sus deseos egoístas, por sus apetitos, envidias o celos, sino por la vocación de servicio, por el sacrificio de uno mismo a favor de la red de parientes y de afectos. Al mismo tiempo, la comprensión sintoísta sobre los espíritus de la naturaleza nos es realmente próxima; con mi esposa tenemos una afición por los Animes del Estudio Ghibli. Nos gusta mucho la coincidencia del Japón moderno y el ancestral; creo que eso nos ayuda a imaginar una modernidad propiamente amazónica, que pueda acoger lo mejor de la ciencia y de la tecnología sin perder sus raíces culturales y espirituales. Incluso la pintura y la poesía japonesa resultan próximas a nuestra sensibilidad. Creo que sería muy enriquecedor entablar un diálogo cultural, intelectual y espiritual, que no pase por el filtro de las academias eurocéntricas, sino que pueda darse de frente y en un ambiente de confianza y comprensión.
Yaxkin: ¿Crees en la Madre Tierra? ¿Para ti qué es la Madre Tierra y desde la espiritualidad shipibo-konibo cómo podríamos acercarnos a ella?
Pedro: Resulta evidente que la tierra se comporta como una madre: su atmósfera nos abraza como las aguas uterinas; ella nos sostiene y nos alimenta con generosidad. De la misma manera el sol se comporta como un padre, que alumbra nuestro camino y fecunda la tierra, para que la vida sea posible. Es bueno reconocer con humildad nuestra deuda con los elementos fundantes de la existencia y nuestra participación en la red sagrada de la vida. Nosotros sabemos, por las enseñanzas de los abuelos, que todos los seres vivos, es decir, que las plantas, los árboles, las aves, el sol, las montañas, las piedras, los ríos, tienen su propia forma de lengua, su propia forma de consciencia y que tienen vida espiritual, que el soplo del Gran Espíritu habita en ellos y los anima. Según las narraciones ancestrales, todos los seres vivos compartíamos una misma condición original; por lo tanto, estamos todos emparentados y nada se halla por completo desvinculado. Los seres vivos participamos de una red sagrada y nos complementamos los unos con los otros. Los humanos no podemos sobrevivir por cuenta propia, sino que dependemos de los demás. Por eso mismo no tenemos derecho a imponer nuestros caprichos ni a abusar de los demás, al punto de poner en riesgo la continuidad de la vida en el planeta. La salud, en un sentido holístico e integral, necesita nuestra armonía con el resto de los seres vivos.
Yaxkin: ¿Cómo podemos reconciliarnos con la Madre Tierra?
Pedro: En primer lugar, creo que debemos regresar a estilos de vida más austeros y cercanos a la tierra y a las plantas. Si uno quiere reconciliarse con la tierra madre, hemos de desacelerar nuestros afanes y agendas apretadas, purificarnos y retornar a la temporalidad contemplativa de los árboles. Hay que limpiar nuestras retinas y recuperar el asombro navegando los ríos en canoa y caminando bajo la sombra verde de los bosques. Para dialogar con el resto de los seres vivos y experimentar la unidad con la red sagrada de la vida, hemos de conservarnos en cierta pureza: alimentarnos de forma saludable y ligera, renunciar a los excesos de la lujuria y a los placeres egoístas, respirar con sosiego, conservar la inocencia del corazón, amar al resto de seres y dejar que emerja nuestra luz interior. Los abuelos nos enseñaron las palabras precisas para conversar con el resto de los seres vivos. Nuestros cantos medicinales son como flores perfumadas que descienden desde el Jakon Nete para bendecir nuestro mundo, para calmar las tristezas y alegrar los corazones. Además, mi convicción profunda es que las oraciones de los santos y de los sabios son como columnas invisibles que evitan que el cielo y la tierra se mezclen de forma caótica. Debemos preservar los equilibrios y los vínculos del mundo visible con los espirituales. El ser humano solo se puede realizar de forma plena si recibe fuerza, ayuda y sabiduría de los Espíritus Maestros y de los sabios del pasado.
Yaxkin: ¿Cuál es el rol de la poesía, las canciones y las artes para esta reconciliación?
Pedro: Los antiguos Meraya eran sabios que curaban a los pacientes con sus cantos medicinales. Es decir, eran médicos poetas que sanaban con las vibraciones de su voz. La fuerza curativa suprasensible baja desde los mundos espirituales y toma cuerpo en la voz de los médicos. Se trata de una poesía sagrada que purifica el cuerpo y la mente, que aleja a los malos espíritus y combate contra la brujería, que restablece los equilibrios perdidos y alegra el corazón. Nosotros hemos podido aprender un poco de esa herencia y la seguimos practicando. Estos cantos medicinales inspiran el resto de nuestras prácticas artísticas. Junto a mi esposa, creemos en un arte que, nutriéndose de los saberes ancestrales, del territorio y de los mundos espirituales, contribuya a embellecer el planeta, participe del equilibrio cósmico y nos recuerde sobre el buen convivir con el resto de los seres, sobre cómo habitar la tierra de forma bella, sabia y prudente. Creo que en este tiempo en el que proliferan las enfermedades mentales y la pérdida de nuestra propia humanidad (bajo la primacía de la cibernética), el arte debe elevarnos y donarnos tranquilidad, amor, compasión y recordarnos acerca de nuestro propio corazón. Las personas se encuentran cada vez más desvinculadas de ellas mismas, del resto de seres y de lo sagrado; nuestro arte procura ser una medicina para estas enfermedades y quiere brindar alivio al sufrimiento.
Yaxkin: Por favor, comparte tu visión con una frase o poema.
Pedro:
En un refugio
en la montaña
paso mis días
y mis noches
escuchando
el canto líquido
de la agreste ave
y el lenguaje
hondo y callado
de las plantas.
Sentado solo
bajo un árbol
junto al arroyo
el deseo vano
se disuelve
con las aguas
que sin prisa
ni detenerse,
van al gran río.
Cuán diferente
sería el mundo
si mis hermanos
escucharan
el dulce rumor
de la quebrada
manantial
de amor
en la raíz
del corazón.
Este: Tokūn Tanaka(田中徳雲)
Yaxkin: Por favor, preséntate a ti mismo
Tokūn:Soy un monje a cargo de un templo budista en la ciudad de Minami Soma en la prefectura de Fukushima. Cuando estudiaba la secundaria, comencé a interesarme leyendo libros sobre antiguos monjes budistas y comencé a estudiar sobre el budismo. Desde el año 2001 he estado viviendo en este templo dedicándome a nuestras labores cotidianas. Hace diez años, en este templo emblemático de nuestra región famosa por la agricultura, la pesca y su abundante naturaleza, todo cambió enormemente a raíz del accidente de la planta de energía nuclear. Mi templo se encuentra ubicado a 17 kilómetros al norponiente de la planta de energía nuclear [Fukushima Daiichi].
Yaxkin: Ahora, a diez años del terremoto, tsunami y desastre nuclear del año 2011, ¿cuál es la situación de Minami Soma, Fukushima?
Tokūn: Antes de los desastres del terremoto la población era de alrededor de 13.000 personas. Muchas de estas personas vivían agrupadas compartiendo con tres o hasta cuatro generaciones un mismo techo. También se valoraba enormemente la historia y la cultura que se había transmitido desde los antepasados. A raíz del terremoto, el tsunami y el accidente de la planta de energía nuclear, las personas fueron forzadas a llevar una vida de “evacuados” durante un largo periodo de tiempo. Especialmente, la contaminación radioactiva debida al accidente de la planta de energía nuclear fue una experiencia nueva y por lo tanto era muy difícil para nosotros responder ante la situación. Esta contaminación es invisible a los ojos, no tiene olor, y no se puede sentir. Sin embargo, resulta que está ahí. Luego, el gobierno japonés minimizó el problema ya que se dedicó meramente a seguir las acciones de su plan nacional para centrales de energía atómica. Como resultado, las opiniones sobre los asuntos de la radiactividad se dividieron dentro de la comunidad local y entre las familias. Por ejemplo, cosas como dejar que la ropa se seque al aire libre o no, o el comer las propias verduras cultivadas en el huerto. También surgieron algunas decisiones muy difíciles como la de regresar o no a nuestras casas que terminaron por abrir una enorme fisura espiritual. Hoy en día, contando a las personas que regresaron y viven en el pueblo, somos cerca de 3500 personas.
Yaxkin: En tu visión, ¿cuáles serán los desafíos para la comunidad de Minami Soma en los próximos años?
Tokūn: Tenemos muchísimos asuntos. El primero es el problema de la reducción de la población. Ahora, en este distrito de Minami Soma llamado Odakaku la gente que ha regresado es aproximadamente un 35% de la gente que vivía antes del desastre del terremoto y la gran mayoría son personas de edad avanzada. Por ello, en los próximos diez a veinte años se estima que la población se reducirá enormemente. El segundo es el problema del medio ambiente. Por ejemplo, este 35% realiza el trabajo cooperativo que antes toda la comunidad realizaba para el mantenimiento de los bosques, pero como la mayoría son personas de edad muy avanzada el trabajo se ha vuelto casi imposible. Como resultado, las montañas se han tornado agrestes, los jabalíes y los monos bajan a los pueblos a saquear las huertas. Es posible que una de las causas sea el aumento de la población de estos animales durante el tiempo en que la gente estuvo evacuada de la zona. Sin embargo, es importante pensar que esto está conectado con el hecho de que no hay alimento en la montaña. Es decir, yo pienso que esto se debe a que estas zonas requieren un cuidado esmerado. El tercero son los problemas del corazón-mente. Los niños que presenciaron el accidente de la planta de energía nuclear dentro de poco alcanzarán la mayoría de edad [en Japón es de 21 años]. Ellas y ellos han visto cómo el gobierno no se ha preocupado por cuidar a la población de sus pueblos y ha mentido para cuidar sólo de sí mismo (y las corporaciones). Este gobierno ha mentido sin escrúpulos utilizando un doble discurso que recubre con un lenguaje de la apariencia [tatemae] sus verdaderas intenciones [honne], complaciendo a los fuertes y pisoteando a los débiles. Los niños que han visto todo esto llevan presentes esas heridas y por eso no tienen ninguna esperanza en la sociedad.
Yaxkin: ¿Cómo podría la visión espiritual de los pueblos indígenas enriquecer la visión y la vida de los japoneses?
Tokūn: Especialmente creo que la visión espiritual de los pueblos indígenas/nativos es importante porque pienso en el futuro de nuestros niños y niñas. También por su postura de respeto hacia la Tierra como si fuera una propia madre a la que no hay que herir. Esta manera de pensar era compartida de manera general por los antiguos japoneses. Debido a que Japón es una nación de islas, antes se valoraba el agradecer a la naturaleza, al mar y a la montaña por las bendiciones recibidas. No se tomaban cosas de la naturaleza en exceso y se compartían. Tras el paso de la revolución industrial, también en Japón ha entrado el pensamiento capitalista. Pese a que hemos ido perdiendo de vista las cosas y cayendo en la confusión por buscar el beneficio inmediato creo que los genes que estaban dormidos dentro de nosotros han comenzado a despertar. Me parece esperanzador que haya personas que cansadas de la vida en las ciudades buscan la vida en el campo, o que cada vez más jóvenes intenten hacer sus vidas más pequeñas y cercanas a la autosuficiencia. Creo que esto está sucediendo no solo en Japón sino también en todo el mundo al mismo tiempo.
Yaxkin: ¿Crees en la Madre Tierra? ¿Para ti qué es la Madre Tierra y cómo podríamos aproximarnos a ella desde el budismo japonés?
Tokūn: Sí, por supuesto. Yo soy una parte de la Tierra. Si ponemos como ejemplo un árbol de manzanas, cada uno de nosotros somos un fruto y la Tierra sería nuestro árbol. Es necesario despertar a la conciencia que va del fruto hacia el árbol. Precisamente este árbol es la forma de nuestro futuro. Creo que si nuestra conciencia del fruto hacia el árbol despierta, entonces ocurre una metamorfosis como la de la oruga que se convierte en mariposa, y podremos ir resolviendo de manera natural los problemas. Pienso que el vacío 空 (kū) que se explica en el budismo nos explica estas cosas.
Yaxkin: ¿Cómo podemos reconciliarnos con la Madre Tierra?
Tokūn: Meditando dentro de la naturaleza. Caminando. Entrando al mar y recogiendo la basura. Plantando árboles y cuidándolos en la montaña. Estas cosas nos permiten poder escuchar la voz de la Tierra, para poder “sintonizarla” sincronizando nuestro propio ser. Por medio de esta sintonización se vuelve posible escuchar la voz de la Tierra. Creo que aunque sea con esto poco, nuestra madre (Tierra) se alegra y al ir sanando nuestras heridas llegamos a tener la oportunidad de recuperar nuestra conexión con ella.
Yaxkin: ¿Cuál es el rol de la poesía, las canciones y las artes para esta reconciliación?
Tokūn:La energía que poseen las artes es muy grande. Más que mil palabras, una fotografía, un solo poema que haga resonar el corazón de una persona no es poca cosa. También los hopis han escrito de esto en sus profecías. Es sabido que los hopis auténticos, se educan con pensamiento claro, buenas imágenes, dibujos, y palabras rigurosamente elegidas (la educación, en este caso, no significa la educación en el sentido de los blancos, sino una verdadera educación para la paz).
Yaxkin: Por favor, comparte tu visión con una frase o poema.
Tokūn:
Para los pies la tierra
Para las manos un hacha
Para los ojos las flores
Para los oídos los pájaros
Para mi nariz este hongo
Para mi boca una sonrisa
Para el pecho la canción
Para la piel el sudor
Para el corazón el viento
Y con eso es suficiente.
Nanao Sakaki (1923-2008)
(México-Perú) Es poeta, traductor de poesía japonesa, editor e investigador del pensamiento ecopoético. Yaxkin es maestro en Estudios de Asia y África por el Colegio de México en el área de Japón. Ha escrito sobre la visión ecológica del poeta vagabundo y activista ambiental japonés Nanao Sakaki. Actualmente es pasante de doctorado en la Universidad de Tsukuba, Japón. Ha publicado recientemente Hatun Mayu (Hanan Harawi, 2016), Cactus del viento (antología de poemas de Nanao Sakaki, AEM, 2017), Meditaciones del Pedregal (Astrolabio, 2019) y GAIA. Poemas en la Tierra (2020). En 2020 escribió una columna sobre ecopoética y el haiku para la revista El Rincón del Haiku, y junto con Pedro Favaron coordina para “Cactus del Viento”, la colección de ecopoesía “Ecopoéticas de la Madre Tierra”. También es miembro del Grupo de Investigaciones Poéticas de la Madre Tierra. Mantiene la bitácora: https://flordeamaneceres.wordpress.com/
“Nosotros, los Anishnaabe, vivimos en estas tierras durante miles de años. Algunos de nuestros hermanos decidieron caminar lo más lejos posible hacia el este y algunos salieron para el oeste. Otros cruzaron largos campos de tierra estrecha hasta llegar a otras partes del globo. Muchos de nosotros nos quedamos aquí. Les dimos la bienvenida a los visitantes quienes bautizaron el territorio con el nombre de Canadá. A veces había problemas entre nosotros y los visitantes. A veces nos matábamos. Éramos excelentes combatientes —guerreros, como nos llamábamos entre nosotros— y conocíamos estos territorios, entonces les dábamos muchas palizas.”
Los chicos siempre sacaban pecho cuando Miig llegaba a esta parte del Cuento. Las mujeres se erguían y alargaban el cuello, sus bellas caras como flores que se abrían en el calor de la fogata.
“Pero, perdimos mucho. Sobre todo porque nos enfermamos con los nuevos gérmenes. Y, cuando nos quedamos de rodillas, con fiebres y dolores, decidieron que les gustaba que fuéramos así, de rodillas. Y eso fue cuando abrieron las primeras escuelas.
“Sufrimos allí. Casi perdimos nuestros idiomas. Muchos perdieron la inocencia, la risa, la vida. Pero lo superamos y las escuelas fueron cerradas. Volvimos a nuestros territorios ancestrales y volvimos a construir, a aprender, a organizarnos. Lidiamos con las consecuencias y seguimos adelante. Hubo muchos años en que estuvimos perdidos, demasiado dolor que se hunde en el olvido, un olvido que venía en paquetes convenientes: botellas, pastillas, cubículos dónde nos sentábamos a trastornar el papeleo. Pero cantábamos nuestras canciones y las llevamos a la calle y a los salones de clase —salones construidos en nuestros propios territorios y llenos de nuestras palabras y nuestros libros. Y, cuando recordamos que éramos guerreros, cuando honramos el dolor y lo dejamos al lado, seguimos adelante. Habíamos vuelto.”
Minerva dio un gran resuello mojado, se limpió la nariz con la manga y empezó una vez más a masticar el material.
“Entonces llegaron las Guerras del agua. Los Estados Unidos levantaron el brazo y empezaron a chupar nuestros lagos con una pajita enorme de metal. Y, ¿dónde se encontraban los lagos más frescos y los ríos más limpios? En nuestros territorios, claro. Los Anishnaabe siempre fueron como canarios en las minas para los demás. Lástima que el país estaba demasiado ocupado para escuchar lo que gritábamos, preocupándose de por qué no pagábamos más impuestos en los jeans de marca Levi’s y en las barras de chocolate KitKat.
“Los Grandes Lagos fueron contaminados hasta volverse fango. Llevó su tiempo, pero casi cuando California fue tragado por el mar, los lagos fueron cercados, demasiado envenenados para ser usados por el hombre.”
Yo había visto los Grandes Lagos: el lago Ontario cuando estábamos en la ciudad y el lago Huron cuando vivíamos en la Concesión New Road. Las aguas eran grises y espesas, como papilla. En la distancia, los barcos anclados se balanceaban de un lado para otro, sellados y silenciosos, con el ritmo del oleaje metódico.
“Las Guerras del agua siguieron propagándose, yendo hacia el norte y buscando nuestros ríos y nuestras bahías y, eventualmente, una vez que nuestras tierras ancestrales fueron diezmadas y el agua contaminada y la gente se dispersó, las Guerras llegaron a las ciudades. Eso fue cuando los ejércitos se formaron, los soldados fueron reclutados y las balas fueron disparadas. Irónicamente, al mismo tiempo, los ríos se hacían sorber por el sur y después por el este, para el mejor postor. El Norte se derretía. El Derretimiento hizo que la mayor parte de los territorios del Norte quedaran bajo el agua, y la gente se trasladó al sur o hacia algunas de las miles de pequeñas islas que surgieron como secuela del Derretimiento en nuestros territorios. Esta gente del norte, sin embargo, era resistente, algunos de los más resistentes que jamás hemos tenido, entonces sobrevivieron, siguen sobreviviendo. Así va el cuento. Algunos van mejor que bien. Es por eso que nos vamos hacia el norte ahora, hacia ellos.”
Miig se puso de pie, caminando al ritmo del Cuento, moviendo los brazos como un conductor en cámara lenta para hacernos entender el énfasis y el tono. Necesitábamos nunca olvidar el Cuento. Era su trabajo fijar el recuerdo a perpetuidad. Nos hablaba cada semana. A veces el Cuento se limitaba a un tópico, como los primeros internados indios: dónde quedaban, lo que pasaba allá, cuándo cerraron. Otras veces nos contó cien años en una larga narrativa, francamente y sin adornos. A veces nos juntábamos por una hora para que nos explicara los tratados y otras veces por diez minutos para darnos la lista de los terremotos en el orden que pasaron, sacando capas de los bordes de los continentes, como si fueran encías podridas. Pero, cada semana conversábamos porque era imperativo que lo supiéramos todo. Dijo que era la única manera de hacer el tipo de cambios que eran necesarios para sobrevivir verdaderamente. “Un general tiene que ver el campo entero para preparar una buena estrategia,” había explicado, “Cuando estás allá luchando, no se puede ver mucho más que la amenaza que queda directamente en frente de uno.”
“Las Guerras del agua duraron diez años antes de que, en los salones cavernosos de asamblea, los líderes del mundo se pusieran de acuerdo, firmando una nueva colección de tratados y acuerdos. Los Anishnaabe fueron esparcidos, aislados y asustados. Una vez más de rodillas pero esta vez no había lugar donde juntarse. Mientras tanto, el resto del continente se hundió en una nueva era. Las franjas del mundo habían sido segadas por las aguas crecientes, los movimientos tectónicos y las lluvias constantes. La mitad de la población murió en el desastre y de las enfermedades que se propagaron a causa del gran número de cadáveres y de la falta de sepulturas. Los que quedaron no salieron beneficiados, la verdad. Trabajaron largas horas, dejaron de tener hijos sin doctores y, peor que todo, dejaron de soñar. En este nuevo mundo, las familias, los seres queridos, fueron hechos añicos.”
Cherie Dimaline es miembro de la comunidad indígena métis histórica de la Bahía Georgiana (Georgian Bay) en el territorio que se conoce ahora como Canadá. Dice su biografía en su sitio web: “Vengo de ancestros cazadores y de mujeres que contaban historias y hacían sus propios remedios cuando no podían comprar pomadas del ‘vendedor ambulante’ que venía del otro lado de la Bahía de vez en cuando. Algunos remedios usaban agua bendita del Santuario en el pueblo, otros usaban agua tomada en la Bahía el domingo de Pascuas. Muchos requerían cebolla y pino. Hasta hoy, mi familia caza y hace la cosecha.” Dimaline es autora de seis libros pero The Marrow Thieves, publicado en 2017, fue declarado por la revista TIME uno de los mejores libros para adolescentes de todos los tiempos, entre otros premios prestigiosos en Norteamérica. La novela de ciencia ficción para adolescentes presenta un futuro dónde los pueblos originarios son cazados para obtener su médula ósea. Presenta un grupo de personajes distintos que se juntan y colaboran para esconderse del peligro mientras se presentan los problemas sociales y del medio ambiente que han llevado al contexto distópico de la realidad de la novela. La continuación de la novela, Hunting By Stars, salió en 2021.
Sophie M. Lavoie es profesora del Departamento de Cultura y Estudios Mediáticos de la Universidad de Nuevo Brunswick en Fredericton, Canadá, que es el territorio nunca rendido de los Wolastoqiyik, o malecitas. Enseña clases de lengua, literatura, cine y cultura. Ha publicado artículos académicos sobre literatura de mujeres centroamericanas y latinocanadienses, entre otros temas, en francés, inglés y en español en varias revistas. Fue cotraductora con Hugh Hazelton de El laberinto vertical de la poeta argentina Nela Rio hacia el inglés, del libro de poesía Nous sommes les reveurs de la poeta mi’kmaq Rita Joe hacia el francés y de Un parcours bispirituel, la traducción al francés de la autobiografía de Ma-Nee Chacaby, una indígena biespiritual cree y ojibwe que salió en 2019. Forma parte del consejo editorial de la revista Candela Review y directora del equipo del Registro Creativo de la Asociación Canadiense de Hispanistas.