© Traducciones de Andrea Echeverría y Juan G. Sánchez Martínez
Declaración de la artista
Veo mi trabajo de escritura y fotografía como un “acto de atención”, como una forma de ver y volver a ver el universo dentro de nosotros y a nuestro alrededor. Mis poemas y fotografías a menudo llaman la atención sobre las heridas de nuestro mundo: la degradación ambiental, las inequidades raciales y de clase, el sufrimiento humano. Pero es igualmente probable que mi trabajo se centre en las complejidades del mundo cotidiano (“las garras translúcidas de los ratones recién nacidos”) o de los diversos caminos que existen para conectarse espiritualmente. El arte, al centrar nuestra atención, puede cambiar la percepción e invitar a reimaginar el significado.
Mi escritura a menudo traza un proceso de devenir, de aprender a estar en el mundo. En Anishinaabemowin, nosotros hablamos de minobimaadiziwin, el buen vivir. Debido a que estoy comprometida con este devenir, mi trabajo en literatura y las otras artes evoca la búsqueda o la sensación de inclinarme hacia la luz. En mi práctica, los lentes a través de los cuales refracto la experiencia involucran a menudo la justicia. Reúnen el volver-a-ver artístico y la visión del spiritus latino entendido como el aliento para hablar. Para mí, spiritus, el don de la voz, implica no solo la habilidad, sino también la responsabilidad de hablar.
Esta responsabilidad de hablar, sin embargo, a veces puede manifestarse con reserva. La poesía, en su máxima expresión, deja espacio para lo no dicho o indecible; la fotografía deja espacio para lo invisible o incognoscible. El arte se trata de preguntas y gestos. Invita al lector, al oyente, y al espectador a un proceso dinámico. La poesía, por su propia naturaleza, hace gestos más allá de sí misma; quiere abrir la superficie del lenguaje y llevarnos a la experiencia misma. Del mismo modo, la fotografía puede ofrecer gestos más allá de la mera representación. Ambas se asoman a las fronteras del ser: el equilibrio en el filo de la visión.
Los artistas no representan simplemente al mundo, aunque también hacen ese trabajo; pero en nuestros mejores días, creamos un camino que tarde o temprano se llena de silencio. Llegamos al borde de lo conocido y miramos más allá. En medio de inmensos lugares salvajes como el Parque Natural Aguas de la Frontera, por ejemplo, sabemos, no por razón, sino por instinto, que todo esto es sagrado. Degustamos nuestra propia pequeñez. En esos momentos, nuestra experiencia o “verdad” permanece en cierto nivel inexpresable. ¿Cómo dices “insignificancia humana” en la escritura cuando tratas de expresar “pertenencia”? El arte, en el mejor de los casos, deja espacio para esta ambigüedad, esta complejidad del sentimiento.
Wellspring: Words from Water, Nibii-wiiyawan Bawaadanan/Dreams of Water Bodies, Poem for a Tattered Planet: If the Measure is Life, “Because We Come From Everything”, The Solace of Forgotten Races, Manoominike-giizis © Kimberly M. Blaeser. Cooper Yearning. Holy Cow Press, 2019.
A Water Poem for Remembering © Kimberly M. Blaeser. Split This Rock, 2020.
The Way We Love Something Small © Kimberly M. Blaeser. Unpublished.
Manantial: Palabras del agua
Una infancia en White Earth rica en agua y pobre en dinero.
Ser vaporoso transformado en ciclos—
las historias aluviales extraídas de los lagos deMinnesota
cosechadas como pescado blanco, como manoomin,
como viejas profecías de semillas creciendo sobre el agua.
Leyendas de los seres espirituales Anishinaabeg:
portador de nubes Pájaro Trueno que nos traes lluvia,
windigo de invierno como Mujer Hielo, o Mishibizhii
que ruge con silbidos y escupitajos de río caudaloso
gran pantera subacuática, tú nos cargas en cobre . . .
a estos tributarios de equilibrio. Arroyos. Una cosmología
de nibi. Creemos que nuestros cuerpos tienen sed. Nuestra tierra.
Un elemento Aniibiishaaboo. Riqueza
de té marrón. Como la savia del maple Ámbar. El ojo líquido de la luna.
Ahora ella voltea la marea, y cada ser unido gira
hacia el sonido, su cuerpo de río curvándose.
Nosotras, mujeres de aguas sin edad, perduramos;
como cada flor bebe de la noche,
sostiene el rocío. Nuestros cuerpos un libreto,
saturado, un acuífero —pronunciamos palabras
de agua antigua.
Nibii-wiiyawan Bawaadanan*
Wazhashk
agaashiinyi memiishanowed bagizod
biwak-dakamaadagaayin
mashkawendaman
googiigwaashkwaniyamban
dimii-miinaandeg gagwedweyamban.
Gigoopazomigoog
ninii-chiwaawaabiganoojinh akiing
ogichidaa Anishinaabe
awesiinaajimowinong, aadizookaanag
dash debaajimojig onisaakonanaanaawaa
nengaaj enji-mamaanjiding
gdobikwaakoninjiins
miidash gakina Nibiishinaabeg
debwewendamowaad.
Waabandan negawan
aah sa ongow eta
maaaji-mishiikenh-minis
minwaabandaan aakiing maampii
niigaanigaabawiying
agamigong
Wazhashk waabamang, niikaaninaanig
zhiibaasige zaaga’iganan gaye ziibiinsan
mashkiig zhawendang
mikwendang
waawiindang
ezhi-bagosendamowaad
ezhi-googiiwaad
agaashiinyag memiishanowewaad begizojig
dibiki-miikanong.
Nangodinong enji-nibii-bawaajiganan
gidimagozijig aakiing endaaying
bakadenodang
dash nagamoying
jiibenaakeying
noosone’igeying
bakobiiying.
*Traducción del inglés al Anishinaabemowin de Margaret Noodin.
Soñando con cuerpos de agua
Wazhashk *
pequeño nadador bigotudo,
tú, esa flecha que fluye cruzando los caminos del agua
con la simple determinación
de alguien que ha buceado
Púrpura profundo en la pregunta primordial
Empequeñecido o despreciado
como una rata de agua en la tierra;
el héroe de nuestro pueblo Anishinaabeg
en los cuentos de animales, en las historias de creación
cuyos contadores revelan lentamente,
mágicamente como en un sueño,
tu pequeño puño cerrado
Para que todas las tribus del agua
puedan creerlo.
Mira los pequeños granos de arena–
Ah, solo esos poquitos …
pero se convierten en nuestra isla tortuga
esta tierra buena y bien soñada
en donde nos encontramos parados en este momento
A la orilla de tantos cuerpos de agua
y miramos a Wazhashk, nuestro hermano,
deslizarse en piscinas, arroyos y lagos
esta tierra pantanosa santificada por
la memoria
la narración
la esperanza
el sumergirse
de elegantes nadadores bigotudos
que marcan un camino oscuro.
Y a veces en nuestros sueños de agua
nosotros lamentables habitantes de la tierra
anhelantes
recordamos, y cantando
preparamos los espíritus
para seguir sus pasos:
bakobii. **
* wazhashk: rata almizclera (Ondatra zibethicus) en Anishinaabemowin.
** bakobii: Ve al agua.
Poema para un planeta hecho trizas: si la medida es la vida
Nacido bajo el alero de la abundancia el dulce despliegue la temporada de la juventud de un planeta, en el trance del capitalismo nos llenamos satisfechos con el status quo halando las sombras sobre el colapso invasivo di algo sobre el Antropoceno, el trueque de la energía y la fortaleza sagrada de la ciencia. Pero más allá de la garganta del comercio, debajo del reflejo del río celestial, dentro de la antigua belleza cobriza de pertenecer estamos cercados habita el Ish, navega por el canto del canto. Aunque la niebla del dinero se asiente, y confunda la mesura hoy el velo del misterio se transforma se levanta en la visión momentá nea. Aquí encuentra el ritmo de un planeta hecho trizas, siente en el montículo de la pantera un pulso. Escucha —no cuentes. Siente un pequeño tambor de vida debajo _______ . Mi núcleo. Soy una antigua luz refractada o sonido viajando, mi frecuencia es constante mi voz doblándose en ángulos para volverse un todo en otra superficie— di un poema. Di un poema perpendicular al límite del significado, hazlo un prisma o posibilidad canta sobre la tortuga o lanza el lumen mítico del Pájaro Trueno aquí en la plana f allida de las palabras: Esta página no un contrato sino un pacto. Donde lo sagrado. Cuando ni imagen ni voz se duplicarán, en la densa y húmeda nube de ser si la medida es la vida cada extremidad un test ágil del árbol vislumbra no veas ni calcules. Esta Mortaja del Comercio amortaja el significado. En la tecnología del genocidio documental en la bonanza destructiva de la era industrial— declara la muerte del planeta a medida que pasa a la velocidad del sonido en [degradé sale al otro lado un eco perdido de la codicia humana repitiéndose repitiéndose repiti en do Cada esquirla del lenguaje doblada en complicadas fórmulas de inferencia de posesión como la niebla olvida luego recuerda forma. Pero nosotros encontramos la medida en la [metáfora vibración tierra timbre. En medio de errores métricos interminables de la ciencia o de la oración. di los noventa y nueve nombres de dios: Gizhe-manidoo, el Gran Espíritu, o anhelo, Sabedor de Sutilezas, álamo tembloroso, los huesos del salmón cantados hierba dulce trenzada, los envoltorios de cabello sagrado de las mujeres, este paisaje comestible— aki, nabi, ishkode, noodin, los diez pequeños vientos de nuestras arremolinadas puntas de los dedos, esta danza circular de las estaciones— el florecimiento inefable. Con la mente como un viento sagrado y articulando la canción nocturna del croar de una rana llegamos. Aquí las grullas de arena marcan el cielo. Si la medida es la vida— las piernas de su clan la longitud del siempre. Aquí el espejo del lago un lienzo de creencias. Si la medida es la vida— la refracción el detonante de todo saber. Solo esto. Ahora colocamos aseema, los cuerpos fragantes de tabaco de nuestros parientes. Un ofrenda cantada. Para hacer de las trizas un todo. Una cuestión de supervivencia. De correlación. De visión. La medida es la vida.
Un poema de agua para recordar
Sí, es verdad que hablo mal de los vivos en formas codificadas divorciadas de los muertos. Por qué Lyla June ayuna en los escalones del capitolio. Por qué las mujeres nativas desaparecen como conejos y reaparecen en ríos envueltas en mortajas. El ligero desaire en la voz de un líder es una desgracia– antes como por arte de magia nos han llevado a la guerra. Por qué cantamos mikwendam*, incluso ahora recuérdalo. En el día más frío de enero reúnanse cerca de las aguas ancestrales, Michigami (donde los ríos Milwaukee, Menominee, y Kinnickinnic se reúnen como hermanas) donde los montículos cónicos todavía se elevan en acantilados cuento buenos caminos: audaces y azules como nibi.** * mikwendam: recuerda. ** nibi: agua.
“Porque venimos de todo”
para Juan Felipe Herrera
Porque cada nación buzoterrestre da volteretas en las aguas primigenias reclamo la natación sagrada – compartimos el oscuro hacernos. Porque todos los engendrados y procreados se separan por secta limpio con humo cada línea pies bailando a cada lado, borra la división. Porque venimos de todo de la tierra de cobre y las canciones de aire no traducidas de fuegos profundos y antiguos que arden ahora en el ojo de cada viajero de fluidos susurros de agua y de innumerables latidos de silencio la respiración contenida entre frontera y libertad entre ola y orilla entre barco y tierra entre salir y llegar. Porque venimos de todas partes de White Earth y Somalia, de Yemen y Cuba y Yucatán nuestros bolsillos míticos llenos de bendiciones para un paso seguro. Porque las medidas alfabéticas de entradas y salidas poder de documentos porque los documentos: CDIB Pasaporte Visa DACA Green Card, bloque barricada segrega cerca encierra— el muro. Porque las prohibiciones porque las órdenes ejecutivas de las directivas porque los decretos en papel dicen detener dicen deportar. ¡Mírate en el espejo y di Alto! Estás bajo arresto. Debe haber una ley. porque dentro de tus cuerpos migra sangre ilegal porque el aire se cuela por pasajes estrechos porque el agua se filtra por cada poro ¡construyan un muro! saquen a los malos, mantengan fuera lo asqueroso. Porque las muñecas codificadas por colores y la mentalidad de las pistolas de juguete le enseñan el imperio Porque los tuits de hechos alternativos infectan como una plaga Porque para algunos la grandeza fantaseada es igual a la blancura uniforme Porque el poder, la codicia y el fascismo viven en la misma cuadra Porque las buenas cercas son mejores metáforas que los vecinos Digo mal hecho al "derecho de paso", no al dominio eminente, no al muro. Porque respiro tu aire, tú respiras el mío Me das tu aliento, yo te doy el mío Porque compartimos la misma dependencia elemental pertenecer juntos a este lugar vivo: aki, nabi, noodin, ishkode tierra agua aire fuego y la bendita llegada y salida de las estaciones las idas y venidas de cada pariente animal los cielos adornados ahora con bineshiinyag*, cantos alados de regreso sin rastro de identidad en papel; solo esto– la migración esencial de todo ser. Porque venimos de todas partes Reclamamos esta tierra segura para todos, en todas las lenguas: anishinaabemowin, árabe, español, braille, dakota, inglés: decimos proporcionen un amparo, otorguen un refugio nómbrenme una ciudad santuario. * bineshiinyag: aves.
El consuelo de las razas olvidadas
Una vez más ogitchidaa * enciende las pipas:
tinta perfumada serpenteando en la atmósfera,
una marca en el cielo del solsticio, ascendiendo
sonora como signo de ciervo en diciembre.
Mientras la banca sube hoy cae sube,
los camioneros se duermen con los motores en marcha,
un oasis entre turnos de dieciocho horas,
y América acelera su frenesí de biocombustibles
para conjurar desde el sombrero de un político
circunvalación tras circunvalación en la Oficina de Transportes,
esta artimaña, borradura progresiva contraída
de arrozales, pastales de ovejas, ranchos familiares de tabla,
al lado occidental del supermercado Búho Rojo.
Ahora en la quietud de una luna de archivo,
las tribus perdidas de muchas naciones se reúnen
descifran glifos míticos escondidos
bajo las esquinas dobladas de libros enormes.
Hábilmente levitamos el ocre: antiguas
historias pintadas, cantadas, destinadas a ser quemadas.
Plantas medicinales, escudos, bailes eclipsados,
congregándose aquí en los campos de pasto dulce de los olvidados.
Fuera del alcance del GPS y sus juegos y pitidos,
más allá del anhelo de una economía de consumo rápido desde el carro,
camuflada bajo la “cultura popular” de seudo-intelectuales:
un tambor curativo, el olor del cedro
y el origen que sigue siendo cobre y vida.
* ogitchidaa: guerreros.
La forma en que amamos algo pequeño
Sonidos vocálicos desde una tierra
el lenguaje aún no perdido:
Mooningwanekaaning-minis. *
Mi lengua también una isla
nadando por donde Miigis ** se yergue.
Este dolor pequeño pero creciente
el lugar donde lo guardo.
* Mooningwanekaaning-minis: Mooningwanekaaning significa “casa del pájaro carpintero de pecho dorado” y Minis significa “isla”. Este es el nombre en Anishinaabemowin para la Isla Madeline.
** Miigis: Se refiere tanto a la concha cowrie como a la concha usada por la Sociedad Midewiwin. La gran Miigis figura en la historia de la migración de los Ojibwe. Se dice que salió del agua, y apareció proporcionando luz y calor, guiando a las personas en su viaje.
Manoominike-giizis *
Luna del arroz nativo
cuando sus cañas como brazos gimen
igual que los vientos de otoño entre el pino blanco.
Los viejos ritmos encuentran las manos
doblando y machacando el arroz,
granos de arroz cayendo
cayendo al fondo sobre las costillas de madera
de las canoas que se llenan de recuerdos:
los mocasines nuevos bailan por el arroz
soplos de viento espíritu levantan
y llevan la cáscara soplada como historias cansadas
sobre cedazos de abedul.
Ahora numerado
por libras, estaciones o generaciones
astillas delgadas del grano seco
ahora marrón y con ese sabor
fuerte de los lagos del norte
centenarios.
* Manoominike-giizis: la luna llena (agosto o septiembre) que coincide con la cosecha del arroz nativo en la red de lagos que comprende el territorio Anishinaabe a ambos lados de la frontera US/Canadá.
Más sobre Kimberly M. Becker
- Entrevista sobre su proceso creativo, Wisconsin DPI, 2015.
- Poemas: “Rosetta Stone, Two”, “The Dignity of Gestures” y Picto-Poem “Eloquence of Aki.” About Place Journal: Dignity as an Endangered Species in the 21st Century. Ed. Pam Uschuk, Cindy Fuhrman, & Maggie Miller. May 2019.
- Performance en la Radio Pública de “A Song for Giving Back,” en el marco de “Making Waves: Live in Milwaukee,” To the Best of Our Knowledge, May 05, 2018.
Sobre los traductores
Andrea Echeverría es profesora asistente en Wake Forest University. Es autora de un libro sobre migración e identidad en la poesía de dos escritores peruanos titulado El despertar de los awquis: migración y utopía en la poesía de Boris Espezúa y Gloria Mendoza (Paracaídas Editores & UNMSM, 2016), así como de varios artículos de investigación acerca del papel del ritual y la memoria en la poesía mapuche contemporánea. Actualmente escribe un libro que estudia la poesía y el arte visual de autores y artistas mapuche contemporáneos.
Juan G. Sánchez Martínez nació en Bakatá, en los Andes colombianos. Dedica su escritura creativa y académica a las expresiones culturales de los pueblos indígenas y a sus modos de estar en el mundo. Su libro de poesía, Altamar, fue galardonado en 2016 con el Premio Nacional de la Universidad de Antioquia en Colombia. Teje y traduce para Siwar Mayu. En 2019, co-editó con Fredy A. Roncalla: Muyurina y el presente profundo (Pakarina/Hawansuyo). Es profesor en UNC Asheville.