Resiliencia. Marcie Rendon

© jaida grey eagle

 “Resilience”, y “What if I never said” © Marcie Rendon

“Resiliencia”, y “Y si nunca dijera…” © Traducción de Andrea Echeverría

 

Marcie Rendon es una dramaturga, poeta y narradora integrante de la nación Anishinaabe White Earth (“Tierra Blanca”). Como activista de las artes comunitarias, Rendon ayuda a otros artistas y escritores indígenas a encontrar su propio medio de expresión artística, y es invitada con frecuencia a universidades y grupos comunitarios para hablar sobre su identidad, su liderazgo y su escritura. Rendon es una autora galardonada de una nueva serie de novelas de misterio y crimen, y también es autora de un extenso cuerpo de obras de ficción y no ficción. Rendón, la mente creativa detrás del Raving Native Theatre, también ha sido curadora, junto a tres artistas de Anishinaabe, del performance Art Is… Creative Native Resilience, que se estrenó en TPT (Twin Cities Public Television) en junio de 2019. En 2018, Rendon fue reconocida como “50 over 50 Change-maker” por la oficina Estatal de Minnesota (MN AARP) y POLLEN MIDWEST (ONG de Minneapolis). En 2017, Rendon y Diego Vázquez recibieron la beca “Loft Spoken Word Immersion Fellowship” por su trabajo con mujeres que han sido encarceladas. 

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“Resilience”. Living Nations, Living Words – online map and recordings from 47 contemporary poets Anthology, edited by poet laureate Joy Harjo, WW Norton, 2020 © Marcie Rendon

Resiliencia

Mi madre, en séptimo grado, huyó de un internado de Dakota del Sur para regresar a White Earth en una época anterior a las autopistas interestatales, los teléfonos celulares y los mapas de Google. Esa determinación y amor a la vida es la resiliencia.

Un padre indígena  sentado en Perkins, después de hacer un turno nocturno, junto a un niño de dos años en su pequeña silla, explica que la madre del bebé, que él no sabía que existía, apareció en su puerta y dijo: “Toma, he hecho esto durante dos años, ya terminé. Él es tuyo”. El padre no dudó en hacer lo correcto. Eso es resiliencia.

La mujer a la que el servicio de protección de menores se llevó a su hijo porque estaba atrapada en el ciclo de la adicción y la vida en la calle. Enviada a prisión. Pasó cinco años en rehabilitación, asistiendo a reuniones, solicitando a la corte la custodia de su hijo contra viento y marea. Eso es resiliencia.

La poeta, quien no tuvo una vida tan fácil al crecer en Oklahoma. La resiliencia le dio palabras para escribir, es ahora una poeta laureada en Estados Unidos. La resiliencia también le dio la música en su corazón, la cual emana de su saxofón, sanando los corazones de quienes la escuchan.

Un artista indígena  que vivía en la calle recolectó lápiz labial y sombra de ojos desechados para crear pinturas dignas de una galería. Crear belleza a partir de desechos de belleza. Eso es resiliencia.

Mi padre, junto a miles de otros padres, durante más generaciones de las que queremos recordar, se sentó solo, sin cambiar de residencia, esperando, esperando, esperando que regresaran los niños. Eso es resiliencia.

Los hombres que fueron a la cárcel, que de alguna manera salieron y comenzaron negocios, que crearon familias y aceptaron trabajos muy por debajo de su nivel de habilidad; quienes se convirtieron en dueños de baños tradicionales con vapor de piedra, danzantes  del sol y portadores de pipas. Eso es resiliencia.

Los niños, criados en familias externas a la comunidad, que siguiendo el espíritu de su corazón para regresar a casa, enfrentaron el rechazo, el ridículo, el cuestionamiento de su identidad, pero que permaneciendo, se convirtieron en uno con la comunidad, uno con su tribu. Eso es resiliencia.

Las madres, que, con o sin vergüenza, han hecho fila en organizaciones de caridad para recibir juguetes baratos, filas para recibir alimentos, que se sientan en las oficinas de asistencia social una y otra vez porque es un modo de mantener a la familia. Eso es resiliencia.

Nuestros parientes que nunca dudan en ir a la guerra, guerras que nunca son nuestras. Descifradores de códigos en las guerras mundiales, ratas de túnel, francotiradores, los que encabezan las filas, médicos. Mueren peleando porque eso es lo que hacemos. O llegan a casa y esconden el dolor lo mejor que pueden y llevan banderas en la Gran Entrada. O no. Eso es resiliencia.

Personas que dan más de lo que reciben. Madres que aman a sus hijos, padres que se quedan. Abuelos que cuidan niños, incluso en sillas de ruedas.

Creamos belleza a partir de desechos. Mantenemos los automóviles ensamblados con cinta adhesiva. Trabajar en cualquier empleo y vender tejidos con chaquiras por dinero en efectivo para “hacer unos pesos más”. Freír el pan aunque sabemos que no es bueno para la diabetes pero sí para el espíritu.

La resiliencia consiste en tomar decisiones que benefician a todos en lugar de sólo al individuo. Es levantarse y poner un pie delante del otro, incluso cuando no quieres. Esta es nuestra resiliencia.

y si nunca dijera….

y si nunca dijera nada más
      	pero me sentara en silencio
               fumando cigarrillos sin filtro
               tomando café colombiano
sosteniendo nieto tras nieto
en un regazo cada vez más enjuto, cada vez más huesudo con la edad
 
 y  si nunca escribiera otra palabra
pero llenara mi corazón de belleza
      	sentada en silencio envuelta en la niebla
     	mientras las tormentas eléctricas me sacudieran hasta los huesos
     	y corrientes de rayo
     	conectaran las ondas cerebrales/ las ondas de pensamiento 
      	a los espíritus bailando en la orilla
 
 te enloquecería mi silencio

Más sobre Marcie Rendon

Sobre la traductora

Andrea Echeverría Langsdorf es profesora asociada en Wake Forest University y obtuvo su título doctoral en Literatura Latinoamericana y Estudios Culturales en Georgetown University. Es autora de Yeyipun en la ciudad. Representación ritual y memoria en la poesía mapuche (Editorial Universidad de Guadalajara, 2021) y El despertar de los awquis: migración y utopía en la poesía de Boris Espezúa y Gloria Mendoza (Paracaídas Editores & UNMSM, 2016), así como de varios artículos de investigación publicados en revistas que incluyen Latin American and Caribbean Ethnic Studies, Latin American Research Review y la Revista Canadiense de Estudios Hispánicos. Actualmente escribe un libro que estudia el arte visual mapuche.


nila northSun. Instantáneas

Nila Northsun, de ascendencia Shoshone-Anishinaabe, nació en Shurz, Nevada y se crió en la Bahía de San Francisco. Completó su licenciatura en arte en la Universidad de Montana-Missoula. Algunos de sus volúmenes de poesía son Diet Pepsi y Nacho Cheese (1977), Small Bones, Little Eyes (1981, con Jim Sagel), la antología A Snake in Her Mouth (1997), y Love at Gunpoint (2007). En 1980, Northsun también publicó After the Drying Up of the Water: A Tribal History of the Fallon Paiute-Shoshone. En 2000, Northsun recibió el Premio Silver Pen Amigos de la Biblioteca de la Universidad de Nevada, y en 2004 recibió el Premio de Literatura Indígena ATAYAL. Actualmente vive en la reserva indígena Stillwater en Fallon, Nevada, donde trabaja como redactora de becas y proyectos. Nila ha compartido los siguientes poemas con Siwar Mayu. Si bien “Falling down to bed” y “The coat” son poemas conocidos dentro de su obra (ver el video abajo), aquí es la primera vez que se traducen al español. Los otros cuatro poemas son inéditos. Un tono conversacional, íntimo y sarcástico se mantiene a lo largo de la poética de Northsun. Sus versos cuestionan las ideas románticas sobre la indigeneidad a través de viñetas cotidianas en la reserva. 

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carro de la reserva * 

siempre es una cosa 

o la otra 

carburador este mes 

radiador quemado el siguiente 

llantas lisas por supuesto 

pintura descolorida y capa brillante resquebrajada 

por no tener garaje 

una grieta tan larga en el parabrisas 

que te da miedo de meterlo 

en uno de esos lavaderos automáticos 

con esos cepillos gigantes giratorios 

pero tiene una trenza de pasto dulce 

en el tablero 

un cenicero lleno de salvia blanca 

una pluma de águila colgando del 

espejo retrovisor 

y algún tipo de calcomanía con símbolos indígenas 

en la ventana trasera 

tu viaje está “protegido” 

de todo menos 

de la falla mecánica. 

~~~ 

* Las reservas son territorios designados por los gobiernos de los Estados Unidos y Canadá a ciertas naciones y comunidades indígenas, principalmente las que firmaron tratados con la corona inglesa o con el gobierno de Washington. Es decir, todavía hay comunidades que viven en territorio no-cedidos a los colonos. Debido a los desplazamientos forzados durante la expansión colonial (como en la década de 1830), muchas comunidades tuvieron que dejar su territorio ancestral, y reubicarse a la fuerza en estas reservas. Hasta el día de hoy su soberanía es limitada, en tensión con el gobierno federal o estatal (Nota de los traductores)

cayendo sobre la cama 

yo acostumbraba mirar con asco 

a esos indios tirados por ahí 

sobre la tierra o el pasto 

perdidos de borrachos 

sus cuerpos ensuciando 

las plazas del pow wow * 

o los parques de la ciudad 

acostumbraba mirar sus cuerpos tronchados 

echados al sol del mediodía 

durmiendo aun donde 

habían caído 

pero una una vez 

fui al 49 

después del pow wow 

y me emborraché toda hecha mierda 

y me puse somnolienta 

y caí sobre la tierra del estacionamiento 

se sentía bien 

la tierra estaba limpia en la oscuridad 

las estrellas vibraban arriba 

el aire de la noche era acogedor 

“levántate levántate” me dijeron 

“no no déjenme acá 

quiero dormirme acá” 

afortunadamente me metieron en 

un coche 

o yo hubiera sido 

el indio borracho que alguien miraba 

con asco 

al menos ahora 

cuando los veo 

entiendo.

~~~ 

* El pow wow es una fiesta comunitaria y ritual que celebran algunas comunidades indígenas del norte de Abiayala (las Américas). Ritmos, bailes, cantos e historias se recuerdan durante varios días. Es tiempo para socializar, reencontrarse con familiares, amigos, y conocidos de comunidades vecinas (nota de los traductores).

El abrigo 

su abrigo colgado en el armario 

el abrigo que usaba 

en funerales 

y comparecencias en la corte 

ese abrigo oscuro y sombrío 

esperando su regreso 

como nosotros 

nunca entendiendo realmente 

sus largas ausencias 

en la cárcel 

o simplemente de fiesta en otra ciudad 

con otra mujer 

y los días se convirtieron en años 

hasta que lo único que nos quedó 

fueron fotografías descoloridas 

y su abrigo en el armario.

Mira a nila northSun leyendo en inglés “The Coat” (“El abrigo”), “Falling Down to Bed” (“Cayendo sobre la cama”), y “The Art of Living Poorly”

Cásate conmigo o me suicido 

Tenía este amigo 

desde la prepa 

que veía quizás 

una vez cada 5 años 

era parte de la comunidad 

y la última vez que lo vi 

ya en sus 40s 

me dijo que quería estar casado a los 50 

pero no con una mujer blanca 

como las solía atraer 

sino con una mujer de la comunidad 

así cuando estuviera en ceremonia 

ahí estaría su mujer indígena 

esperándolo 

trayéndole comida 

haciéndolo sentirse orgulloso 

si no me he casado me dijo 

para cuando cumpla 50 

me voy a suicidar 

¿entonces… 

serías mi esposa?

walmart 

finalmente helo ahí 

al otro lado 

de la autopista 

ubicado sobre nuestro territorio ancestral 

nuestra pobreza se ha acabado 

recibimos todos los impuestos adquiridos por las compras 

a parte del alquiler del terreno 

es un hecho 

nuestra tasa de desempleo 

bajará 

una abuela te saluda a la entrada 

su cabello blanco resplande 

ante el azul de su 

delantal de walmart 

me sonrie y 

dice “bienvenida a walmart” 

el salario mínimo es 

mejor que nada. 

Envoltorios de medicina. Para cheri 

Mientras nos sentábamos alrededor de la mesa haciendo 

Pequeños envoltorios amarillos de tabaco, cedro, 

Y salvia blanca atados con un hilo rojo para ayudarle a ella 

A pasar en paz 

Hablábamos de cómo ella era 

la primera entre nosotros en averiguar cómo es la muerte 

¿Es ir al cielo y conocer a dios? 

¿Reencarnarse en otra cosa? 

¿La nada? 

¿Habrá fantasmas y espíritus? 

¿Se convertirá ella en energía que flota 

con los dinosaurios? 

¿Se juntará con las estrellas en el universo? 

Y entonces la de 10 años dijo: “qué suertuda”.

Más sobre Nila NorthSun

http://nativeamericanlit.com/northSun.html

Sobre Los Traductores

Juan G. Sánchez Martínez nació en Bakatá, en los Andes colombianos. Dedica su escritura creativa y académica a las expresiones culturales de los pueblos indígenas y a sus modos de estar en el mundo. Su libro de poesía, Altamar, fue galardonado en 2016 con el Premio Nacional de la Universidad de Antioquia en Colombia. Su último libro de poesía es Bejuco (Edición de autor, 2021). Actualmente es profesor asociado en los departamentos de Lenguas y Literaturas, y Estudios Indígenas en la Universidad deCarolina del Norte Asheville. 

Felipe Q. Quintanilla es profesor asistente de Estudios Hispánicos en Western University (Ontario, Canadá), donde su investigación y docencia abarcan una amplia gama de temas y géneros como: la historia oral de la posguerra salvadoreña; género y sexualidad en el cine y la literatura latinoamericanos contemporáneos; la representación de los latinxs estadounidenses en los medios populares de comunicación; así como la traducción literaria español-inglés. Sus trabajos creativos se han incluido en varias antologías impresas y en línea. Fue coeditor del Mensaje Indígena de Agua (2014), antología trans-indígena que reúne pensamientos, versos, cuentos, poemas y reflexiones desde perspectivas ancestrales sobre el agua.


INGESTA | archivo digital/encarnado: Uaira Uaua (Benjamín Jacanamijoy Tisoy)

Uaira Uaua / Benjamin Jacanamijoy Tisoy

En Búsqueda de la Flor del Vientre © Uaira Uaua. Intervención fotográfica

Presentación y comentarios por Miguel Rojas Sotelo. Chapel Hill. Agosto de 2021

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Para los pueblos andinos y del piedemonte amazónico del suroccidente colombiano, caminar | purij es una metáfora de la vida. Caminar implica una acción corporal en relación con el medio en el que se habita; para los oralitores  y movimientos sociales de la región, la palabra “camina” es  también como se describe a la minga (palabra en movimiento).

El artista e investigador Inga, Benjamin Jacanamijoy Tisoy (1965), Uaira Uaua (hijo del viento en Quechua), hace parte de una familia de gran tradición en Sibundoy (Santiago Manoy,Putumayo). Uaira es heredero de un Taita (chamán) reconocido por el manejo de las plantas de conocimiento, en especial el yagé, y de una madre heredera de la tradición, tejedora y sanadora. (1) Uaira Uaua afirma que para romper con el sumaj kaugsai llullaspalla (bien vivir solamente con mentiras) y pasar al sumak yuyai (pensar bonito), que es una dimensión del Sumak Kausay (buen vivir), es necesario poner en práctica la palabra en movimiento, en pensar/hacer bonito.  Desde principios de la década de 1990 su trabajo se basa en contar una historia propia, desde prácticas relacionales, situadas y contextuales de su pueblo en conversación con disciplinas como el diseño, la etnografía, la etnobotánica, las artes visuales y la literatura.

(1) De niño, “recorrió con Mama Conchita, su abuela, Mamá Mercedes, su madre, y Taita Antonio, su padre, los caminos ancestrales de los espíritus de las plantas en los campos floridos de cerros, valles y praderas en su lugar de origen, el Valle de Sibundoy”. (Rodriguéz-Mazabel, 2011, pp 191.)

Recientemente, el medioambiente se define como un sistema dinámico determinado por las interacciones biológicas, sociales y culturales. Por lo tanto, la naturaleza y el ambiente se constituyen en sujeto de derechos jurídicos fundamentales que deben ser establecidos para garantizar sus capacidades como ser vivo bajo los preceptos de relacionalidad, correspondencia, complementariedad y reciprocidad (Ávila-Santamaría 2011). De acuerdo con Ángel Maya (1996), la problemática ambiental es el precio que el hombre tiene que pagar por su desarrollo tecnológico, es decir, es el complejo de relaciones entre el ecosistema y la cultura, la cual depende básicamente de las formas tecnológicas y culturales de adaptación del hombre. Para las comunidades Inga, Cámëntsá y Quillasinga (que comparten una geografía y una base lingüística quechua) esas relaciones se dan de forma armónica con el territorio. Sobre el caminar la palabra y el bonito pensar y hacer, el oralitor Camëntsá Hugo Jamioy Juagibioy (2) nos recuerda:

Botamán cochjenojuabó

Botamán cochjenojuabó…
chor, botamán cochjoibuambá
mor bëtsco,
botamán mabojat ̈sá. 

Bonito debes pensar  

Bonito debes pensar…
luego, bonito debes hablar.
Ahora, ya mismo,
bonito empieza a hacer
(2) Hugo Jamioy Juagibioy (1971) -Bëngbe Wáman Tabanók (Nuestro Sagrado Lugar de Origen), Valle de Sibundoy, Putumayo, Colombia. Poeta, narrador e investigador de la oralidad y el pensamiento indígena colombiano y americano. Activista por los derechos fundamentales de su pueblo, el pueblo Kamëntzá (Kamsá), cuyas actividades centrales son la agricultura, la medicina, la música, el tejido y el tallado. Entre sus libros de poesía encontramos: Mi Fuego y Mi Humo Mi Tierra y Mi sol (1999), No Somos Gente (2000) y Bínÿbe Oboyejuayëng | Danzantes del Viento (2010).

De la producción artística de Uaira Uaua se ha escrito en cierta extensión (Triana 2020; Hirano 2019; Rojas-Sotelo 2021, 2019, 2017; Rodriguez-Mazabel 2011; Montañez 2001), además Uaua es él mismo investigador, y se distingue por su trabajo teórico y de diseño sobre el Chumbe (Jacanamijoy-Tisoy 1993, 2017), el tejido de bandas ideográficas protector de la fertilidad de la mujer Inga. De unos diez centímetros de ancho por tres o cuatro de largo es como un libro ideográfico investido de poder y conocimiento, por ende un constructor de mundos. (3) 

(3) Vemos una tradición similar en la cultura Shipibo-Konibo del Amazonas, recientemente cultoras como Olivia Silvano y Chonon Bensho se refieren al Kené, como una forma de escritura. Ideo-grafías y diseños de un mundo que se constituyen como alternativa y paralelo al archivo occidental. Esta tradición de tejido, el Kené, es producido e incorporado (los diseños eran antes pintados sobre el cuerpo como en el caso de la mola Gunadule) como una doble piel, se convierte así en archivo encarnado en los Shipibo. El Kené, como lo dice Olivia Silvano, es “el plumón del mundo”, una planta con la que se escriben mundos. Uaira define el Chumbe como una forma ideo-gráfica poética y estética de creación del mundo.

Uaira Uaua ha dedicado gran parte de su trabajo a reconocer, valorar, investigar y difundir esta práctica ideo-gráfica/tejida e investida de las mujeres Ingas, Camëntsá y Quillasingas, y la ha llevado a la base de su exploración artística (incluso haciendo homenaje en la fachada del edificio Colpatria en Bacatá en 2015 en su obra Kaugsay Auaska: Tejido de Vida – Auaska Nukanchi Yuyay Kaugsaita: Tejido de la Propia Historia).  El chumbe es sustentador de una cosmovisión que pasa de generación en generación en las manos de mujeres, como forma alternativa de producción de archivo (investido), y como alternativa económica de las mujeres indígenas. Además es fuente de gran parte del trabajo artístico tanto de Uaua como de otros artistas de la región (caso Rosa Tisoy, Inga y Julieth Morales, Misak). Otro de los temas de su producción investigativa y ahora artística es la chagra. (4)

(4) La chagra es un espacio en el cual se da un tipo de agricultura original y tradicional a través del manejo de gran cantidad de especies de plantas y mediante la crianza integral, interactuante y sostenida de los diferentes elementos del paisaje natural, satisfaciendo así necesidades alimenticias y de materias primas de la comunidad Inga… Las semillas utilizadas por los taitas y sabedoras, son en su mayoría semillas criollas conservadas en la chagra, tales como: papa, fríjol, habas, cubias, verduras y hortalizas en general, las medicinales y mágicas. En cuanto a la cría de animales, en la chagra se crían pollos de corral, gallinas de campo, cuyes, conejos y cerdos, los cuales a su vez son alimentados con hierbas de la misma chagra. La siembra en la chagra es realizada en eras, aprovechando así los diferentes espacios. La tenencia de la tierra es familiar. Manejan el agroecosistema de chagra tradicional basado en el conocimiento de las diferentes fases de la luna y de las épocas climáticas… los insumos empleados son de tipo orgánico, provenientes de los excrementos de los animales criados en la chagra, también de la hojarasca combinada con ceniza y utilizada como abono… La chagra es un sistema basado en el reciclaje, todos los residuos orgánicos son incorporados al suelo, restituyendo los nutrientes absorbidos por las plantas. (Rodríguez-Echeverri, 2010, pp 317).
Uaira Uaua (octubre, 2015). Kaugsay Auaska: Tejido de Vida – Auaska Nukanchi Yuyay Kaugsaita: Tejido de la Propia Historia [Sistema de iluminación exterior, Torre Colpatria, Bogotá/Bakatá]. Obtuvo la Mención Honorífica en el VIII Premio Luis Caballero. Cortesía del artista.
Símbolo de la chagra en el chumbe © Uaira Uaua
Chakruna Kindi / Chagra de Colibrí © Uaira Uaua. Intervención fotográfica. 70×70 cm. 2020.

Ser planta 

Situadas en la base de la cadena trófica, las plantas comprenden la mayor diversidad y cantidad de la vida en el planeta. Son, además, fuente directa de alimento para la mayoría de los seres vivos, los herbívoros e, indirectamente, para prácticamente todos los heterótrofos. Las plantas son sésiles (sedentarias), pero no son inermes; al contrario, son sensibles y poseen sistemas de defensa, desplegando un formidable arsenal físico/químico que refuerza sus barreras naturales de tipo mecánico (Fenoll 2017).

Sumay Yuyau Vinankuna / Vinanes del Pensar Bonito para reanimar el espíritu de una persona
© Uaira Uaua. Manoy, Valle de Sibundoy, Putumayo. Intervención fotográfica. 2020.

Espinas, pelos y una resistente cubierta llamada cutícula y constituida por fibras de poliésteres (bioplástico) impregnadas de ceras hidrofóbicas, son suficientes para desanimar a algunos. Las plantas producen fenoles, taninos, flavonoides, terpenos, alcaloides, glucósidos cianogénicos (químicos como sistema de alerta y defensa). Carmen Fenoll (2017) explica cómo muchos de estos compuestos son microbicidas o fungicidas y otros actúan contra los animales como tóxicos cardíacos (la digitalina), agentes psicotrópicos (los opiáceos), citotóxicos (el taxol) o alucinógenos (el estramonio). Las plantas también producen proteínas defensivas, como enzimas que refuerzan la pared o generan especies reactivas de oxígeno, quitinasas antifúngicas o inhibidores de proteasas digestivas de insectos. Desde los años 1970 se estudia la dimensión sensible de las plantas (Tompkins & Bird 1973), cómo se comunican a través de sus extensas redes subterráneas (vía enzimas y pulsos eléctricos) y simbióticas, liberando compuestos orgánicos volátiles que alertan a otras partes de la planta o incluso a otras plantas próximas, induciendo sus defensas. Al ser herida la planta produce alcoholes como forma de autocuidado, incluso otros aromas ahuyentan al atacante o atraen a sus depredadores. 

La visión del universo por parte de las tres etnias que habitan el Valle de Sibundoy, (Putumayo, Colombia), la gran botica Andino-Amazónica, se condensa y se particulariza en una visión en la que se habla de un ser supremo (espíritu), quien entrega energía a la creación entera; a través del “Padre Sol”, la energía suprema llega a la “Madre Tierra”. El etnobotánico Rodríguez-Echeverri (2010) explica cómo ésta la canaliza para parir el mundo vegetal, plantas alimenticias, medicinales y de conocimiento, estas últimas consideradas madre de todas las plantas. La “Madre Tierra” fecundada por el “Padre Sol” da al mundo animal (incluido al hombre), alimento, vestido y medicina (2010: 320).  En toda la obra de Uaira Uaua hay una atención especial a las plantas, su trabajo va más allá de las meras búsquedas estéticas, “se consolida en imágenes en yuxtaposición, compendios de texturas, tejidos, trenzas, como si fuera un ‘chumbe’, fragmentado en sus partes, catalizando y transmitiendo la memoria de los estados integrales de cognición. De ese modo, el contacto con su obra nos permite percibir cuán elemental es estar en armonía con la naturaleza, pues Uaua logra producir un entretejido de códigos que, si bien parten de la naturaleza, entran a expresar principios culturales propios…” (Rodríguez-Mazabel, 2011: 193).

Ayaguaska panga Tujtu / Flor de hoja de bejuco amargo © Uaira Uaua.
Intervención fotográfica. 90×90 cm. 2020.

El yagé es la planta madre de las plantas de medicina, la planta conocimiento por excelencia de estas comunidades, es la puerta de acceso a la visión del cosmos, que es vegetal y tiene como finalidad la salud y el saber vivir en armonía, el sumak kawsay.  El trabajo de Uaira Uaua  “tiene la meta de trazar el ritmo de la esencia de las plantas, animales y espíritus de los ancestros que conviven permanentemente con nosotros, así como del agua de donde fluye sanación, para regar la raíz, el tallo y las flores que brotan del corazón” (2011:190). En su más reciente serie, “En busca de la flor del vientre” (2020-2021), intenta resolver visualmente una de las historias de origen, la del principio del conocimiento, la cual es transmitida oralmente de taita a taita, y de taita a sus hijos, donde la flor del andaquí | borrachero se encuentra con la del bejuco de ayahuasca | yagé  para subir de nuevo al cosmos convertida en sol -la flor de origen del vientre (que representa también a la mujer embarazada en el chumbe). 

(5) La historia se llama “Ambi Uasca Samai” / “Aliento de Yagé”, y se encuentra transcrita en el libro: El Chumbe Inga. Una forma artística de percepción del mundo (Jacanamijoy, 2017, pp 18-19).

En ese sentido, es un proyecto de traducción de las tradiciones orales a narraciones visuales expresadas en registros contemporáneos. Los tres grupos étnicos del Valle de Sibundoy se caracterizan por tener una visión común del universo a partir de las plantas, y en particular del yagé, del cual se desprende su forma de concebir y vivir el mundo. Su presencia en la vida cotidiana indígena lo deja en claro Hugo Jamioy de esta forma:

Yagé 

Sé quien eres
Te he mirado
en el Yagé
en el mágico mundo colorido;
la geometría borracha
ha mostrado las figuras perfectas
el sueño pensado
la alucinación, el tránsito
el viaje al otro mundo
donde reposan todas las verdades,
el mundo donde nada
se puede esconder
donde nada se puede negar,
el mundo donde todo
se puede saber
a ese mundo he llegado en mi viaje
y en mi camino tu imagen he visto;
todo lo que he mirado
a través de la guasca
que da poder
no te lo puedo decir
solo quiero que sepas
que te he mirado.
Uigsa Tujtu / Flor de vientre © Uaira Uaua.
Intervención fotográfica. 90×90 cm. septiembre 25 de 2020.

Comer planta

Producir conocimiento en el mundo occidental se relaciona con la construcción del archivo; el término “comer libro” se refiere literalmente a la lectura obsesiva sobre algún tema de la gran biblioteca moderna. “Comer planta”, literalmente, se refiere a la relación vital que nuestra especie tiene con lo vegetal, no solo biológicamente sino también simbólicamente. El primer término  hace parte de una práctica extractiva donde se identifica, clasifica, representa captura y archiva estas visiones del mundo exterior y se las sitúa en un espacio interior (segunda natura/biblioteca-archivo). Esta práctica es la base de la ciencia moderna en tanto el método científico emana de estas experiencias: observación de fenómenos naturales, postulación de hipótesis y su comprobación mediante la experimentación. En la construcción de la nación moderna a finales del siglo XVIII y principios del XIX en las Américas, paralelo al momento de la ilustración, se dan las expediciones botánicas las cuales pretendían (como estructuras del poder colonial) identificar, clasificar y capturar la diversidad botánica, además de la mineral y etnológica de las colonias. Estas expediciones están hoy también relacionadas con la entrada del pensamiento liberal (revolucionario Francés) y el establecimiento de las artes y oficios en países como Colombia, el cual vive y revive en la expedición botánica de José Celestino Mutis y la visita de Alexander Von Humboldt como momentos fundacionales, una y otra vez, en una suerte de ciclo sin fin. 

Tujtu kindi samai suyu / En un lugar de la flor de espíritu colibrí © Uaira Uaua.
Fotografía de flor, Yako Jacanamijoy. Intervención fotográfica. 2020.

Paralelamente las comunidades andino-amazónicas constituyen un acervo de conocimiento en el “consumo” cultural y ritual de las plantas. Como los científicos modernos, las comunidades tienen sus chamanes (los taitas) que dedican la vida a incorporar el conocimiento y aplicarlo. Por ejemplo, el uso de fragancias como el mentol o la limonina y el aroma del jazmín son usados para proteger los jardines medicinales, que se basan en el metil-jasmonato, el mediador maestro de las respuestas defensivas de las plantas contra herbívoros -usado por la artista Inga, Rosa Tisoy Tandioy en sus piezas Tiagsamui (2015) y Tinii (2016).  El intenso olor de coles, ajos, ajíes y cebollas, así como las propiedades conservantes de las especias (pimienta, perejil, orégano) también se deben a compuestos defensivos. Todos estos metabolitos son específicos de las plantas y tienen importantes aplicaciones farmacéuticas y en alimentación.

La ingesta de estas plantas y el uso de las de conocimiento establece procesos de comunicación en el espacio de lo simbólico (la otra dimensión) donde la planta permite otros diálogos. La planta es directa, y el leer, escuchar, sentir sus designios es función del científico situado. Es en los rituales de ingesta (las tomas nocturnas rituales) donde la producción de conocimiento se concreta, se establece el diálogo entre especies (humanas y no humanas), se transfiere a las nuevas generaciones de forma encarnada (vía danza, canto y performancia) para finalmente fijarla e incorporar al archivo vivo de los pueblos -un conocimiento que es relacional-situado y encarnado. Como lo diría Floresmiro Rodríguez-Mazabel (2011) en relación a la obra de Uaira Uaua: “términos como ecología y medio ambiente son insuficientes para entender la dimensión de naturaleza y humanidad ofrecida por el artista. En su obra, los seres humanos se presentan como una especie más que pertenece a la tierra y está sujeta a sus ciclos, y no como entidades superiores o dueños del planeta, tal y como el humano ha sido calificado por el pensamiento occidental” (193).

Atun Puncha (El día de pensar bonito). Recordando los “ojos estrellas” de los mayores que ya se fueron. (Taita Antonio Jacanamijoy R. (1923 – 2008) © Uaira Uaua. 2021

Conocer planta. Ingesta, color, textura, imagen

El Valle del Sibundoy y la región de piedemonte andino-amazónico han sido catalogados como lugares de alta concentración de biodiversidad, en especial de plantas de conocimiento cultivadas y silvestres, además de una importante reserva de saber ancestral sobre medicina y botánica (Friedemann & Arocha, 1982). Desde mediados del siglo XX, investigadores han realizado estudios etnobotánicos, antropológicos y arqueológicos en el Valle de Sibundoy, haciendo valiosos aportes como los de Yepes (1953); Schultes (1957, 1969); Bristol (1965); Seijas (1969); Reichel-Dolmatoff (1975); Taussig (1986); Juajibioy (1991); Van der Hammen (1992); Guevara (1995); Daza (1996); Giraldo (2000) y Rodríguez-Echeverri (2010).  Gracias a estos estudios se han identificado centenares de plantas, silvestres y domésticas, usadas por las comunidades. Muchas de ellas son plantadas en las chacras, las cuales, de forma relacional, muestran la imbricación de estos mundos, el vegetal y el humano (pasando por el no-humano) en la vida cotidiana de los pueblos. En ese mismo sentido, usando líneas, texturas, colores y formas, Uaira Uaua niega la separación tajante entre su obra y el medio natural. Su centro temático es la función del ser humano, trenzada en convivencia armónica con los otros seres vivos y con la Tierra. Es un tejedor de plantas, un animador de conocimientos situados, un puente entre mundos. 

Humboldt pasó por el territorio en viaje hacia Quito en 1801, y en su diario dejó estas impresiones de una de las prácticas botánico-artísticas de la región: “El barniz no es abundante porque los indios de Sibundoy no lo buscan activamente. Estos indios, que han conservado las formas de gobierno interno y la lengua de los Incas (aunque tienen su propia lengua), son los únicos que buscan el barniz y no cultivan casi la tierra” (1826).  Es claro el desconocimiento de Humboldt sobre la chagra en estas comunidades, él estaba más interesado en documentar prácticas de producción de cultura material que en los conocimientos locales. Es posible que ignorara el universo botánico de la región y el conocimiento indígena al respecto. En otro aparte del mismo diario y, desde sus ojos imperiales, describe el proceso botánico-químico del barniz: 

“El color natural del barniz ablandado en el agua es de un amarillo verdoso, casi el color de la madera incolora, poco agradable a la vista. Para darle colores, por ejemplo, el rojo se toma del Urucu (Bixa orellana, mezclado con leche de caucho) en polvo, se extiende el barniz ablandado en el agua, sin masticarlo, hasta formar una pequeña membrana, se aplica el polvo replegando la tela en forma de embudo. Se le coloca de nuevo en agua caliente y enseguida se comienza a masticarlo hasta que la saliva toma el color deseado. La masa masticada y coloreada se vuelve a colocar en agua caliente y se extiende luego para formar membranas coloreadas de la manera descrita. Con estas membranas, parecidas al papel mojado, se envuelven los platos, calentándose las manos para presionarlas y extenderlas… lamiéndolas… Porque la saliva juega siempre un gran papel en este repugnante barniz. El azul se obtiene con índigo desleído en mucha agua y calentando poco el barniz; el negro se obtiene con grandes dosis de índigo, calentando mucho (tal vez para carbonizarlo); el rojo es el Bixa orellana, el verde se obtiene masticando dos pelotas, una azul suave y otra amarilla; el amarillo es la raíz en polvo del escobedia Flor o azafrán de la tierra. El dorado se hace también con la escobedia que se pone sobre la hojilla de plata… El blanco es muy difícil de lograr, se lo produce de manera imperfecta con óxido de plomo blanco. …. La desgracia de esta fabricación es la mala forma de las vasijas hechas con cuchillo y gusto indígenas; los feos dibujos. Con todo se reconoce alguna imitación de las formas inglesas, aunque muy poco.” (1826). (6)

(6) En su diario, Humboldt también reconoce el tratamiento a la población indígena, su exilio, explotación y formas de supervivencia. “En todas partes se ven huellas de antiguas viviendas, especialmente redondas como se acostumbraba en tiempos de los Incas, y ahora en Gachancipá se afirma que la viruela y el sarampión diezmaron especialmente a los indios. Creo que todo lo que se indica como causa de la disminución de los indios es falso… Los indios constituyen la clase humana más pobre y más aplastada, y un mal gobierno como el de aquí, aplasta lo más pesadamente a la clase más pobre e indefensa. Ese es el verdadero motivo. Donde viven pocos indios entre muchos blancos, la presión es mayor. Entonces se trata de aniquilarlos totalmente, se los empuja hacia la región menos fértil y más fría, como el Coconuco y Puracé; se apoderan (y a pesar de todas las leyes de Indias eso es fácil en un país donde la justicia es venal) de sus bienes... Los curas…y los corregidores desean librarse totalmente de los indios. Ellos saben hacer valer una vieja ley irracional y cruel consistente en que, si no se vive en un pueblo determinado número de indios, a esos pocos hay que incluirlos en otro pueblo; así se expulsa a los indios de su tierra natal… Los indios hubiesen sido eliminados más rápidamente si los matrimonios no tuvieran una tremenda fertilidad. Sé que en algunos pueblos alrededor de Sibundoy hay en algunos años 200 nacimientos y apenas 7 casos de muerte.” Viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente (1799 -1804). París: Rosa editor, 1826. Acceso en línea de esta sección del viaje entre Pasto y Quito: https://www.banrepcultural.org/humboldt/pasto3.htm. 

En 1803 Francisco José de Caldas consignó cómo Noánama, un indígena Embera que le servía de informante y guía, era célebre en el arte de curar los mordidos de serpientes, “(…) de que abundan en estos lugares. Cuando yo me extremesía a la vista de alguna y manifestaba mis temores, el Noánama me sosegaba, y me decía: ‘No temas, blanco, yo te curaré si te pica’.” Caldas se preguntaba sobre la sistematicidad del conocimiento indígena que él comparaba con la nueva ciencia botánica clasificatoria bajo el sistema del naturalista sueco Carl Linnaeus.  Linnaeus (1707-1778) desarrolló un sistema para “taxonomizar e identificar de forma universal todas las plantas y animales, asignándole a cada uno un nombre único, compuesto por dos palabras en latín (‘el lenguaje de la ciencia eurocéntrica’) que indican el género y la especie de cada ejemplar” (García-Cuervo, 2019: 53).

Es hasta 1850 que los expedicionarios Alfred Russell Wallace, Richard Spruce y Henry Walter Beates dejan un registro (en el archivo occidental) sobre el Yagé (caapi para estas algunas, por eso su nombre científico).  Reichel-Dolmatoff en su libro clásico El chamán y el jaguar (1975) afirma cómo “Richard Spruce fue el primer occidental (europeo, culto, hombre de ciencia) que ‘descubrió’ el yagé en el año 1850. No lo ‘descubrió’ porque fuera el primer blanco que lo hubiera probado. Lo ‘descubrió’ porque fue el primero que lo tomó con un interés específico, buscando el conocimiento de la planta, pues Spruce estaba interesado en hacer una identificación botánica correcta, la cual incluyó en su colección de plantas desconocidas y la identificó con el nombre de banisteria caapi (37, 38). Spruce va un paso más allá y describe (de forma etnobotánica) el rito y la experiencia de tomar el brebaje. De esta forma se enfrentó a la otra forma de conocimiento hegemónico, el de la iglesia que por siglos había condenado estas prácticas como brujería y a la embriaguez como lo opuesto al orden civilizatorio colonial (además de un control sobre el placer).

(7) Manuel Villavicencio, quien fue un gobernador ecuatoriano del distrito del Río Napo, en su libro Geografía de la República del Ecuador habla de los indios Záparos y toma una posición humanista-paternalista de protector de estas poblaciones, hablando en contra de las correrías y de la esclavitud. En este texto, Villavicencio menciona el yagé y sus usos entre los indios. En su descripción menciona todos estos elementos que también señalaron los naturalistas ingleses: el elemento profético-adivinatorio y el elemento mistérico-erótico. Para Villavicencio, el yagé produce placer, y para él el placer no es sinónimo del vicio. Al ser gobernador del río Napo, él intenta comprender a los indios. No solo los ampara y protege, sino que se va a compartir con ellos y toma yagé.  (Villavicencio, 1858: 371-372)

El sacerdote Manuel María Álvis en la Revista de la Sociedad Etnológica Americana de 1857 publica su tratado sobre distintas plantas que los indígenas usaban para curar las enfermedades. Hace referencia a la aguayusa para curar envenenamientos, el yoco para la disentería, el cobalongo para las epilepsias, pero cuando llega al yagé, no le encuentra ningún uso más allá de él adivinatorio asociado a la embriaguez y al superstición (Taussig 1986). (8)

(8) “[…] Sus médicos están acostumbrados a tomar una infusión de un bejuco llamado yagé que produce la misma ilusión que la tonga o borrachero, y en la ilusión producida por esta intoxicación creen ver cosas desconocidas y adivinar el futuro. La mayor parte de estos charlatanes pretenden tener un tigre en la selva el que les cuenta todo, y se consagran a su profesión con la misma atención y minuciosidad que a una ciencia real. Creen que el tigre es el diablo, y pretenden que les habla; y están tan absortos en sus quimeras que se convierten en los primeros creyentes de sus propias ficciones.” (Taussig, 1986: pp 372-373.)
Onga Ambi Waska Yajé / El principio del entretejido histórico de los Ingas del Valle de Sibundoy © Uaira Uaua. Manoy Santiago, Putumayo. Fotografía. 35×50 cm. 2019.

En recientes investigaciones (Rodríguez-Echeverri, 2010: 311) se reconocen alrededor de ochenta y siete especies de plantas registradas, setenta tenían nivel de manejo cultivado y diecisiete manejo silvestre tolerado. Sesenta y siete especies de plantas medicinales, las más utilizadas por los taitas y conocedoras, son plantadas en la chacra. (9)

(9) Se registran treinta y cinco especies utilizadas para tratar afecciones del sistema digestivo; veintidós para afecciones del sistema genitourinario; dieciséis para afecciones del sistema nervioso; trece para afecciones del sistema respiratorio; trece para afecciones del sistema esquelético-muscular; nueve para afecciones de la piel; nueve para inflamaciones; ocho para afecciones del sistema metabólico; siete especies en lo nutricional; cinco contra envenenamientos, cuatro para afecciones del sistema sensorial, tres para afecciones del sistema circulatorio, dos para afecciones post-embarazo, una para afecciones del sistema sanguíneo, una para limpieza corporal y una de uso social… Es de resaltar que, de las veintidós especies de plantas de conocimiento, dieciséis tenían nivel y tipo de manejo cultivada-individual asociada, cuatro cultivada-población asociada, y sólo dos especies silvestre tolerada individual asociada. (Rodríguez-Echeverri 2010, pp 323). 

Las comunidades indígenas que habitan el Valle de Sibundoy tienen un “foco” vegetal para ver e interactuar con el Universo: el yagé (Banisteriopsis caapi). De acuerdo con Zuluaga (1994), el saber botánico de los indígenas del Valle de Sibundoy ocupa un importante lugar dentro de la visión del cosmos, pues es la puerta de acceso a la interpretación e interacción con el universo (2010:324). Dentro del desarrollo histórico y cultural de estas comunidades, su uso deja en claro cómo todo está condicionado por el mundo vegetal (el cual se subjetiviza en la ingesta, dándola así cuerpo y mente humana), tal cual lo expresa Hugo Jamioy en su poema:

Yagé II

Cuál es tu intención.
Taita Yagé es hombre,
es sabio y a todos orienta
es sabio y a todos guía
es sabio y a todos cuida
es sabio y a todos aconseja
es sabio y es taita;
es celoso y por eso
no te muestra ni te enseña nada,
te exige tranquilidad y respeto.

Él es sabio, y mucho antes de que estés junto a él
sabe cuál es tu intención;
cuando estás con él
te guía, te enseña, te cuida,
te aconseja, te orienta
o simplemente te deja.

Pagar planta. Escritura y representación

El agro-ecosistema chagra (lote cultivado por unidad familiar) es el medio a través del cual las comunidades construyen ambiente de forma sustentable. La chagra evidencia tecnologías endógenas de adaptación por parte de las comunidades apoyando así la autodeterminación y desarrollando procesos de carácter situado. Es decir, la comunidad re-existe, crea y dirige su propio desarrollo comunitario sustentable. Al representar  estos procesos de forma visual, gráfica, ideográfica o literaria se realiza una forma de pagamento.

Chagra de conocimiento de Mamá Merceditas. 2019

El 29 de abril de 2021, Uaira Uaua visitó la Casa de la Mujer de Manoy Santiago en uno de sus viajes de regreso a las celebraciones anuales, y como líder reconocido de la comunidad afirmó:

Hoy será un día histórico en el acontecer de las familias Ingas que habitan en Manoy Santiago en el Valle de Sibundoy, Putumayo, y que son parte del “Cabildo Mayor” de esta misma población.

Mediante una minga del “Sumaj yuyay: Pensar Bonito” se definirá si de ahora en adelante vamos a caminar por los senderos del “Sumaj Kaugsai: Bien Vivir o Vivir Bonito”, o si por el contrario vamos a continuar por los caminos del “sumaj kaugsai llullaspalla: Bien Vivir solamente con mentiras”.

Tenemos la certeza que los “Samai: aliento de corazón” de nuestros ancestros, mayoras y mayores que defendieron y practicaron de manera coherente y sabia la forma de vida y pensamiento Inga, nos guiarán para que los acontecimientos de “llakiys: tristezas” no se vuelvan a repetir en el futuro de las familias de nuestras nuevas generaciones.

Por supuesto, Uaira Uaua se refería al impacto de la pandemia en las comunidades y su manejo de la medicina tradicional y la organización social. Su trabajo reciente responde simbólicamente a este pagamento espiritual que está conformado por la representación de un ser femenino y uno masculino, es decir por un “uigsa uarmi | vientre de mujer”, un “uigsa kari | vientre de hombre”, y una flor amarilla o “Atun Puncha Tujtu | Flor del Día Grande”. En este sentido, explica Uaira, la Flor de Vientre escenifica el “munay | amor” de la confraternidad humana (Triana, 2020).

Esta serie de 60 piezas (que ya va por cerca de un centenar), En búsqueda de la flor de vientre, invita a un recorrido visual por los caminos entretejidos de las plantas presentes en las chagras, y los amuletos y las coronas vegetales que protegen a los taitas, a sus aprendices y a los pacientes. También representan algunos seres animales, personas, lugares, objetos y colores propios de la gente de la cultura del Yagé en el Valle del Sibundoy.

Jatun sacha misitu tujtukuna sacha suyu / Jaguar en un lugar del árbol de flores © Uaira Uaua.
Intervención fotográfica / 90×90 cm / febrero 7 de 2021.

Uaira Uaua mantiene presente el interés de rescatar la historia de sus ancestros, esta vez como un botánico digital; al tiempo que invita a las familias originarias a ofrendar sus homenajes, cuidando y protegiendo la salud física y espiritual de las Mamas y Taitas, desde el aliento de corazón, del pensar bonito y la energía de los jaguares. Su trabajo es una exploración sentipensada y corazonada, investigativa, visual y gráfica de la variedad de las plantas denominadas vinanes (las que reaniman el alma), kuyanguillos (las de hacer enamorar) y chundures (las del conocimiento), que se siembran y cultivan en las yachaipa chagrakuna, las huertas de conocimiento, las cuales  son creadas y cuidadas por abuelas, mujeres-Mayoras del Pueblo Inga del Valle de Sibundoy. Los vinanes son hojas para reanimar el espíritu de una persona; los kuyanguillos son hierbas del querer o pensar bonito; y los chundures son raíces del conocimiento, utilizadas para sanar (Mingas de la imagen, 2021).

Vinanes, kuyanguillos en la yachaipa chagrakuna
Uña jaguar vinar © Uaira Uaua.
Tujtu, sillu atun sacha misitu vinan/ Flor, vinan uña de jaguar © Uaira Uaua.
Intervención fotográfica. 65×65 cm. 2019.

La construcción de cada pieza parte de la lógica del tejido, en la cual el artista identifica y documenta una materia prima (una planta), la procesa digitalmente (saca el hilo) y la teje en series pares de ida y regreso (kutey) sobre un espacio vacío. Uaira Uaua comenta sobre la sorpresa que cada planta trae consigo, la formas que ellas construyen y se hacen presentes al ponerlas juntas; es un proceso donde existe subjetividad por parte de la planta misma, pues ella determina el producto final (2021: 1’36”).  Además, Uaua deja en claro que su fuente primaria es el territorio (en este caso la chacra), y recuerda el Atun Puncha, el Día Grande de celebración de la fiesta en honor al Arco Iris, y cómo el Taita Antonio, su padre, contaba lo siguiente:

“En el propio día de la celebración… llegaban al parque central de Manoy cuatro espíritus. Uno aparecía por la parte donde pasa la carretera que conduce a Mocoa; éste era el Urarunakunapa Samai, el espíritu de la gente del bajo Putumayo. Otro aparecía por el camino que conduce a la inspección de San Andrés; era el San Andrés Runakunapa Samai, espíritu de la gente San Andrés. Uno venía del páramo, y aparecía por el lugar donde se llega de Pasto; era el Páramo Runakunapa Samai, espíritu de la gente de Páramo. Por último, aparecía el Inga Runakunapa Samai, espíritu de la gente Inga. Todos llegaban, bailaban un momento y se iban: era el augurio de un año nuevo bueno’”. (Jacanamijoy Tisoy, 2017: 51).

Proceso de producción de las piezas, tejido digital © Uaira Uaua.
Maskaypa Uarmi Tujti / En búsqueda de la Flor del Vientre. 
Andakí tujtu machachij / Flor de andakí borrachero © Uaira Uaua.
Intervención fotográfica. 2019

Uaira Uaua usa una estructura base y una urdimbre, a forma de tejido y, mediante repeticiones y giros (kuteys) digitales, estructura cada una de las obras de esta serie, que bien pueden considerarse como el devenir de las formas de vida y pensamiento de los “seres” de un territorio. Constituye un recorrido por los entretejidos de las hojas, las flores, las coronas, los anillos, el padre sol, y los chumbes que en este caso actúan como cintas de moebius,  lugares (suyus), seres animales,  los personajes y las líneas de colores de la propia historia de la gente de la cultura del Yagé.

Esta serie también conecta sus viajes por otros territorios, y sus observaciones cotidianas en el espacio urbano. “La búsqueda del vientre” es un viaje por un camino de ida y regreso, pues Uaira Uaua camina la palabra desde que en 1987 viajó a la capital a hacer parte de una primera generación de artistas, diseñadores, investigadores indígenas “profesionales” -en términos occidentales. Como pionero de su pueblo, ha vivido la emergencia de una nueva indigeneidad-cosmopolita intercultural que toma su espacio en la narración de una historia que los ha marginalizado. Así Uaira Uaua es también guía y soporte a otros creadores del mundo andino-amazónico que hoy comparten sus memorias vivas y las visiones de su propio archivo y,  ontología paralela, pluriversal y sentipensada, A nosotros, los no-indígenas, nos queda aprender humildemente de estas formas propias y acompañar los procesos de forma abierta y solidaria.

Nota del autor: La serie (de 60 imágenes y video) En búsqueda de la flor de vientre se expone en el 45º Salón Nacional de Artes, MUTIS 2020-2021 de la Universidad de Antioquia. La convocatoria pública seleccionó a siete artistas colombianos para participar en la exposición que se lleva a cabo en el segundo semestre de 2021. Una exposición virtual del proyecto se realizó en agosto-septiembre de 2020, curada por Alejandro Triana, el catálogo virtual se encuentra AQUI.  

Gracias a Benjamín (Uaira) por su generosidad y sonrisa durante los muchos años de encuentros y proyectos conjuntos (desde que fui su tutor para la beca del chumbe en 1998 hasta hoy). Una vez más celebramos tu trabajo. 

Sobre Miguel Rojas Sotelo

Miguel Rojas-Sotelo trabaja en la intersección de Estudios Étnicos / Indígenas / Ambientales, las Humanidades, Geografía humana, crítica y Teoría sobre la frontera. Como académico, cineasta, artista visual y activista en medios masivos, estudia cómo y los territorios y los pueblos ancestrales (asentados o desplazados) están moldeados por la modernidad / colonialidad, y cómo las comunidades indígenas se movilizan para adaptarse y resistir. Miguel está particularmente interesado en cómo loa pueblos indígenas articulan su archivo, y las políticas de raza/clase, la espacialidad de esos procesos, y cómo se manifiestan en el paisaje a través de narrativas visuales, audiovisuales, orales y textuales. Miguel fue el primer Director de Artes Visuales del Ministerio de Cultura de Colombia (1997-2001), y es miembro cofundador de Red Intercultura Mingas de la Imagen. Trabaja y enseña para el Centro de Estudios Latinoamericanos y Caribeños de la Universidad de Duke.


Cicatriz que te mira. Hubert Matiúwàa

Texto original en Mè’phàà y español por Hubert Matiúwàa

Si prefieres, lee el PDF aquí

Ajngáa rí mà’nè gamakùún ajngià’ ló’ tsí tsinìñà’mijna ná jùbàá.

En memoria de los asesinados impunemente en la Montaña del Estado de Guerrero

I
 
Ído nìwa’nií
nìkra’wo mìnà’ ná àwùún dììn,
ná txuú rí nìniñáá ñùù
tsí nìgawíín inuu à’wun.
Ído nìyáxì ló’
ndiyoò à’dyàá’ rigaà nìjañúù ná jàmbaà mì’xá,
xó má à’gyáà’ nàjmàgwi rigaà inuu ga’khò
ìdo nìru’tíìn ya’dúù.
Ná nàthamá’á gíñá
xtú’ún xí’ñà ló’ drígiìn,
ndiñùún xàbò ñajun xuajiàn ló’
ìdo nìkra’wì sìún ná majñùù ñàwúùn’,
khamí ná tsú’wòò nàkhúún
ndiyáà’ ikháán nìtso inuu jùbà’.

I

Cuando llegaron

me escondí en el hueco de la guayaba

que dejaron los gusanos

al huir de sus gritos.

Me asomé

y vi a tu hijo dormido en el camino blanco,

a tu mujer arder de dolor

al arrancarle los pechos.

En la vuelta del viento

conté las manos amarradas,

a nuestras autoridades

esconder la rabia entre los dedos

y en las grietas de sus pies

te sentí besar la tierra.

II

Nìgìthàn’ rùdá’ ló’
ná nàtsuwòò iya àwúún gù’wá
rí nàngwá nì’ngáà’ màtsamájaán.
Nìwanúù ná àwún xnú’ndaa rundú
tsí nìgùmà mbajáà idò màjanú mbi’i rí màtàní’gú,
nìgithàn ngù’wà xúbà’ mbàà,
gàjmáá iyoo díí rí tàgayùù mújún
numuu rí nìyáxìì nè xà’.
Nìtháàn, àtiàwàn mínà’ lá’,
a’kwèn nàwa’ñáá mé’,
khá màxátiyàá màndíxììn xàbò tsudàà’,
àtàngàán ná ndàwoó xuajen Mbaa Màñàá,
ná étsò ñàwún nùgèwèn mbí’yàá.
Nìwajúntàn’ èjèn ná Xkuàá,
nàngwá ndiyùún rí mìdxuù,
nìru’wà mìjneè nàkwá’ ansdo xó yúwòò rà’khà,
ikháán tátadxáwíín,
nìdxù’ ná jàmbaà na nàxpíbì rìgà.

II

Te esperaba nuestra madre

bajo las láminas y la gotera

que no terminaste de arreglar.

Se quedó soñando el guajolote

que habían criado para el día de tu boda,

las cazuelas vacías

y el chilote a medio fermentar,

te guardaban en secreto.

Decían, te andan buscando,

cuidado, no te vayan a brincar,

date vuelta en Tierra Colada,

entre los dedos se mide tu suerte.

Los niños se enredaron

en tu piernas como la calabaza,

decían a tus pasos que echaran raíces,

pero te ensillaste a los relámpagos

y agarraste rumbo.

III
 
Mìjnà gùwà’ xnduú ajwàn’
rí ninbatiguíín tsudùù Tordillo,
ná agóo ñuwiin ajwàn’ nìwanuú xuwià’,
niríyà’nè rumià’ khamí nirú’wá mìnà’ nè gàjmàá txámboo awuàn’,
rí maxágáàn mbò jwèn i’dià,
niwa tsakhurámá inà’ ná nijàmbiyáa’.
Nigóó àkwán ná nìkàrawanùú xuwià’
nindúun muxnaá imba xè’,
nindúun màkra’wìín ná kwijììn ginùún
ikajngó muxnáà tsíake ñawán’.
Nigòò mangiìn tsúdaà xàbò tsí nìdáa,
nigòò xóó tsúdaà rí mònè mbámbá rìgaán,
mbro’on rí nìrmá’á akwiín xíñà ló’ ná idáà’,
na’thá itsí rí drìgà’ ná xkwaá
rí nìtabàá nijñuú nè, nìràthuun ajwàn’
khamí nitharmídájmii xàbò tsú’kwè,
idò nitatsá’wá mbi’yuu xíñà ló’.
Ninújngoo xtálítí ná inuu ixè xndú xkudí,
nì’thuún ru’wa rí ma’gàa,
rí màxagi’thàn nè,
numuu rí skiyáa nìwanuu ná inuu xpipíù
khamí akhiàn’ nà’nii akwiín idò naxphátríyà’ a’wóò.
Idò niwàà ítsáa’,
nìmba’tòò ná najngwáàn ajngáa ngínu’,
dxoò xó ixè rí rígà ná jàmbaà jà’nii
ikhaa rí ni’kà ajmùù khamí nirú’wá nè xuwiù’.

III

Nueve pasos te tumbaron del Tordillo,

bajo las púas se colgó tu ombligo

amarrado a los mechones de tu vientre,

para que no te bebiera el mbò jwèn,

las hojas rezaron a tus heridas.

Las hormigas siguieron pedazos de tu carne

para darte el último respiro,

esconderte en tu nostalgia

y dar valor a tus dedos.

Siguieron tu rastro para rematar

la noche en que naciera la abuela en tu ojos,

cuentan las piedras que te recostaste

y a tiros giraste su nombre.

Pasó entre los mangos el xtálítí

pidiendo a la lluvia se fuera,

que no te esperara,

tu fuerza se apegaba a sus alas

y el último recuerdo brotaba al tronar su voz.

Al juntarse tus huesos,

se abrió la fisura donde hundo el silencio,

caído tronco fuiste

en donde brotó la raíz que ató mi cuerpo. 

IV
 
Nìgùwaán wandá
nithèèn rí niwá’xnáá,
nida àjmà rí ma’nè gìgáa nìmià’ ná xoxtà xò’.
Ná xkuaá
nimbaá xàbò ràkoo matsíkhá ndéla,
khamí ma’nè ka’wùù i’dià,
mbawíín nìniñaan ná xuáá,
xóó kàmba’tha idaà’
nàtiaxíí ajwàn’ rí brakha ná gù’wá dxákuun
rí nì’duù ngámí ja’nii.
Rí magòò majnguàán’,
nìwátán’ gajmíì wáyò angìán ló’ tsí mañuwìín,
nìrugwaá gajmàá yujndà’ khamí a’wóo xkamída,
jamboò xkuaá ná nìwàtatxíkurigàà xuwià’,
idò nìtangiìn ná jàmbaà ìtsí bi’mbi,
dàtià’ ló’ nigwiín jañiin mbro’on
asndo nè’nè ríná rajúun gájmàá iya idúù.
Dxoò, ná xpápa xò’ rígu jèñò ajngáa wíyúú xuajiàn ló’,
ikhaa ska rí nixpí’tá itsáà.

IV

Llegaron las urracas

a contar que te habían tirado,

tallaron lianas en los pechos

para encender tu ánima.

En Santa Cruz del Rincón

nadie quería velar tu cuerpo

y limpiar tu sangre,

yacías solo en la plaza,

mirando las campanas

que masticaban miedo entre dientes.

Para darte sepultura,

a caballo bajaron los de Malina,

sitiaron entre polvo, rifles y truenos

los pedazos que de ti quedaron,

de regreso, en el camino de la piedra torcida,

papá te cargó toda la noche

hasta salarle la lengua.

Hermano,

en nuestro hombro pesa el silencio del pueblo,

la llaga de piel que quebrantó tus huesos.

V
 
Mi’txà nidxá’nú ná mañuwìín,
xì’ñá ló’ nibrìgwíín gájmàá rè’è rí kíxnuu
khamí gúni rí mà’nè gamaku mikwíí,
xó ma’ nánà tsí nènè mbájàán,
nìmbrá’à nàkwá gájmàá iná skémba khamí iná láxà,
rí maxná nè xè’ khamí rí mà’nè nè asndo xó rí tàjáñáà’ xóó,
rí mà’tá nè rí xùù xuwià’ ngrigòò ná namàá.
Ná gu’wá ló’,
ndiyoò nìtsíkáminà’ siàn’ ná inuu ifíí,
ndiyóo nìkaxii àkhà’ ná awún guma,
khamí ná nànùu à’diá tsí nàngwá ni’goò màtànè nuwììn
nìtsíkáminà ixè rí nìndiàwà ló’
Rí magòò mudiìn ná jùbùún xi’ñán ló’,
nimbrá’án gájmàá àgú,
idò nìkaji’daán ná jàmbaà wajèn,
nìtsówòò i’dià agòò èjnà,
ná mbámbá nìkarawajwíìn
ndiyàà xùún khamí nìtsakhuramaà,
i’dià ni’thá xò’ rí xkwanii nùradíín angià’ ló’ tsí tsinìñà’ mijná,
mi xkwanii nandúùn mùradíín xugíín ijíín xuajiàn ló’.

V

Llegaste al amanecer,

los principales te recibieron con flores contadas

y humo para ofrendar a los cielos,

las mujeres que te criaron, envolvieron tus pies

con hojas de borracho y toronjil

para decir que no habías muerto,

que el olor de tu cuerpo andaba en la Ciénega.

En la casa vi arder de rabia los comales,

hincharse de sol las tortillas

y en el remolino del hijo que no conociste

se incineró de presagios la madera.

Para sembrarte en el vientre de tus viejos,

te envolvieron en petate

y en la procesión, hermano, goteabas a cada paso,

tu rastro nos decía que los cobardes matan a traición

y a traición quieren acabar con nuestro pueblo.

VI
 
Náá màxkamàà rikaà’
xugè’ rí nìruthììn inuu yúwáà’ rá,
gajmàá xndú ajwàn’ nìxpí’thán
ná jùbà’ rí nìraxnì’,
nidùù nítú ñawàán
numuu ndiyúún rí màxáxkamàà i’dià,
khamí màxágajàà siún’
idò matsúù mbro’òn rí maxígú ló’.

VI

¿Dónde encontraré tu flor

ahora que cortaron tu guía?

Con plomo te esparcieron

en la tierra que me diste,

sepultaron tus venas

para que no encontrara tu sangre

y crezca la rabia

en la noche en que no duerma.

VII
 
Ná xíní rawun è’èn
ndiyóo nìnujngòò èwè rí nìrugàrá’án,
rí nàthangaà mbámbá gòn’
ná jàmboò xnu’ndàà rí kíxnuu.
Tsaá mà’níín ñàwán’,
ñú’ún ná rígà gu’woò yujndà’ rá.
Mbá’yáà xàñú’ idò makhàá mbi’i rí ngúwán,
ná awúun tsínà’ nàgumà dùùn
rí nàruwáà i’tsáà’
ná awúun mbáñò rí nàguxìì tsígo xuajiàn ló’.

VII

En el filo del carrizo

vi pasar el hambre de tu encierro

repitiendo cada mes el camino de los sueños contados.

¿Quién vestirá de colores tu mano,

más allá de la cortina de polvo?

Avivará el invierno mis uñas y afilará mis pies,

de cicatriz se hacen las nubes

que juntan tus huesos

en el rebozo de las semillas.

VIII

Dxóo,
jayà’ xàyáa
khamí pañíti’ druwii,
khamí jayà’ ajwàn’ ki’níí asndo nákhi rí nidxúù,
rí màxpíta ga’kwìì tsí’gu,
jayà’ ajngáa rí nàguwíín wajèn è’nè,
jàyáa mángaa tsù’tsún tsí mba’yàá itsáà’,
ikhaa tsí magèwíin adíín siàn’ ló’
mí mastíngàà yujndòò xuwià’,
ná awùún ixè dxama,
ná awùún ixè kafé, ná rawùùn dxá’gu tsí ndiyáa xtáyáa
asndo náá nìrigòò nimià’,
jàyá mangaà mbá tsingíná rí nìxnáxìì inuu jùbà’,
mbá ndéla rí màtsikhá xuwià’ ló’,
khamí jagoò atsú tsí’tsún iya mikha rí ma’nìì rawàan’,
khamí jayà’ mangaà mbá xndú ajwàn’ rí mba’yáà mbi’yàa’.

VIII

Hermano,

traigo el gabán,

el paliacate del barranqueño

y la pistola pintada desde que te fuiste,

para romper los años,

traigo esta lengua de arranca muertos,

este colibrí para encontrar tu hueso,

para medir los gusanos de la rabia

y esparcir el polvo de tu carne

entre los platanares,

en los cafetales,

en los labios de la muchacha que quisiste,

en doquier que anduvo tu ánima,

traigo una tristeza que entregué a la tierra,

una vela para encender la piel,

tres botellas que curen tu boca

y una bala para buscar tu nombre.

IX
 
Natsíkáminà ndùù ná tsudùù xuajñàn ló’
rí nàmagwiì tsína’ èjnè,
xtaà ná mugíín ná nàwàa ina ló’,
rí phú gí’doo numaá ikhíín,
numuu rí nànujgàà xtiin wajèn ná rawun iya,
xó ma’ ikhúún nda’ñaá,
nda’yaá ajngáa wiyáa,
nda’yaá jàmboò skiyáa,
ná maxnáa tsiàkè mì’nà
inuu xàbò tsí nutsè xtángóo,
tsí nuxú’mii xàbò maxììn
ikhíín tsí nìrugwaà Inés gájmàá Valentina.

IX

Sobre el pueblo

la neblina se enciende,

nos hierve en la cicatriz,

estás donde se reúne nuestra cara,

haces falta allá para entrecruzar la vida,

a mí también me hace falta tu agreste silencio,

para caminar juntos y luchar ante aquellos

que compran leyes

y mandan soldados a violar a Inés y a Valentina.

X
 
Tsí jàyá iduu numbaa
nàniñùùn rí ná akwíin mbi’yaá,
masíàn mbi’yu ndo’on,
khamí ma’nìì xáñuun xìyú,
khamí ma’nìì iñùùn abò’,
á tsí’yóo,
rí xó inuu yúwà rí rígà ná júbàá ja’níí rá yè’
mbámbá a’wá ri nàguma ná xuajiàn ló’,
nàguma nè gájmàá xtatsíín a’wá,
mí gájmàá i’dià nàgumàà tòkayà
tsí nànujngoò inuu xuajen.
Dxóo,
i’wíín tsí nutha ñàjwíín gù’wá ñàjun
nùri’kwí ìxí,
nùtsángútigàá jàmboò àkwán
khamí ná ñawún ixè nurígwi xáñá rí nàstráka yodè’
tsí nà’nè xuàjin ná rakhóo numbaa.

X

La mano que trae el ojo

deja que en tu memoria canten lechuzas,

aniden alacranes y se encueven serpientes

¿No saben que cada guía

que hay en el campo se parece a ti?,

cada voz se hace de tu abrigo

y de tu sangre los arcoíris que surcan el pueblo.

Hermano,

en casa del trabajo otros mandan,

cambian el maíz,

aplastan los senderos de la hormiga

y del árbol quitan el nido que cuelga la calandria

para poblar las narices del viento.

XI
 
Agòò itsí na nagá’á mathá,
nàtanguún inuu yaja ri kíxnuu,
nàtanguún ná ñawún yàá,
ná awùún ixí,
rí magòò mà’nè màgajàà itsó rí ma’du rí ngámí.
Phú gàko rí ndi’yàà ló’
rí màtangaà iya rí màxmáto’o anjgáa ló’,
màtangaà nè gájmàá ajwàn’ xkarádí
rí nàxphí’ta itsí iduu abò’,
nàtangaà nè gajmíí xàbò
tsí nònè ndawìì gòn’,
tsí mà’nè ratòò ixè xàpho xuajñùún.
Ndi’yàá ló’ mangaà rí phú mbàà àkwiìn’ júbà
idò nàñawúún ijíìn,
mèdò awún xí nangwá ìnè nuwiin nè.

XI

Bajo las piedras donde hierve el río

regreso a los frijoles contados,

a las manos de ardilla,

a la medida del maíz

para hacer crecer el hueso que sepulte el miedo.

Supimos que regresaría

el agua a ahogar nuestra lengua,

la máquina a partir los ojos de serpiente

y secar el mapache

para adornar las mesas de presídium.

Se supo también,

que grande es la Montaña

para defender a sus hijos,

oscura, si no la conocen.

Más sobre la obra de Hubert Matiúwàa

Mbo Xtá Rídà / Gente Piel / Skin People. Editorial Gusanos de la memoria. Libro trilingüe para descargar.

Libros del autor: https://www.gusanosdelamemoria.org/mephaa


“Mona fueda bibɨrɨ kaɨ niya jȃna uai: diona – jibina uai.” Yorema: Kaɨmeramuy / Gilberto López Ruiz

"Yo aprendí a tejer al lado de mi papá, al lado de mi mamá, viendo cómo él le entragaba a mi mamá el canasto, el cernidor para masa seca de yuca, y después aprendí tejidos de otras culturas."

Compilación y comentarios por Camilo A. Vargas Pardo y Lina Mazenett

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Mona fueda bibɨrɨ kaɨ niya jȃna uai: diona – jibina uai. / Tejiendo desde la orilla del cielo

Las palabras aquí consignadas congregan las experiencias de tres personas -Camilo A. Vargas Pardo, Lina Mazenett y Carolina Marín- entorno al diálogo que hemos venido entretejiendo, a partir de inquietudes y trayectorias diferentes, con Kaɨmeramuy, quien se identifica como indígena muina del clan Yoriaɨ o Gente de Ortiga Ponzoñosa. En esta nota evocamos con gratitud sus reflexiones y su voluntad de compartir con nosotros un diálogo orientado por el ambil, el mambe y la caguana, en donde las palabras se hacen tejido. Estos diálogos tuvieron lugar a orillas del cielo, en Mona Fueda, la finca en el resguardo indígena de Leticia, Amazonas, donde él vive. En este texto se cierne entonces un diálogo que discurre y entreteje enseñanzas sobre el cuidado del cuerpo, la familia, las relaciones sociales, la naturaleza, todo en comunión con el plano espiritual. 

Consideramos importante compartir nuestra experiencia con la tecnología del tejido en estos momentos en donde el mundo pareciera desmoronarse. Tejer se ha convertido en una necesidad vital: tejer nuevas relaciones con los otros, es decir, con los seres del bosque, el río, el tapir, la ceiba, la piedra, también con la familia, los vecinos, los cultivos, los alimentos. Tejer para urdirnos en estos nuevos tiempos.

Kaɨmeramuy explica que el tejido se piensa, se siente, se ve y se materializa. Una vez se vislumbra, hay que ir a la selva para sacar y traer los materiales. En la selva se anda con cuidado porque es otro ambiente y está lleno de seres espirituales. Se mira, pero no se toca -advierte Kaɨmeramuy-. Antes de atreverse a tirar de las fibras con las que se va a tejer, hay que pedir permiso a los dueños. Una vez se ha elevado la petición al Padre Creador (Mo Finora Buinaima), se regresa al monte para recoger tan solo lo necesario para la obra visionada. Ahí sí, no es sino ir y recoger lo que se ha pedido. 

Los seres del bosque tienen que reconocerte para que no haya imprevistos, por eso antes de internarse en la selva hay que bañarse en la quebrada, así el agua transporta el humor de la persona por la selva; el olor se impregna en las plantas y cuando éstas florecen se disemina por medio de las abejas y otros animales polinizadores. Entonces, al buscar en el monte los materiales adecuados para un tejido se establecen relaciones de intercambio con los diferentes seres que habitan el bosque. Las entidades de la selva podrán reconocer de este modo a quien entra en sus dominios y no van a resentirse por la intrusión de una presencia extraña. 

Este tipo de cuidados requiere de instrucción y obediencia: la disciplina conforma la base de todo tejido armónico. Una vez en la casa, el tejedor clasifica sus materiales, los va endulzando para que sean maleables, los va enfriando para que no provoquen rasquiña alguna; así, el estado indómito de las fibras que vienen del bosque queda domesticado.

De manera que tejer empieza antes del acto mismo de tejer, el inicio es siempre mucho antes y el final no es. No hay entonces un inicio, solo distintos puntos de partida por donde empezar. El tejido es formación, es una tecnología para desplegar el diálogo y la acción sin saber cuál es el inicio ni el fin, es decir, reconociendo que estamos tejiendo tan solo un punto del centro de esa gran y múltiple existencia. Tejer es organizar el pensamiento, preparar, escoger, acicalar. Tejer es concentrarse. Tejer es cuidar, por ende, es medicina y curación. Tejer es revisar cuidadosamente la relación entre los dedos, la mano, la vista y el corazón. El tejido es atención y paciencia. 

La actividad de tejer permite la evaluación y el cuidado del cuerpo. Y del espíritu. Se teje, se revisa el cuerpo, se recompone, se sana.  “¿Tú cuántas veces al día te miras los dedos de los pies?” -pregunta Kaɨmeramuy-. Con esto nos dice que la práctica del tejido te enseña a revisar el cuerpo cada tanto; cada diez minutos hay que recomponer el cuerpo porque el ejercicio mismo de tejer lo desencaja. Se debe cambiar de actividad, mirar para otro lado, realizar otros oficios. El cuerpo tiende a fatigarse debido al esfuerzo, entonces es menester escucharlo y manejarlo a través de una posición correcta. El resultado es sin duda gratificante, pues en el ejercicio es posible ver la mente, el cuerpo y el mundo a través del tejido. 

Los tejidos son a su vez pantallas, por lo que emiten ondas de luz. Una emanación fuerte, potente y cegadora que revela la fuerza de otro mundo. Dicha luz se filtra hasta alcanzar nuestra realidad. Cuentan que incluso ha dejado ciegos a algunos, por eso los ojos deben salir del hipnotismo del tejido, porque al igual que sucede con las pantallas de los celulares o los computadores, el brillo del tejido puede cegar. Del mismo modo, es importante dejar descansar los ojos, así al mirar de nuevo el tejido se advierte que lo que parecía estar bien, no lo está. Se puede descifrar el error y entonces se puede corregir. El resultado debe quedar perfecto porque es una ofrenda al Padre Creador y, al mismo tiempo, expresión de su obra. Al pensar sucede lo mismo. 

Tejer es una práctica de cuidado del cuerpo. Además, pone en relación diferentes cuerpos. El cuerpo físico se pone a prueba, pues el hipnotismo del tejido puede descomponerlo. El cuerpo emocional se apacigua. El cuerpo espiritual se pone en disposición para materializar en un nuevo cuerpo los dones del Padre Creador. El tejedor instruido escucha los sonidos del bosque en silencio. Así, en la actividad de tejer se afinan los sentidos para percibir la armonía de las voces circundantes. Se agudiza la vista, el olfato, el tacto, el oído. 

Ahora bien, tejer también es una práctica para reconfigurar el entramado social. Entre la Gente de Centro, en la Amazonia, la cestería y la elaboración de tejidos para el procesamiento de la comida entrañan profundos significados sobre el establecimiento de relaciones familiares y sociales, de manera que a través del tejido se conforman alianzas propias del tejido social. Los diseños tejidos de Kaɨmeramuy conmemoran estas dinámicas y refuerzan vínculos del entramado social de la sociedad leticiana contemporánea. En esta foto, el tejido a sus espaldas refrenda un convenio de cooperación entre CAPIUL (Cabildo de los Pueblos Indígenas Unidos de Leticia) y la Universidad Nacional de Colombia, sede Amazonia. Este tejido recuerda una historia en la que el reconocimiento y la integración del indígena a la sociedad colombiana ha estado marcada por la exclusión, pero al mismo tiempo configura una urdimbre a partir de puntos de diseños tradicionales y signos que conforman fechas y palabras en español y muina-murui, con lo cual se manifiesta en el tejido mismo la integración de formas diferentes de producir conocimiento. El tejido, en este nivel, es un discurso de cohesión social para contribuir a repensar una universidad más incluyente. 

En otro nivel, los diseños de los tejidos de Kaɨmeramuy aparecen como manifestación de la dimensión espiritual por medio de su meditación visionaria inducida con plantas de conocimiento, es decir, que sus tejidos representan mensajes encontrados a través de “borrachera” con yajé. La información que viene de esa dimensión espiritual es filtrada por medio del diseño de sus tejidos. Allí se imbrican palabras clave en español o muina-murui con representaciones de seres espirituales (seres alados, figuras antropomórficas y zoomórficas) que a su vez conforman diferentes planos de percepción y de interpretación. Al mirar con atención en algunos de sus tejidos puede aparecer, por ejemplo, la figura del jaguar acechando la mirada extraviada del observador. 

"El tejido que se busca en la parte espiritual es irradiación espiritual. Para entender esto, ya no es humanamente." 

Para concluir, reproducimos al pie de la letra las palabras de Kaɨmeramuy al preguntarle sobre su experiencia con el tejido. A propósito de la obra anterior nos dice lo siguiente:


“Para llegar a este tejido hay que tener el cuerpo muy relajado. Esto viene desde un comienzo, desde la misma formación del cuerpo (tejido del cuerpo), desde la niñez, la juventud, hasta llegar a la edad adulta. Por eso entre nosotros a la medida del crecimiento siempre se hace mucho ejercicio: caminar en el monte, brincar, subir bejuco, saber levantar palos, partir leña, saber sentarse; siempre estar activo en tu cuerpo. También se pone mucha atención en el alimento. Saber cumplir la dieta a la medida del crecimiento. Esto ayuda a relajar el cuerpo. A la edad que tengo yo hago ejercicios que muchos jóvenes y mayores ya no hacen: doblar el cuerpo, hacer rollo, hacer ejercicios abdominales. No lo hacen. ¿Por qué? Porque se olvidaron verdaderamente en la práctica de que la vida de nosotros está en mantener el tejido de nuestro cuerpo a través de estos materiales, para llevar una vida armónica con relación a los materiales de la naturaleza de la que hacemos parte, según nuestro clan nombrado. Eso implica tener relación con la naturaleza viva, apoyados por el Padre Creador a través del elemento de tabaco y coca, y los elementos medicinales que necesitamos en la parte humana. Ya en la parte espiritual no se necesita medicina. Entonces si uno cumple con la medicina y el ordenamiento del cuerpo, trasciende a la parte espiritual. El cuerpo queda como algodón. Trasciende. Y para concluir: uno tiene que estar desapegado, renunciar a la parte material, física y así se fortalece espiritualmente.  

“(…) Aquí yo plasmé todo lo que se dio en las narraciones y está allá en la parte espiritual. Arriba están los dos Majaño (águilas guardianes) que cuidan la casa. En el centro está simbólicamente el origen de la vida: el macho y la hembra, que está representado en el pilón. Abajo está el guardián de los guardianes que se simboliza a través de este ángel. Al lado de él están todos los otros guardianes espirituales llevando unos canastos con todos los elementos que nos dan a nosotros. Abajo en el pie tiene otros guardianes. Y todas esas rayas a distancia toman otra figura. Todo esto encierra a un ser que se llama en lengua de nosotros Jánayari o tigre, todo esto es el Padre Creador. Abajo yo puse en homenaje al linaje de mi madre Toira Buinaima. Alrededor está el símbolo de nosotros. Y atrás están las estrellas. Entonces esto a distancia cambia. Toma otra figura, la figura de un tigre. Concéntrate y te va a hacer ojitos. Todo empieza desde el centro.”    

Sobre los compiladores

Lina Mazenett es artista plástica y especialista en Estudios Amazónicos de la Universidad Nacional de Colombia sede Amazonia. Sus obras, desarrolladas en conjunto con el artista David Quiroga, abordan la interrelación entre los organismos y los recursos de nuestro entorno. Su distribución y re significación a través de la cultura. Tiene experiencia en la práctica artística en contextos específicos. Ha colaborado con organizaciones indígenas desde un acercamiento transdisciplinar. Sus intereses incluyen: la relación entre arte y ciencia, la ecología de saberes, cosmologías indígenas, justicia cognitiva, tecnologías y saberes locales. Actualmente, participa en Unfinished Live, una iniciativa de The Shed, New York City y es becaria del DAAD para el estudio de Master of Arts M.A Art in Context en la UDK Berlín.  Además de su práctica artística, participa como invitada en la mesa redonda en línea organizada por Julie’s Bicycle en asociación con el British Council y el Fondo Acción como parte del programa The Climate Connection.  Ha sido becaria del programa COINCIDENCIA de Pro Helvetia Suiza. En 2018 fue ganadora de la Beca de Artistas Emergentes del Ministerio de Cultura de Colombia y nominada al Programa de Becas y Comisiones CIFO Cisneros Fontanals Art Foundation 2016-2017. Sus trabajos y proyectos han sido presentados en espacios públicos y privados en Latinoamérica, África, Europa y Medio Oriente. https://www.mazenett-quiroga.com/

Camilo A. Vargas Pardo (Bogotá, 1982) es doctor en Estudios Romances Españoles por la Université Sorbonne de París y en Estudios Amazónicos por la Universidad Nacional de Colombia, sede Amazonia, en modalidad co-tutela internacional (2019). En su tesis doctoral aborda las relaciones interdiscursivas entre la tradición oral y la producción literaria de autores indígenas contemporáneos. Se ha desempeñado como docente en varias universidades en Colombia y Francia. Ha participado en diferentes proyectos relacionados con la formación de docentes en ejercicio en el área de lenguaje, así como en proyectos con comunidades indígenas relacionados con la revitalización de lenguas nativas. Ha publicado sus artículos en revistas de Canadá, Francia, Brasil y Colombia.


Soy una maldita salvaje. An Antane Kapesh

© José Mailhot

Introducción, selección y traducción del francés por Sophie M. Lavoie

Traducción del texto bilingüe (innu-francés): Kapesh, An Antane. Eukeuan nin matashi-manitu innushkueu/Je suis une maudite sauvagesse. Traducción y prefacio de Naomi Fontaine. (Montréal, Canadá: Mémoire d’Encrier, 2019). Primera publicación en 1976.

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An Antane Kapesh (1926-2004) fue una escritora y activista innu de Québec, madre de 9 hijos y la primera mujer innu en publicar un libro. Vivió los primeros treinta años de su vida de manera tradicional en el bosque hasta la creación de la reserva de Maliotenam, cerca de Sept-Iles, Québec, en 1953. Fue durante más de diez años lideresa de la comunidad indígena de Matimekosh, cerca de Schefferville, Québec, quinientos kilómetros al norte de Maliotenam. Nunca estudió en las instituciones de los Blancos y aprendió a escribir la lengua innu en los años setenta. El primer libro que publicó en innu y en francés, Soy una maldita salvaje, salió en 1976 y denuncia el colonialismo en su territorio con un lenguaje profundamente oral. ¿Qué has hecho con mi país? se publicó también en las dos lenguas en 1979 y narra, a través de una fábula, el proceso de desposesión de los Innu. La autora participó en la dramatización de su texto unos años después.

Los textos de Kapesh, que sólo salieron en inglés casi cincuenta años después de su primera publicación, son fundamentales para entender los orígenes del trabajo descolonizador hecho por los Indígenas, y para paliar a las falsas creencias populares que los pueblos originarios nunca denunciaron explícitamente el maltrato que les fue impuesto por los sucesivos gobiernos canadienses. Además, Kapesh, como la primera voz escrita de la mujer innu, es inspiradora para las recientes generaciones de escritoras innu imprescindibles como Joséphine Bacon, Natasha Kanapé Fontaine y Naomi Fontaine.

Soy una maldita salvaje

Prólogo

En mi libro, no hay palabras de Blancos. Cuando decidí escribir para defenderme y defender la cultura de mis hijos, primero lo pensé mucho, porque sabía que escribir no formaba parte de mi cultura. No me gustaba la idea de ir a la ciudad a causa de este libro que estaba pensando firmar. Después de pensarlo bien y de haber tomado la decisión que yo, una mujer Indígena, iba a escribir, eso es lo que entendí: toda persona que sueña con llevar algo a cabo encontrará dificultades pero, a pesar de eso, nunca debe rendirse. Pese a todo, deberá perseguir su idea con tenacidad. No habrá nada para incitarla a rendirse, hasta que la persona se encuentre sola. Ya no tendrá amigos pero no es eso lo que deberá desalentarla. Ahora más que nunca, tendrá que lograr hacer lo que había pensado hacer.

Schefferville, Québec, septiembre de 1975

I. La llegada del Blanco a nuestro territorio

Cuando el Blanco quiso explotar y destruir nuestro territorio, no le pidió permiso a nadie, no les preguntó a los pueblos originarios si estaban de acuerdo. Cuando el Blanco quiso explotar y destruir nuestro territorio, a los pueblos originarios, no les hizo firmar ningún documento que decía que aceptaban que él explotara y destruyera todo el territorio para que él solo pudiera ganarse la vida para siempre en el territorio. Cuando el Blanco quiso que los pueblos originarios vivieran como los Blancos, no les pidió su opinión y no les hizo firmar nada que les hiciera aceptar renunciar a su cultura para el resto de sus días.

Cuando el Blanco tuvo la idea de explotar y destruir todo nuestro territorio, vino a vivir con nosotros humildemente. Después de llegar a nuestra tierra, nos tomó para enseñarnos su propia manera de vivir, nos dio todas las cosas de su cultura y nos abasteció todos los servicios de los Blancos: casas, escuela, dispensario. Si el Blanco nos enseñó su cultura y si nos dio muchas cosas diferentes -como la miseria de dinero que da una vez al mes a cada familia, las casas y los servicios diferentes que nos provee- es que quiso hacer que nosotros, los pueblos originarios, nos asentáramos en un lugar para no molestarlo mientras él explotaba y destruía nuestro territorio. Mientras tanto, el Blanco quiso destruir nuestra cultura originaria y nuestra lengua originaria simultáneamente. Después de llegar a nuestras tierras, cuando nos tomó para enseñarnos su estilo de vida, el Blanco también se llevó a nuestros hijos para darles la educación de los Blancos, sólo para estropearlos y sólo para hacer que ellos perdieran su cultura y su lengua originaria, como lo hizo con todos los pueblos originarios de América. (…)

El Blanco no habló de eso con el Indígena. Lo que no nos dijo es que quería destruir nuestra cultura a nuestras espaldas, quería destruir nuestra lengua y robarnos nuestro territorio a nuestras espaldas.

Al día de hoy, es él el que hace las leyes en nuestro territorio y, a nosotros los pueblos originarios, nos hace seguir sus reglamentos como lo hacen los demás Blancos. Al Blanco le agradecemos sus leyes y sus reglamentos pero no nos son útiles en ningún sentido, porque nosotros, los que somos pueblos originarios, no entendemos las leyes de los Blancos de todos modos. Que el Blanco se quede con sus leyes y sus reglamentos y que le sean útiles a él, porque es de su cultura que se trata. Eso es lo que creo. Si, en nuestra época, el Indígena hiciera la ley que los Blancos deberían seguir, quizás no entenderían nada y quizás no podrían ajustarse a ella. También, en el territorio originario, sólo el Indígena tenía derecho a hacer leyes y hacerlas respetar por los Blancos para que los recién llegados supieran todas las cosas; que se queden ellos tranquilos después de llegar a encontrarse con los pueblos originarios en sus territorios; que tengan cuidado de no hacerle daño a los pueblos originarios; que sepan bien manejar las armas para no tirar donde sea; que no jugueteen con los animales originarios para no desgastar la comida de los pueblos originarios que proviene de esos animales. Eso es la ley que el Indígena le hubiera pedido al Blanco que respetara cuando llegó al territorio originario.

Si el Blanco no entendió nada de estas leyes y reglamentos originarios y si no pudo conformarse con ellos, hubiera vuelto a su propio país, donde hay leyes y reglamentos de los Blancos. Si el Blanco no entendió la ley originaria y si no pudo respetarla, tampoco hubiera podido evitar ser acosado por los Indígenas. Nosotros, por ejemplo, estamos muy acosados por los Blancos porque quieren ser los dueños de nuestro territorio, cueste lo que cueste. Pero ya estamos hartos de ser gobernados por los Blancos desde hace años. Estamos hartos de ser, desde hace años, maltratados por ellos y estamos hartos de que nos falten al respeto desde hace años. 

Si el Blanco vino a nuestras tierras, es únicamente para encontrar forma de ganarse la vida. Después de haberla encontrado en el territorio originario, el Blanco tendría que haberlo dejado en paz, no hubiera tenido que intentar gobernar ni intentar enseñarles todo. Hubiera tenido que decirse: “Cuando llegué al territorio originario, los Indígenas se gobernaban ellos mismos y eran autosuficientes.” Es lo que el Blanco hubiera podido observar cuando los vio por primera vez. Si el Blanco hubiera conservado su propia cultura, nosotros también hubiéramos conservado la nuestra y no habría tantos conflictos hoy en día entre los Blancos y los Indígenas.

El Blanco siempre ha pensado: “soy el único inteligente aquí.” Ya sabemos que el Blanco va a la universidad y que tiene diplomas. El Indígena, que el sistema escolar blanco categoriza en la clase pre-cero, tiene también un diploma, pero el suyo nunca ha necesitado exhibirlo y nunca le ha sido útil. Cuando todavía vivía en el bosque interior, se daba cuenta de los saberes, los tenía en él y los usaba. Cuando el Blanco vino a verlo en su territorio, el Indígena guardó su diploma porque, viendo al Blanco por primera vez, pensó: “Probablemente es más inteligente que yo.” Es por eso que guardó su diploma. Después de la llegada del Blanco, empezó a observarlo a escondidas para ver cómo iba a portarse con él. Quería ver si el Blanco iba a hacerle daño y si iba a faltarle al respeto en sus propios territorios. Después de vigilarlo un tiempo, el Indígena sabe, hoy, que el Blanco piensa que no es inteligente.

El Blanco probablemente nunca supo que el indígena tenía un diploma; cuando fue a buscarlo en su territorio, el Indígena se lo escondió. Pero hoy, no le da vergüenza enseñarle al Blanco que él también tiene diploma de Indígena, y no le da vergüenza hacérselo valer. El indígena, por su lado, no tiene certificado que colgar en la pared certificando que es diplomado: es en su cabeza que se encuentra su diploma. (…)

Epílogo

Soy una maldita Salvaje. Estoy orgullosa cuando, todavía hoy, me dicen Salvaje. Cuando escucho al Blanco pronunciar esta palabra, entiendo que él me dice y me vuelve a decir que soy una Indígena de verdad y que yo fui la primera en vivir en el bosque. Es decir, todo lo que vive en el bosque corresponde a la mejor vida. ¡Qué el Blanco me trate de Salvaje para siempre!

Sobre la traductora

Sophie M. Lavoie es profesora del departamento de cultura y estudios mediáticos de la Universidad de Nuevo Brunswick en Fredericton, Canadá (territorio nunca rendido de los Wolastoqiyik, o malecitas). Enseña clases de lengua, literatura, cine y cultura. Ha publicado artículos académicos sobre literatura de mujeres centroamericanas y latinocanadienses, entre otros temas, en francés, inglés y en español en varias revistas. Fue cotraductora con Hugh Hazelton de El laberinto vertical de la poeta argentina Nela Rio hacia el inglés, del libro de poesía Nous sommes les reveurs de la poeta mi’kmaq Rita Joe hacia el francés y de Un parcours bispirituel, la traducción al francés de la autobiografía de Ma-Nee Chacaby, una indígena biespiritual cree y ojibwe que salió en 2019. Forma parte del consejo editorial de la revista Candela Review.


Lapü / Sueño. Rafael Mercado Epieyu

Tanülia Tiko´u Epinayuu / Rafael Mercado Epieyu © Arte Cartel Urbano

Rafael Segundo Mercado Epieyu es descendiente directo de la E´iruku Epinayuu –familia extensa por línea materna. Rafael es poeta y escritor de Manaure (La Guajira, Colombia). También es lingüista de la Universidad Nacional de Colombia, con un Magíster en Educación en Pedagogía de la Madre Tierra, Universidad de Antioquia. Tiene experiencia directa en procesos de formación con organizaciones y asociaciones indígenas y grupos de jóvenes pertenecientes a comunidades urbanas populares. Ha trabajado en múltiples proyectos comunitarios y cinematográficos como asesor y traductor de su lengua nativa, el wayuunaiki. En 2010, recibió el Premio nacional del Ministerio de Cultura y el Instituto Caro y Cuervo de investigación en lingüística (español, lenguas indígenas, afrodiaspóricas, gitanas o de señas de Colombia) con el proyecto “La blasonería y el arte rupestre Wayuu”. Hoy en día es docente de la Licenciatura Pedagogía de la Madre Tierra (Universidad de Antioquia), y del Programa Licenciatura en Etnoeducación e Interculturalidad (Universidad de La Guajira). Como poeta y narrador, ha publicado: Narraciones indígenas del desierto –AKÜJÜÜSHI SULU´U SUUMMAINPA´A WAYUU (Norma, 2018), Sentimientos tejidos desde la oscuridad del vientre de mi madre (Antillas, 2009), y “Tü wuinkat shia akujaka süchiki we’iise -Esta Agua es la que cuenta sobre nuestros Orígenes- This Water tells of our origins (Indigenous Message on Water 2014). Como investigador, ha publicado: La palabra en la cultura Wayuu (Fondo Editorial Wayuu Araurayu, 2014), Diccionario Bilingüe wayuunaiki – español – español – wayuunaiki (Editorial Educar, 2009), y los artículos: Educación Conquistada y Propia”, “Jóvenes indígenas y globalización en América Latina”, y “Ser wayuu y la escuela tradicional de occidente”. 

Salinas de Mayapo (Mma´yaapü: montón de tierra formadas por la brisa). Manaure © Rafael Mercado Epieyu

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LAPÜ

Escuche aquí la voz del autor en Wayuunaiki

Tanülia Tiko´u Epinayuu. Yalashi taya Akuwalu´u, eere ichiijain tü palaakat sutuma suwawala jouttai. Tü pütchi yaainjatükat tashajüin akumalaasü sünainjee tü pütchi sümaiwajatü, nojotsü pütchin takumalain, eesü kojuyasü achikii eekalü tashajüin, ma´aka tü jaleekualüin tü wayaawatakalü au, jaralüin komotsoin waya. Shiaja´a tü lapükalü kama´anejeekat tü watüjaakalü au, tü sa´anasiasee tü jiyeekalü, tü jülakalü ta´in sünainjee sünüiki tü wayuu toushi Mejieriita, süchiki nülapüin chi watuushikai Ma´leiwa.

Wayakana wayuukana süikeyuu wuishii waya. Apünüsejese´e wamüin sa´inpia atpana. Apünüsejese´e wamüin sa´inpia ka´ula. Apünüsejese´e wamüin sa´inpia pa´a. Apünüsejese´e wamüin sa´inpia irama. O´ojushii joo waya süka´aya süpüla anainjanain waya sünain wakuwaipa.   

Sünainjee tü walapüinkat Wayaawata a´ulu alatajatetkat wamüin watta ka´i, müinka wayuule waya kaka´liainjanain süpa´a mma´kat, motso´opünainjatüle ne´e wama´a. Shia tü lapü aluwataakalü sau wakuwaipa wayakana wayuukana, wanaa sümaa sirumatajüin aikat, eere shiliwa´ala joo eere kashi. 

Jolototooshi shiinalu´u toula´ yüütataashi taya ma´aka yüütatain alekerü. Yaajechipata ne´e taya sa´akapüna tü atulushikat pütchi, katsa´ antawalin wanee jejerawaa sünain tache´e wanaa sümaa tatunküin, müsü shiekai sa´in aküjeein süchiki tü jülüjakat ta´in. 

¿Kasa jülükata ta´in? Shia sümaa shiain lapü kakumalain wakuwaipa. Jamüsa´a sa´anasiase tü jieyuukat yalejeejatü sünainjee lapü. Kamalainsüjese´e tamüin tü jieyuu wopuje´ewatkalüirua kasutatajataasü sükasulain uuchikat eere sukulemerain, eere jajatatairua tamüin shejejaaya tü ipa´kalüirua chinatakat, achüttutnawaikat sutuma wuin samaatüsü süchi´jeejat. Kachonweesü ma´in tü nale´elakat ma´aka perakanawa, jemetüsü ma´in tü süsanalaayakat na´in ma´aka joktai uuchejeekuat. Kamalainsüjese´e tamüin tü jieyuu anoijewatkalüirua, seeju natoutta mataasüka sa´in seeju süsii mokochira jee aipia, anacheinsü tü noukta ma´aka maloukatataain süsii ata´, samaatataasü seemiouse nawayuushe´in ma´aka ichi´iulia, maintataasü tü na´anasiesekat süka sükorolo soi jee shi´ira mo´uwa. Kamalainsü tamüin tü jieyuu cheje´ewaitkalüirua palaalejee, nousajaaya jee müsüja nanüiki palaatasü jemetüsü tamüin ma´aka tü kataakalü o´u tamüin, wattama´in saalin sukumaalaya na´anasiase ma´aka sukutulaaya nawayuushe´in, alika wa´i weinshi antawaishi tatchon Jepirachi sünain namülerain naya. Kamalainsü tamüin tü jieyuu wuimpeje´ewatnuukat, sa´anasiese jierü walunkaa nanaika eere palatatain wuin püloi, eere shi´iyalain nouppuna sünain kachepa pali´ise, akumalaasü wanee tatalataa tamüin püloina, teirakawee amüina monsomüinra´ane´e, ma´aka teirakain sümüin sho´owou ipa´ kama´anakat wachiki. Tü sa´anasiase tü jieyuukat akulaasü sünainjee eere jemeyuluin shiairua. Tü lapükat antüsü wanaa süma maintüin kasa supushua, wanaa süma e´erain jimatui. Yalejee shiinalu´ujee woula, jiettachonsü wasanalaaya wa´in waya atunkushiikana, wattasü türüttüin sulu´upuna wattashaana saalin wopu eepünaale süwataain jouktain sawaijatkat, shi´ipünawalin wane´ewai sukuwa pütchi chejeejatü nama´anejee naa ayolujaakana. ¡Wush! ¡wush! ¡wush! ¡wush! ¡wush! Majataasü shi´irainru´u süchiki sülü´üjalakat, sülatirüin süka pütchi samatüsü, pütchi jouktaleulajatü, suwalakajüin süka´ shi´irain sulu´upuna suikalüirua.

Süka tü jiettachonkat wasanalaaya wa´in waya atunkushiikana, sünain sulu´uin wa´in tü pütchi süma´leiwajatkat, süpüla waküjain joo mapeena sü´ütpa´a maachon siko´u, wanaa sümaa chiittajüin sünüiki jaisükat. ¡Chish! ¡chish! ¡chish! ¡chish! ¡chish! Müsü shiimata´ira sünain süchijirüin waya. Eere joo tü siko´uokat, nojolüiwa´a jayuuin, waapajüin pütchi süchiki lapü, laülaasü watuma wa´in sünainje waapajüin. Latu´u rülapü sünülia eere joo Lapü, yalalu´usaja yalapüna sulu´u süpa´a jutatui, nojotsü jaralüin erajüin eere, sümaa süttawalinja sünain antiraa pütchi wamüin wayakana wayuukana. 

Naa laülayuukana akaijawaishii süpülapünaa tü atünka. Kaitataasü yüi natuma. Joo sümüsain joo yüikat ounüsü sümaa pütchi nanüiki joo naa akaijüshiikana. Kalapünsü kasa supushuwa´a, jamüsaja yaawasan saajüin naküjala naa wayuu laülayuukana, chi Ma´leiwakai, nutkeje´erüin sünülia tü wuchiikalüirua. Antanuwaya müsüirua joolu´u. Antüshi ului, wainpirai, mo´uwa, nojotsü jaralüin ouneein. Atunkeesü wa´in mayaa müsüirua. Niyaka anülia ounüin kaarain. Chi nojoikai atünküin souka´i jee sawai. Ounajachi pia nümüin Ma´leiwasa, nümaka sümüin Lapü. Choujaashi pia nümüin mojusuma´in na´in sutuma nülapüinsa, nünta tamüin nüküjaiwa jamalu´ulüin, nümaka Kaarai nümüin Lapü. Anasü nümaka, manümüin na´atapaiwa taya, nutunkajaya nümaka Lapü. Antüshi Lapü nünaimüin Ma´leiwa, atunküshi nüpüla, nu´unaka Lapü. Jalashi joo nian nümataalaka nümüin Kaaraikai, yaajachiyüi atunkushi pia nuulia, nümaka nümüin, püsaaja sejee nia tamüin kateechi o´u joo taya nüpüla nümaka. 

Tawa´irüin, mi amigo. Territorio Tawaira, Alta Guajira.

Lapü

Escuche aquí la voz del autor en Español

Mi nombre es Tiko´u Epinayuu. Me encuentro en Akuwalu´u, es decir, donde las aguas del mar se convierten en sal por el correr del viento. Las palabras que escribo emergen de palabras antiguas. No son palabras creadas por mí. El origen de lo que sabemos parte del mundo de Lapü. Mis pensamientos germinan a partir de las palabras de mi abuela Mejieriita y de la historia de los sueños de nuestro abuelo Ma’leiwa.

Somos nietos de los vegetales. Se nos entregó un vegetal para amansar al corazón del conejo. Se nos entregó un vegetal para amansar y criar a las cabras. Se nos entregó un vegetal para amansar y criar a las vacas. Se nos entregó un vegetal para amansar y cazar al venado. Nosotros nos bañamos con hierbas para que nos vaya bien en nuestras vidas. 

A partir de Lapü sabemos qué seremos en los días lejanos. Si vamos a durar mucho tiempo en la tierra o si solo estaremos por un momento en ella. Es Lapü la que ordena nuestras vidas, durante la noche nublada, estrellada o de luna llena. En el fondo de mi chinchorro me consumo en silencio como Alekerü. Seguiré aquí entonces dentro de este tejido de preguntas, aunque a veces las voces que escucha mis oídos, mientras duermo, traten de ayudar a tejer respuestas. 

¿En qué pienso con mi corazón? En que Lapü es la que ha creado nuestra esencia. Las bellezas de las mujeres brotan desde el espíritu de Lapü. Me gustan las mujeres de Wopumüin, región de los caminos innumerables. Las bellezas de sus sonrisas se reflejan en la blancura de la nevada. En sus carcajadas puedo escuchar el murmullo de las piedras lisas regadas por las aguas frías de Süchimma’, río Ranchería. Sus vientres son fértiles como la culebra Perakanawa. Sus alientos son sabrosos como el respiro de Uuchiirua, las montañas. 

Me gustan las mujeres Anoii, región de las sabanas. Sus cuerpos huelen a los aromas floridos de Mokochira, guamacho, y de trupillo. Sus pestañas son como el color amarillo de las florecillas de Ata´, el pui. Las sombras de sus mantas tan frescas como si fueran de Ichi´ulia, dividales. El silencio de sus bellezas está adornado de plumas y cantos de Mo´uwa, paloma silvestre. 

Me gustan las mujeres de Palaamüin, región de mar. Sus besos y sus palabras saladas dan gusto a las mías y a mi vida. Tan innumerables los gestos como el ondear de su manta. Todas las tardes viene el abuelo Jepirachi a acariciarlas con ternuras oceánicas. Me gustan las mujeres de Wuimpümüin, región de las aguas. Sus bellezas de mujer Walunka están cargadas de arroyuelos misteriosos. Cuando asoman sus rostros pintadas del color de Pali´ise, piedra rojiza, inspiran en mis sentimientos una emoción cargada de Püloi, lo sagrado. Solo puedo contemplarlas sin tanta comprensión, así como cuando observo a Sho´owou, la piedra que cuenta nuestros orígenes. Así las bellezas de las mujeres se manifiestan en el lugar de sus nacimientos. Es como Lapü que llega cuando todo está en quietud, cuando solo se siente en la presencia del silencio. Desde el fondo de nuestros chinchorros, el suave suspiro de todos nosotros que dormimos, mientras va corriendo los innumerables caminos por donde caminan presurosas las brisas nocturnales y va dejando palabras que vienen de los espíritus ancestrales. Wush, wush, wush, wush, wush. Así va cantando las historias que ha traído. Transmite el mensaje en palabras frías, en palabras de verano. Las va regando con sus cantos en los chinchorros. 

Vamos guardando en nuestros corazones esas palabras ancestrales para contarlas luego en presencia de la abuela fogón. Mientras chispea sus calientes palabras, Chish, chish, chish, chish, chish, dicen sus besos que nos despiertan. Ahí donde se encuentra el fogón, antes del amanecer, escuchamos palabras que narran sobre Lapü. Ahí nuestros corazones se vuelven sabios. Latu´u rülapü así se llama la región luminosa donde se encuentra Lapü. Por ahí tiene que estar en el espacio infinito. Nadie sabe dónde queda con exactitud. Lo que sí sabemos es que viene a traernos palabras de consejo. 

Los ancianos sabios antes de dormir se fuman un tabaco. Hacen expandir el humo. El humo se eleva con las palabras de los que están fumando. Todos los seres sueñan, así relatan las palabras de los ancianos sabios. Ma´leiwa había mandado a reunir a todas las aves. Ellas acudieron. Llegaron el turpial, la palguarata, la paloma silvestre. Tenemos sueños, decían. Fue el alcaraván el primero que se atrevió a ir. El que no duerme de día ni de noche. Male´iwa te ha mandado a llamar, le dijo a Lapü. Él necesita de ti porque lo están atormentando mucho sus sueños. Que llegue donde mí para que me diga qué significado tienen, así dijo Ma’leiwa, según el alcaraván. Está bien, dígale que me espere, que no se vaya a dormir, dijo Lapü. Llegó en sueños donde Ma´leiwa pero este estaba durmiendo. Al verlo dormido Lapü se regresó. Donde está al que fuiste a buscar, le dijo al alcaraván. Él estuvo aquí, pero estabas durmiendo, le dijo. Ve a buscarlo de nuevo. Ahora estaré despierto; así dicen los ancianos sabios que Ma´leiwa dialogó con Lapü.

GLOSARIO

Alekerü: es hija de Isashii (la naturaleza en su estado de pureza) será la encargada de enseñar a las mujeres wayuu el arte del tejido, Alekerü es la abuela araña. 

Anoii: planicie verdosa. 

Ata´: es un árbol que posee unas flores amarillas, es parecido al árbol de cañahuate. 

Ichi´ulia: Ichii así se llama en wayuunaiki el árbol de dividivi, Ichi´ulia se refiere a innumerables dividivis.  

Jepirachi: el abuelo que posee el conocimiento del mundo marino y de la pesca. Viento suave que proviene del nororiente. 

Latu´u rülapü: así se llama la región luminosa del espacio infinito del universo.   

Ma´leiwa: para nosotros los wayuu existen cuatro generación de la creación: 1ª nace a partir de la gran madre de todas las madres, la gran abuela de todas las abuelas Sawai-Piushi (Oscuridad-Noche); las constelaciones, sol, luna, mar y tierra; 2ª nace de la Mma´(Tierra) el mundo vegetal; la 3ª también nace de Mma´, el mundo animal. Ma´leiwa es hijo de la tierra con Juya´ (lluvia), nace entre la 2ª y 3ª generación de vida; será el abuelo que se va encargar con la ayuda de Mma´ y de Juya´ de organizar el nacimiento de la 4ª generación de vida, nosotros los wayuu. 

Mejieriita: posiblemente sea un nombre compuesto: Mejieetai (que no creció mucho) + iita (recipiente fabricado a partir del fruto del totumo); entonces significaría “totumita”. 

Mokochira: suspiro de primavera. Es un árbol. 

Mo´uwa: la que no tiene pestaña, así se llama la paloma silvestre. 

Palaamüin: hacia donde está la mar. 

Pali´ise: es una pintura facial de origen vegetal que se llama pali´ise en wayuunaiki.  

Perakanawa: así se llama la culebra que simboliza la fertilidad, su hábitat es el río Ranchería, posiblemente es el nombre milenario de la Titanoboa Cerrejonensis.   

Püloi: espíritu femenino protector de los seres marinos y los seres de la tierra. Espíritu sagrado. 

Sho´owou: así se llama la piedra donde se encuentran grabadas los símbolos de las e´iruku (clanes). 

Süchimma´: donde las espumas del agua salada se encuentran con el agua dulce, es el nombre milenario de la ciudad de Riohacha, capital del departamento de La Guajira.  

Tiko´u Epinayuu: Tiko´u significa leñita prendida. Epinayuu es una e´iruku (clan) y significa los que tienen un espíritu para limpiar los caminos. E´iruku significa familia extensa por línea materna.  

Uuchiirua: las montañas.

Walunka: así se llama la mujer que tenia dientes en la vagina. 

Wopumüin: los caminos innumerables que se encuentran hacia al sur, dirección que conduce hacia los dominios de abuelo Epeyüi (Jaguar). 

Wuimpümüin: wuin significa agua, pümüin hacia la superficie; agua + hacia la superficie = hacia la superficie de las aguas, es lo que conoce como Alta guajira.

Comunidad Müsichi (Müsichi: así se llama casa de las termitas) © Rafael Mercado Epieyu

Más sobre Rafael Mercado Epieyu

“Pütchi, la palabra de los wayuu”. UNIMEDIOS. http://untelevision.unal.edu.co/detalle/cat/rastros/article/putchi-la-palabra-de-los-wayuu.html 

“Tío Sapo y la concepción del buen vivir para los wayuu de hoy” https://www.youtube.com/watch?v=5_ZiD_COdhA


Poetas del desierto. Muestra de escritores wayuu contemporáneos

Kamaach / El Pilón de Azúcar. Territorio Wayuu © Juan G. Sánchez M.


Introducción, selección y comentarios por Vicenta Siosi Pino

Textos de Rafael Mercado Epieyu, Cristian Dumar Prieto, Qwenty López Epiayu  y Olimpia Palmar Lipuana.

La etnia wayuu habita una península desértica al norte de Colombia en la frontera con Venezuela. Son cerca de un millón de personas, la mayoría habla wayuunaiki y español. Las mujeres son hermosas y es común ver matrimonios entre los arijunas (hombre blanco) y las indígenas. Los varones son aguerridos, durante el siglo XVI los conquistadores europeos no pudieron someterlos y debieron entrar en negociaciones comerciales con ellos. De los españoles adoptaron el caballo y las ovejas; la cría de ganado caprino es hoy la principal actividad económica del wayuu. Los caballos fueron reemplazados por motocicletas, pues lo que facilite su vida lo adoptan enseguida. Su amplísima tradición oral contiene su cosmovisión; en su mitología está guardado el saber antiguo que responde a las inquietudes de sus almas.

A finales de siglo XIX el Estado colombiano estableció internados para que los indígenas estudiaran básica primaria; en estos centros educativos regentados por sacerdotes católicos intentaron que olvidaran la lengua materna, los vestidos típicos y sus nombres nativos. 

En los primeros libros de literatura donde se mencionan a los wayuu, estos eran los guías que conocían los recovecos del desierto, los sirvientes fieles o los incivilizados belicosos que impedían el progreso.

La Constitución Nacional de 1991, declara a Colombia un país pluriétnico y multicultural, con este reconocimiento, empieza una promoción de los idiomas nativos. Los wayuu pierden la timidez y aquellos que habían cursado estudios de bachillerato o superiores y dominaban el español, escriben historias de sufrimiento, derrotas, discriminación, develando el corazón wayuu; estas historias rememoraban aquellos cantos tradicionales llamados jayeechi que narraban guerras, raptos, alucinaciones y amores prohibidos. 

El firme deseo es visibilizar esta gran nación, a través de una historia nueva y real.Usando palabras persuasivas que llevan al razonamiento, los conciliadores wayuu o pütchipüü evitan las guerras interclaniles. En  esta tierra un compromiso hecho de palabra es inviolable, incluso, una ley antigua prohíbe dar malos consejos y si alguien es afectado por una recomendación desacertada, se debe indemnizar al perjudicado. Por respeto a la palabra, los wayuu son de poco hablar.

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Oriundo de Manaure, el lingüista, Magister en Educación, profesor de la Universidad de Antioquia e investigador, Rafael Mercado Epieyu, en un poema animiza la palabra:

¿JALEEKUAT TÜ PÜTCHIKAT?

Tü pütchikat chejeejatü eere eein

Suujulain tü lapükat 

Antüsü sümaa süsamala sütüna sawaikat

Süpüla shi´inanajüin tü jülüjakat sa´in tü kataakalü o´u

Sulu´u wanee müleushaata süi

Sukumala süpachera sajapü maachan,

Shia yala´ eere tatunküin. 

Yalasü yala´ eere tayawatüin sau

Sümaa eein süpüla kasuutalüin tü pütchikat

Ma´aka tü mannuuyakat eekalü

Sümaa süpüchiralaain sau uuchikat.

Tü pütchikat shia tü shiraira tü jemiai 

Shonnotokot sawai 

Ekerotokot sümaa süsamala sütalu´u mma´kay

Süpüla sümatüinjatüin sa´in süle´eru sulu´u eyüüin shia.

Tü pütchikat eesü shiwe´erain sulu´u wuishiin

Sulu´u süsiin, süsiichein, süsii

Yala´müsia´ ei´yalaain sa´anasiase sukumeraaya tü weikat mma. 

Tü pütchikat shia tü shi´irain talakat wuchiirua

Shia türa sükalirakat mma yonnototookat eekai türa watchuashiikat

Shia türa shipishana sütürala juya´ awalakajakat

Antakalü sulu´u jouttalin shia sünain wache´e.

Tü pütchikat shia supushua sümünakat tü palaakat

Antakalü sulu´u sütoloin sümaa kasuutain shia.

Tü pütchikat shia anaajaka tü watüjaakalü au jee müsüja tü wayuwaakat.

Tü pütchikat pia piakat taya tayakai.

Tü pütchikat wattasaalin süno´u, pushupushu süno´ukalia ma´in.

Majataasü sünüiki maachan tamüin

Wanaa sümaa tasaküin shia: ¿Jalejeekuat tü pütchikat?

¿DE DÓNDE VIENE LA PALABRA?

La palabra viene de las regiones 

escondida de sueños

llega entre las alas frías de la noche

para tejer pensamientos de vida

en el inmenso chinchorro

creados por los dedos habilidosos de mi abuela, 

es ahí donde duermo. 

Es ahí donde he comprendido

que la palabra puede ser blanca 

como las neblinas que posan

y se extienden en la cima de las montañas. 

Las palabras son esas gotas de rocío 

que caen durante la noche 

y penetran la tierra con su cuerpo frío

para refrescar su dorada 

y calurosa entraña de madre. 

La palabra entonces germina en vegetal

se transforma en florecitas, flores, rosas

y así aparece la bella sonrisa de la Madre Tierra. 

La palabra son los coros alegres de las aves

son arenas que danzan con el viento del desierto

son el ruido de los truenos que estallan 

y llega a nuestros oídos en forma de brisa. 

La palabra son todas las olas del mar 

que llegan en espumas blancas.

La palabra es donde se guarda nuestra sabiduría y nuestra esencia. 

La palabra eres tú y soy yo. 

La palabra tiene muchos colores, pero ella es negra. 

Así me habló alguna vez mi abuelita

cuando le pregunté: ¿De dónde viene la palabra? 

Al morir el alma del wayuu se dirige a jepira un lugar en medio del mar donde se encuentran los familiares fallecidos, este lugar mitológico, lo recrea Rafael Mercado Epieyu, para que nadie tenga miedo de cruzar su frontera.

SALAJATSHIMÜIN SÜMÜNAKAT PALAA

Chayaa sajalatshimüin sümünkat palaakat eesü wanee mma

Eere sa´in wayuu waraimajataain so´opüna wanee anoii wuishiisü

Yonnototoosü sutuma shi´irain nükashainra taatchon molokoono

Talatüsüirua sümaa jaajatatain shiainrua sutuma nime´erain tatuushi utta. 

Yalayaa tü sa´inkalu wayuu amürajirasükalüirua 

Eeshii süpüla nayonnajüin sünain washe´inwaa jee sümaa chuttaain naya 

Nu´upala chii washi´ müloushikai Juya´. 

Cha´aya sajalatshimüin sümünakat palaa eesü kasiin tü kanasü

Tü shi´inalakat maachan walekerü nü´ütpa´a chi ka´i chimitakai. 

AL FINAL DE LAS OLAS DEL MAR

Al final de las olas del mar existe un lugar

donde las almas se pasean en una verdosa llanura

danzan al ritmo erótico del tambor del abuelo Molokoono-tortuga

gozan y se ríen con las palabras graciosas del abuelo pájaro Utta.

Ahí, las almas amantes 

pueden danzar desnudas y húmedas 

en presencia del gran padre Juya genio de los lluvias. 

Ahí, al final de las olas del mar están los floridos colores

que teje la abuela walekerü –araña, en presencia del sol dorado.

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Cabo de la vela © Juan G. Sánchez M.

Para llegar a la comunidad de Wotksaainruu, se debe atravesar el desierto de La Guajira, durante todo un día; allí nació Cristian Dumar Prieto Fernández del clan Ipuana. Una vez cursado sus estudios técnicos, con la fuerza de su juventud decidió viajar por el país, anhelaba ver lugares nuevos, pero cuando estuvo frente a ellos, solo le vino el recuerdo de su territorio ancestral y los poemas que guardaba su alma.

NULAPUIN WANE WAYUU IIPUANA

Taya wane mushale’e 

Chii eirajakai Julu tü lapü wenshiijatkat; 

Kanalashi tü pütchi anaskalu

Tü kamanewa joukaijatka. 

Katunashi pia jupula awata wattamain juka

Nuchoin pia wane mushale kapulainshi.

SUEÑOS DE UN IIPUANA

Soy un caricare que

Canta en su sueño eterno

Cobijando tu ser con palabras fluidas,

Ternura infinita,

Amanecerá tu día,

Volarás alto, 

Porque eres hijo,

De un caricare gladiador

© Juan G. Sánchez M.

Cristian Dumar conoce los rigores de los largos veranos, él sufrió la sed que reseca la garganta y acelera el corazón, la ansiedad de la búsqueda del líquido en los pozos artesianos, padeció el dolor de no tener esperanza.

CHII WANESHIAKAI WÜIN, JOSOSHI

Oyolojashi jutüma jirakaya kaika,

joso’ joso’ musü tü ataka,

achechejasu tü potchikalu jau

Namuchi na tepichikana alejatsu malüïn.

Matsü jumoutekai tü nayolujuka

Eisalashi Juma josoin main tü neimataka junian atunka.

Mojusü main jain tü neika

Ayalajusü jutü piyüshï joukai

Nojoluinapa eirajuin na wuchikana wanajüma juwasalain tü piyushika.

Tü alawakat jia tü namuliainka.

Outa’a musia tü samatchika awasajasüne’e

Amatsajusü nain jütüma muyasü.

Ono’oweyashi noutkü

¿Alamüinya erajan?

Chaa wane mma ajalajusü nain wane jintüin.

Anika taya ananaja muin nau  najapu na ojonoshikana juchirua juwuira mma, aisü main namuliala

Juka jamuin mawuinralirü tü wainkat.

Onosu Juma tü müliatchikat malüinpa Jain anoishika tú mmpaka

¿Jama jolü?

Jamuinjatü waküaipa, majirashï waya wapüshuaya

Kasache wawaletka aka tü ata’a osojoikaluirua eh

Juma yalain ne wotüin mma tü katakalü o’ü

Jososhi chi luopü watkasainrukai.

MI ÚNICO ARROYO SE SECÓ

Ahora que la mirada del sol la deteriora sin compasión,

La piel se marchita poco a poco 

El barro se endurece

Las vasijas de los niños regresan vacías

Con rostros desalentados y 

Labios resecos se van a dormir.

La triste madre, llora en el vientre de la noche.

Los pájaros ya no cantan al amanecer

La felonía es su desdicha y el aura se evapora

Asfixia la inminente sed,

Otros intentan alzar el vuelo 

Pero ¿para dónde?

En algún lugar agoniza la esperanza de un niño.

¿Y yo? Veo las manos que perforan el pecho de la tierra 

intentando detener sus pocas lágrimas en pozos de ilusiones,

Ni siquiera nuestra alma puede llorar…

Se esfuma en silencio, junto al ocaso del desierto incontenible. 

¿Y ahora qué? 

La pregunta que todos nos hacemos….

¿Quién limpiará la piel marchita?

Mientras poros de la vida se llenaron de polvo

Mi arroyo Wotkasaainruu se secó.

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© Juan G. Sánchez M.

En el resguardo indígena Zahino, al sur de La Guajira, está la ranchería de Qwenty López Epiayu, ella estudió Comercio Internacional, pero la escritura se volvió su manera de liberarse y de soñar con un poco de justicia. Ha participado en recitales, publicado en revistas y trabaja con mujeres wayuu, concientizándolas de sus derechos. 

Qwenty dibuja con palabras lo que hay en su corazón, quiere un mejor destino para su pueblo y llama a dejar la tibieza, pero, si no se atreven, ella levanta la voz por sus hermanos.

SEGUNDO ESCRITO

Se curten tus huellas trazando caminos intransitables 

El arte de tejer pensamientos circulares logrando desenredarse de la indiferencia.

¿Acaso existe la diferencia entre ser y sentir la causa de lo incomprensible para un mundo distinto? 

La historia ha marcado su destino y los ciclos empiezan a desentrañarse.

Vecina a la casa de Qwenty está la mina de carbón a cielo abierto más grande de Latinoamérica. El ruido de la bárbara explotación minera que no descansa, le robó el sueño a los wayuu, son empresas extranjeras quienes destruyen el vientre de la tierra y con ello la herencia de las nuevas generaciones, esta mujer wayuu lo dice mejor en su poema: 

CUARTO ESCRITO

Sobre los desechos de tu piel he posado mis cartílagos.

Sobre la esperanza agotada en una espera, he levantado las mías

Sobre tu llanto he limpiado la salinidad de tus ojos y los he sentido míos

Tan míos que he transpirado tu soledad y has echado raíces con una fuerza descomunal, para hacer escuchar tu voluntad.

Verdad oculta por el resonar de motores que no te dejaron soñar y todo se volvió una noche eterna

Entre ciclos de descomposición y desmembranza

Tierra codiciada por extraños y valorada por nativos, que no se aferran al olvido de sus memorias y al tesoro de sus próximas generaciones.

Ay mi Guajira, cuántos los lamentos sobre tu suelo

Y los silencios enterrados bajo la mirada de Kai –sol, que no revela cifras para tu desvelo.

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Ranchería © Juan G. Sánchez M.

Olimpia Palmar Iipuana creció en Paraguaipoa, un caserío en la frontera entre Colombia y Venezuela, es Comunicadora Social, especialista en Derechos Humanos, miembro de la Red de Comunicación Putchimaajana, que ha capacitado gratuitamente a cientos de jóvenes indígenas en uso de los medios de comunicación alternativos. Ella es narradora, su dulce voz rememora las inquietudes que asaltan a los niños en las rancherías, mientras revela los secretos descubiertos por los wayuu en la naturaleza.

LAS MENSAJERAS DE JUYA

Es de tarde, en La Guajira sopla una brisa fresca y húmeda por el sereno. En el techo de nuestra enramada de yotojoro se guindan ollas, pieles, mochilas grandes y pequeñas, mecates enrollados y lo que más se destaca es una tela larga que está encima de donde dormimos; mi abuela la puso para protegernos de los tuqueques, ciempiés y roedores que se acercan atraídos por el tipo de madera. Justo cuando la brisa concentra un olor a lluvia, Anunchan, mi padre, se levanta silenciosamente de su silla forrada de cuero de chivo y se estira hacia el techo, con sus manos alcanza un manojo de telas y bolsas que cubren una totuma, que desde hace muchos años estaba allí colgada. Yo lo miro desde mi chinchorro y al ver el envase en sus manos, corro para satisfacer mi curiosidad.

Mi curiosidad, que aumenta día tras día, es el resultado de mis tardes de chinchorro. No recuerdo cuál fue la primera vez que vi esas telas colgadas en el techo; cuando me acostaba en las noches tenía la ilusión de que cuando tuviera un poco más de tamaño revisaría cada una de las bolsas y ollas que allí se guardaban. A escondidas inventaba historias sobre los secretos que mi madre escondía en cada objeto del techo. 

Mi madre Saara corrió al patio, al encuentro de mi padre, y tiró sobre el suelo una sábana grande que también bajó del techo. Me pegué a mi padre para saber, de primera mano, qué escondían en la totuma, era como la revelación de un secreto. Vi que fueron cayendo muchas semillas sobre la tela, mi padre se dobló con dificultad, pues mide casi dos metros, que yo aspiro a medir cuando tenga mi mayoría de edad. Una vez en el suelo seleccionó las semillas de su preferencia: <Tiene que llover pronto, ya la estrella Iiwa está en su lugar>. Le dijo a su fiel compañera Saara.

Ella le contestó, pero no alcancé a escuchar; el desfile de las mariposas atrajo totalmente mi atención y lo estaba disfrutando mucho, unas volaban bajito, casi pegadas al suelo, otras por encima de las tunas y del corral de los chivos que tenemos cerca de la cocina, eran innumerables y coloridas. Me dispuse a correr entre ellas cuando vi a papá Anuchan molesto, recogiendo sus semillas: <Ya no va a llover, ni tampoco habrá siembra, Eleena ven a guardar esto>. Me ordenó. 

Corrí tan rápido como pude y cogí la totuma donde estaban las semillas. Por fin, uno de los tesoros del techo estaba a mi alcance, lo encomendaron en mis manos. Él sabe que no lo voy a subir, con mis seis años no llego al medio metro de alto, por eso después de probar a qué saben las semillas, las metí en una de las mochilas que cuelgan de la pared de nuestro único cuarto. 

Tal como lo había dicho mi padre, extrañamente, las nubes empezaron a dispersarse, la brisa dejó de ser fresca y el olor a lluvia se desvaneció, ahora sólo olemos la mazamorra con leche que mamá prepara en su ardiente fogón. 

Aunque me gusta mucho la mazamorra, ese día me la tomé sin ganas porque no comprendía qué había hecho papá para que la lluvia se fuera; ese era el gran día en que yo iba a conocer la lluvia. Aquí, en La Guajira, el último aguacero que cayó fue en la madrugada de mi nacimiento. A veces pasan hasta diez años sin llover, por eso aún no conocía ese fenómeno natural. Iba a descubrir para qué sirve ese conuco que está antes de llegar al hoyo seco llamando jagüey, hasta ahora, solo sabía que todo eso funciona con la lluvia. 

El pronóstico de mi padre me dejó inquieta, pero mi inocencia de niña impedía preguntarle, por eso callé y preferí imaginarme la lluvia como un señor generoso que tenía una manada de burros y pasaba de casa en casa llenando las múcuras y los jagüeyes de cada familia. Mis pensamientos eran más profundos porque hasta trataba de conseguirle unos ayudantes a este señor generoso llamado Juya.

A los días, las nubes se volvieron a formar, el cielo oscureció; me emocioné porque ahora sí podría conocer al señor Juya. De repente, comenzaron a caer del cielo pequeñas gotas de agua, se hicieron muchas en poco tiempo; me dio tanta tristeza que me puse a llorar porque ahora esas gotas dañarían el camino y el señor lluvia no podría llegar con su manada de burros a nuestra casa y entonces no sabría para qué sirven el conuco y el jagüey. 

Di muchas vueltas en mi chinchorro, buscando las palabras y la forma cómo se lo diría a papá, pero en eso,  entraron en escena las libélulas wot’chonot , al verlas  mi padre sonrió, se notaba su felicidad, me abrazó y como si supiera que necesitaba una explicación dijo: <Las wot´chonot son enviadas por Juya, ellas revolotean sobre la tierra para saber si nosotros los wayuu, los animales y las plantas estamos sedientos y le cuentan que ya ni nos visitamos porque estamos ocupados buscando agua y así, Juya hace derramar el agua desde el cielo para que se llenen nuestros jagüeyes>.

Comprendí que esas gotas que caen son Juya. Me sequé las lágrimas y dejé de pensar en la manada de burros que traería el agua y empecé a mecerme en mi chinchorro para disfrutar de mi primera lluvia.

Pasaron los días y volvió Juya a sorprendernos, esta vez trajo mucha agua, hubo truenos y relámpagos, parecía como si alguien estuviera partiendo unas leñas grandes allá arriba, la lluvia duró toda la mañana. En mi casa todo fue un protocolo: mamá Saara me quitó mi manta roja y dijo: <A Juya no le gusta que la gente se vista de ese color>. También escondió los cuchillos y machetes: <Va a creer que lo estamos desafiando>. Argumentó, mientras los envolvía en unas telas y los metía debajo de la mesa.

En la tarde, cuando el sol salió esplendoroso, los tres fuimos al conuco a sembrar las semillas; me encaramé en un árbol grande y vi desde allí que el hoyo que antes estaba seco se había llenado de agua; le conté a mamá sobre mi nuevo hallazgo, ella sonrió y me dio una gran noticia: <Ya no tendremos que ir lejos a buscar agua en los burros, la tendremos allí mismo, cerca, ahí nos bañaremos y la llevaremos a la casa>.

Papá interrumpió nuestra conversación para contarme que yo había nacido con el ombligo enredado al cuello y eso significaba que mis manos darían buenos frutos a lo que yo plantara: <Mucha gente vendrá a pedirte que los acompañes a sembrar, te buscarán desde temprano y te traerán por las tardes, no es un trabajo, es compartir tu don con los demás>. Me decía, mientras iba echándole arena a las semillas que yo colocaba en los huecos que él había hecho en la tierra. Como sentí que había confianza, le pregunté por aquella tarde cuando se enojó e hizo irse la lluvia, papá Anuchan sonrió y con tono complaciente me contó: <Las mariposas también son mensajeras de Juya, pero son malas emisarias, son mentirosas, revolotean sobre el orín de los burros y dicen que los wayuu no necesitamos agua, entonces Juya no viene, se va para otra parte, por eso cuando las vemos llegar no nos alegramos, en cambio, las libélulas wot´chonot son buenas mensajeras, siempre dicen la verdad y al verlas nos alegramos>. 

Poco a poco aprendí que en nuestra ranchería no solo hablan las personas, sino que los pájaros pueden comunicar mensajes, que la brisa puede avisar de una visita y que un cordón enrollado en el cuello al nacer te ocupará cada periodo de siembra, pero, sobre todo, aprendí que Juya, es el agua que cae del cielo y hace germinar la tierra, dándonos abundancia de alimentos, ayudándonos a vivir mejor.

Ese año hubo buena temporada de siembra por eso conocí el conuco de los Jusayu, Epieyu, Jayariyu, Apshana, de los pobres y de los ricos; allá fui a dar con mi mano milagrosa que hacía florecer todas las semillas que enterraba. 

En los siguientes meses, manadas de burros llegaban a mi casa proveniente de diferentes rancherías, sobre sus lomos traían sacos de melones, patilla, fríjoles, auyama y hasta chivos, mamá los recibió por mí y se fue a Maicao a venderlos.

Mientras la esperábamos con el burro para ayudarla a volver a casa, papá me dejó esta reflexión que guía desde aquel día mi vida: <De las mariposas sólo debes copiar su forma elegante de volar, de las libélulas wot’chonot la sinceridad, siempre di la verdad para que ocasiones grandes alegrías>. 

Mi madre volvió con una carga de alimentos e hilos con los que me haría mi primer chinchorro, desde ese entonces asumí que para mis padres soy la wot’chonot que les causa las más placenteras alegrías.

~~~

Una generación de wayuu jóvenes observa como su pueblo y territorio milenario es saqueado, mancillado ignorado, entonces, en represalia, han tomado la palabra, y se han alzado con poemas y relatos que hablan de su filosofía, resiliencia y su valía, y los han escrito sobre el papel para que permanezca por los siglos de los siglos.

Más sobre Vicenta Siosi Pino

Vicenta Siosi, wayuu del clan Apshana. Comunicadora Social, ganadora del Premio Nacional de Literatura Infantil del Atlántico, en Colombia y una mención de honor en el concurso internacional Enka de Literatura Juvenil; ha sido traducida al francés, inglés y danés.

Trailer del libro Cerezas en Verano

Entrevista en Letralia: https://letralia.com/212/entrevistas01.htm  


Planicie de olvido: Miguel Ángel Oxlaj Cúmez


Xti Saquirisan Na Pe / Planicie de olvido © Miguel Ángel Oxlaj Cúmez. Cholsamaj, 2020



Miguel Angel Oxlaj Cúmez es Maya kaqchikel, de Chi Xot (Comalapa, Guatemala). Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de San Carlos de Guatemala, tiene una especialización en Revitalización Lingüística por la Universidad Mondragon del País Vasco. Es profesor de la Universidad Maya Kaqchikel, sede Chi Xot, dirigente sindical, activista social y activista digital de idiomas indígenas. Es parte del equipo organizador del Festival Latinoamericano de Lenguas Indígenas en Internet, es representante de los pueblos mayas, garífuna y xinka (UMAX) ante la Comisión de Reforma Universitaria -CRU- del proceso de Reforma Universitaria de la Universidad de San Carlos de Guatemala y representante de la Lucha contra el Racismo, Xenofobia y otras formas de discriminación, de la Internacional de Servicios Públicos -ISP- para México, Centro América y República Dominicana. Es parte del Colectivo Kaqchikela’ taq tz’ib’anela’ y del Colectivo Ajtz’ib’. En 2009 ganó el Premio Nacional de Literaturas Indígenas B’atz. Ha publicado La misión del Sarima’ (narrativa), Mitad mujer (narrativa) y Planicie de olvido (poesía). Sus poemas aparecen en revistas digitales y también en antologías tanto en kaqchikel como castellano. Ha escrito alrededor de cien lecturas para los libros de texto del Ministerio de Educación de Guatemala y han sido traducidas a los idiomas mayas q’eqchi’, mam, k’iche’, tzutujil, q’anjobal, achi, ixil, entre otros. Escribe poesía y narrativa, tanto en castellano, como en kaqchikel, su idioma originario.


II


Rïn chuqa’ xinaläx kik’in ri kaminaqi’

xinaläx chuxe’ ri ruk’isib’äl q’aqajob’q’aq’ ri ruk’wa’n wi ri kamïk

ri q’aq’ nib’ojloj toq nkamisan ja wi ri’ ri uxlak’u’x

ri nima oyowal yeruxe’qeq’ej wi konojel ri rurayb’el ri qak’u’x

ri q’aq’ nkamisan ruk’ojon wi ri taq qachi’

xa xe wi ri kib’is ri xe uk’we’x 

nuretz wi jub’a’ ri maq’ajan

rik’in ri ruk’isib’äl taq kich’ab’äl

rik’in ri ruk’isib’äl taq kitzij

rik’in ri ruk’isib’äl kitzij ri xkijosja’ kan

rik’in ri ruk’isib’el taq kib’ixab’änïk

rik’in ri ruchoq’omalil ri kisamaj kichapon


Rïn yenwak’axaj wi

ja ri’ wi ri lema’ ri yinkiwartisaj

[ronojel taq tokaq’a’]

ja ri’ wi ri achik’ ri yennataj toq nsaqär pe

ja ri’ wi ri itzel taq achik’ ri yik’asb’an

[rik’in xib’iri’il]

kik’in ri tzijonem ri’ xinwetamaj ri sik’inïk wuj

rik’in ri ronojel re’ xinwetamaj xinsik’ij ruwäch ri k’aslemal

rik’in ronojel re’ xinmestaj ri kikotem


Ja k’a ri’

toq ri e k’äs pa kik’u’x

majun wi yeq’ajan ta

juk’a’n wi yetzu’n apo

yetze’en wi rik’in janila b’isonem

nikijalwachij wi ki’

nkikusaj wi ri k’oj ri kikusan konojel

yeb’ixan wi chi re ri amaq’ ri ya’on chi kiwäch

chuqa’ yexuke’ wi chwäch ri ajaw ri man itzel ta tz’eton


Ja ri kojqan 

xa xe wi ri yek’ase’ 


Ja ri toq xinch’akulaj ri kamisarem

ri kamisanel q’aq’ chuqa’ ri ajch’ayi’, rije’ ri’ xe’ok wetz’anel

ri kamïk xok nuchajinel


Wakami

jun peraj chi re ri nuwinaqil

k’a tal tajin nisk’in

ri jun chïk tanaj

nrajo’ ta nuyupij jun runaq’ ruwäch chi re rik’aslemal

pa runik’ajal re jun li’an re’ rulewal ri mestaxinïk



II


Pertenezco a la generación de los muertos

nací bajo la última tormenta de disparos

los fusiles eran la paz

la guerra aplastaba nuestros anhelos 

las balas cosían nuestras bocas 

y el silencio solo era roto por los lamentos

de los desaparecidos

por sus últimas voces

sus últimas palabras

sus cuchicheos de despedida

sus últimas recomendaciones

las razones de su lucha


Yo los escuchaba

eran los cuentos que me adormecían 

[cada noche]

eran los sueños que recordaba al amanecer

las pesadillas que me despertaban 

[gritando]

las historias con las que aprendí a leer

a interpretar la vida

a olvidarme de la alegría


Entonces

quienes se pensaban vivos 

guardaban silencio 

desviaban la mirada 

sonreían con tristeza 

se disfrazaban de normales

se ponían la máscara de moda

le cantaban a la patria impuesta

y le rezaban al dios autorizado


El único plan

era sobrevivir


Así me naturalizó la carnicería 

jugaba a las bombas y los soldados

la muerte se volvió mi principal niñera 


Hoy 

una parte de mí

sigue gritando

la otra

intenta guiñarle un ojo a la vida

en esta planicie de olvido


Pachäj, Comalapa, Chimaltenango (Iximulew/Guatemala) © Miguel Ángel Oxlaj Cúmez


VI


Man ajtz’ib chuqa man aj pach’un tzij ta

rik’in k’a jub’a’xa tzalq’omanel

ruma re samaj re’

man choj ta chi yanojin chuqa yatz’ukun

k’o ch’aqa b’ey nakamuluj ri xk’ulwachitaj yan

ja k’a ri yatzalq’omin jari’ ri b’ama jantape’ 


Naq’asaj pa jun chïk ch’ab’äl

ri ruju’il ruka’ ri ati’t toq njok’on

ri ruju’il ri rasaron ri mama’ toq nuchoy ri ruwach’ulew

ri mank’isel taq samaj pa akuchi’ tikil ri kape

ri janipe’ ralal ri juq’o’ wok’al juna’ ri e ejqan chi tapäl

ri ruq’axomal ri jantape’ yatiko’n po majun achike k’oltiko’n nak’ul


Man ajtz’ib chuqa man aj pach’un tzij ta

rik’in k’a jub’a’xa tzalq’omanel

naq’asaj pa jun chïk ch’ab’äl

ri kiq’axomal ri nimaläj taq che’ ri xechoyoyex

ri ruq’axomal ri raqän ya’ etzelan

ri ruk’ayewal ri ajxik’ ri majun rochöch ta

ri xtutzolij ri qate’ ruwach’ulew ruma ri ruq’axomal qamolon


Man ajtz’ib chuqa man aj pach’un tzij ta

rik’in k’a jub’a’xa tzalq’omanel


VI


Ni escritor ni poeta

Traductor quizá

Porque este ejercicio

no consiste solo en idear o crear

a veces es recrear

pero más es traducir


Traducir a otro idioma

el compás de la piedra de moler de la abuela

el ritmo del azadón del abuelo

las faenas prolongadas en el cafetal

el peso de cinco siglos cargados con mecapal

el dolor de tanto sembrar y nada cosechar


Ni escritor ni poeta

traductor quizá

trasladar a otro idioma

el gemido silencioso del árbol caído

el lamento fúnebre del río contaminado

las peripecias del ave sin nido

la inminente reacción defensiva de nuestra madre herida


Ni escritor ni poeta

Traductor quizá


La milpa, la vida  © Miguel Ángel Oxlaj Cúmez


Ri wati’t ri nimalaxel


Ri q’ijul man xtikïr ta chi rij

xpapo’ chupam jun rub’olqo’t ri ruxoq’op

xsach ruk’u’x chuwäch ri ruwachib’äl ri rupo’t

xsach chupam ri rub’eyal ri jalajöj taqruyuchuj rutz’umal


Ri wati’t ri nimalaxel

Ri ruponib’äl

Xetal ruchapom rupub’axinïk ri pom

ruchapon runojsaxik ri kajulew

rik’in rujub’ulil 

juq’o’ taq oq’ej

juq’o’ ruwäch b’ixanïk ri man e tz’eqet ta

rik’in k’a jun sutz’aj rayb’äl ri e oyob’en


Ri cera ri jalajöj kib’onilal

kichapon ruk’atïk ri kib’isonem chuwäch ri Tyox

nikisaqirisaj ri rokib’äl ri kamïk

nikisaqirisaj rupaläj ri meb’el ri xe tal k’o 

ri man nib’e ta

kichapon rutijik ri tz’ilan rurayb’äl 

re jun amaq’ re’

[ri man choj ta nk’oje’]

Ri kaji’ jäl (saqijäl, q’anajäl, raxwach chuqa’ ri kaqajäl)

xetal e k’o chuwäch ri Tyox

tajin nkichajij ri ruq’ijul ri wa’ijal

richin manäq xketoqa ta chïk

richin manäq xkemestäx

richin xkexime’paki natab’äl ri winaqi’

ri xeti’ojir rik’in kisamaj ri qawinäq


Ruxara ri k’äy

ruk’u’x ri q’ijul

ruk’ulb’a’t ri q’axomal rik’in ri k’ayewal

akuchi’ [xa jub’a’ ma] xe tal nasäch awi’

(richin akosik, richin ab’ey, richin ab’is…)

ri xara ri’ xetal yakon chuxe ruch’atal ri Tyox

ruchapon ruch’amirsaxïk ri b’isonïk

yerukuxka’ ri 

[jalajöj]

taq animajinäq

[ri majun kitzolib’äl ta]

Ja ri rij rupo’t

Loq’oläj sik’iwuj

akuchi’ xutz’ib’aj ri runa’ojil

akuchi’ xupab’a’wi ri ruch’ob’oj

akuchi’ xuyäk kan ri rumanq’ajanil

akuchi’ xerupach’uj ri rutzij

K’a xetal rewan ri ruk’u’x ri aq’ab’äl

tunun k’a paruwi’ ri ruch’atal ri Tyox

royob’en toq rija’ xtiyakatäj chik pe

richin ruq’ejelonik ri nimaq’a’


[bisbissbisssbis, bisbissbisssbis

bisbissbisssbis, bisbissbisssbis]


Rub’ixanik pa bisis

xetal nq’ajan kik’in ri q’eqal taq jäb’

nroq’ej toq ye’ik’o ri al

nxik’an k’a kik’in

nib’e, nanimäj

ruma man tikirel ta nib’an ri tiko’n

chi rij ruq’ab’aj

ma x ata chi rij ruxikin


Ri wati’t, ri nimalaxel

Ja ri’ toq xluke’ qa ri rij

ja ri’ toq xsach rutzub’al

ja ri’ toq chajir ruwi’aj

ja ri’toq xetzaq el ri reyaj

Ronojel ri’ man ja ta rurijixik xub’ij

man ja ta ri raq’ab’äl xutzijoj kan

Xa jari’ wi rusipanik xuya’chi re ri k’aslem

Jari’ ri ruwinaqil xutzolij 

chwäch ri jalajöj kiwäch taq kamïkri xepe chi rij ri ruwinäq


Rusemetil ri ruq’ab’aj

ri pa’k xel pe chi rij ri ruxtuxil

ri chikopiwinäq ruch’ami’y

ri ruchajil rupo’t

man ja’ ta ri ruch’ojixinik ri meb’alil akuchi’ xya’ox wi

man ja’ ta chuqa’ ri retal ri ruq’axomal

Jari’ ri rija’tz ri xutik kan

ri rayb’äl xretaj ri chuwäch apo


Ri wati’t ri nimalaxel

Ri q’ijul man xtikïr ta chi rij

xpapo’ chupam jun b’olqo’t richin ri ruxoq’op

xsach ruk’u’x chuwäch ri ruwachib’äl ri rupo’t

xsach chupam ri rub’eyal ri jalajöj taq ruyuchuj rutz’umal


Mi abuela la nimalaxel [1]


El tiempo no pudo con ella

se detuvo en algún instante de su xoq’op [2]

se desorientó ante el código de su güipil

se extravió entre el laberinto de las arrugas de su piel


Mi abuela, la nimalaxel…

Su incensario

continúa la erupción de copal

saturando el universo 

con el aroma

de un millón de lamentos

de mil cantos amorfos

de una nube de esperanzas


Las velas de colores

siguen quemando su silencio ante el Tyox  [3]

alumbrando la llegada de la muerte

iluminando la persistencia de la miseria

consumiendo la ilusión

[proscrita]

de un pueblo

[rebelde]

Las cuatro mazorcas (blanca, amarilla, negra y roja)

permanecen, intactas, ante el Tyox

custodiando los tiempos del hambre

para que no se repitan

para que no se olviden

para que permanezcan atados 

en las memorias de los hombres

que engordaron con el sudor de nuestra gente


El jarro del k’äy [4] 

néctar del tiempo

frontera entre el dolor y la desdicha

punto [casi] obligatorio de desconexión

(richinakosik, richinab’ey, richinab’is…)

sigue en resguardo bajo la mesa del Tiox

añejando las tristezas

acicalando las

[consecutivas] 

huidas

[sin retorno]

Su sobre huipil, el rijpo’t

libro sagrado

donde escribió su memoria

donde esculpió su pensamiento

donde plasmó su silencio

donde le dio forma a sus versos

Continúa encriptando el código del atardecer

Y doblado sobre la mesa del Tyox

espera que ella se levante

para la ceremonia del amanecer


[bisbissbisssbis, bisbissbisssbis

bisbissbisssbis, bisbissbisssbis]


Su canto en versión bisis  [5]

todavía ameniza los aguaceros

llora el paso de los azacuanes

vuela con ellos

se va, huye

porque no puede plantar la semilla 

en el dorso de sus manos

ni detrás de su oreja


Mi abuela, la nimalaxel…

Su espalda jorobada

su mirada perdida

su cabellera gris

su dentadura deformada

No fue el símbolo de su vejez

ni el augurio de su ocaso

Fue su ofrenda a la vida

su respuesta 

[humana] 

a la hecatombe de la depredación


Los callos de sus manos

sus calcañares rajados

su bastón apolillado

su güipil descolorido

No fue el reclamo de su empobrecimiento

ni el testimonio de su dolor

Fue su semilla plantada

la proyección matemática de cada sueño albergado


Mi abuela, la nimalaxel…

el tiempo no pudo con ella

se detuvo en algún instante de su xoq’op

se desorientó ante el código de su güipil

se extravió entre el laberinto de las arrugas de su piel


[1] Nimalaxel, literalmente significa “hermana o hermano mayor”; sin embargo se usa también para nombrar a las “ayudantes” de las Texel. La Texel es la versión femenina de la Cofradía del pueblo. Se trata, pues, de un cargo de liderazgo y servicio comunitario.
[2] Trenza del cabello con un listón.
[3] Tyox es la kaqchikelización de “Dios” y se designa así al altar “pluriespiritual” donde se veneran a las imágenes cristianas y a los elementos de la espiritualidad maya.
[4] K’äy: aguardiente. Richinakosik, richinab’ey, richinab’is: literalmente “para tu cansancio, para tu camino, para tu tristeza…” Son los "pretextos" que se suelen decir para tomarse un buen trago. 
[5] Sonido onomatopéyico con el que se canta, equivalente al “tarareo” en la usanza occidental.

Volcanes de Agua, Acatenango y Fuego (Iximulew / Guatemala) © Miguel Ángel Oxlaj Cúmez


B’ix qaya’


Ri achi xuk’ol xuk’ol ri’

k’a xb’os na pe ri k’aqatläj ak’wa’l

ri nipuxlin rutzub’al

Xutukukej k’a ruxe’el ri ruch’ab’äq ri ruk’u’an pa ruk’u’x

xub’än utzil ri rupub’, xirukanoj, xiril, k’a ri’ xiruk’äq k’a pe wakami

kik’in re juläy etzelaneltaq tzij re’

Ri nuchi’ ruk’ojonwi ri’

choj ja’e wi yitikir ninb’ij a po chi re

Xaxe’ wi nink’utula’ qa chuwe

achike choq’oma

achike choq’oma chuwe rïn

Xinya’ k’a chinuwäch chi nintaluj

rik’in k’a jub’a’ k’o ri ntikïr nutzolij tzij chi re


I


-Majun niq’a’xta chuwe rub’anob’al ri kaxlan ajaw- xub’ij toq xqachop qa ri ruwaxulan

¿Achike rub’anik nub’än chi re toq ye’apon chwäch ri kik’aqatil ri ajawarem chuqa ri k’utunïk ri meb’a’?

¿Achike choq’oma junam rejqalem nuya’ chi ke wi retaman chi man e junam ta?

¿Achike k’o paruk’u’x toq xetal yeruto’ ri ajawarem ri yatkitij, ja k’a ri chi re ri meb’a’ xa choj utziläj taq rayb’äl yeruya’ pe chi ke?

¿Wi retaman chi janila’ tz’ilanem xtik’oje’ ruma man oj junan ta xub’än chi qe, achike choq’oma man qonojel ta säq, man qonojelta q’äq, man qonojel ta qawinäq o man qonojel ta aj b’i la akuchi’la xub’än ta chi qe?

¿Nrak’axaj ta k’a ri qachaq’ qanimal toq yek’utun chi re jub’a’ paqach’ab’äl jub’a’ pa kaxlan?

¿Achike choq’oma janila’ xyoke’ toq xpe wawe’ pa qaruwach’ulew?

¿Wi nub’ij chi rija’ ajowab’äl, achike ruma xa xe’ k’ayewal, xa xe’ meb’alil chuqa’xa xe’kamïk xuk’ämpe chi qe?

¿Achike…?

Pan anin xinpab’a’ ri rutzijonem

man ninrayij yitzijon chi rij ri na’oj re’

kana’ ta ri natzijoj ri kamik’ayewal chupam ri kamik’ayewal

ruma chuqa’janila’  wi ninrayij ninwak’axaj ri kurij k’un

ri rub’ixanik runojsanwi ri k’ichelaj


II


-Nib’ix chi ri Israelí xek’ayewatäj juq’o’ juna’

röj ojk’ayewatajnäq juq’o’ wok’al juna’

chupam k’a ri q’ijul re’ xetal sanin chi qe ri nib’ix chi kij ri Israeli’

pa ronojel ruwäch ri qak’aslemal

richin manäq niqanik’oj ri qameb’alil qa roj

richin juk’a’n yojtzu’un chuwäch ri qak’ayewal k’o chiqawäch


¿Akuchi’ ek’owi ri kaqchikela’ taq Moisesa’ 

ri xkejote’ el paruwi’ ri Junajpu’ richin nb’ekiponij ri Ajaw?

¿Akuchi’ ek’o wi?

Nik’atzin chi yetob’os qik’in

richin nkik’ut ri saqb’e chi qawäch

richin nkitzalq’omij runa’oj ri q’aq’ chi qe

richin yojkelesaj chupam re k’ayewal

richin yojkik’w’aj chi kojik’o chupam ri kik’ palow

richin yojkik’waj chi nb’eqa chapa’ 

ri qak’aslemal

riqach’ob’onik

ri qana’ojil

ri qach’akulal

ri qulew

ri jantape’ qichin wi


Etaman jeb’ël

chi eb’osnäq chïk chuwäch re jun ruwach’ulew re’

kikolon chïk kik’aslem chuwäch royowal ri k’ak’a’ ajpop

po wakami xa tajin yejiq’

yejiq’ chupam re jun raqän ya’ ri etzelanel

¡Kan kekol tib’ana’ utzil!


Ri kurij k’un xutanab’a’ rub’ix

xub’än jun ti maq’ajan

ri raxq’ab’

numalama’ rij ri ch’eqel ruwach’ulew

Jun na’oj xik’o pa nuwi’

xintojtob’ej:

– Nib’ix chi ri maq’ajanil k’o pa ruk’u’x ri raxq’ab’

Jeb’ël akuchi’ ri sutz’ niqa paruwi’ ri ruwach’ulew


III


– ¡Tawoyob’ej na! – xcha’ pa oyowal

Ri maq’ajan man chi ri’ ta k’o

man xa xe’ ta chi ri’ –xub’ij– 

ri maq’ajan k’o chupam ri ruk’u’x

ri xti xtän ri xetzeläx

ri xtala’ ri xetzeläx

ri ixöq chuqa’ achi ri majon ronojel chi ke richin xetok meb’a’

ri ajtiko’n ri xmaj ri rulew

ri ixöq ajtiko’n ri xq’ol 

ri raqän ya’ ri xtz’ilöx

ri k’echelaj ri xtililäx

ri ruwach’ulew ri xpororäx

ri kurij k’un ri majun chïk  ta rusok wakami


Xa jub’a’ ma wi yojapon qa chuchi’ ri raqän ya’

ruqul ri jun qupib’äl che’

man nuya’ ta q’ij chi nak’axäxkib’is ri loq’oläj taq che’

xanupimirisaj ri kaq’ïq’

yeruxib’ij ri tz’ikina’ 


– ¿Napon pan awi’ re ninb’ij chawe? – xuk’utuj paroyowal

– Ja ri rat wik’in rïn oj achi’el junmay – xcha’

kan oj achi’el ruk’u’x rijuyu’

ja ri rat wik’in rïn oj juqun k’äy

kan achi’el ruk’u’x ri q’ijul

ja ri rat wik’in rïn oj chajinela’

niqachajij jalajöj kiwäch taq k’aslemal

rat wik’in rïn xa oj moch’öch’il

ojaj q’equ’n

oj ruk’a’tz chi re ruq’ajarik ri saqil 

rat wik’in rïn oj achi’el ri q’aq’

ojb’anön richin yojaq’oman

rat wik’in rïn oj achi’el riq’ijul

xojb’an richin man nipeta ri mestaxinïk

rat wik’in rïn roj ri aj

xojb’an richin man nqaya’ ta qi’

rat wik’in rïn roj ri ruch’ujilal ri ramaj

xojb’an richin man niqat’zapij ta qachi’

¿niq’ax pan awi’?

Ri q’axomal chuqa’ ri k’utunïk

ri b’isonïk rik’in ri kikotemal

ri rayb’äl rik’in ri q’axomal k’u’x

kichin juq’o’ ruq’ijul k’aslem

ye’anin chikipam ri k’uxuchuq’a’ ri qach’akul

juq’o’ mama’aj

juq’o’ ati’t

yech’i’an chupam ruk’u’x ri qach’akul

ke re’ k’a yesik’in:

tawelesaj chupam ri ak’aslem

ronojel ri xuk’ämpe chiqe ri majon ulew

ruma’ rutz’apen ri qana’oj

ruma’ niqatz’ila’ qi’ koma ri kityoxi’

ruma’ nimayon ri qak’u’xaj chirij ri pwaq

ruma’ oj q’olotajnäq koma ri manqitzij taq tzijol

kaxutun chuwäch re jun ruwäch k’aslemal re’

tamestaj ronojel ri ruq’oloj rusanin pan ajolom

tawetamaj ri qach’ab’al

kan takusaj k’a

tawetamaj ri qana’oj ri qab’anob’al

kan tak’aslemaj k’a

katzolin chupam ruxe’el ri qak’aslem

qawinaqir junchin b’ey…


– Tatz’eta’ rat – xinxoch’ij apo – 

¡ri Pixcayá nimarnäq!

– Man Pixcayá ta rub’i’ ¿man awetaman ta? – xub’ij pe

B’ix qaya’ keri’ rub’i’ paqach’ab’äl

“rub’ixanem ri qaya’

rub’ixanem ri qaya’

jeb’ël b’i’aj richi jun raqän ya’

 mank’o ta ruk’exel rub’ixanem

jun utziläj aq’om richin ri q’axomal …


K’a jari’ toq tikirel xqajäl ri qatzinonem


B’ixqa ya’


El hombre se retrotrajo 

hasta que afloró el niño rebelde

de mirada chispeante

Removió el fondo de su pantano

cargó, apuntó y me bombardeó

con estos dardos envenenados

Mi boca estaba cosida

apenas lograba responderle monosílabos

Solo me preguntaba

por qué

por qué a mí

Decidí compartirlo

quizá alguien pueda contestarle


I


– No entiendo el papel de Dios – comenzó cuando empezamos a descender la pendiente

¿Cómo le hace para procesar en su despacho los caprichos de los amos y los clamores de los esclavos?

¿Cómo puede darles la misma proporción de importancia, sin inmutarse?

¿Cómo puede respaldar las agresiones del empobrecedor y sustentar con promesas al empobrecido?

¿Por qué, digo yo, si sabía que iba a haber tanta desigualdad al hacernos diferentes, por qué no nos hizo a todos blancos, a todos negros, a todos indígenas o a todos alienígenas?

¿Entenderá a nuestros hermanos kaqchikeles cuando le rezan en kaqchiñol?

¿Por qué se tardó tantos siglos en venir a nuestras tierras?

¿Por qué, si dice ser amor, solo nos trajo muerte, miseria y dolor?

¿Por qué…?

Lo interrumpí de tajo

no deseaba hablar de ello

era como hablar de la guerra

en el tiempo de la guerra

además deseaba disfrutar el canto del kurij k’un *

sus trinos llenaban el bosque


* kurij k’un: Paloma cantora local.

II


– Dicen que Israel estuvo cautivo 400 años

pues nosotros llevamos 500

y tal es el tiempo en que nos han impuesto lo de Israel

en cada espacio de nuestra cotidiana esclavitud

y así le restamos importancia a nuestra condición

y así nos enajenamos de nuestra propia situación


¿Dónde están las Moisesas y Moiseses kaqchikeles 

que subirán al Junajpú a quemar pom al Ajaw? *

¿Dónde están?

Es imperativo que aparezcan

para guiarnos por el saqb’e **

para interpretar los designios del fuego

para sacarnos del horror cotidiano

para hacernos atravesar este mar de sangre

y llevarnos a la conquista

de nuestras vidas

de nuestras mentes

de nuestros saberes

de nuestros cuerpos

de esta tierra

que siempre fue nuestra


Sin duda

han surgido en esta tierra de confusión

han sobrevivido a la espada del moderno faraón

pero se están ahogando

ahogando en el río de la represión

¡qué alguien los salve del río!


El kurij k’un había dejado de cantar

un pequeño silencio se hizo 

la neblina matinal

acariciaba la tierra mojada

Una idea cruzó mi mente

probé:

– Dicen que el silencio está en el corazón de la neblina

justo donde la nube se posa sobre la tierra…


* Junajpú: nombre kaqchikel del Volcán de Agua; Pom: incienso. 
** Saqb’e: Caminos blancos, caminos del bien.

III


– ¡Momento! – increpó molesto

El silencio no está allí

no solamente allí – enfatizó –

el silencio está en el corazón 

de la niña que ha sido violada

del niño que ha sido abusado

de la mujer y del hombre que han sido empobrecidos

del campesino que ha sido despojado

de la campesina que ha sido engañada

del río que ha sido contaminado

del bosque que ha sido acribillado

de la tierra que ha sido saqueada

del kurij k’un que ha quedado sin nido


Nos acercábamos al río

el alarido de una motosierra 

silenciaba la tristeza de los árboles

enrarecía el viento

inquietaba a los pájaros


– ¿Entendés de lo que hablo? – preguntó casi decepcionado

– Vos y yo somos un puro – continuó

la pura esencia del monte

vos y yo somos un trago de guaro

la pura esencia del tiempo

vos y yo somos guardianes

guardianes de formas distintas de vida

vos y yo somos las sombras

la oscuridad

tan necesarios para el significado de la luz

vos y yo somos el fuego

fuimos hechos para sanar

vos y yo somos el tiempo

fuimos hechos para no olvidar

vos y yo somos las varas

fuimos hechos para luchar

vos y yo somos la locura del tiempo

fuimos hechos para no callar

¿me estás siguiendo?

El dolor y el clamor

las tristezas y las alegrías 

los sueños y las frustraciones

de cuatrocientas generaciones 

cabalgan en nuestros átomos

cuatrocientas abuelas

cuatrocientos abuelos

claman desde nuestro pecho

y gritan:

descolonízate

desreligiotízate

destarjetízate

desinfórmate

rebélate a este sistema ególatra

desaprende tanta banalidad

reaprende nuestra lengua y úsala

reaprende nuestro pensamiento y vívelo

vuelve a tus raíces

humanízate…


– Mirá vos lo interrumpí – 

¡el Pixcayá está crecido!


– No se llama Pixcayá, ¿lo sabías? – dijo

su nombre kaqchikel es “B’ix qaya’”

“el canto de nuestra agua”

“el canto del agua nuestra”

Bello nombre para un río

un canto hermoso

un bálsamo para las heridas profundas…


Hasta entonces pudimos cambiar de tema


Miguel Ángel Oxlaj Cúmez


Qach’ab’äl


I


¿Jampe’ xqachäp ruk’oqpixik pa taq qak’u’x?

¿Jampe’ xqachäp ruk’ojoxik ruchi’ richin manäq chïk nich’o’n ta pe chiqe?

¿Jampe’ xqatz’apij qaxikin richin manäq niqak’axaj ta rutzij?

¿Jampe’ xqamestaj rutzuquxik?

¿Achi’el toq xqamestaj chi ri qati’t qamama’ xekäm ruma rukolik?

¿Achi’el toq xqamestaj chi toq ri juläy xkisok, xkipaxij

ri qate’ qatata’, ri qati’t qamama’

xkimöl ruchi’

xkaq’omaj

xkik’achojirisaj

chuqa’  xkiya’ kan kik’aslemal pa ruk’u’x?


¿Kan chanin xqamestaj chi ri nab’ey t’uj ri xuya’ riqak’u’x xk’oxoman paqach’ab’äl?

¿Kan chanin xqamestaj chi ri qach’ab’äl ja ri’ ri xojk’asb’an?

¿Kan chanin xqamestaj chi xqatz’umaj chi paq’ij chi chaq’a’?


Ri qach’ab’äl janila’ yawa’

ruchapon kamïk

nikäm pa qak’u’x

ruchapon kamïk 

chuchi’ taq qaq’aq’

pa ruk’u’x taq qochoch


Nuestra lengua


I


¿Desde cuándo comenzamos a arrancarla de nuestro corazón?

¿Cuándo fue que le cosimos la boca para que dejara de hablarnos?

¿Desde cuándo comenzamos a taparnos los oídos para dejarla de escuchar?

¿Cuándo olvidamos darle de comer?

¿Cómo fue que olvidamos que abuelas y abuelos murieron por ella?

¿Cómo olvidamos que cuando fue lastimada

nuestras madres y padres, nuestras abuelas y abuelos

la cuidaron 

la curaron 

y plasmaron su vida en sus palabras?


¿Tan luego olvidamos que el primer latido de nuestro corazón sonó en maya kaqchikel?

¿Tan rápido olvidamos que fue nuestra lengua la que nos dio la vida?

¿Tan luego olvidamos que la mamamos durante días y noches enteras?


Nuestra lengua está enferma

muy enferma

agonizando está en nuestros corazones

agoniza frente al fogón 

en el corazón de nuestras casas

Sunset at B’oko’ © Miguel Ángel Oxlaj Cúmez



Más sobre Miguel Ángel Oxlaj Cúmez:


El activismo digital

Otras artistas mayas en Siwar Mayu

Xti Saquirisan Na Pe / Planicie de olvido © Miguel Ángel Oxlaj Cúmez

Siwar Mayu ~ Mayo 2021


Luis Chalí: Cómic Maya


Jolom: laberinto, el balón para el juego de pelota © Luis Chalí

Introducción y selección © Rita Palacios 


Luis Chalí (1989) reside en Chi Xot (San Juan Comalapa, Chimaltenango) y es autor del cómic maya Beleje Ajmaq. A través del cómic, Chalí construye un discurso desde el esplendor de la cultura maya, revalorando la historia y abriendo espacios para poder soñar y participar en un proyecto dinámico en el que se hace y se escribe historia.


El cómic maya Beleje Ajmaq (9 pecados, 9 perdones) es una creación de Luis Chalí de Chi Xot, Iximulew. En él, Chalí construye todo un universo  regido por seres poderosos que habitan y transitan por los tres estratos de la existencia: Xibalbá (el inframundo), Balbá (la tierra) y Kajbalbá (el cielo). Los personajes, lugares, eventos e idiomas de Beleje Ajmaq fluctúan entre la ficción y la historia para crear una multiplicidad de mundos y realidades desde un imaginario maya. Esta es la propuesta de Chalí: abandonar ideas erróneas, racistas o románticas sobre el mundo maya y en su lugar presentar una visión propia, de siglo XXI inspirada en el manga japonés y reconstruyendo momentos vitales para el pueblo maya. 



Chalí ha creado nueve sagas correspondientes a nueve períodos históricos claves. En el año 2012, como respuesta al supuesto fin del mundo según lo predecían los mayanistas new age, el autor saca a luz la saga número cinco, la primera de las nueve sagas ya impresa, Los señores de la guerra. Chalí toma como punto de partida la saga número cinco de manera deliberada, siguiendo la tradición de los cómics en que la trama puede retomarse en un prequel o sequel. En estos momentos 13 de los 42 capítulos de Los señores de la guerra han sido publicados. Los señores de la guerra observa el conflicto entre los Ajawarem (reinos), Motul (Tikal) y Calakmul. La saga inicia con la creación del ser humano a partir del maíz por manos de las abuelas y abuelos para luego introducir en los capítulos siguientes personajes, conflictos, así como armas y estrategias de guerra y un idioma único, el kaqchikomon.  


Pequeño panteón © Luis Chalí    
            Traje de uso diario © Luis Chalí

Para sus personajes, Chalí se inspira en el comportamiento y sentir de personas de su comunidad. Más recientemente, gracias a una convocatoria virtual, el artista confeccionó varios personajes a partir de modelos reales, desde la gatita Dxkanob, hasta amigos y voluntarios quienes se han interesado en el proyecto. El proceso va más allá de representar el físico del modelo; Chalí se esmera en capturar su personalidad la cual formará parte del universo del Cómic Maya. 


Dxkanob, mascota de guerrero jaguar © Luis Chalí

Los señores de la guerra nos ofrece apenas una introducción al universo fantástico pensado y diseñado por Chalí. Cada elemento del cómic tiene una razón de ser, una lógica y una función única: desde el simple acto de leer, el cual inicia con el capítulo cero (nótese la importancia del número cero en la matemática maya) y, partir del primer capítulo, se asemeja al formato de códice; el uso de kachikomon, un idioma híbrido que parte del kaqchikel contemporáneo pero cuya pronunciación y escritura no se rigen por las normas de academias de lenguas; hasta los narradores, cuyo papel es introducir información clave a lo largo de cada una de las sagas. Chalí, arquitecto e ingeniero de Beleje Ajmaq, se embarca en un proyecto enorme en el que, a través de la imaginación, la historia, la estética y la cosmovisión maya como pilares principales, retoma un pasado, escribe desde un presente para así poder pensar un futuro. 


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Sobre Rita Palacios


Rita tiene un doctorado en español con especialización en literatura latinoamericana de la Universidad de Toronto. Es profesora de idiomas en la Escuela de Estudios Liberales de Conestoga College en Kitchener, Ontario. Su investigación examina la literatura maya contemporánea desde una perspectiva de estudios culturales y de género. Es coautora de Unwriting Maya Literature: Ts’íib as Recorded Knowledge (March 2019) con Paul M. Worley, en el que privilegian la categoría maya ts’íib por encima de otras construcciones sobre lo literario, para así revelar cómo los propios pueblos mayas conciben su producción cultural. Visítala en https://ritampalacios.com




Mas sobre tz’ib’ y textualidades maya



https://uapress.arizona.edu/book/unwriting-maya-literature

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