Entrevista a la artista Eliana María Muchachasoy Chindoy
Entrevista © Paula Maldonado
Conocí a Eliana Muchachasoy en un viaje al alto Putumayo. Subiendo la calle empinada que lleva al cabildo indígena y siguiendo el camino que trazaba un grafitti de una abuela y un chumbe camëntsá. La encontré, más por suerte que por casualidad, en la plaza central del Valle del Sibundoy, parada justo en frente de una hermosa casa esquinera toda recubierta con plantas, animales y retratos con pintas coloridas. Me pareció que ella surgía de la pintura, y en efecto, pues luego supe que se trataba de Benach, la galería que ella fundó, junto con Alberto Velazco, para dar a conocer su trabajo como artista, convocar los demás proyectos artísticos y culturales de su comunidad y abrir espacios pedagógicos y de intercambio con los niños y jóvenes del valle. Para Eliana todo esto hace parte de un mismo esfuerzo por fortalecer la identidad de su pueblo , Camentsá sanar y proteger el territorio. De ahí que un tema recurrente en su trabajo sea el universo femenino, el cual se ha fortalecido a lo largo de los años con las experiencias vividas con sus abuelas, el tejido, la siembra, y la medicina tradicional. Los invito a leer a continuación un poco sobre su experiencia como mujer camentsá, artista y gestora cultural.
Eliana Muchachasoy ha participado en múltiples exposiciones colectivas e individuales en lugares como México, Ecuador y Estados Unidos, dando a conocer su propuesta a lo largo del territorio de Abya Yala, y fue invitada en el año 2018 a una residencia artística en Brisbane, Australia.
Paula: Te propongo iniciar con un recuerdo de tu infancia que consideres significativo para tu experiencia como artista…
Eliana: De niña tengo mis recuerdos en la casa donde crecí en compañía de mi mamá y mi abuela, las dos son tejedoras y en el telar conocí algunas historias de mi comunidad, así mismo la magia de los colores entre hilos. Cuando mi abuela me empezó a enseñar a tejer me explicó de muchas formas, pero era algo complicado entender la secuencia de las líneas para formar figuras, hasta tal punto que abandoné el trabajo en el telar. No estoy segura cuánto tiempo estuvo así como lo dejé, creo que pasaron varios meses antes de querer volver a intentarlo, mi sorpresa fue que me volvieron a entregar lo que había iniciado, porque ahí estaba el proceso del aprendizaje, tenía que terminar lo que un día inicié. Por otro lado, mi mamá, madre comunitaria hasta el día de hoy, me entregaba colores y temperas en varias ocasiones para compartir con otros niños que estaban a su cuidado, en cartón o cartulina pintábamos imaginando historias que construíamos en conjunto, así mismo cuando asistía a reuniones de su trabajo siempre llevaba un cuaderno y colores para que pintara lo que se me ocurriera en el transcurso de sus reuniones. Recuerdo algunos trazos y también las voces de sus compañeras diciendo que todo lo estaba haciendo muy bien.
PM: Luego de terminar la carrera de artes plásticas en la sede Bogotá de la Universidad Nacional de Colombia, vuelves a tu comunidad ¿Cómo fue ese retorno al origen y que importancia tiene en tu trabajo actual?
EM: Cuando terminé la universidad había pausado la pintura porque me sentía un poco frustrada en la academia con esta área, no me iba muy bien en la materia de pintura. Retorné a mi comunidad con varias expectativas y me vinculé en un proyecto de fotografía para ayudar a contar un poco la historia de la comunidad. Después de un año en mi territorio tuve la oportunidad de ingresar al magisterio, allí fui docente de educación artística por más de tres años en un colegio público en La Hormiga Putumayo; fue una experiencia de mucho aprendizaje, pero llegó el momento en donde necesitaba cambiar de trabajo, no sentía una vocación completa hacia la docencia; es así como decido renunciar y volver a mi comunidad sin tener claro con qué camino o proyecto iba a continuar.
… En esta etapa, mientras pensaba o planeaba que hacer con mi vida volví al tejido, realicé varias mochilas y entre los hilos de colores llegaban a mi memoria algunas de las historias de la abuela. Fue precisamente en esos días que encontré unos oleos y un lienzo pequeño que había traído años atrás al terminar la universidad. La pregunta y la respuesta al mismo tiempo fue ¿por qué no volverlo a intentar? En realidad sentí la llegada de una señal, un mensaje del color, pero más que eso un regalo que me estaba dando el territorio. Retomar la pintura fue volver a vivir, fue como avivar el espíritu del color que estaba sembrado en mí, encontrar un sentido en mi camino, entender que ese era el plan de vida que quería emprender, desde aquel momento no he abandonado los colores.
“Cuando desde las cenizas despierta la memoria, nos recuerda que nuestras raíces están sembradas para fortalecer nuestro espíritu y continuar el tejido de la vida” . Eliana Muchachasoy
PM: ¿Hay algún ritual o actividad que preceda la realización de tus pinturas?
EM: Las plantas medicinales han estado presentes en mi familia y en mi comunidad, en el espacio donde pinto he aprendido a ofrendar cada vez que voy plasmar algo en el lienzo, me gusta encender el fuego en una vela, aplicar esencias de plantas naturales en el entorno y en mis manos, agradecer a todos los espíritus de los mayores, al territorio, a los elementales y al universo por tener una vez mas la oportunidad de fluir a través del color; pintar es en sí mismo un ritual que me permite ver la magia del color, es así como me siento en armonía con el espacio y con lo que estoy haciendo.
PM: ¿De qué maneras se vincula tu obra pictórica con la medicina tradicional de tu comunidad?
EM: Siento que mi obra está influida por el territorio, la comunidad, la medicina, las abuelas, los abuelos, las plantas, sus animales, sus aves, sus danzas, sus historias y cantos que han venido construyendo mi memoria y llegan en diferentes momentos de la realización de una obra. He realizado algunas obras en las Malokas donde se comparte la medicina o yagé y he podido ver como la gente se siente conectada con la imagen, algunos dicen que han tenido visiones similares, otros sienten la magia en la obra y se sueñan en ella.
PM: ¿Qué tan presente ha estado el tema del autorretrato en tu trabajo pictórico?
EM: En dos ocasiones realicé un autorretrato, pero sentí que era muy complejo pintarse fielmente, a veces me tomo fotos con algunos gestos que quisiera plasmar y elijo algunas de referente.
PM: Me parece muy significativo que tú misma seas el referente de algunas de tus pinturas, mas allá del hecho de que haya una reproducción fiel o realista. ¿Qué tan vinculados están los temas de tus obras con tu vida?
EM: En una obra de arte muchas veces preguntan por la firma del autor, aunque realmente la firma está en todas y cada una de las pinceladas plasmadas en el lienzo; así me siento muchas veces cuando estoy pintando, es como estar escribiendo o contando una historia, siento que entrego y pongo a disposición todo mi ser en este ritual, por lo tanto me auto represento no necesariamente con la fidelidad de la imagen de mi retrato sino con mi esencia y mi sentir. A veces me siento en gamas azules o verdes que vibran con los colores vivos o fluorescentes danzando en ese espacio onírico que voy creando.
PM: ¿Consideras que tu pintura ha sido parte de un proceso de sanación personal?
EM: La pintura me ha permitido llegar a otros mundos, sentirme libre, ser feliz, recordar, soñar, hacer homenajes a diferentes espíritus de plantas, abuelas, elementales, y cada obra me ha permitido sanar, equilibrar mi mundo. Sentirme satisfecha de mis creaciones ha sido maravillo, me trae mucha alegría ser una mensajera con mis obras. Realmente siento que el arte en todas sus formas siempre trae una misión sanadora, nos permite tejer el bonito pensamiento y el sentir del corazón.
PM: El colibrí es un animal que aparece en gran cantidad de tus pinturas, ¿puedes contarnos algo de este animal y de la importancia que tiene para ti?
EM: La presencia del colibrí es abundante en mi territorio, a diario llegan alrededor del taller donde pinto, sus colores son muy atractivos. Alrededor del colibrí hay diferentes historias y augurios, su visita trae mensajes, los abuelos dicen que son los grandes mensajeros porque se pueden comunicar con los seres que ya no habitan en este planeta, es por eso que me gusta mucho tenerlos presentes en mi obra.
EM: Hay una serie de obras llamada Botaman juabn, “pensar bonito”, dedicada a los colibrís. Los llautos o coronas tejidas de colores representan los colores de la naturaleza, de nuestro contacto con la medicina y la madre tierra, el pensamiento tejido entre colores. El colibrí es el mensajero de nuestros ancestros y el caminar de nuestros mayores queda tejido en cada territorio, depende de nosotros continuar con este tejido de vida. Pensar bonito dicen los abuelos, pues estamos escribiendo nuestra propia historia en este universo.
Acrílico sobre lienzo. 87 cm x 109 cm. 2019
“La Ortiga es una planta sanadora, para enseñar y aprender. Es usada para sanar el cuerpo, aliviar los nervios, mejorar la circulación, hace parte de algunas celebraciones como el Atun Puncha en la comunidad Inga. En el proceso de transmisión de valores en las comunidades indígenas esta planta ha estado presente, en el momento de corregir a una persona, es usada como una planta de autoridad”. Eliana Muchachasoy
PM: ¿Puedes hablarnos un poco de las plantas medicinales que aparecen en tus pinturas?
EM: Las plantas medicinales que he pintado han tenido una relación cercana a mí, algunas han estado siempre en la chagra, en los caminos del territorio, en el compartir con abuelas y abuelos sabedores, en la necesidad de alguna curación. He pintado plantas medicinales como lianas de yagé, borracheros o plantas protectoras, caléndula, sauco, ortiga, manzanilla, calambombo, frailejones, entre otros. Así mismo las plantas más conocidas en nuestras chagras como el maíz, papa cuna, tumaqueño, cidrayota, coles. Para la realización de algunas obras he usado hojas de las anteriores señaladas como plantillas obteniendo algunas formas y texturas diferentes.
© Eliana Muchachasoy. Técnica mixta. 200 cm x 250 cm. 2018
“Mujer vida, mujer sanación, poder femenino, abuelita sabia que sembraste tu conocimiento con la esperanza de que florezca en las nuevas generaciones. Hoy tus semillas se tejen en nuestra madre tierra.“ Eliana Muchachasoy
Acrílico sobre lienzo. 125cm x 115cm. 2018.
PM: Hay varios símbolos en tus pinturas, ¿puedes contarnos un poco de ellos?
EM: Algunos símbolos que aparecen en las pinturas surgen de las figuras que se plasman en el telar, como el rombo, que es para nosotros el origen de la vida. El sol, por ejemplo, está representado a través del rombo y sus líneas en la obra “Flores-seremos”, donde pinto sobre cómo nuestros territorios volverán a florecer, porque somos raíces. El pensamiento que sembraron nuestros abuelos en cada planta, en cada alimento, en cada cambio de luna no ha perdido sus raíces, las nuevas generaciones tenemos que permitir que vuelvan a nacer en el Territorio Tamabioy. Así mismo, esta figura aparece en el cuadro “Bëtsësangbe benach”, El camino de mis abuelos, la cual habla de que los territorios son el fruto de las luchas de nuestros mayores, y cuidarlos, protegerlos y conocerlos es nuestro deber. El fruto del futuro tiene la raíz del pasado. Nuestras chagras mantienen la memoria viva del trabajo de nuestros abuelos y abuelas.
Últimamente he estado trabajando algo de muralismo y me gusta mucho plasmar simbología a través de plantillas, es una forma de mostrar en este contexto parte del tejido que plasman nuestros artesanos y artesanas en la comunidad.
PM: La chagra es un tema frecuente en tu obra, ¿puedes contarnos del camino de aprendizaje que se encuentra allí?
EM: La chagra o Jajañ es el espacio donde se siembran los alimentos y las plantas medicinales, es la conexión con la madre tierra, el espacio del compartir, de escuchar las voces de las aves y el espíritu de las plantas. Es el lugar de aprendizaje y transmisión de los conocimientos. En este espacio aprendí a sentir las texturas de las plantas, a ver el milagro constante de la vida que nos brinda la madre tierra, a contemplar amaneceres y atardeceres observando como mi abuela explicaba las horas del día de acuerdo a la ubicación del sol, y la siembra de las plantas de acuerdo a las vueltas de la luna.
EM: Hice una obra titulada “Mujer maíz”. Desde el origen de los tiempos han pervivido mujer & maíz, ambas semillas de vida que cíclicamente se tejen al ritmo lunar. En el vientre del tiempo la semilla del maíz alimentó el espíritu del pueblo indio; la mano de la mujer transformó la semilla sagrada, gracias a ella el maíz se come, se muele, se bebe, se ríe, se canta, se teje, el maíz se sueña. Mujer-maíz, mujer semilla, mujer luna, mujer-madre-hija-abuela, mujer que siembra y enseña a sembrar, mujer que teje su cultura ancestral en el arte diario de vivir, mujer maíz.
PM: Hay ciertos elementos de la naturaleza en tu obra asociados a los ciclos de la mujer, ¿puedes hablarnos de la presencia de estos ciclos en tus cuadros?
EM: En mi obra me refiero constantemente a la mujer como semilla, pues en la poética de la naturaleza, la mujer es portadora de vida, es semilla que a su vez germina y hace crecer la vida en sí misma, es la manera como conocemos la luz, a través de la gestación, y en el arte, el simbolismo de la muerte y la vida son fuerzas constantes en las cuales los artistas debemos movernos, debemos crear nuevos mundos, nuevas miradas, y es en este aspecto donde la mirada del artista se vuelve relevante. El artista debe mirar, observar, ver, y es en la naturaleza donde encontramos los motivos justos para revelarnos, en su observación, detenida, detallada, ahí están las preguntas y las respuestas que desde tiempos inmemorables nos acompañan, y que quizás el arte nos ayude a comprenderlas, a sentirlas, a interpretarlas.
EM: La mujer indígena Camëntŝá, la cual se representa a través de diferentes escenarios donde es protagonista de la cultura viva de su pueblo, es la que se teje con otras mujeres, celebran la vida, unen sus pasos en un solo caminar, siembran, y de esta manera van tejiendo ancestralmente a través del pensamiento y la palabra el territorio indígena Camëntŝá. Las abuelas tejedoras del camino, las mujeres que labran la tierra día tras día acompañadas de la orientación de la Luna y el sol, las abuelas que han pervivido y mantenido sus costumbres pese a un proceso de colonización, las mujeres luchadoras por la vida y el territorio son las mujeres que habitan en mi espacio colorido. Es quizás esta la razón por la cual la mujer es la protagonista de mi obra, la mujer como territorio, lo femenino como lo sagrado y lo humano, la madre tierra como un sentir, como un sueño, como una lucha y una esperanza a la vez. Mujer y territorio en unidad.
EM: Todos somos tejido, en cada momento tejemos pensamiento, tejemos palabra, somos un solo universo. Mi abuela, la mujer que tejió su bonito pensamiento y palabra en mi corazón, la mujer que me mostró la magia de los colores a través de los hilos en el telar, el milagro de la vida constante en su chagra, espacios oníricos a través de sus historias alrededor del fuego, sus creencias y medicinas son recuerdos que llenan de agradecimiento al universo por tener su presencia y compañía en mi formación como persona, mujer, artista, su legado sigue vivo en mis manos, en mi madre, en mi familia. En la obra “Tejiendo buen pensamiento” es la mujer del centro que comparte los hilos de colores con otras mujeres. En varias pinturas he realizado homenaje a las abuelas como mujeres sabedoras, sembradoras. En una obra pinté a mi abuela “Mama Mercedes” como agradecimiento a su legado.
“Mujer Camëntŝá, eres la flor más bella entre las flores, tu sabiduría esta llena de amor, conocedora de las plantas medicinales. De la abundancia del corazón habla tu boca, Madre ancestral, Aslepay ainanokan Mama Merecedes por sanar nuestros caminos y armonizarnos para seguir pensando bonito.” Eliana Muchachasoy
PM: ¿Puedes hablarnos del vínculo entre las imágenes que creas y las visiones que surgen en la ceremonia de Yagé?
EM: La medicina tradicional, específicamente el Yagé hace parte del plan de vida de la comunidad, desde niños nos han compartido esta medicina para tener mayor conexión con lo espiritual, con las plantas y todo lo que nos rodea. Para mí, la medicina ha sido un puente de conexión conmigo misma, de autoconocimiento, de sanación y fortalecimiento espiritual. En mis obras no he realizado una visión de yagé como tal, es mas bien una visión con mi territorio, con la memoria que he venido construyendo y en la que también hace parte esta medicina. Mi obra es un aporte a la memoria colectiva de mi comunidad.
“Sueño entre tus montañas, Sueño entre tus raíces, Sueño en la semilla que germina, Sueño en el agua tranquila, Sueño en el día y en la noche , Contemplando el milagro de la vida”. Eliana Muchachasoy
PM: En tu trabajo, ¿cómo se construye una mirada del territorio desde el pensamiento femenino?
EM: Es un reto constante conmigo misma, con mi sinceridad, al revisar mi historia, mi cuerpo, mi territorio, descubro en él todas las huellas de mis ancestros, en el reposan las manos de mi madre, de mis tías, de mis abuelas, de mis hermanas; la sororidad –como se conoce en occidente– es parte de nuestro plan de vida, hay un sentir femenino en lo colectivo del pueblo camentsá, hay un conocimiento que se trasmite de generación en generación. El tiempo camentsá transcurre diferente, el tiempo en la chagra sembrándose, el tiempo en el fogón es otro, el tiempo tejido deja su huella en el chumbe, que llevamos siempre, o casi siempre en nuestras vestimentas, y en nuestros cantos y danzas que se repiten en el tiempo y en conjunto suenan todas las voces, las antiguas, y las nuevas, mi obra hace parte de este tejido, siento que soy una voz más para este territorio.
… La mirada femenina indígena es entonces, una mirada entre todas, entre las mayoras y las niñas, las nuevas semillas, y en estos territorios siempre cambiantes, y ante nuevos retos, porque en mi cuerpo no solo reposan mis ancestralidades, también existe un riesgo permanente de extinción de mi pueblo, y creo que tiene que ver en gran medida con la pérdida de identidad, y esta identidad femenina indígena lucha por su supervivencia ante el exceso de información que nos desborda en la actualidad. Los medios de comunicación en su globalización ponen en riesgo las particularidades que son en definitiva nuestra esencia. Aun debemos quebrar los “espejos” y ver más los reflejos, en el agua, en el fuego, en el viento, o adentro, muy adentro.
“Empezar de nuevo, como cuando dejamos las malas energías bajo la luz de luna llena, con el poder del agua que sana y nos da la vida. Las plantas sagradas se levantan para sanar y proteger a la mujer que hoy despierta y deja que el latir de su corazón la guíe, su consciencia, su sentir y el amor serán la luz en su camino.” Eliana Muchachasoy
EM: Desde el pensamiento indígena consideramos nuestros cuerpos como nuestro primer territorio y es ahí donde necesitamos seguir sembrando el amor propio, la memoria del pensamiento bonito, del buen vivir, de encontrar la esencia del ser Camentsá. Definiría entonces mi trabajo alrededor de una misión: sensibilizar alrededor de lo femenino, del territorio femenino indígena, como una postura social, política, estética, económica y sobre todo espiritual.
PM: ¿Cómo consideras que tu trabajo contribuye a la transmisión del pensamiento tradicional de la mujer en tu comunidad?
EM: Mis obras, son el resultado de una curiosidad permanente, ir a la academia fue la continuidad de un proceso que ya había iniciado en el territorio, en mi casa, con mi familia. Mi madre y mi abuela suministraron las herramientas, los espacios, las motivaciones necesarias para poder seguir plasmando mi sentir indígena, mi femenino libre; no solo soy portadora de las artes propias de mi comunidad, y las llevo y represento con orgullo y dignidad, sino que a la vez, me adentro a explorar los espacios académicos, estéticos, políticos, espirituales y demás, desde una mirada indígena como mujer. Con diversas herramientas, he logrado reconstruir mi universo simbólico, que siempre me ha acompañado, soy una mujer artista indígena que pinta, que canta, que danza, que teje, que hace video, fotografía, performance, murales y además lidera procesos culturales al interior de su comunidad sin olvidar nunca sus raíces. Aprovechando la oportunidad de ser Mujer Indígena, a través de mis obras, muestro mi universo Camentsá. Sólo espero que este camino, sirva para que otras mujeres puedan caminar el arte desde sus territorios, para que encuentren un plan de vida desde las herramientas artísticas, para que la memoria de mi comunidad y la de otras que están presentes pervivan en el tiempo.
PM: ¿Qué impacto ha tenido tu trabajo y tu liderazgo entre los hombres y los abuelos de tu comunidad?
EM: Cuando empecé a buscar espacios en mi territorio para mostrar mi trabajo pude evidenciar que la técnica de mis propuestas artísticas todavía no había encontrado su lugar para ser apreciado, entonces la tarea se volvió más grande, en mis primeras exposiciones no solo los abuelos sino también abuelas, niños, jóvenes, comunidad en general, no habían tenido la oportunidad de formarse desde las nuevas propuestas de arte, por lo tanto muchas personas no duraban ni un minuto observando una obra y los comentarios no pasaban más allá de decir: está muy bonito.
“Sembrar bonito para cosechar bonito y así florecer en nuestro paso por la madre tierra”. Eliana Muchachasoy
EM: Hoy en día hay diferentes opiniones, que difieren del género, pues hay posturas machistas que a veces emergen de nosotras mismas, y conozco de hombres que en su sentir femenino logran acercarse mejor, por lo tanto, creo que la mirada no depende tanto desde el punto de vista de lo biológico, sino de lo cultural. Si me preguntas sobre la confrontación de modelos de pensamiento femenino frente al capitalismo hetero-patriarcal, entonces, mi respuesta seguiría siendo, que mi trabajo es mi plan de vida, y que en mi territorio, como en muchos, también hay desarmonización entre las fuerzas femeninas y masculinas, y que se ha incrustado en lo más profundo el desconocimiento de nuestros derechos como mujeres, como indígenas, y más aún como artista, pues en muchas ocasiones la cultura es un privilegio, la mujer en mi comunidad ha venido ganando diferentes espacios que le han permitido empezar a ser visibilizada, la lucha por la reivindicación apenas comienza. Mi trabajo es coherente con la naturaleza del arte, para generar cambios, se deben buscar nuevos caminos, el arte es el vehículo de la cultura.
“Madre tierra, abrázame con tus colores, con dulces cantos ¡abrázame! Yagecito sáname con tus colores, con dulces cantos sáname. Que la medicina siga perviviendo para sentir su fuerza en nuestras raíces, para crecer, para sanar, para florecer, para vivir”. Eliana Muchachasoy
PM: En tu obra hay una exploración muy interesante con el color y la fluorescencia, ¿puedes contarnos sobre estos colores y experimentos con la luz?
EM: Como artista, creo que me defino como artista endémica, y esta particularidad esta expuesta en mi obra. Cada detalle que pinto me es familiar, me es cercano, y no solo en el mundo físico, hablo también de lo onírico, hablo de lo espiritual y sobre todo, me refiero a la cosmovisión que como ser que pertenece a un pueblo andino amazónico contiene. Es en estas visiones donde logro claramente percibir mi universo de colores, y me atrevo a decir, que es limitado el sustrato, pues los colores y formas que aún no logro describir en mis obras aun vive en esas experiencias, experiencias que no son aisladas, pues las plantas medicinales que hacen parte de la ritualidad de mi pueblo, se acompañan con bailes, con cantos, con música, es toda una ceremonia que trasciende el razonamiento. Es desde esta abstracción que desborda todos los sentidos desde donde viene mi luz, y apenas pareciese ser un recuerdo, como un sueño lo que pinto en mi ser, para luego ser llevado a la plástica, a la música, a la imagen.
(…) En el aspecto técnico, mi paso por la academia de la mano de mentores y amigos artistas, que aun en la actualidad me acompañan en esta exploración del color, ha sido mi base para consolidar eso que ya sabía desde niña, que los colores camëntsá, son más vivos, más vibrantes. El cómo usamos los colores es algo que nos caracteriza de los demás pueblos, la pinta [la visión que cura] tiene mucho que ver en la manera de como percibimos el mundo.
“Una mirada para sanar, una mirada a través de la medicina, con el espíritu de las plantas, las melodías de cada ser. La bendición del universo, estás aquí, estoy aquí. Honrando mi territorio, mi cuerpo, mi memoria, el tiempo y todos los seres que me han construido.” Eliana Muchachasoy
EM: En el arte contemporáneo, obras del maestro Carlos Jacanamijoy, Luis Tamani, Alex Grey, Jeisson castillo, las maestras María Theresa Negreiros, Olinda Silvano, por mencionar solo algunos ejemplos, han sido influencia en el trabajo de la luz como parte de una visión, de un propósito que trasciende lo estético; pintar la luz, la luz interior, pintarla para verla, pintar la luz de las personas, pintar su aura, su sentir, mi sentir, es la magia que me atrapa en cada lienzo. La fluorescencia de los colores es como muchos de los puntos que inician en una pinta con yagecito, en estos colores he encontrado una cercanía a lo ceremonial, un despertar que ocurre y atrapa en el momento que hace reacción con la luz ultravioleta. Cuando siento que he finalizado una obra me encanta llegar a esa sorpresa divina de la transformación de los trazos de colores que tienen en la oscuridad con la otra luz.
PM: ¿Hay alguna maestra que te haya inspirado particularmente?
EM: Cuando conocí la obra de la Maestra Olinda Silvano del pueblo shipibo sentí una gran admiración por su trabajo, no solo artístico sino desde su gestión como mujer, el tejido que ha fortalecido con otras mujeres de su comunidad me llenó de mucha esperanza, su trabajo me inspiró a continuar con más fuerza en mi proceso.
PM: ¿Qué otros medios artísticos has explorado y cómo han influido en tu obra?
EM: En la academia adquirí diferentes herramientas que me han permitido seguir explorando la imagen; la pintura, la fotografía, el audiovisual, el muralismo, la ilustración y la música han sido los campos en los que me he encontrado en mayor conexión. Esta exploración me ha permitido tejerme con mujeres, niñas, madres, abuelas, jóvenes de mi comunidad. Es a través de la fotografía y el video donde también he logrado ser la voz de otras mujeres, por medio de sus cuerpos, sus expresiones faciales, sus miradas, sus danzas, sus cantos, sus tejidos, cuando quedan atrapados en la imagen, cuando están en movimiento atravesando el lente, me ha impactado encontrarme y reconocerme en ellas, sentirme mujer camëntsá y ver la necesidad de fortalecer nuestra identidad y cuidar nuestro territorio, nuestros cuerpos. Despertar otras miradas a través de la fotografía ha permitido llevar la imagen a diferentes puntos de reflexión dentro de la comunidad, a ver con mas profundidad el estado del arte dentro de este territorio.
(…) Cuando la gente visita nuestro territorio logra apreciar que el arte mantiene viva la esencia de las comunidades que lo habitan. Hay familias que se dedican de lleno al tallado, al tejido en telar, en hilos, a la música. En este relato hago un pequeño paréntesis agradeciendo al universo y al territorio por lo bello de la música. Hace varios años venía sintiendo un llamado sonoro y hoy he tratado de acercarme a ese llamado a través del aprendizaje de un instrumento como la guitarra, y he encontrado mucha sanación en la música y me he permitido compartir estos sentires con otras mujeres. Hace dos años venimos tejiendo melodías y cantos en un grupo que conformamos con algunas mujeres de mi comunidad, el grupo musical JASHNÁN que traduce “para sanar”. Como una forma de entender la sanación a través de cantos agradecemos a la madre tierra por la vida, a los elementales, a nuestros taitas y abuelas.
PM: ¿Cómo impacta tu trabajo el tejido de tu comunidad?
EM: Siento que el arte es una siembra constante, es una responsabilidad de continuar con el tejido que iniciaron nuestros ancestros. Hoy en mi comunidad mi trabajo tiene un mayor reconocimiento y a la vez se ha convertido como un referente para el fortalecimiento de la identidad de la comunidad. Existen muchas propuestas artísticas desde los territorios que necesitan ser visibilizadas para que el mundo entero conozca sobre su existencia, su cosmovisión y sus problemáticas. Es así como sentimos la necesidad urgente de tener este espacio llamado BENACH GALERIA DE ARTE.
PM: Cuéntanos sobre la propuesta e historia de la galería BENACH…
EM: En este proceso artístico me he preguntado ¿para qué? ¿Para quién? ¿Y por qué quiero hacer arte? En mis viajes he visto el arte de muchas comunidades en medio de los museos, en las grandes ciudades donde pocas personas de la ruralidad tienen acceso; al arte, la experiencia del arte es para unos pocos. A partir de estas experiencias es como surge la necesidad de mostrar arte dentro de mi territorio, y de esta manera darle la oportunidad a mi comunidad de poder apreciar las diferentes propuestas de los artistas locales, crear el público, crear el espacio para pervivir, para vivir un plan de vida comunitario a través del arte. Creo que de esta manera hacemos un aporte valioso a la memoria colectiva de la comunidad, seguir tejiendo comunidad y territorio.
EM: BENACH en lengua camëntsá traduce camino. Como artista mi plan de vida está ligado al arte y es el camino que me ha permitido seguir siendo la voz de mi territorio. Durante mi proceso artístico tuve algunos momentos difíciles, inicialmente no existía un reconocimiento hacia mi trabajo y es precisamente porque no había tenido la oportunidad de exponer mi trabajo en el Putumayo, pues no existía este tipo de espacios que promovieran el arte. Benach es ese espacio que permite promover el arte local. Ahora, los niños, niñas y jóvenes están recibiendo mucha información a través de las redes y los medios de comunicación, y toda esta información hace parte de la construcción de su identidad, de sus valores y principios. Partiendo de esta reflexión con el compañero Alberto Velasco decidimos darle forma a esta iniciativa para seguir tejiendo el arte con la comunidad.
(…) Benach ha sido un camino que ha permitido fortalecer el tejido artístico, cultural, gastronómico y económico en el territorio. Hoy tenemos en Benach diferentes emprendimientos que se están llevando a cabo en el territorio, formas de manejar una economía circular y apoyar la economía local. Hemos realizado varias exposiciones individuales y colectivas con artistas locales e invitados, y algunas instituciones piden estos espacios para mostrar a sus estudiantes los trabajos que se están exponiendo, entendiendo así que el arte nos permite educarnos.
“Nuestro territorio siempre nos une. Somos la memoria viva de un pueblo. Somos presente, pasado y futuro.” Eliana Muchachasoy
EM: Así mismo el arte como un camino de transformación social también permite que el plan de vida de niños, niñas y jóvenes de las comunidades encuentren una forma de expresarse y de vivir a través del él de una manera sana. Es necesario seguir tejiendo la palabra y el pensamiento de los mayores a través del arte para que su legado continúe en las nuevas generaciones. El sueño de Benach inició hace varios años pero tomó forma desde hace dos años y medio donde continuamente aprendemos, exploramos, compartimos, y apreciamos otros mundos posibles.
PM: Hace un año ocurrió un incendio en la galería, y tengo entendido que hubo un proceso de recuperación de este espacio muy rápido debido a la colaboración de muchas personas, ¿puedes contarnos del aprendizaje detrás de este proceso?
EM: El 4 de diciembre de 2021 un corto circuito ocasionó un gran incendio en toda la galería, que ocasionó la pérdida casi en su totalidad de cosas materiales e infraestructura. Sentimos que fue la muerte de Benach al ver todo el espacio en llamas. Tuve una crisis nerviosa por todo el impacto, y me quedé únicamente con la ropa que tenía puesta. La bonita sorpresa y el ánimo de levantarme nuevamente con este proyecto fue la energía de la gente que había estado en Benach, la gente del territorio y de otros lugares empezaron a pedir que vuelva la única galería de arte, que realmente era un espacio muy importante y necesario para el territorio. Fue entender que a través de este lugar se hizo una siembra relevante. Nos empezamos a organizar y a realizar diferentes actividades para recolectar fondos, los artistas locales, grupos juveniles, allegados y comunidad en general apoyaron de muchas maneras. Realmente fue el arte el que ayudó a levantar Benach, hicimos rifas de cuadros, compartires musicales, de gastronomía, mingas, trueques, y con el apoyo de las personas de otros lugares logramos levantar el espacio para abrir las puertas al público después de 34 días de trabajo arduo. No nos hemos repuesto en su totalidad desde lo material, pero la satisfacción más grande es poder continuar tejiendo el arte en este territorio aportando a la memoria colectiva de las comunidades. Hoy el tejido ha ido creciendo en Benach, tenemos alrededor de 29 emprendimientos que surgen en la región y el nombre de Benach es conocido por su valor cultural.
Más sobre Eliana Muchachasoy Chindoy, su arte y la galería Benach
- Trabajo audiovisual “Mujer y territorio”
- Canción “Abrazo de color” de la agrupación Jashnan.
Sobre Paula Maldonado
Paula Maldonado estudió filosofía en la Universidad Nacional de Colombia y se graduó de la maestría en Estética e historia del arte de Paris 8 (Saint Denis Université) con la tesis “Clichés de América, la impresión de los imaginarios del poder”. Ha trabajado como profesora, investigadora, curadora y coordinadora de seminarios y talleres en distintos contextos y escenarios. Se interesa particularmente por los múltiples vínculos entre el arte y la cosmopolítica, la investigación sobre el arte en Latinoamérica, la antropología de la imagen y los estudios poscoloniales, la pedagogía y el trabajo con comunidades, y la creación trans-disciplinaria y colectiva.
Eliana Muchachasoy y Paula Maldonado © Siwar Mayu ~ Febrero de 2023